Imágenes: la primera, una copa de arcilla (198091316), datada entre 2300-1600 a.e.c.; la segunda, un vaso globular de borde abierto y paredes finas (197358NUB1), perteneciente al Grupo C. La superficie exterior presenta engobe rojo bruñido. Datado entre 2300-1600; la tercera, una cabeza de barro cocido modelada a mano, de tradición neolítica (198091307), del Grupo C, la cuarta y última, el llamado Incensario de Qustul, del Grupo A. Hacia 3100 a.e.c. Se muestran imágenes asociadas a los faraones egipcios. Una procesión de botes, la Corona Blanca del Bajo Egipto y una deidad. Fotos cortesía del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Museo Arqueológico Nacional (Madrid).
Nubia suele diferenciarse, desde un
punto de vista geográfico, en Baja y Alta Nubia. La Baja Nubia situada al sur
de Asuán, entre la primera y segunda catarata, fue el lugar de asentamiento de
dos horizontes nubios, las culturas Ballana y Nobadia. Algunos estudiosos
identifican el sur de la Baja Nubia con el término Wawat, mientras que el norte
con la palabra Irtjet[1].
Las evidencias halladas en el Cementerio C y en el-Kadada, datadas en el
Neolítico, indican que una población local efectuó una transición hacia nuevas
fases culturales. El horizonte cultural nubio denominado Abka, cuya cultura
material se percibe arqueológicamente durante un milenio, se desarrolló en la
cultura del Grupo A. No obstante, ello no significa que los nubios, como otras
poblaciones africanas, fuesen un grupo homogéneo de individuos.
A partir de mediado el V milenio
a.e.c., en la región de la segunda catarata, en la Baja Nubia, los arqueólogos
identificaron tres grupos diferentes de pueblos nubios con una economía
cazadora-recolectora. Dos de ellos parecieran indígenas en origen, pero el
tercero pudiera ser uno que hubiese migrado al área desde zonas más
meridionales, como parece indicar su cerámica con líneas ondulantes y
punteadas, que son similares a las identificadas en el período neolítico
antiguo de Jartúm.
La cultura del Grupo A nubio
presenta tres fases, la antigua (3700-3250 a.e.c.), la clásica (3250-3150
a.e.c.) y la final (3150-2800 a.e.c.). Se trata de un sistema de elites encabezado
por una jefatura masculina. Entre la segunda u cuarta catarata, en los sitios
de Kadruka y Kerma, existió una cultura Nubia en parte contemporánea con la del
Grupo A, aunque con las suficientes diferencias como para catalogarla aparte. Recibe
el nombre de Cultura Pre-Kerma.
En sitios como Afyeh y Kerma se han
descubierto fosos-silo rodeados de chozas circulares. Además, se han
desenterrado edificaciones rectangulares bajo las actuales el área estratificada
contiene un hogar y casi doscientos fosos. Las tumbas de la cultura del Grupo A
tienen dos diseños distintos. El primero, asociado a las previas tumbas-foso en
las que el cadáver se enteraba en un foso excavado en la tierra, generalmente
de forma circular. En ocasiones, un naciente túmulo de tierra lo señalaba. El
segundo corresponde a un foso modificado, en el que una cámara rectangular se
excava en el suelo del foso, más profunda de un lado para acomodar el cuerpo,
que se ubicaba en forma contraída acompañada de ciertos objetos. En ellas han
aparecido cuerpos superpuestos, un indicio de sacrificio humano o de
reutilización de la tumba[2].
Este diseño de estas tumbas recuerda el diseño de los silos de almacenaje y las
casas circulares. A veces, el muerto aparece sobre prendas de cuero y de lino.
Han aparecido, además, algunos accesorios como collares y brazaletes, y alguna
que otra figura cerámica.
Se ha constatado el establecimiento
de relaciones mercantiles entre el Alto Egipto y ciertas jefaturas de la
cultura nubia del Grupo A. En la época clásica y final del Grupo A, los nubios
del sur de Asuán pudieron configurar un modelo de interacción social que los
capacitó para controlar las rutas comerciales. Se ha sugerido que los nubios de
la cultura Pre-Kerma, al sur de la tercera catarata, obtuvieron marfil oro,
incienso y ébano, además de pieles de ciertos animales, de sus vecinos que
habitaban todavía más al sur, estableciendo así una cadena mercantil por la
cual ciertos artículos de lujo llegaron a los nubios del Grupo A; unos objetos
que, a su vez, éstos trocaron con los egipcios a cambio de vino, aceite,
cerveza, armas de cobre, diversas herramientas y cereales[3].
En el yacimiento de Khor Daud se descubrieron varios cientos de fosos para
silos que contenían vasijas para almacenar que son claramente de manufactura
egipcia. Tales contactos mercantiles[4]
se pueden calibrar en función de la presencia de objetos suntuarios en las
tumbas de las elites nubias del Grupo A, algunos de los cuales fueron, sin
duda, regalos reales de los líderes del predinástico egipcio a sus
contrapartidas de la elite nubia.
Algunas figurillas hechas en
arcilla presentan una característica forma fálica, lo que podría ser la
confirmación de que esas figuras fueron diseñadas intencionalmente como figuras
andróginas, un hecho que encajaría en la interpretación religiosa que sobre
ellas se ha hecho: ídolos que se enteraban para asegurar la resurrección del
fallecido. En las tumbas de la supuesta oligarquía Nubia, como las halladas en
Sayala, se han encontrado, asimismo, espejos, paletas y mazas ceremoniales.
Entre la desaparición de los nubios
del Grupo A y la aparición de los del Grupo C hay un vacío en el registro arqueológico
que solamente en parte se cubre con ciertos registros epigráficos y
arqueológicos egipcios. En ellos parece sugerirse que Nubia no era un estado
monolítico sino un conjunto de jefaturas que controlaban dominios separados
entre sí. Al margen de la actividad egipcia, en ocasiones militar, las evidencias
arqueológicas parecen mostrar que en ocasiones, los nubios lucharon entre sí.
Incluso, en alguna ocasión, las diferencias entre ellos fueron resueltas por
Egipto como mediador[5].
Entre 2500 y 2300 a.e.c. un grupo
de nubios desarrollarán el reino de Kerma en la región al sur de la tercera
catarata, mientras que otro grupo comenzará a asentarse en el territorio
egipcio en la zona entre la primera y segunda catarata en el momento en que el
Reino Antiguo empezaba a menguar. Estos últimos serán los autores de la Cultura
del Grupo C. Factores climáticos y bélicos forzaron el abandono de los nubios
del grupo A de sus tierras ancestrales
en la Baja Nubia (entre la primera y segunda catarata). Además, hubo una
paulatina presencia egipcia, incluso a través de asentamientos (Buhen), que
ulteriormente se convirtieron en fortalezas.
El primer horizonte identificable
de nubios del Grupo C (cuya cultura se divide en un período antiguo (2300-1900
a.e.c.) y otro reciente (1900-1600 a.e.c.), se data en 2300 a.e.c., y es
contemporáneo a la Dinastía VI egipcia. Las comunidades disfrutaron de
independencia y su influencia pudo haber llegado bastante al sur, hasta Kerma,
más allá de la tercera catarata.
Estos nubios siguieron,
inicialmente, construyendo estructuras circulares, si bien tomaron la forma de
edificaciones de madera, con pisos de piedra, y revestidas de cuero y otros
materiales. Gradualmente, no obstante, el empleo del ladrillo se afianzó como
material de construcción, y los asentamientos se fueron haciendo mayores (por
ejemplo, Wadi es-Sebua, un sitio fortificado con tres puertas). En la fase
arcaica (en lugares como Aniba y Sayala), los asentamientos presentan casas
circulares sujetas con postes y sobre fundamentos de losas hincadas
verticalmente sobre la tierra. En apariencia, las casas fueron revestidas con
materiales perecederos o, tal vez, con telas y cueros. En la segunda fase de la
cultura del Grupo C, la arquitectura de los sitios comienza a elaborarse con
ladrillos. También ahora se construyen fuertes.
En el período antiguo, la
arquitectura funeraria consistió en simples fosos escavados en la tierra, de
forma oval o redonda. Es probable que una superestructura se erigiese sobre la tumba.
La posición del cuerpo en el interior de la tumba parece haber sido codificada,
pues suele descubrirse al difunto en una postura flexionada o contraída, con el
cadáver descansando sobre el lado derecho y su cabeza orientada hacia oriente.
Pocos son los accesorios personales que acompañan al difunto, mayormente de
hueso y piedra. En ocasiones, sin embargo, el cadáver aparece ataviado con
ropajes de cuero y con diseños geométricos modelados en hueso o fayenza. La verdadera
innovación en la arquitectura funeraria de la cultura del Grupo C fue la
introducción de los montículos o túmulos funerarios. En las etapas finales de
la cultura del Grupo C el muerto era inhumado en fosos rectangulares excavados
en el terreno, a menudo cerrados con una losa pétrea y cubiertos con un túmulo
circular, cuyos muros externos se construían en piedra. Una forma naciente de
bóveda en piedra se empleaba para cerrar la tumba rectangular. En ocasiones, el
muerto se localizaba encima de una cama, acompañado de sacrificios animales, de
útiles de arquería, dagas y hachas. Incluso eran frecuentes las pequeñas
figuras zoomorfas y antropomorfas de terracota.
Algunas tumbas fueron diseñadas con
la presencia de capillas adyacentes, de planta rectangular, que fueron
revestidas con cráneos de bueyes y decoradas con pintura roja y puntos negros. Tales
estructuras sugieren una organizada praxis funeraria[6].
Hay una presencia significativa de
algunas figurillas antropomórficas hechas en terracota. En ellas, el cuello, el
torso y las piernas cónicas aparecen decorados con redes de líneas incisas, en
ocasiones en modelos ondulantes o triangulares. Tales ornamentos han sido
interpretados como ropajes, joyería o tatuajes.
La función de estas figurillas o ídolos pudo estar vinculada al culto
del fallecido, pues se han encontrado en contextos funerarios. Una de estas
figuras, una efigie de Askut, representa una figura humana con cabeza de
animal, quizá una oveja. El contexto en que fue encontrada permite
interpretarla como un ídolo de un dios nubio, semejante a Amun en función de la
posterior asociación del cordero con el dios. Podría esta figura anticipar el
ídolo en granito con cabeza de carnero, representando al dios, que se data en
el período Napata y que fue encontrado en Gebel Barkal. Hay figurillas, además,
que son imágenes de ovejas, vacas y cabras, halladas en tumbas, y que pudieran
reflejar los animales propios de los rebaños nubios. En el contexto funerario,
no obstante, pudieron servir como símbolos de riqueza para la otra vida (como
provisiones potencialmente animadas para la eternidad), o haber sido objeto de
sacrificio en los ritos mortuorios.
La cerámica pulida en rojo con
bordes superiores negros es característica del Grupo C. A menudo aparece
decorada con combinaciones de zig zags incisos, triángulos, losanges otros diseños geométricos. Algunas veces se
decoraban con representaciones incisas de pájaros, quizá avestruces, y animales
cornudos, como antílopes y cabras, además de vacas. Solamente en raras
oportunidades se encuentran figuras humanas aisladas. Árcos, flechas, dagas,
paletas para cosméticos y mazas son objetos prominentes en las tumbas nubias.
Se ha sugerido que los nubios de la
antigüedad practicaron el arte corporal en la forma de pintura o tatuajes. Se
sabe que los nubios pintaron sus ojos con un propósito religioso, con el fin de
impedir a los seres maléficos entrar en el cuerpo a través de los ojos. Hay
ejemplos de tatuajes preservados en la piel momificada de mujeres descubiertas
en Egipto[7].
El hallazgo de algunas momias nubias en Aksha (siglo IV a.e.c.) de mujeres
adultas y de adolescentes, muestran tatuajes, en azul o negro, con
configuraciones geométricas. Todas las momias nubias con tatuaje son mujeres,
un hecho que indica que la práctica fue específica de género, aunque los cultos
religiosos a ellas asociadas se desconocen. Los tatuajes siguieron siendo
usados por los egipcios del Reino Nuevo, siendo allí también una práctica
exclusivamente femenina. Durante ese período, el diseño de los tatuajes se
limitó a la representación de la imagen de Bes, genio protector del panteón
egipcio singularmente asociado a las mujeres embarazadas y al neonato.
Los miembros de la sociedad Nubia
del Grupo C interactuaron con los egipcios, quienes fortificaron sus fronteras,
y con los nubios de la cultura Kerma, cuya ciudad también estaba fortificada
por un muro circundante, sirviendo, en ocasiones, como mercenarios, pues según
los objetos encontrados en las tumbas, parece que fueron expertos y reputados
arqueros. Los fuertes egipcios (Buhen, Mirgissa, Semna, Uronarti) debieron jugar
un relevante papel en las campañas egipcias contra los nubios, en busca de oro,
explícitas en los textos a partir de la Dinastía XII, e intensificadas de modo
notable durante el reinado de Sesostris III. Se ha sugerido, en cualquier caso,
que la actividad militar egipcia se orientó, en esencia, a la protección de los
intereses mercantiles de Egipto, en la procura de asegurar una ininterrumpida
importación de oro y otros productos
desde Nubia.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV-Caracas
[1] Estas denominaciones, como
también Temeh, Uthek, Yam (quizá la posterior Irem), Mazoi, Sethu o Kau,
corresponden a probables jefaturas nubias.
[2] Los entierros superpuestos ya se
documentan en algunos enterramientos del Cementerio C en el-Kadada, hecho que
podría indicar una práctica de enterramiento específicamente Nubia. En cualquier
caso, las tumbas en los cementerios del Grupo A revela una cuantificable
jerarquía social, tanto por sus formas y ubicación en el cementerio, como por
los objetos encontrados en ellas.
[3] El ganado vacuno, y la leche en
particular, constituyó una medida de riqueza entre los nubios (como hoy todavía
entre los Masai), y fue también un medio de intercambio por productos
típicamente egipcios.
[4] El final desmantelamiento del
comercio entre Egipto y Nubia pudo deberse a factores climáticos, la sequía de
algunos brazos del Nilo, así como a un aumento de la presencia militar egipcia
en la región. Una tablilla asociada con Aha (Dinastía I, 3007-2975 a.e.c.),
parece conmemorar una victoria sobre los nubios. Del mismo modo, un grabado en
la roca de Gebel Sheikh Suliman, quizá de época de Djer (2094-2927 a.e.c.) parece
ser un registro de un ataque egipcio contra los nubios. Durante el Reino
Antiguo, las acciones hostiles de parte egipcia pudieron haberse detenido,
reiniciándose así nuevos contactos mercantiles.
[5] Una indicación, datada en la VI
Dinastía (2320-2190 a.e.c.), refiere que diversos grupos de nubios participaron
como mercenarios en campañas de los egipcios contra otros extranjeros,
particularmente los temidos moradores asiáticos de las arenas.
[6] En la cultura Kerma, más al sur,
hay evidencia de enterramientos semejantes. En esos casos, la presencia de los
animales pudieran representar un sacrificio en ocasión de un funeral regio.
[7] La momia de una mujer de nombre
Amunet, sacerdotisa de la diosa Hathor en época de la Dinastía XI, es
contemporánea de otras dos anónimas momias pertenecientes al contexto de la
cultura nubia del Grupo C. Su momia fue hallada en Deir el-Bahari. Los tatuajes que presenta comprenden una
serie de modelos abstractos. Los tatuajes no parecen haber sido parte de la
tradición cultural nativa egipcia hasta el Reino Medio. Es por eso que se
atribuye su introducción en Egipto a los nubios. Las excavaciones de las tumbas del Grupo C en
el sitio de Kubban muestran, así mismo, fragmentos de una momia Nubia con
tatuajes que fue contemporánea de la de Amunet.