25 de noviembre de 2013

Mito y arqueología de los yacimientos del Peloponeso griego III: Olimpia


IMÁGENES: ARRIBA, EL HERMES DE PRAXITELES, HOY EN EL MUSEO DE OLIMPIA; ABAJO, LAS RUINAS DEL TEMPLO DE HERA, TAMBIÉN EN OLIMPIA.

Olimpia fue, desde antiguo, un venerado santuario en el que se veneraban diversos dioses, entre ellos Zeus; no obstante, ha pasado a la posteridad por haber dado nombre a  uno de los más renombrados juegos panhelénicos, cuyo origen cuentan los mitos. Una versión cuenta que Heracles celebró en Olimpia unos juegos en honor a su padre divino Zeus; otra menciona a Pélope, rey de Pisa, quien organizó, así mismo unos juegos en conmemoración de una victoria en una carrera de carros contra Enomao, por la cual obtuvo como premio a Hipodamia. Más tarde, el rey de Elea, Ífito, tras consultar el oráculo délfico acerca de cuáles deberían ser sus acciones para salvar el territorio de guerras y calamidades, decide organizar competiciones deportivas en Olimpia. Acompañado de Licurgo de Esparta y Cleóstenes de Pisa, organiza el evento y establece la tregua sacra durante la celebración de las competencias. Los juegos se convirtieron, así, en una fiesta panhelénica[1].
En el sitio arqueológico se destacan las ruinas del gimnasio, de patio rectangular con pórticos laterales; el Teocoleón, sede de la administración del santuario y lugar de alojamiento de los sacerdotes; el heroon; una basílica paleocristiana del siglo V, erigida sobre las ruinas del taller de Fidias[2]; el templo dorio de Hera; el templo de Zeus (que contenía la famosa estatua crisoelefantina del dios, confeccionada por Fidias); el Pelopio, tumba pentagonal, y más que probable cenotafio del héroe Pélope; y el estadio, con la exedra de los helanodikes (jueces) y el altar de Deméter Kamina. Además, son relevantes el ninfeo, fuente monumental construida por Herodes Ático en el siglo II; y el Pritaneo, sede de los prítanes, arcontes del santuario, en donde los eleos agasajaban a los diversos atletas.

Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB


[1] Los espondoforos, portando una vara y coronados de olivo, eran los encargados de anunciar por todos los territorios el inicio de la tregua sagrada. A los juegos deportivos y ritos religiosos, se unieron actividades culturales, entre las que destacaban discursos de oradores y recitaciones poéticas.
[2] Los juegos dejaron de celebrarse en Olimpia a fines del siglo IV, después de que el emperador Teodosio decidiese prohibirlos.

18 de noviembre de 2013

Mito y arqueología de los yacimientos del Peloponeso griego II: Micenas y Tirinto




IMÁGENES, DE ARRIBA HACIA ABAJO: PUERTA DE LOS LEONES EN MICENAS; RESTOS DE PINTURA MURAL. MUSEO DE MICENAS; FIGURILLA HALLADA EN UN SANTUARIO EN TIRINTO; Y VISTA AÉREA DE LA FORTALEZA DE TIRINTO.

Cuenta la tradición que fue Perseo (hijo de Dánae, a su vez, hija del rey Acrisio de Argos, y Zeus) el fundador de Micenas. Tras un accidente, que supone la muerte de su abuelo, Perseo debe exiliarse. Busca un lugar adecuado para fundar una ciudad. Cuando llega a donde hoy está Micenas, ve una micen (un tipo de seta), la corta, e inmediatamente, surge una fuente de agua, ante lo que decide fundar ahí el asentamiento[1]. Con la ayuda de los cíclopes, en un lugar elevado funda la acrópolis y la rodea con grandes muros. Perseo y su esposa Andrómeda serían, entonces, los fundadores de la dinastía de los perseidas, que gobernarían, inicialmente, la ciudad. No obstante, la mayor gloria del asentamiento coincide con la mítica dinastía de los atridas, que sucede a los perseidas. Los hermanos Tiestes y Atreo llegan a Micenas desde el Peloponeso occidental tras ser expulsados por su padre después de que hubieran asesinado a su otro hermano, Crisipo. Como indicaba el oráculo, la familia estaría maldita por diversos y atroces crímenes. Aérope, la esposa de Atreo, lo engaña con su propio hermano. En venganza, Atreo mata a los hijos de Tiestes y se los sirve como cena. Los hijos de Atreo, Menelao y Agamenón, cuyas respectivas suertes se conocen bien a través de los poetas homéricos y la tragedia, se desplazarían a Esparta para emparentarse con las hijas del rey Tindáreo, Helena y Clitemnestra. Agamenón, no obstante, regresa a Micenas, de la que se convierte en rey. Después de combatir durante años en la guerra de Troya regresa a casa con la princesa Casandra, pero Egisto (un hijo de Tiestes que había sobrevivido al tétrico banquete de antaño), en colaboración con su  propia esposa Clitemnestra, los asesinan. Unos años más tarde, su hijo Orestes vengará su muerte. Acabará casándose con una hija de Menelao, Hermíone, con la que procreó a Tisameno, último vástago de los atridas.
La ciudad baja de Micenas presenta hoy vestigios de viviendas y agrupaciones de sepulturas, entre las que destacan un grupo de tumbas de cámara en las que se inhumaron familias nobles. La principal tumba real, de entre un conjunto de nueve, es la denominada Tumba de Agamenón (llamada Tesoro de Atreo por Pausanias), caracterizada por su abovedamiento ecfórico. Otras relevantes son las llamadas, convencionalmente, Tumba de Clitemnestra y Tumba de Egisto. Otros registros arqueológicos relevantes son la Puerta de los Leones (animales que simbolizan la ciudad), las ruinas de la sitapoziki, un gran almacén de trigo en el que aparecieron gran número de tinajas con cereales; el Círculo de tumbas B, con 24 recintos funerarios; el Círculo de tumbas A, con seis tumbas en fosa en donde aparecieron varios esqueletos; y el palacio, en el que se pueden apreciar los restos de la sala de huéspedes y un gran patio.
Según la tradición mitológica, la acrópolis de Tirinto fue construida por el licio Preto con la ayuda de los cíclopes. Sin embargo, su hijo, de nombre Metapentes, cede el territorio a Perseo, fundador de Micenas, a cambio del reino de Argos. Tirinto estuvo habitada desde el protoheládico. En la zona más elevada de la acrópolis estaba ubicado el palacio, delante del cual existía un patio cuadrado porticado en tres de sus lados. Un palacio más pequeño, convencionalmente llamado “mégaron de la reina”, no se encuentra muy alejado del primero.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas


[1] Otra versión cuenta que se le cayó la empuñadura de la espada (micen). Perseo consideró que tal hecho, aparentemente casual, era, sin embargo, una señal divina.

12 de noviembre de 2013

Mito y arqueología de los yacimientos del Peloponeso griego I: Corinto y Epidauro


IMÁGENES: ARRIBA, TEMPLO DORIO DE APOLO EN CORINTO; ABAJO, UNA VISTA DEL TEATRO DE EPIDAURO.

Según la tradición mítica Corinto fue fundada por Sísifo, símbolo del espíritu mercantil corintio. Habituado a engañar a hombres y deidades, logra burlar, inicialmente, a la muerte, hasta que es detenido por el dios Hermes, quien conduce las almas al Hades, y condenado a arrastrar una gran roca hasta la cima de una montaña que, al llegar, volvía a caer. Además, se dice que en la acrópolis de la ciudad Belerofonte había domado al caballo alado Pegaso. Corinto fue, asimismo, el escenario de la famosa tragedia de Medea, que asesina a sus dos hijos en venganza hacia Jasón por haberse atrevido a dejarla en beneficio de otra mujer, Glauce.
A partir del siglo XI a.n.E. Corinto conoce la presencia de los dorios, convirtiéndose Aletes en el primer rey de la urbe. Uno de sus descendientes, Baquis, será el creador de la dinastía de los baquíadas, que gobernará la ciudad hasta el siglo VII a.n.E. Fue durante estos siglos cuando Corinto adquirió gran relevancia gracias a su flota comercial, que transportaba bronces y cerámica por todo el ámbito mediterráneo, y a su ánimo colonizador, ejemplificado en la fundación de Siracusa, en Sicilia. En el siglo VII a.n.E. esta dinastía es sustituida por Cipselo y su hijo Periandro, quienes sitúan la ciudad como un notable centro cultural e intelectual. En 146 a.n.E. la ciudad cayó en manos romanas tras la victoria de Leucio Momio sobre los ejércitos comandados por Dieo, de la Federación Acaya. La recuperación de Corinto sólo se produjo a partir de 44 a.n.E. cuando César ordena su reconstrucción, como Laus Iulia Corintiensis, convirtiéndola en la capital administrativa de la provincia de Grecia y en un centro cosmopolita de primer orden. El declive de la ciudad antigua se produjo hacia el siglo III.
El mito cuenta que el rey Flegias llegó a Epidauro desde la norteña región de Tesalia para conquistar ese territorio. Según la versión más extendida del mito, su hija Coronis se había unido al dios Apolo, pero también con un mortal, Isquis, cuando quedó embarazada del que será el dios Asclepio. Apolo, indignado por su infidelidad, ordenó a Ártemis que matase a Coronis y la arrojase al fuego. Antes de que ardiese, Apolo le quitó el hijo de sus entrañas y lo entregó a Hermes con la misión de lo que lo llevase al monte Pelión, en donde el centauro Quirón debería criarlo y enseñarle el arte de la curación. Según otra versión, Asclepio es natural de la llanura docia, estudia medicina con Quirón y después se instala en Tricala, lugar en donde funda su primer asclepeion. En Epidauro se instaura su culto con facilidad, probablemente porque allí, sobre el monte Cinortio, se adoraba desde antiguo, quizá desde época micénica, a Maleatas, una deidad local con poderes terapéuticos. Ambos dioses se fusionarían con el nombre de Apolo Maleatas.
Los enfermos que se acercaba al santuario se lavaban en una fuente sagrada, seguían una estricta dieta, y realizaban un sacrificio a la deidad. Tras una serie de ritos pasaban la noche en un lugar llamado Ábato, en donde el dios los visitaba, muchas veces en forma de sierpe, y los curaba. Los pacientes, ya sanos, ofrecían exvotos y dinero, lo que hizo prosperar el santuario y sufragar una serie de construcciones, sobre todo en los siglos IV y III a.n.E. El santuario estuvo activo hasta el siglo V, cuando Teodosio II lo clausuró.
Además del santuario dedicado a Asclepio, el templo de Ártemis, del siglo IV a.n.E. y el Xenonas o Katagogio, del siglo III, la otra gran construcción de Epidauro es el teatro, construido por el argivo Policleto el joven, también en el siglo IV.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV

6 de noviembre de 2013

El mundo hitita


IMÁGENES: DE ARRIBA HACIA ABAJO: INSCRIPCIÓN JEROGLÍFICA HITITA EN CUNEIFORME, DE KARKEMISH, HOY EN EL MUSEO DEL PETIT PALAIS, PARÍS; SELLO HITITA CON UNA ESCENA DE CELEBRACIÓN RELIGIOSA. MUSEO DEL LOUVRE, PARÍS.

La historia de los hititas, cuyo origen pudo haber estado en la actual Capadocia (Turquía), en torno a Kültepe, la antigua Nesa, se desarrolla entre el siglo XVII y comienzos del siglo XII a.n.E., momento en el que, muy probablemente debido a las incursiones de los denominados Pueblos del Mar, se disgrega el imperio. No obstante, sobrevivirán diversos reinos neo hititas hasta fines del siglo VIII a.n.E., cuando el último de ellos sea devastado por los asirios. En su máximo esplendor, el imperio hitita abarcó la península anatólica y el norte de Siria.
Las fuentes principales con las que se cuenta para el estudio de la historia y la cultura hitita son varias, algunas de las cuales fueron descubiertas, y empezaron a ser analizadas, a partir del primer tercio del siglo XIX. Hacemos referencia a los relieves del santuario de Yazilikaya, a las esfinges de Alaca Hüyük, a la inscripción de Hama, al archivo egipcio de Tell el-Amarna, donde se menciona una entidad política conocida como Hatti, al tratado de Rameses II con el soberano hitita, a la sazón Muwatalli II, después de la famosa batalla de Qadesh, en la actual Siria, y, naturalmente, a las excavaciones (comenzadas a principios del siglo XX) en Bogazköy (la ciudad de Hattusa, capital imperial), que sacaron a la luz numerosas tablillas escritas en acadio y en la lengua indoeuropea que hablaban los hititas, conocida por ellos como nesita[1].
Su historia suele aparecer dividida por los historiadores en tres períodos o reinos: el Reino Antiguo, hasta 1500 a.n.E.; el Reino Medio, de 1500 a 1350; y el Nuevo, época de expansión y poderío imperial, desde esta última fecha hasta su final destrucción, hacia 1200 a.n.E. Este Reino Nuevo se inicia de la mano de Suppiluliuma I (1344-1322 a.n.E.), momento en el que el imperio se consolida en Siria y los hititas dominan el reino de Ugarit y el antiguo reino de Mitanni, entrando en colisión con los intereses egipcios en el Próximo Oriente.

Prof. Dr. Julio López Saco 
UCV-UCAB


[1] El luvita fue la lengua empleada, particularmente en las grandes inscripciones monumentales, durante la época en la que fueron determinantes los reinos neo hititas.