20 de julio de 2010

El neolítico en Grecia y el origen del Mégaron

YACIMIENTO DE KHIROKITÍA, EN CHIPRE, CON VIVIENDAS CIRCULARES. VI MILENIO A.N.E.

La presencia de poblaciones orientales, instaladas en Tesalia y Beocia primero, y más tarde en el Peloponeso, dieron lugar a la neolitización en Grecia. Los inicios pueden datarse hacia el VII Milenio a.n.e. Las aldeas más antiguas se encuentran en Macedonia, como es el caso concreto de Nea Nikomedia (hacia 6200 a.n.e.). De mediados del sexto milenio encontramos también aldeas como Khirokitía, en Chipre, y Elateia (Drajmani), además de ciertos pequeños asentamientos en la península del Peloponeso. El neolítico cerámico presenta dos etapas, denominadas A y B, respectivamente, aunque también conocidas por sus dos principales magoulas (colinas artificiales formadas por la superposición de aldeas), ambas en la región de Tesalia: Sesklo (A) y Dímini (B). Las primeras construcciones de habitación, circulares para más señas, se excavaron en Khirokitía, lugar en el que se constata también, por vez primera, la presencia del tholos, una construcción trascendente en la arquitectura egea posterior, de la Edad del Bronce, y empleada con finalidad funeraria, como tumbas con cámara. En la etapa de Sesklo (Neolítico Pleno), a mediados del sexto milenio a.n.e. surge otra innovación que será ulteriormente relevante en la arquitectura griega. La aldea contaba con casas rectangulares cuyas puertas, en uno de los lados menores, estaban precedidas por porches soportados por dos postes, subdivididos transversalmente por paredes perpendiculares a los muros largos. Se trata de la estructura denominada mégaron, núcleo del posterior templo griego arcaico y clásico, también conocido en el neolítico de Palestina (Jericó) y en el de Anatolia (Hacilar). En al etapa de Dímini o Neolítico Reciente, que se inicia hacia la mitad del III Milenio a.n.e., surge la fortificación con muros concéntricos con la finalidad de proteger las viviendas que quedan encajadas en el medio de los anillos. El más interior de estos murtos defiende un edificio tipo mégaron, que se destaca sobre las demás casas, y que puede ser el germen del posterior palacio micénico. Este modelo arquitectónico está presente en yacimientos que serán precedentes de los lugares micénicos más relevantes: Atenas (Ática), Tirinto (Argólida), Lerna (Argólida) u Orcómenos (Beocia).


Prof. Dr. Julio López Saco
20 de julio del 2010
UCV-Caracas

15 de julio de 2010

El arte romano en época de Augusto


El arte de la época de Augusto es aristocrático, refinado y ciertamente un tanto impersonal. Es la más apropiada expresión del mundo oficial y de la política cortesana, en tanto que es un arte a su servicio. En este sentido, el arte augústeo se sostiene sobre una ficción, aquella de tejer un vínculo con la tradición de los reinos helenísticos, como Pérgamo, y, a la vez, con la propia República romana. Las tipologías iconográficas de este momento aparecen condicionadas por la identificación entre el príncipe y el estado, así como por la formación del culto imperial. Desde los inicios del principado, hay una progresiva difusión de series retratísticas de la familia Julio-claudia, tanto en la península itálica como en las provincias. Además, en este período existe un importante desarrollo de la toréutica, esto es, del arte de trabajar recipientes metálicos, y un gusto refinado por glíptica de grandes formatos.
Los ejemplos que aquí mostramos son los siguientes: en primer lugar, una gema de época de Augusto, hoy en el Kunsthistorisches Museum de Viena, en la que aparece un Augusto glorificado sentado junto a la diosa Roma y Oikoumene, la personificación del poder universal, que lo está coronando. Augusto asiste a una victoria militar, probablemente la de Tiberio sobre los germanos en el año 7. En segundo lugar, la escultura del Augusto con vestimenta pontificial, datada entre fines del siglo I a.n.e. y el siglo I de nuestra era. Hoy se encuentra en el Palazzo Máximo alle Terme, en Roma. Esta estatua es la viva expresión de la pietas, una típica actitud romana de devoción filial en relación a su acercamiento a los dioses. Esta es una de las virtudes de las que Augusto se sirve para llevar a cabo su programa de restauración política, que termina cuando asume el cargo de Pontifex Maximus en el año 12 a.n.e.
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB

12 de julio de 2010

Periodización de la Historia de Japón II

Segundo cuadro sinóptico de la historia japonesa, hasta la actualidad.
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia

9 de julio de 2010

Periodización de la historia de Japón I

En la elaboración de una periodización de la historia japonesa hay que tener presentes varios aspectos. En primer término, la cronología que, basada en el calendario lunar civil antiguo, debe ser convertida a nuestro calendario occidental al uso, de carácter solar; en segundo término, la mención de las eras (nengo), cuya nomenclatura comienza, por iniciativa de la corte imperial, en 645, con la Reforma Taika, siguiendo una antigua práctica continental, particularmente china. Llegaron a existir casi doscientos cincuenta nombres de eras, pues muchos de ellos fueron modificados con el paso del tiempo. Sólo desde la Restauración Meiji (1868), y hasta la actualidad, se empezó a emplear un nombre de era correspondiente a cada reinado imperial. En tercer, y último lugar, no se puede olvidar que la periodificación occidental tradicional (desde la prehistoria a la contemporaneidad), no es acorde con el despliegue, más o menos también convencional, de la historia japonesa.
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB

8 de julio de 2010

La antigua Palmira en Siria


Teatro romano y templo de Bel (Ba'al shamin), Palmira



Palmira, la actual Tadmor o Tadmir, fue una antigua ciudad de los nabateos (cuyo territorio quedó convertido en provincia romana en época de Trajano, en 106), ubicada en el desierto sirio. La antigua ciudad fue capital del reino de Palmira durante el breve reinado de Zenobia entre los años 266 y 272. Su estratégica ubicación al lado de un oasis convirtió a la ciudad en una parada ideal para las caravanas que comerciaban a través de la Ruta de la Seda desde China hasta el Mediterráneo, convirtiendo el lugar en un próspero reino. El Emperador Caracalla la declaró colonia de Roma en el 217 (aunque algunos apuntan que fue Septimio Severo), siendo destruida en 273. Las ruinas palmireñas abarcan unas cincuenta hectáreas. Favorecida por el comercio de la mencionada ruta, la ciudad edificó todo un complejo urbanístico, una de cuyas manifestaciones más representativas es el templo de Bel o Baal, erigido como consecuencia de la visita del emperador Adriano en 129 y sufragado por un rico comerciante.
Prof. Dr. Julio López Saco
8 de julio del 2010

6 de julio de 2010

Las antiguas vías romanas II

Basado en motivos estratégicos (para evitar los ataques por sorpresa y vigilar los movimientos de los enemigos), en motivaciones económicas (la explotación minera solía estar ubicada en lugares elevados), o en causas orográficas (para evitar arroyos y torrenteras y, de este modo, no elevar puentes), el trazado de muchas vías se hacía en terrenos elevados. Al huir de la orilla de los ríos se evitaba el peligro de las súbitas crecidas, a la vez que se ahorraba en la construcción de obras de consolidación. El trazado en elevaciones también podía ser una medida de protección frente a posibles aludes. Los trazados eran, en general, en línea recta, tratado de unir dos puntos por el camino más corto posible; sin embargo, cuando no quedaba más remedio que atravesar algún obstáculo, describían zig-zags, alternando trazos rectos con otros curvos. La rectitud tenía sus particularidades; por ejemplo, se podían hacer traslados con celeridad. Como el suelo era propiedad estatal no había que pagar ante la cesión de propiedad privada. Naturalmente, la línea recta impedía que la vía se preocupase en servir a los pueblos intermedios entre dos puntos principales.
La construcción del pavimento de las calzadas se haría del siguiente modo: primero, se trazaban dos fosas laterales (sulci), que iban separadas por una determinada distancia, que representaba la anchura de la vía; después, se cavaba el suelo entre dos zanjas, hasta una profundidad de un metro o metro y medio, colocándose cuatro capas sucesivas de materiales, que son las siguientes: el statumen, formada por varias hiladas de piedras planas, habitualmente asentadas con mortero y arcilla; el rudus, compuesta por cantos unidos con mortero y arena; el nucleus, con materiales más finos, mezclados con fragmentáculos de tejas o ladrillos, y asentados con cal y arena; y, finalmente, el summun dorsum, conformada por una capa de piedras cúbicas o poligonales, a veces guijarros de gran tamaño, abombados en el centro para facilitar el drenaje. Sin embargo, esta sería una teórica sucesión de capas, sólo apreciable en muy contadas ocasiones. Cuando el terreno no era propicio, los romanos recurrían a revestimientos de distintos tipos: un encachado o empedrado a base de guijarros heterogéneos, colocando las piedras más gruesas en el eje de la vía, y formando una especie de bordillo de las calzadas; un adoquinado, con piedras colocadas directamente sobre el suelo; un empedrado de guijarros de los ríos cercanos, colocados sobre una capa de tierra calcárea extendida sobre la roca virgen y; un enlosado que, únicamente, se empleaba en las grandes y relevantes calzadas, como aquellas a la salida de Roma.
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV

2 de julio de 2010

Imágenes budistas: Guanyin de las once cabezas*

El bodhisattva Guanyin, Kannon (観音) en japonés, es el bodhisattva de la compasión o la misericordia. Este ejemplar presenta once cabezas, representando con ello los diferentes estados de iluminación. La imagen pertenece al budismo esotérico del Vajrayana. La obra se fecha en 703, en época dinástica Tang, durante el reinado de la emperatriz Wu Zetian (625-705). Una leyenda budista presenta a Guanyin haciendo votos para liberar a todos de samsara. A pesar de su vigoroso esfuerzo, muchos seres seguían siendo todavía infelices. Después de luchar para comprender las necesidades de todos, mirando el sufrimiento del mundo, su cabeza estalló de dolor, partiéndose en once pedazos, y el Buda Amitabha, viendo su apuro, le concedió once cabezas con las cuales poder escuchar los gritos del sufrimiento. El deseo de ayudar a todos los seres causó que le crecieran también mil brazos, en la palma de cada uno de los cuales hay un ojo.
*Sobre la iconografía budista, pueden verse los ejemplos comentados los días 17,18,20 y 25 de mayo de 2010 en este mismo blog.
Prof. Dr. Julio López Saco
2 de julio del 2010

1 de julio de 2010

Paleoantropología: Australopithecus sediba


AUSTRALOPITHECUS SEDIBA. FUENTE: SCIENCE



El Australopithecus sediba u homínido de Malapa, fue recientemente descubierto (agosto del 2008), en Sudáfrica por Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, pero fue dado a conocer en la revista Science en abril del 2010. El hallazgo se produjo en una cueva no lejos de los yacimientos clásicos sudafricanos de Sterkfontein, Swartkrans y Kromdraai. A. sediba tiene la cabeza y el tamaño del cerebro propio de un australopiteco, pero también posee rasgos derivados que lo acercan más al género Homo que ninguno de sus parientes, como son sus dientes reducidos y la nariz proyectada. Al mismo tiempo, no obstante, presenta brazos muy largos, como los de un orangután actual, de modo similar a los de otros australopitecos. Este nuevo homínido está representado por dos individuos (MH1 y MH2), bastante completos, un varón joven y una mujer adulta. Aparte de estos dos especímenes, se descubrieron otros dos individuos más, un infante y otra mujer adulta, aunque todavía no han sido publicados. La mujer se identificó gracias a la forma de su mandíbula y de la cadera. El análisis de los dientes probó que la edad de la fémina oscilaba entre los veinte y los treinta años al momento de su muerte. El varón tendría, por el contrario, unos doce. Se ha dicho que es probable que ambos fuesen conocidos e incluso parientes. Su estatura rondaba más o menos un metro veinte de altura. Se han conservado huesos del esqueleto poscraneal (no sólo del cráneo), aunque los restos más completos corresponden a un ejemplar inmaduro, lo que tiende a hacer gráciles los rasgos, dificultando con ello el análisis. Las piernas son largas y los tobillos parecen ser intermedios entre los primeros homínidos y los humanos modernos. La cadera y la pelvis se acercan más a la estructura del Homo erectus, según el propio Berger y sus colegas. Todo esto indica, en consecuencia, que A. sediba podría caminar de forma erecta y con zancadas, forma muy eficiente de caminar y correr.

Referencias

Berger et al., «Australopithecus sediba: A New Species of Homo-Like Australopith from South Africa», Revista Science, 9 de abril del 2010, Vol. 328. no. 5975, pp. 195-204
Michael B., «Candidate Human Ancestor From South Africa Sparks Praise and Debate», Revista Science, 9 de abril del 2010, Vol. 328. no. 5975, pp. 154-155
Dirks et al., «Geological Setting and Age of Australopithecus sediba from Southern Africa», Revista Science, 9 de abril del 2010, Vol. 328. no. 5975, pp. 205-208
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV