UNIÓN DE LAS ENERGÍAS MASCULINA Y FEMENINA (SIVA Y SHAKTI). PINTURA MURAL EN EL FUERTE DE JODHPUR.
Tantra significa extensión de la
mente, y hace referencia a sesenta y cuatro textos religiosos que fueron
compuestos entre los siglos V y VIII, aunque su momento estelar fue en el siglo
X. Cubren un extenso conjunto de materias (astrología, teología, historia),
presentadas como diálogos entre el dios Siva, que hace las veces de gurú o
maestro, y Shakti, su consorte y discípula. Las dos corrientes principales del
tantra son vama-marg o Tantra de la
Mano Izquierda, y dakshina-marg o
Sendero de la Mano derecha. La primera se centra en los rituales esotéricos y
de magia corporal, especialmente en el uso de la interrelación sexual, mientras
que la segunda, cuyos miembros son más conservadores, se concentran en
interpretar intelectualmente los textos. En general, los tantrikas rechazan la idea de una deidad remota y trascendente,
solamente conocible a través de la contemplación. Honran el poder manifiesto de
la deidad, encarnado en la forma de una diosa, Shakti. Es por ello que creen
que las mujeres son las que mantienen el
poder divino.
La unión de lo femenino y lo
masculino, inmanencia y trascendencia, se simboliza a través de la
interrelación sexual. La energía sexual física se asocia con la búsqueda de la
resolución de los opuestos y con la visualización del cuerpo humano como una
planta cuyas raíces se alimentan de la energía pura de la divinidad indivisa.
Del mismo modo que la savia, la energía fluye a través de una red de venas que
conforman el cuerpo sutil en torno al eje que en el cuerpo humano ejemplifica la
columna vertebral. La interrelación sexual, en consecuencia, replica el proceso
genésico[1].
Yoga en sánscrito significa unir,
vincular, lo que implica la unión de mente y cuerpo. Es una antigua “ciencia”
india que ayuda a alcanzar la unión de materia y mente a través del
entrenamiento físico del cuerpo por medio de varias posturas (asanas). Es un sendero práctico de auto
realización, un medio de alcanzar la iluminación purificando el ser entero, de
modo que la mente y el cuerpo, como un todo, experimenten la absoluta realidad
que subyace a las ilusiones de la vida cotidiana. Se trata de un modo de
progreso espiritual según el cual la disciplina corporal influencia la
conciencia y concentra la mente para que el practicante domine la materia. El
Hatha Yoga[2]
emplea el método de la liberación, disciplinando y purificando el cuerpo para
poder construir un nuevo cuerpo sutil inmune al karma y las enfermedades. Una
vez purificado el cuerpo, el sutil cuerpo-mente alcanza el estado extático de samadhi. El Hatha Yoga Pradipika,
compilado por el Yogi Swatmarama en el siglo XV, es un estado preparatorio de
purificación física (shatkarmat), que
prepara el cuerpo para la más elevada meditación.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB
[1] La energía blanca de la semilla
que representa el lingam fertiliza
continuamente la energía roja de la yoni.
[2]
Ha es sol y Tha luna, lo que se refiere a los nadires principales o canales
energéticos del cuerpo sutil, que debe ser totalmente operativo para alcanzar
el estado de samadhi o dhyana. Además, existe el Raja Yoga, que
rechaza el cuerpo por ilusorio, y el Kundalini Yoga, que busca la unión de Siva
y Shakti dentro del cuerpo del yogi, canalizando la serpiente del poder
inmanente femenino hacia el centro de energía en la cima de la cabeza, lugar de
la deidad trascendente. El Ashtanga Yoga (Escuela de Ocho Miembros de
Patanjali), es una forma de Raja Yoga: Yama,
abstenerse de robar, de la violencia, del sexo ilícito; Niyama, observar pureza y austeridad, rindiéndose a la
omnipotencia; Asana o posición
meditativa; Parnayama, control vital
ganando fuerza por medio de la regulación de la respiración; Pratyahara, interiorización de la
conciencia del individuo para que las sensaciones de los sentidos no alcancen
sus respectivos centros en el cerebro, de manera que el Sadhaka (discípulo) esté libre de meditar sin distracciones; Dharana, la concentración en el objeto
de meditación sin estar consciente de él; Dhyana,
desaparición de la conciencia del acto meditativo, existiendo solo la
conciencia del ser y del objeto de la concentración; y Samadhi, liberación, disolución del yo; el que medita es uno con el
objeto.