28 de mayo de 2012

Pintura budista china

EMPERADOR QIANLONG COMO MANJUSRI, BODHISATTVA DE LA SABIDURÍA. G. CASTIGLIONE. DINASTÍA QING
 
 
Esta pintura, de época Qing, es un reflejo de la estrategia política del emperador Qianlong (1736-1796) y representa sus propias creencias personales. Testimonia, por lo tanto, la naturaleza multicultural de su corte. El soberano aparece representado en el centro de un thangka (pintura religiosa de estilo tradicional tibetano). Su rostro fue pintado por el artista y misionero jesuita italiano Giuseppe Castiglione. Aparece aquí como el bodhisattva Manjusri (Señor de la Sabiduría), y como la cabeza de la jerarquía tibetana. El paisaje a su alrededor muestra nubes auspiciosas y se representa la montaña sagrada china Wutai shan, con sus cinco cumbres.
En la inscripción se señala que Manjusri es el “gobernante” de la fe búdica. Al asumir la identidad del bodhisattva, la reivindica para sí mismo. La importancia de esta función estriba en remarcar las relaciones políticas entre Qianlong y los residentes mongoles y tibetanos, expresadas en una retórica cultural budista, no confuciana. El propio mandatario ordenó crear diversos thangkas, con él mismo como deidad central, para ser ubicadas en diversas capillas budistas tibetanas que erigió en Beijing. Uno de ellos se encuentra en el palacio Potala en Lhasa, Tíbet, en la residencia del Lama.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. Doctorado en Historia, UCV 

23 de mayo de 2012

Libros sobre historia y cultura de Asia

Lectores y seguidores, amigos todos: una nueva nota para señalar que mi último libro está ya plenamente disponible en Amazon (Reino Unido), y en unos días en Amazon España y Francia, además de en la editorial y en morebooks. Espero que sea del agrado de aquellos que deseen leerlo. Un cordial saludo.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas, Venezuela

21 de mayo de 2012

La Evolución Humana III. Una historia del hombre moderno: hallazgos paleoantropológicos y estudio biológico-moleculares


Los primeros hallazgos de homininos anatómicamente modernos se produjeron en Europa. Se trata del esqueleto de la Dama Roja, en una caverna en la península Gower, al oeste de Swansea, en Gales (1822-1823) y del Cromagnon de Les Eyzies, en la Dordogne francesa (1868). A estos hallazgos siguieron otros fuera del continente europeo: los restos en las cuevas del Monte Carmelo, en Palestina y las herramientas de piedra asociadas a humanos, en Kenia y en Egipto, descubiertas por los esposos Leakey y Gertrude C. Thompson, respectivamente. Sin embargo, los hallazgos de vestigios más antiguos se produjeron en África, en Sudáfrica y Etiopía. El más famoso es el del río Klasies, en Sudáfrica, y en 1968, donde se encontraron fragmentos de cráneo de unos 120 mil años de antigüedad. Otros relevantes fueron los de la localidad etíope de Kibish en la región de Omo, cuya datación (por medio de la biocronología) fue también de 120 mil años (aunque dataciones recientes del cráneo Omo I usando isótopos ha arrojado una datación más arcaica, en torno a 200 mil años), y la colección de fósiles de Herto, también en Etiopía.
El estudio pionero que aplicó los métodos biológicos moleculares fue el conformado en 1987 por Rebecca Cann, Mark Stoneking y Allan Wilson, biólogos moleculares de la Universidad de Berkeley, quienes se focalizaron en el ADN mitocondrial porque en él las mutaciones ocurren de manera mucho más rápida que en el ADN nuclear. El estudio comparó el ADN mitocondrial de casi ciento cincuenta humanos modernos (46 de Europa, África del norte y Próximo Oriente; 20 del África subsahariana; 34 asiáticos, 26 de Nueva Guinea y 21 australianos), encontrando ciento treinta y tres diferentes versiones de ADN mitocondrial. Con esos datos conformaron un árbol que presentaba un muy profunda rama africana y una segunda que contenía las variantes del ADN mitocondrial encontradas en las personas fuera del África subsahariana. Las variaciones son muchas más dentro de la rama del árbol en África subsahariana que en el resto del mundo junto. Esto significa que la mayoría de las variantes de ADN mitocondrial pudieron haber sido de origen africano. Con estos resultados, llegaron a las siguientes conclusiones:
1º los humanos modernos han estado en África más tiempo que en cualquier otra parte del mundo, y el tamaño de las poblaciones de humanos modernos en ese continente fue mucho mayor que en el resto de los continentes combinados;
2º las diferencias entre las poblaciones modernas subsaharianas y no sub saharianas tomaron unos 200 mil años en acumularse. En consecuencia, predijeron que los humanos modernos se originaron en África en torno a 200 mil antes del presente;
3º la distribución de las variantes de ADN mitocondrial sugiere que cuando los humanos modernos abandonaron África, no se hibridaron con ninguna población arcaica, sino que debieron “encontrarse” al trasladarse a otras regiones del mundo. En consecuencia, los homininos arcaicos en otras partes del mundo no contribuyeron al moderno genoma humano.
Otros estudiosos intentaron repetir los resultados de esta investigación usando métodos moleculares de vanguardia y técnicas estadísticas muy rigurosas. Lograron ciertos diferentes resultados que han modificado un tanto las conclusiones previas. Siguieron apuntando a África como el origen de un sustancial conjunto de las variaciones del ADN mitocondrial de los humanos modernos, si bien diversos de sus estudios sugirieron que hubo evidencia de que el hombre pre moderno fuera de África contribuyó al genoma de ADN mitocondrial humano moderno. Los estudios se galvanizaron en torno al cromosoma Y masculino. Parte de este cromosoma del ADN es como el mitocondrial, excepto en que se transmite de una generación a la siguiente a través de los varones y no las hembras. Los resultados fueron como los del estudio del ADN mitocondrial: 21 de 27 variantes del cromosoma Y se originaron en África y hubo más variaciones en el cromosoma Y de los africanos que en los de las demás personas de las otras partes del mundo. Los estudios de los genes nucleares, no obstante, probaron evidencia de cierta mezcla entre genotipos humanos arcaicos y modernos.
El mensaje primordial de estas investigaciones de ADN, sea mitocondrial, el cromosoma Y o el genoma nuclear regular, es que la mayoría, aunque no todos, los genes humanos modernos se originaron en el continente africano, y que en los dos últimos millones de años parece haber habido un conjunto de pulsiones de evolucionismo humano novedoso. El primero fue la emigración de Homo ergaster, luego la de Homo heidelbergensis, y en tercer lugar, quizás, diversas olas migratorias de humanos modernos con diferentes capacidades y habilidades culturales. Hoy en día se está generalmente de acuerdo en afirmar que los humanos modernos derivan de una relativamente reciente (50-45 mil años) migración desde el este de África.
Ahora bien, los nuevos genes pudieron alcanzar el resto de los continentes de dos modos distintos: a través de la gente que emigra, o ser transmitidos por hibridación o mestizaje. Este último mecanismo incluiría a africanos biológicamente mestizados con personas en regiones adyacentes. Dicho tipo de transmisión de genes, que modifica un tanto las hipótesis establecidas por el equipo de Berkeley a fines de los años ochenta, se denomina hipótesis de la onda de difusión. Actualmente, hay casi un consenso en relación a tal planteamiento.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia y en Ciencias Sociales, UCV

14 de mayo de 2012

La Evolución Humana II. Homininos transicionales: Homo Hábilis y Homo Rudolfensis

HOMO RUDOLFENSIS KNM ER 1470. HALLADO EN KOOBI FORA, KENIA, Y DATADO EN EL PERÍODO GELASIENSE DEL PLEISTOCENO INFERIOR
 
 
Los primeros hallazgos de lo que hoy se conoce como Homo hábilis se llevaron a cabo en 1960 en la garganta de Olduvai, Tanzania, por parte de Louis y Mary Leakey. Estos primeros restos consistieron en algunos huesos de las manos, muchos de los pies y parte de una cima craneal. Desde un principio, hubo dudas al respecto de si estos vestigios pertenecían a una primitiva especie del género Homo o si correspondían a un hominino arcaico de mayor cerebro. En 1961 fue encontrado un cráneo un completo de un adolescente, dientes y una mandíbula inferior. El cráneo no mostraba una cresta semejante a la de los cráneos de los individuos Paranthropus Boisei, en tanto que sus molares y premolares eran considerablemente más pequeños que los de Boisei. Estos nuevos hallazgos motivaron que Louis Leakey, el anatomista John Napier y Phillip Tobias argumentaran que se podía justificar el establecimiento de una nueva especie, Homo hábilis, dentro del género Homo, a pesar de que el cerebro de este último descubrimiento estaba por debajo (600-700 c.c.) de la medida considerada estándar para el género (750 c.c.), y a pesar también de que los fósiles desenterrados en Koobi Fora, en Kenia, parecían evidenciar una estimación de la longitud de sus miembros no diferente de la de aquellos de los Australopithecus afarensis. En términos generales existen pocas distinciones entre Homo hábilis y los homininos arcaicos australopitecinos. A través del tamaño de la mandíbula y de los dientes, que sirven para estimar el tamaño del cuerpo, se evidencia que hábilis es más similar a los australopitecos que a los Homo posteriores. Además, el esqueleto pos craneal de hábilis apenas difiere del de los australopitecos y de los parántropos. Si bien la presencia de huesos de la mano  sugieren que hábilis fue capaz de poseer ciertas destrezas manuales necesarias para la manufactura y uso de herramientas simples de piedra, también tal habilidad es aplicable a Australopithecus afarensis y a Paranthropus robustus. Lo cierto, sin embargo, es que cráneos, mandíbulas y dientes de Homo hábilis son más variables de lo que cabría esperar en una simple especie. Es por eso que muchos investigadores dividen los restos en dos especies: Homo hábilis propiamente dicho, y Homo rudolfensis. Este último posee un cerebro más grande, en torno a 700-800 c.c. y una cara más alargada, lo que sugiere que su dieta pudo haber diferido de la de hábilis.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
 

7 de mayo de 2012

La Evolución Humana I. Los Homininos arcaicos: de Sahelanthropus a Ardipithecus

DIVERSOS FRAGMENTOS ÓSEOS DE ORRORIN TUGENENSIS, HALLADOS EN TUGEN, KENIA, EN 2000.

El primero de los posibles homininos más arcaicos conocidos es Sahelanthropus  tchadensis, cuyos restos fueron descubiertos por Michel Brunet y su equipo desde al 2001, siendo datados, a través del método de cronología relativa denominado biocronología, entre 7 y 6 millones de años. Estos vestigios fósiles fueron hallados en Toros-Menalla, en Chad. La evidencia geológica y paleontológica sugiere que Sahelanthropus vivía en un hábitat lacustre, de bosque bajo con herbáceas y en zonas ribereñas bordeadas de bosques. Se cuenta con un cráneo y dos mandíbulas. El cerebro de este espécimen era del tamaño del de un chimpancé. El segundo de los posibles homininos más arcaicos es Orrorin tugenensis, cuyo nombre proviene de los sedimentos de Tugen Hills, en el norte de Kenia, donde los fósiles fueron encontrados. Según la datación de potasio/argón, Orrorin tendía una antigüedad de 6 millones de años. El primer hallazgo se produjo en 1974, una corona molar, si bien ha sido recientemente, desde el año 2000, cuando han salido a la luz doce especímenes más. Sus descubridores fueron Martin Pickford y Brigitte Senut, paleo antropólogos del Collège de France en París. El fémur de tugenensis no es muy diferente del de los primates que se mueven entre los árboles, y la morfología de sus dientes es semejante a la de los simios. El tercero y el cuarto de los posibles homininos más antiguos corresponden al género Ardipithecus. El fósil más antiguo, datado entre 5.7 y 5.2 millones de años, corresponde a Ardipithecus kadabba, de la zona del Awash medio, en Etiopía. Los fósiles incluyen una mandíbula, algunos huesos pos craneales y dientes. Los caninos superiores, además de muchos otros aspectos del fósil, semejan los de los chimpancés. Los restos de Ardipithecus ramidus proceden del Awash medio y de Gona, ambas regiones etíopes. Se han datado entre 4.5 y 4 millones de años. La colección de fósiles consta de dientes, diversas mandíbulas, algunos pequeños huesos de pies y manos y la parte inferior de un cráneo. Sus caninos tienen una semejanza menor a la de los simios que los de kadabba. Ciertos rasgos vinculan a ramidus con los homininos, especialmente la posición del foramen magnum; sin embargo, tanto ramidus como kadabba eran similares a un chimpancé. De estos cuatro potenciales homininos, únicamente dos de ellos, Sahelanthropus tchadensis y Ardipithecus ramidus, tienen posibilidades reales de ser incluidos en la rama (clado) del árbol filogenético hominino.

Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB

2 de mayo de 2012

El embajador griego Megástenes en India


Megástenes, que vivió entre el siglo IV y finales del III a.n.E., fue un viajero y escritor greco-macedónico nacido en Asia Menor. Según Flavio Arriano vivía en Aracosia, aunque se trasladaba habitualmente a la corte de Chandragupta en Pataliputra en calidad de “embajador” del rey Seleuco I Nikator. Sus viajes y reportes se contienen en una obra, titulada Indika, en la que se recogen datos históricos, costumbristas y geográficos de gran interés. En virtud de que ninguna fuente griega o latina menciona la presencia de un embajador indio ante Seleuco, el mandato griego debió ser unilateral. Megástenes más que un embajador acreditado en una corte extranjera, debió haber sido, entonces, una suerte de informador o inspector, cuya responsabilidad sería la de hacer respetar el pacto entre Seleuco y Chandragupta tras su enfrentamiento[1]. Era, en consecuencia, un residente y un técnico encargado de los problemas derivados de la presencia griega en la zona, así como en encargado de velar por los intereses greco macedónicos. De este modo, hacia 300 a.n.E. encontramos asentados en el noroeste de India núcleos poblacionales griegos, quienes fundamentan el conocido estado griego de Bactriana.


[1] Seleuco ocupa Babilonia y Bactriana, pero atraviesa el Hindu Kush con la intención de atacar al soberano indio Chandragupta. Tras un enfrentamiento, Seleuco debe ceder territorios, como Gedrosia y Aracosia y oficializar, hacia 304 a.n.E., una alianza matrimonial por mediación de su hija, lo que le permitirá que se respeten los derechos greco-macedónicos en esta región de India.