13 de diciembre de 2011

Las primeras culturas en América (III)

La Cultura de Cazadores y Recolectores se configura en torno a cambios climáticos y ecológicos que impusieron un cambio cultural con incidencia en la recolección. Ahora se hace relevante la explotación de recursos marinos. Dichos cambios climáticos provocaron una progresiva aridez del terreno y la desaparición de cierta fauna.
Tenemos ahora la emergencia de una nueva forma de vida caracterizada por la producción agrícola, la vida aldeana y la consolidación de las creencias religiosas formalizadas. Esto supone el paso de las sociedades nómadas, con economía de caza de grandes animales, a las sociedades sedentarias agropecuarias. El período cronológico abarcaría desde 7000 a 2500 a.n.E. En las zonas costeras, que aprovechan recursos marinos, los asentamientos arcaicos son aldeas sedentarias, mientras que en regiones del interior, con mayor abundancia de vegetales, predominan campamentos temporales y estacionales. En las primeras abunda ya una arquitectura de centros comunales, quizá ceremoniales, y de viviendas familiares, construidas principalmente con adobe y piedra.
El tipo de sociedad predominante parecer ser la banda, cuyo tamaño se relaciona con el ciclo económico estacional. En la estación seca, con escaso alimento, los pobladores se dividirían en microbandas nómadas; en la estación de abundancia, por el contrario, se impondría el sedentarismo del grupo. En esta organización parece consolidada la figura del chamán como especialista mágico-religioso y de la medicina. Solo en Perú el sedentarismo temprano muestra vestigios de un avance hacia la jerarquización y la centralización.
El inicio de la práctica agrícola en este período no fue súbito ni revolucionario; tampoco una explosión a partir de la cual el hombre cambió repentinamente su forma de vivir. Es un proceso lento, gradual y acumulativo, con múltiples centros de domesticación de plantas, interconectados entre sí o evolucionando en paralelo, en torno al maíz (mesoamérica), la patata (hábitat andino) y la mandioca (zona tropical amazónica). Esto significa, al menos, la ubicación y definición de tres centros domesticadores de plantas: las tierras altas en Mesoamérica, en torno al maíz; el altiplano de los Andes centrales, en función de la patata; y las tierras bajas del Caribe, alrededor de la mandioca.
Las probables causas de este desarrollo agropecuario se pueden condensar del siguiente modo. En primer término la presencia de ciertas condiciones biológicas y ecológicas, lo que supondría que los ciclos estacionales y las mutaciones genéticas de las plantas, fruto de una simbiosis hombre-planta, serían condicionantes del cultivo y la selección; en segundo lugar, un progresivo aumento de la población, que provocaría que el exceso de personas experimentasen con plantas cultivadas en entornos reducidos o debido a presiones en aumento sobre el suelo; en tercer término, dicho aumento demográfico, vinculado a la aparición de estaciones invernales pobres en recursos y con fluctuaciones pluviométricas, que desarrollarían la recolección y el almacenamiento, así como el esencial cultivo.


Prof. Dr. Julio López Saco

Escuela de Historia, UCV

Maestría en Historia de las Américas, UCAB

6 de diciembre de 2011

Budas en Japón: Jizo Sama







IMÁGENES: LA PRIMERA ES UNA ESTATUA DE JIZO EN EL TEMPLO MIBUDERA, KYOTO, SIGLO X; LA SEGUNDA MUESTRA A VARIAS ESTATUAS DE JIZO SAMA EN EL TEMPLO ZOJOJI, SHIBA, TOKYO; Y LA ÚLTIMA REPRESENTA A JIZO SAMA EN MEDITACIÓN.


Jizo sama (también Ojizō-sama), es un buda japonés, correspondiente al bodhisattva indio Ksitigarbha, muchas veces representado como un monje con su nimbo de santidad. Es un instructor y un protector de los infantes, además de patrón de los niños fallecidos prematuramente. Sus estatuas pueden estar en los márgenes de las calles y caminos, además de en los santuarios y cementerios. Las almas de los niños muertos antes que sus padres no podían cruzar el río Sanzu, (Sai no Kawara o río de las almas) río mítico del inframundo japonés, debido a que no habían podido acumular suficientes buenos actos y sus padres sufrían por su fallecimiento. La creencia popular japonesa señala que Jizo sama salva las almas de estos niños impidiendo que tengan que acumular durante toda la eternidad piedras en las orillas del río (las ánimas de los infantes las amontonan para solicitar la compasión del Buda). Para ello, las esconde de los demonios bajo sus ropajes y les recita varios mantras. Es por eso que muchas de las estatuas de este buda se ven acompañadas por montículos de piedras, depositadas por los devotos para acortar el tiempo que los infantes muertos deben sufrir en el mundo subterráneo. También en las cercanías de los camposantos se ven sus estatuas, generalmente con gorros y baberos de un color rojo intenso, como una ofrenda de gratificación por la curación de algún niño con una determinada dolencia. Las dos formas de Jizo más populares asociadas con los niños son Mizuko Jizo, protector de los fetos abortados, y Koyasu Jizo, o dador de vida a los infantes.


Prof. Dr. Julio López Saco


UCV-UCAB, 6 de diciembre del 2011

1 de diciembre de 2011

Las primeras culturas en América (II)

En el territorio de Norteamérica esta cultura (cazadores de megafauna), se escenifica en la cultura Clovis (entre 16000-13500 a.n.E.), que muestra las más antiguas puntas de proyectil. Su origen puede estar en tradiciones de cazadores de gran fauna siberianos del oeste y el centro de Asia. Esta facies cultural presenta pequeños asentamientos compuestos por unas pocas familias semi-nómadas. Sus puntas serían usadas en los kills o lugares de matanza y desguace. Se presume que en ciertas épocas del año se reunían en lugares donde abundaba de caza, conformando macrobandas temporales. A fines del Pleistoceno, con el cambio climático, se termina el nomadismo de persecución de la pieza y surge un nomadismo cíclico, recorriendo los mismos lugares en diferentes épocas anuales. Este es el momento en que aparecen indicios de carácter religioso, relacionados con posibles cultos a los muertos (con abundante presencia de puntas de proyectil de hueso rotas intencionadamente y colocadas como presuntas ofrendas). Restos deformados y marginales de Clovis formaron las puntas Sandia (10000-8000 a.n.E.). También derivadas de las Clovis tenemos las puntas Folsom, entre los 12000 y 8000 a.n.E., así como las Plano (8000-5000 a.n.E.).
A fines del período, los cazadores de la región sudoeste de Estados Unidos se yuxtapusieron a los sobrevivientes de la antigua cultura de nódulos y lascas, dando lugar a la Gran Tradición Cultural del Desierto. En el suroeste esta yuxtaposición configuró sociedades agrícolas, dando lugar a los ambientes culturales Hohokam, Mogollón y Anasazi, que parten de una base cultural denominada Cochise. Desde el punto de vista arqueológico podemos distinguir tres tradiciones culturales relevantes en el suroeste, y otras dos menores, que se extendieron por los actuales estados de Nuevo México, Nevada, sur de California, así como Sonora y Chihuahua en México. Estas culturas marginales se denominan Fremont y Patayán.
Aunque probablemente surgida hacia 300 a.n.E., con seguridad la presencia Hohokam sólo es palpable entre 300 y 400 de nuestra era. Pueden ser los antecesores de las tribus indias de Pima Alto y Papago. En sus yacimientos se destacan campanas de cobre, hachas de piedra y cerámica roja. Observamos comunidades que desarrollan el riego, se organizan en caudillajes y no como poblados independientes. Incineran los muertos, colocando las cenizas en vasos rojos. Las viviendas de barro se sitúan en depresiones excavadas, si bien hacia 1300, influidos por la cultura Salado, los asentamientos adoptaron forma rectangular de adobe. Además de presumibles problemas de escasez agraria, la cultura pudo colapsar por las incursiones apaches.
La tradición Mogollón se remonta al siglo III. Antes del comienzo del segundo milenio las viviendas eran casas-fosos, aunque más tarde se levantaron sobre el suelo natural, quizá por influencia Anasazi, y por una preponderancia de modelos residenciales orientados, presumiblemente, hacia la mujer. Es por eso que quedaron los llamados kiva, residuos de las antiguas casas excavadas, que servían de estancias comunitarias ceremoniales para los parientes varones. Se constata una producción de cerámica negra sobre blanco, con diseños geométricos y figuras estilizadas de animales y hombres, básicamente hallada en el valle del Mimbres, lo que ha dado pie a la diferenciación denominada Cultura de Mimbres. Esta cerámica se empleaba como ofrenda funeraria. Se solían “sacrificar” ritualmente rompiendo las vasijas o haciéndoles agujeros. También las sequías y los merodeos apaches iniciaron su decadencia, hacia el siglo XII. Es muy probable que parte del pueblo zuni descienda de los habitantes de esta cultura mogollón. Los Anasazi vivían en poblados de casas excavadas que pueden datar del siglo II a.n.E. Parece haber existido un período a cerámico, destacado con el nombre de Cesteros Antiguos, y otro período, un poco posterior, denominado Cesteros Modificados, cuya duración se prolonga hasta el 700. Precisamente, desde el siglo VIII hablamos de la Tradición Pueblo. En las casas se practicaban unas aberturas (conocidas como Sipapu) por las que se decía que la humanidad había emergido del mundo inferior en los orígenes. Las viviendas sobre el nivel del suelo sólo aparecen hacia 700, en complejos como Mesa Verde, unos doscientos años después de la cerámica. Los Anasazi pudieron evolucionar de antiguos nómadas del desierto, pero no podemos descartar que procedan de los agricultores y ceramista mogollón y hohokam. Desde la fase de los Cesteros Modificados, cultivan maíz y calabazas, y empleaban la metalurgia; como Pueblo, empezaron a tejer algodón y a desarrollar por completo la cerámica, además de las viviendas de piedra y de mampostería de adobe. Obligados a emigrar por las sequías, muchos serán vendidos como esclavos por los pueblos Navajos.
La Tradición Fremont es una cultura periférica de Utah, de influencia Anasazi, quizá ya activa hacia 400. Sus miembros pueden ser los antepasados de los Shoshones. Sus asentamientos fueron abandonados hacia 950. La Tradición Patayán (hakataya) pudo nacer entre los indios yumán. Poseyeron cerámica hasta el siglo VI, y quizá tuvieron relación con una variante regional denominada Sinagua.
En Mesoamérica, pero también en el resto de América central, esta cultura de cazadores se subdivide en dos etapas: la de puntas de proyectil lanceoladas sin pedúnculo (con el nombre de Cenolítico Inferior, 14000-9000 a.n.E.), y la de puntas foliáceas o Lerma (con la denominación Cenolítico Superior, 9000-7000 a.n.E.). Observamos una organización social en macrobandas que agrupaban varias familias nucleares o extendidas durante la época de caza y subsistencia. Debió existir un nomadismo cíclico ajustado a los períodos de abundancia.


Prof. Dr. Julio López Saco

Escuela de Historia, UCV

Maestría en Historia de las Américas, UCAB