28 de octubre de 2013

Senderos del misticismo hindú: el tantra y el yoga

UNIÓN DE LAS ENERGÍAS MASCULINA Y FEMENINA (SIVA Y SHAKTI). PINTURA MURAL EN EL FUERTE DE JODHPUR.

Tantra significa extensión de la mente, y hace referencia a sesenta y cuatro textos religiosos que fueron compuestos entre los siglos V y VIII, aunque su momento estelar fue en el siglo X. Cubren un extenso conjunto de materias (astrología, teología, historia), presentadas como diálogos entre el dios Siva, que hace las veces de gurú o maestro, y Shakti, su consorte y discípula. Las dos corrientes principales del tantra son vama-marg o Tantra de la Mano Izquierda, y dakshina-marg o Sendero de la Mano derecha. La primera se centra en los rituales esotéricos y de magia corporal, especialmente en el uso de la interrelación sexual, mientras que la segunda, cuyos miembros son más conservadores, se concentran en interpretar intelectualmente los textos. En general, los tantrikas rechazan la idea de una deidad remota y trascendente, solamente conocible a través de la contemplación. Honran el poder manifiesto de la deidad, encarnado en la forma de una diosa, Shakti. Es por ello que creen que las mujeres son las que  mantienen el poder divino.
La unión de lo femenino y lo masculino, inmanencia y trascendencia, se simboliza a través de la interrelación sexual. La energía sexual física se asocia con la búsqueda de la resolución de los opuestos y con la visualización del cuerpo humano como una planta cuyas raíces se alimentan de la energía pura de la divinidad indivisa. Del mismo modo que la savia, la energía fluye a través de una red de venas que conforman el cuerpo sutil en torno al eje que en el cuerpo humano ejemplifica la columna vertebral. La interrelación sexual, en consecuencia, replica el proceso genésico[1].
Yoga en sánscrito significa unir, vincular, lo que implica la unión de mente y cuerpo. Es una antigua “ciencia” india que ayuda a alcanzar la unión de materia y mente a través del entrenamiento físico del cuerpo por medio de varias posturas (asanas). Es un sendero práctico de auto realización, un medio de alcanzar la iluminación purificando el ser entero, de modo que la mente y el cuerpo, como un todo, experimenten la absoluta realidad que subyace a las ilusiones de la vida cotidiana. Se trata de un modo de progreso espiritual según el cual la disciplina corporal influencia la conciencia y concentra la mente para que el practicante domine la materia. El Hatha Yoga[2] emplea el método de la liberación, disciplinando y purificando el cuerpo para poder construir un nuevo cuerpo sutil inmune al karma y las enfermedades. Una vez purificado el cuerpo, el sutil cuerpo-mente alcanza el estado extático de samadhi. El Hatha Yoga Pradipika, compilado por el Yogi Swatmarama en el siglo XV, es un estado preparatorio de purificación física (shatkarmat), que prepara el cuerpo para la más elevada meditación.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB


[1] La energía blanca de la semilla que representa el lingam fertiliza continuamente la energía roja de la yoni.
[2] Ha es sol y Tha luna, lo que se refiere a los nadires principales o canales energéticos del cuerpo sutil, que debe ser totalmente operativo para alcanzar el estado de samadhi o dhyana. Además, existe el Raja Yoga, que rechaza el cuerpo por ilusorio, y el Kundalini Yoga, que busca la unión de Siva y Shakti dentro del cuerpo del yogi, canalizando la serpiente del poder inmanente femenino hacia el centro de energía en la cima de la cabeza, lugar de la deidad trascendente. El Ashtanga Yoga (Escuela de Ocho Miembros de Patanjali), es una forma de Raja Yoga: Yama, abstenerse de robar, de la violencia, del sexo ilícito; Niyama, observar pureza y austeridad, rindiéndose a la omnipotencia; Asana o posición meditativa; Parnayama, control vital ganando fuerza por medio de la regulación de la respiración; Pratyahara, interiorización de la conciencia del individuo para que las sensaciones de los sentidos no alcancen sus respectivos centros en el cerebro, de manera que el Sadhaka (discípulo) esté libre de meditar sin distracciones; Dharana, la concentración en el objeto de meditación sin estar consciente de él; Dhyana, desaparición de la conciencia del acto meditativo, existiendo solo la conciencia del ser y del objeto de la concentración; y Samadhi, liberación, disolución del yo; el que medita es uno con el objeto.

22 de octubre de 2013

Los ascetas de la India

SADHUS NAGA EN EL KUMBH MELA A LAS ORILLAS DEL GANGES
 
El término sadhu corresponde a las ascetas que siguen un camino de penitencia y total austeridad para lograr la iluminación. Son renunciantes que rechazan los logros mundanos y la vida de acción para borrar los actos del pasado y liberarse en el mundo de la divina realidad. Una buena parte de los sadhus imitan la vida mítica de Siva, el principal de los ascetas, por eso llevan consigo un tridente simbólico y tres rayas de ceniza, o de pasta de sándalo, sobre su entrecejo para representar el triple aspecto del dios y su búsqueda para la destrucción de las tres impurezas, el accionar con deseo, maya y el egoísmo. Las marcas sobre sus entrecejos describen, asimismo, el grupo u orden al que pertenecen[1]. Cubren sus cuerpos con ceniza para recordarse a sí mismos el fin de las cosas, pues creen que el mundo fue hecho por la fuerza creadora de maya o ilusión. Visten túnica de color azafrán (que simboliza la fértil sangre de Parvati), y sobreviven de bhiksha o donativos. En respuesta a estas dádivas se ofrecen a explicar su filosofía vital. Con la excepción de las grandes reuniones o festividades religiosas, como el Kumbha Mela[2] o el Pushkar Mela, raramente permanecen en un mismo lugar, dedicándose a errar por carreteras y bosques, pues entienden que el movimiento mantiene alerta el cuerpo-mente. Las noches las pasan es ashram, templos o lugares de cremación[3].
Sus primeros años de renuncia los pasan con un gurú. Cuando adquieren el control absoluto de las artes espirituales y yógicas abandonan la protección del gurú y comienza su vida itinerante. Entre los sadhus más famosos se encuentran los Nagas, quienes siempre están desnudos (como los jainistas digambaras), y solamente van cubiertos de ceniza sagrada o vibhuti. Desde el siglo VIII los sadhus se dividen en tres denominaciones (akharas) principales, y en cuatro centros u órdenes (maths).

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia y en Ciencias Sociales, UCV


[1] Sadhus y sanyasis llevan diferentes tilaks sobre sus entrecejos dependiendo del grupo de pertenencia. El tilak es una marca que llevan los hombres en el entrecejo. Se pone durante las ceremonias religiosas o con motivo de la visita a un templo. Desde un punto de vista simbólico, tilak implica la apertura del tercer ojo de la inteligencia interna. Debe recordarse que el Yoga Kundalini reconoce diversos centros de energía dentro del cuerpo humano (chakras). El primero se ubica en la base de la espina dorsal, en tanto que el sexto en el centro del entrecejo (ajna chakra). La tradición del tilak parece derivar de las antiguas ceremonias de coronación, oficiadas por el Ray Purohit o Jefe Sacerdote. En cualquier caso, hoy también se usa para dar la bienvenida a huéspedes o familiares, o para despedirlos. Por su parte, el bindi es la marca llevada por las mujeres, salvo aquellas que son viudas. Las mujeres casadas denotan su estatus a través del sindoor, línea de color rojo en la base del cabello, o con un bindi rojo en su entrecejo. No obstante, hay muchas variedades de colores, que las mujeres usan en combinación con el rico colorido de sus saris.
[2] Kumbha es una palabra que recuerda la vasija que contenía el néctar de la inmortalidad que salió a la superficie cuando los dioses batieron el océano. Dioses y demonios lucharon por ese néctar, a causa de lo cual cayeron cuatro gotas en cuatro lugares sobre la tierra, que es donde se celebra esta impresionante congregación. Se celebra cada doce años, y durante tres meses, en Allahabad (Prayag), Ujjain, Nasik y Haridwar. En Prayag se encuentra sangam, esto es, la confluencia de tres ríos sagrados y de carácter mítico: el Jamuna, el Ganges y el Saraswati.
[3] La ceremonia de iniciación de un sadhu para entrar en la orden monástica contiene los ritos finales sobre el momento de la muerte. Esto simboliza su ruptura con el pasado y su entrada en una nueva vida. Por tal razón, los sadhus no son cremados (como tampoco los niños pequeños, de menos de diez años, considerados inmaduros, ni las mujeres embarazadas, porque se entiende que el bebé en el útero no está aún formado, ni los leprosos, para no molestar al fuego, o los que mueren por una picadura de serpiente, pues las sierpes se asocian con Siva y su mordedura es auspiciosa) al morir, sino enterrados o dejados en el agua para su descanso (jal samadhi).

18 de octubre de 2013

¿Un único Homo?: Dmanisi

CRÁNEO Nº 5 DE DMANISI, SIN MANDÍBULA, EN SU LUGAR DE HALLAZGO. Cortesía del Georgian National Museum, Dmanisi
 
La publicación de un cráneo humano de hombre adulto (el nº 5) con datación de 1,8 millones de años, proveniente del yacimiento de Dmanisi en Georgia, se ha convertido en un verdadero fósil icono, como lo han bautizado ya eminentes paleoantropólogos. Descubierto en el año 2000, forma parte de un conjunto de fósiles que se han ido desenterrando en los últimos años, y que son los restos pertenecientes a cinco individuos, tres machos, una hembra y un adolescente. Algunos expertos consideran que todos son vestigios de una misma especie[1] y que serían los especímenes más antiguos de homínidos fuera de África. Es decir, serían los representantes de una forma primitiva de los primeros Homo, de la misma especie que los hallados en África de hace algo más de dos millones de años. Si los primeros Homo se dispersaron fuera del continente africano poco después, desde una óptica paleontológica, de su surgimiento, este hallazgo podría confirmar (aunque no para todos los investigadores), que las hasta ahora clasificadas como diferentes especies humanas de ese período son, en realidad, una sola. Los hallazgos georgianos no son fundamentalmente diferentes de las poblaciones africanas contemporáneas, que únicamente son un poco anteriores. Las mismas, hasta ahora, se venían clasificando como diferentes especies (Homo habilis, Homo rudolfensis y Homo erectus), dentro del género Homo[2]. En opinión de expertos paleoantropólogos, los fósiles de Dmanisi son lo que parecen ser: una forma primitiva del Homo erectus, o quizá, de su variante africana más arcaica, que ciertos estudiosos llaman Homo ergaster. Los investigadores de Dmanisi, encabezados por David Lordkipanidze, director del Museo Nacional de Georgia y jefe del equipo de excavadores, sostienen que Homo habilis (en África) y los fósiles georgianos (en Europa y Asia), son, en efecto, la misma especie. En otros términos, los fósiles de Dmanisi se encuentran en el mismo nivel evolutivo que los primeros Homo africanos, de hace poco más de dos millones de años de antigüedad.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, octubre, 2013


[1] Si bien existen serias dudas sobre la uniformidad de especie de los especímenes hallados, motivadas por el desacuerdo entre los geólogos a la hora de datar los estratos en los que aparecieron los cinco individuos mencionados.
[2] La generalización a todo el continente africano también genera algunas dudas y controversias.

14 de octubre de 2013

La sacralidad de la vaca en India

REPRESENTACIÓN DEL BATIMIENTO DEL OCÉANO POR LOS DIOSES, DONDE SE VE, ENTRE OTRAS COSAS, EL KUMBH Y LA VACA.
 
 
La sacralidad de la vaca en India responde a diversos condicionantes de tipo socio-económico, pero también de carácter mítico. Las vacas, referidas como Gau Mata o Madre Vaca[1], son un referente de riqueza, pues la riqueza de una familia se mide en función del número de los animales que se tengan en casa. La vaca puede ser intercambiada por otros bienes o servicios, presentada como una dote en el matrimonio, o como un mecanismo de honrar las obligaciones de impuestos. El regalo de uno de estos animales a un sacerdote brahmin se considera una acción piadosa que garantiza la salvación futura del donante[2]. La vaca proporciona alimento indispensable: la leche, pero también combustible para el fuego del hogar y de la cocina: su estiércol. Con sus deposiciones se hacen una especie de tortas para avivar el fuego de la casa y, mezcladas con arcilla, se usan como un poderoso y muy efectivo insecticida contra los insectos.
En uno de los textos antiguos más conocidos, los Puranas, manuales de mitología hinduista, se cuenta como entre la serie de maravillosas cosas que surgieron de la acción de batir del mar por parte de los dioses en el momento de la creación del mundo, emergió Kamdhenu, la vaca que colma todos los deseos[3]. Por consiguiente, los indios creen que cada vaca es una recreación de Kamdhenu. Por otra parte, los hindúes también creen que sólo pueden alcanzar la otra vida tras la muerte después de cruzar un río mítico subterráneo asiéndose de la cola de una vaca. Es por eso que en la ceremonia de paso del alma de un hombre fallecido hacia el cielo se incluye la donación de una vaca a un sacerdote brahmin.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB


[1] Para los hindúes existen cuatro madres de todo ser humano (de igual importancia): la madre biológica, la madre tierra, la vaca y el río Ganges.
[2] A la par, la muerte de uno de estos animales en la casa es una ofensa mayor y requiere una apropiada expiación. El propietario debe peregrinar a varias ciudades sacras de India para purificarse del pecado. A su vuelta, debe alimentar a los brahmines de su localidad. Por tal motivo, es económicamente rentable, y religiosamente aconsejable, que en previsión, se dejen las vacas libres en las calles.
[3] En su segundo avatar, Visnú, en forma de una tortuga (Kumra), recupera lo que se perdió en la inundación. Sobre su caparazón se levanta la montaña Mandara y el mar es batido para buscar las cosas perdidas en el fondo del mar. Entre las riquezas recuperadas se encuentra el agua dadora de vida (Amrit), Dhanvantri, el médico de los dioses y mantenedor de Amrit, Lakshmi, la diosa de la riqueza, Chandra, la luna, la diosa del vino (Sura), una ninfa llamada Rambha, y la vaca de la plenitud, llamada a veces Surabhi.