27 de julio de 2015

*Nota sobre el Mosaico de Beit Alfa

Este magnífico mosaico de suelo, hallado en la sinagoga de Beit Alfa, y datado en el siglo V a.e.c., se encontraba en la nave principal de la construcción. En el panel central, el tema del zodíaco, una vez más, de nuevo con Helios en su carro. En las cuatro esquinas, de nuevo, las figuras femeninas, rodeadas de flores y frutos, que representan las estaciones. Abajo (hay que “leer” de derecha a izquierda), el sacrificio de Isaac. Isaac tiene las manos atadas. Al lado, Abraham con una espada, y la pira sacrificial ardiendo; luego, un carnero en un zarzal, y una mano, en la parte superior, asomándose. Más a la izquierda, dos jóvenes con un asno. Los temas representados en los dos mosaicos (a pesar de la diferencia temporal entre ambos), son similares a los ejemplares de arte litúrgico que se ha encontrado en Beit Shearim, por ejemplo, al sur de Galilea, ciudad que fue sede del Sanedrín. El tema era “tradicional” en el arte judío de época bizantina.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-Caracas

Arqueología e Historia en Tierra Santa (II): Meguido, Betsán, Qumram y las ciudades nabateas del desierto









IMÁGENES, DE ARRIBA HACIA ABAJO. PLANO DE MEGUIDO. A KA IZQUIERDA, EL ESTRATO IVB, ENTRE 1000 Y 800 A.E.C., Y A LA DERECHA, EL ESTRATO III (780-650 A.E.C.); IMAGEN DE LA CALLE PORTICADA, EN DONDE HABÍA TIENDAS, DE BETSÁN; MOSAICO DE SUELO DE LA SINAGOGA DE BEIT ALFA*, DE FINES DEL SIGLO V A.E.C.; PLANO DE QUMRAM. ENTRADA AL ACUEDUCTO (A); CISTERNAS (B); DESPENSA (C); SALA DE REUNIONES Y REFECTORIO (D), SALA DE BANCOS (E); ESCRITORIO (F); TORRE (G); COCINA (H); HORNO Y LAVADERO (I, J); TINAJAS EN DONDE SE ALMACENARON MANUSCRITOS EN QUMRAM; DOCUMENTO EN PERGAMINO HALLADO EN LAS CUEVAS DE QUMRAN, EN EL DESIERTO DE JUDEA; SHIBTA (SOBATA), CIUDAD NABATEA; Y MAMPSIS (KURNUB), EN NÉGUEV, CENTRO COMERCIAL NABATEO.

Meguido, ubicada en el Camino del Mar (Via Maris) fue un enclave comercial[1] y estratégico[2] principal. Los restos arqueológicos datan de, al menos, mediado el IV milenio a.e.c. Los mismos revelan que Meguido fue también, un relevante centro religioso. El núcleo religioso en la ciudad ha sacado a la luz un gran altar circular (bamah), con varios escalones y tres templos de planta rectangular. No debe pasarse por alto que la tradición señala que al final de los tiempos los ejércitos de Satán se enfrentarían en el Harmaguedón (de Har Meggido, Monte Meguido). La ciudad estuvo amurallada durante unos dos milenios.
Meguido fue, así mismo, una de las ciudades imperiales del rey Salomón (reinado ca.965-928 a.e.c.). En la época del soberano se construyeron varios palacios suntuosos, que tenían columnas con capiteles protojónicos[3]. Las fortificaciones estaban conformadas, en algunos sectores, por los muros posteriores de los mayores edificios que, unidos, formaban una muralla continua. Lo que se conoce como Establos de Salomón (1Reyes, 9) puede referirse a una serie de estructuras con salas alargadas divididas por dos hileras de pilares. Entre ellos, grandes bloques parecen pesebres. En el centro, una estructura cuadrada pudo haber servido de abrevadero para caballos. No obstante, edificios semejantes en Beerseba parecen indicar que más que establos serían almacenes, cuarteles militares o mercados. Otros restos importantes son el pozo de abastecimiento de agua, con una sala-depósito, quizá parte del sistema de conducción de aguas que data de la época del rey Omri o Acab, y un gran silo, datado en el siglo VIII a.e.c., para el grano cubierto por un techo abovedado.
El yacimiento de Meguido presenta varios estratos que suponen la presencia de unas catorce ciudades o épocas de ocupación
La decadencia de la ciudad pudo coincidir con la época en la que el faraón Necao mató al rey Josías. A fines del período persa (desde fines del siglo VI a 332 a.e.c.), la ciudad quedó en ruinas.
Betsán, uno de los lugares habitados más antiguos de Israel, fue en la antigüedad un centro administrativo y un lugar de paso, en donde el valle del río Jordán se encuentra con el sur del valle de Izreel y con la salida al mar Mediterráneo. Los primeros restos arqueológicos hallados en Betsán corresponden al siglo V Milenio a.e.c. La ciudad estuvo en manos egipcias en época de la Edad del Bronce tardío (entre 1550 y 1200 a.e.c.). A esta etapa corresponden varios sarcófagos antropoides con tapas decoradas con rostros grotescos, y varias estelas de factura egipcia. Durante la primera Edad del Hierro fue una ciudad filistea, y luego israelita. En el libro de los Reyes se señala a Betsán como un distrito administrativo fundado por Salomón.
Posteriormente, la ciudad fue rebautizada como Scitópolis[4], conformando una de las diez ciudades-estado de la Decápolis, fundada por Pompeyo en 63 a.e.c. En la cima de la ciudad había una acrópolis con un templo probablemente dedicado a Zeus, mientras que a los pies de la colina se construyeron una basílica, un templo y una fuente. Al este del templo apareció un ninfeo, un gran edificio con un ábside semicircular en el centro que parece que tuvo en tiempos bizantinos una fuente decorativa. Dentro de la basílica se destaca un altar decorado con escenas dionisíacas. Con el paso del tiempo, se construyó un gran edificio al lado de la explanada de la basílica, cuyos muros contenían hornacinas. Del centro de esta explanada salía una calle con pórticos, probablemente una stoa o un paseo cubierto, con la presencia de un estanque y una estatua de mármol del dios Dionisos. Otra calle conducía al teatro romano.
Ya dentro de la ciudad se edificó un anfiteatro y, con posterioridad (de época bizantina), unas termas, cerca de las cuales se descubrió un pequeño odeón. Parte de esta casa de baños se convirtió en el período bizantino en un edificio público con otras funciones en el que se halló un pavimento de mosaico con el retrato de Tyche, la diosa de la fortuna. La ciudad bizantina estuvo amurallada. A mediados del siglo VIII muchas edificaciones acabaron destruidas por un fuerte seísmo.
El sitio de Qumran, en el desierto de Judea, aparece relacionado, tradicionalmente, con la secta judía de los Esenios[5]. Sin embargo, se ha apuntado también que el lugar fue una parada de caravanas que abastecía a los viajeros que se desplazaban por la “ruta de la sal”, que discurría entre Jerusalén, Arabia y la región de lo que hoy es Somalia, así como una villa de invierno de ciertos acaudalados jerosolimitanos. Incluso se ha dicho que fue una fortaleza militar. Es muy probable que Qumran sea la Ciudad de la Sal, una de las seis ciudades del desierto de Judea que menciona Josué. Habitada por primera vez en época israelita, como una fortaleza en el desierto, quedó abandonada al caer el reino de Judá. A partir del siglo II a.e.c. el lugar estuvo siempre habitado.
Entre los edificios comunales destacan la cocina, con cinco hogares. Cerca de ella se ubica un salón, denominado “refectorio”, y una habitación pequeña en la que se encontraron distintos tipos de recipientes de arcilla, platos, jarras, bandejas, vasos, tinajas, que pudieron usarse en el servicio de las comidas comunitarias. También hay un taller de alfarería, y una gran dependencia (quizá un scriptorium), en la que apareció una mesa y algunos tinteros.
La ciudad contaba con un magnífico sistema de suministro de agua, con varios canales que distribuían el líquido en varias cisternas. Al lado del asentamiento, se halló un cementerio con más de un millar de tumbas dispuestas en hileras. Los difuntos, la mayoría de los cuales están tendidos de espalda, orientan su cabeza hacia el sur. En las tumbas excavadas solamente se han hallado restos de hombres, mientras que algunas mujeres y niños han aparecido en las afueras del cementerio.
Los nabateos, caravaneros del desierto, se dedicaban a comerciar, sobre todo con especias. Monopolizaron este comercio desde el siglo VI a.e.c. y hasta mediado la primera centuria de nuestra era. Las especias, que procedían de India y Arabia, eran transportadas por los comerciantes nabateos hasta los puertos del sureste del Mediterráneo, como Tiro. Desde el siglo I a.e.c. desarrollaron un sistema de paradas o posadas de caravanas que contaban con termas y templos, así como medios defensivos para evitar asaltos. Algunas de las ciudades del Néguev estaban en el centro de las rutas mercantiles nabateas.
Una de estos asentamientos para el descanso caravanero fue la población de Oboda (Avdat en hebreo). En ella se han descubierto las ruinas un templo, un campamento militar, los recintos para resguardar los camellos y los restos de iglesias bizantinas que reusaron parte de las piedras empleadas en la construcción del templo. Durante la ocupación nabatea los habitantes debieron habitar en tiendas, pues no se ha hallado restos arqueológicos de viviendas.
Los romanos acabaron por usurpar las rutas y los negocios nabateos, de modo que los nabateos, mediado el siglo I de nuestra era abandonaron sui modo de vida nómada y se asentaron en ciudades, con lo que empezaron a depender de la agricultura para subsistir y se dedicaron a la cría de caballos. Mamshit (Mampsis) fue una ciudad nabatea construida sobre el solar de una antigua parada caravanera. Las casas en este asentamiento, separadas por calles y amplios espacios abiertos, recuerdan un asentamiento de tiendas de campaña. En la ciudad de Sobata (Shibta) permanece visible una iglesia bizantina y un monasterio, un indicio de que esta ciudad pudo haber sido un lugar de peregrinación.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV



[1] La importancia comercial se evidencia en la aparición de un escondrijo de marfiles cananeos en el palacio, datado entre 1500 y 1150 a.e.c. Los casi cuatrocientos marfiles hallados (peines, cajas, juegos de mesa), egipcios, cananeos, asirios y de Anatolia, pudieron ser propiedad de un príncipe.
[2] Su situación estratégica se ilustra en el relato de una batalla que aparece en el Templo de Amón en Karnak, en el que se explica cómo el faraón, a la sazón Tutmosis III, conquistó Meguido en 1479 a.e.c. Desde el sur, el soberano y sus generales, discuten sobre el camino que deben tomar en las montañas que separaban la ciudad de la llanura costera. Las tutas más fáciles eran por el sur o el norte, pero el rey pensó que los cananeos podían esperarle por esas vías, y por ello escoge un camino complicado por un desfiladero. Aunque gana la batalla contra los cananeos, no pudo evitar que éstos se replegasen en la fortaleza de Meguido. No obstante, meses después, tras un asedio, conquistaría la ciudad.
[3] Uno de los conjuntos palaciales se remonta a la Edad del Hierro.
[4] Nombrada también Nisa, en época árabe se convirtió en Beisán.
[5] La datación arqueológica apoya la idea de que la ciudad era el centro de una sociedad comunal, aunque no hay ninguna evidencia directa entre los esenios y el lugar, y muy escasa entre los esenios y el grupo que se describe en los manuscritos del Mar Muerto. Flavio Josefo, Filón de Alejandría y Plinio el Viejo comentan que los esenios conformaban unos cuatro mil individuos en toda el área de Palestina. Dicen que vivían en casas comunales y su afiliación se restringía solamente a los varones. Los nuevos miembros, tras un noviciado, entregaban a la secta sus propiedades. Los famosos manuscritos fueron escondidos en diversas cuevas de Qumran entre 68 y 70 por los habitantes del sitio. Lo remoto del Qumran proporcionaba un sitio adecuado para refugiarse y un lugar ideal para la custodia de los manuscritos.

21 de julio de 2015

Arqueología e Historia en Tierra Santa (I): Cafarnaum, Tiberíades y Séforis



IMÁGENES, DE ARRIBA HACIA ABAJO: VISTA DE CAFARNAUM, CON LA ANTIGUA SINAGOGA. BAJO EL TECHO OCTOGONAL LA IGLESIA BIZANTINA SOBRE LA CASA DE SAN PEDRO; MOSAICO DEL ZODÍACO DE HAMMAT TIBERÍADES; PLANO DE SÉFORIS, CON EL ANFITEATRO (A), LA TORRE DE LOS CRUZADOS (B), EL PALACIO Y LA ZONA RESIDENCIAL (C Y D, RESPECTIVAMENTE).

Cafarnaum (Kfar Nahum en hebreo), fue el epicentro, en el noroeste del mar de Galilea, del ministerio de Cristo y el lugar en donde se instalaron Pedro y Andrés, dos de los discípulos. El núcleo ha estado poblado desde el siglo XIII a.e.c. Entre sus ruinas más renombradas se destacan una famosa sinagoga y una basílica bizantina del siglo V (construida sobre la casa de San Pedro, del siglo I). La ciudad nunca estuvo fortificada.
La casa de san pedro, construida poco después de la muerte de Cristo, tenía una habitación cuya función era cultual. Unos siglos después, probablemente en el siglo IV, el sitio se convierte en lugar de peregrinación; por tanto, en una domus ecclesia, muy decorada con enlucidos. La basílica, de forma octogonal, se construyó encima de la casa en el siglo V[1]. La sinagoga, hecha en piedra caliza, es del siglo IV, aunque, probablemente, la edificación arcaica sea del II. Quizá sea, de hecho, la misma sinagoga que en el Evangelio de Lucas se dice que fue construida por un centurión romano. Constaba de tres sectores, un pórtico en la fachada, una basílica central y una probable sala para el estudio.
Tiberíades fue la localidad donde una parte del Talmud, libro de rituales y leyes judío, se escribió. La ciudad, ubicada a pocos kilómetros de Cafarnaum, fue una fundación del rey Herodes el Grande (73-4 a.e.c.). No mucho después gozó de la capitalidad de Galilea, cuando ésta se trasladó desde Séforis hasta aquí[2]. Próxima a Tiberíades se encuentra Hamman Tiberíades, en donde se encontraron dos sinagogas y unas termas. Las excavaciones en Tiberíades han sacado a la luz una parte del arcaico cardo, las ruinas de una casa de baños, decorada con mosaicos, una basílica romana y un mercado cubierto. También se hallaron restos de sinagogas (de las trece que menciona las fuentes judías) y una mansión de comienzos del siglo III, aunque habitada hasta el VIII (quizá corresponda al beit midrash, el seminario del rabino Johanan, uno de los autores del Talmud palestino).
En una de las sinagogas[3] de Hamman Tiberíades se halló un valioso mosaico de suelo. En la nave central del nivel II, el mosaico, de fuerte influencia helenística y romana, se divide en tres paneles. En la parte superior se observa el arca del templo, cubierta por una cortina recogida en un nudo, flanqueada por imágenes casi simétricas, con un menorah encendido, un etrog (cidro de la fiesta de los Tabernáculos), un lulav (rama de palmera), una pala para el incienso y un shofar (o cuerno de carnero). Todos ellos, objetos que se usaban en el Templo. Más abajo, en el medio del mosaico, un zodíaco con los nombres en hebreo, y en el centro Helios, dios solar, en un carro tirado por cuatro caballos, aquí tapados por la presencia de los restos de un muro. Es notable la presencia de una aureola radiante y el orbe en la mano izquierda del dios. En las esquinas, las cuatro figuras femeninas simbolizan las estaciones del año. En la parte inferior, dos leones se encuentran ante una inscripción en griego que recoge los nombres de las personas que fundaron la sinagoga.
Séforis es una sentamiento cuya antigüedad puede remontarse al siglo VIII o, quizá, VII a.e.c. Su situación privilegiada, sobre dos rutas, una desde la costa oriental de Acre, cruzando Tiberíades, y otra hacia Nablús, Hebrón y Jerusalén, la convirtieron en un lugar reputado. Además, durante el período asmoneo y en la época de Herodes el Grande, fue capital de Galilea. También fue sede del Sanedrín, el tribunal judío (luego se trasladó a Tiberíades), y lugar de residencia del rabino Judah ha Nasi, quien fue el autor de la primera codificación del Mishná. Se trata del mayor centro urbano de la región. Aunque a mediados del siglo IV sufrió los embates de un terremoto, siguió siendo un centro poblacional hasta el siglo V.
En el siglo siguiente se constata la presencia de una comunidad cristiana al mando de un obispo. Entre los restos arqueológicos antiguos más notables se encuentra un anfiteatro del siglo I y una mansión del siglo III, en cuyo gran salón se encontró un magnífico mosaico de suelo de temática dionisíaca[4]. En la zona residencial de la ciudad las viviendas, de dos pisos (con dormitorios, almacenes, cocinas y cisternas en los sótanos), aparecen orientadas a una calle principal que sigue la dirección sudeste-noroeste. Muchos baños rituales judíos (mikvehs) han salido a la luz en las excavaciones, confirmando que la zona residencial fue un importante vecindario judío.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia y Doctorado en Ciencias Sociales, UCV



[1] La planta estaba conformada por dos octógonos concéntricos.  Sobre ocho pilares cuadrados del octógono interior se apoyaba un techo abovedado.
[2] En época del reinado de Herodes Antipas (4 a.e.c.-39).
[3] La cronología de esta sinagoga abarca desde el siglo I (el nivel más antiguo), hasta el VIII (Nivel III). El mosaico fue descubierto en el nivel II, datado en el siglo IV.
[4] En otra edificación, destaca un mosaico con escenas del Nilo. Se muestra el discurrir del río de forma horizontal, con la presencia de aves y peces de distinto tipo, y un pescador con sus redes, así como un nilómetro. En la parte superior izquierda se destaca una figura femenina que se reclina sobre una cesta de frutas, que simboliza a Egipto, en tanto que enfrente de ella, un personaje masculino es el símbolo del río personificado. En el centro, varias personas se dirigen hacia Alejandría (que se representa con dos torres a los lados de la puerta principal). Finalmente, completan la escenografía del mosaico unas escenas de caza, y la presencia de un león saltando encima de un toro.

13 de julio de 2015

Aspectos del budismo temprano en China (siglos I-V) (II)

En un primer momento, temprano, en la historia del budismo en China, encontramos diversas escuelas, algunas incardinadas en la tendencia hinayana y otras en la mahayana. La rama de la escuela Vaibhasika, activa en Gandhara y en Cachemira., se extendió a China con dos opiniones doctrinas divergentes. La de Cachemira surge en China como la escuela Pitan, y al de Cachemira como la escuela Jushe. Esta última, que acabó imponiéndose a la Pitan, señala que los dharma tiene una existencia real y efectiva., aunque solamente se perciban en el presente, y no en el pasado o el futuro.
La escuela Chengshi (escuela de la Consumación de la Verdad) tuvo una vida muy efímera, apenas al comienzo del siglo V. Su nombre deriva del escrito de su fundador indio Harivarman (siglos II-III), llamado Satyasiddhi-sastra. Según esta escuela hay una doble verdad: se reconocen los dharma, en su aparición presente, como manifestaciones reales, pero a un nivel más elevado son irreales o vacíos. A través de la meditación, la persona se debe liberar de tres formas: la inclinación al nombre falso, al dharma y al vacío. Solamente detrás de tal liberación se despliega nirvana.
La escuela Weishi (Sólo Representaciones), también llamada Faxiang, Manifestaciones del dharma, reduce la existencia del mundo exterior a las representaciones mentales internas, únicas en verdad reales. Su texto principal es el Mahayana-samgraha, redactado por Asanga y comentado por Vasubandhu. Los dharma no existen de modo independiente sino que dependen de la conciencia,  de la representación mental.
La escuela Sanlun (Tres Tratados), rama de la tendencia india Madhyamaka o doctrina de la senda intermedia (zhongdao), fue difundida en China por Kumarajiva, cuyo alumno chino más destacado fue Seng Zhao (siglos IV-V). Los escritos de Zhao fueron tres: Las cosas no se transforman, Lo no real está vacío y La sabiduría no posee ningún saber (Banruo wu zhi lun). En el primero se admite una momentánea aparición de los dharma, cada uno de ellos encadenado a su momento (en oposición a la idea de un mundo en incesante transformación). Las cosas ni se conciben en transformación ni en no-transformación, sino ajenas a tales determinaciones; en el segundo, estudia la vacuidad (las cosas son irreales y están vacías), pero por la acción conjunta de las causalidades poseen existencia ilusiva y momentánea. Entonces, ni existen ni tampoco no existen; en el tercero plantea, que a diferencia del saber habitual, en el que  hay un objeto y una limitación, el saber supremo, dirigido hacia la verdad absoluta es un saber omnisciente y, por tanto, a la vez, un total No-Saber. No obstante, omnisciencia y saber particular tienen alguna relación: el santo, que representa prajna tiene una doble existencia negada por ambas partes, pues material o real es inexistente; inmaterial o vacío, no es inexistente. Su prajna, aunque está vacío, refleja todo el Universo, pero permanece, en la medida en que lo refleja, vacío.
Estas escuelas budistas en China estimularon, desde esta etapa temprana, un posterior desarrollo de la creación del intelecto chino a través de escuelas budistas propiamente chinas (Tiantai o Huayan, por ejemplo, entre las filosóficas, y Zen y Jingtu entre las escuelas búdicas religiosas), cuyas doctrinas no estaban ya por completo elaboradas en India, como en los casos de las escuelas que aquí se han comentado.

Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia-Doctorado en Historia, UCV

6 de julio de 2015

Aspectos del budismo temprano en China (siglos I-V) (I)


Sutra en Cuarenta y Dos secciones

El budismo enriqueció, sin duda, diversos aspectos del pensamiento chino antiguo, tanto cuantitativamente, en virtud de que dicho pensar se amplió con la introducción de grandes dimensiones del tiempo y el espacio, como cualitativamente, porque el nivel de abstracción aumentó considerablemente. Como veremos en los siguientes párrafos, además de las traducciones y el empleo de términos taoístas para hacer entendibles aquellos budistas, las Conversaciones Puras, en forma de diálogos a través de los cuales se disputa, fueron esenciales en la presentación y defensa de las ideas budistas en el ambiente cultural chino.
Al principio, el budismo en China fue recibido de modo asistemático y muchas veces se mezcló, confundiéndose, con el taoísmo. Las antítesis de los escritos no fueron muy acusadas. Se trató, en muchos casos, de diferencias de énfasis en un determinado texto sobre otros. Las contradicciones y diferencias de las tendencias budistas en China se establecieron en diversos niveles. Primero, en el seno de la dogmática filosófica tales contradicciones dieron lugar a escuelas; segundo, aquellas diferencias en el marco del ritual propician la presencia de confesiones; en tercer, las corrientes secundarias de las grandes escuelas (desviadas de una gran tradición de fe cerrada) merecen el calificativo de sectas. Para el budismo temprano en China, hasta el siglo V, debe hablarse de representantes principales, mientras que para el budismo posterior, de diversas escuelas. El período más arcaico del budismo en China estuvo caracterizado por las traducciones generales y por el mecanismo de traducción de términos budistas a través de otros taoístas. Los principales traductores eran, además de extranjeros, bilingües. Estas actividades traductoras se centraron en el sudeste (cerca de Nanjing) y en el noroeste (en torno a Xi’an[1]). Al lado de las traducciones, se crearon textos budistas chinos originales que resumían el pensamiento budista de modo esclarecedor, como una suerte de catecismo.
Los dos textos chinos más antiguos en chino son el Sutra en cuarenta y dos secciones (Sishier zhang jing), quizá una compilación a partir de fragmentos de textos diversos, y un tratado que suele atribuirse a un filósofo llamado Mouzi, nombrado  Lihuo lun (Ordenar las Dudas). Ambos fueron escritos en algún momento poco preciso entre los siglos II y V. El primero de los textos mencionados se centra en la intención de propagar los ideales ascéticos tal y como debían llevarse a cabo en las comunidades monásticas. El segundo, por el contrario, intenta minimizar en lo posible, los contrastes entre el budismo y la tradición china, tanto taoísta como confuciana. Incluso “justifica” doctrinas búdicas en los propios escritos chinos.
Los objetivos que impulsaron el budismo temprano en China fueron  la meditación y la inmersión, por un lado, y la iluminación y el conocimiento, por la otra. En cualquier caso, todos ellos centrados en mostrar el camino de la salvación. Las ideas en relación al conocimiento penetraron e influenciaron de modo notable la filosofía china, particularmente, la “Escuela de la Oscuridad” (cuyos principales representantes fueron Wang Bi y Guo Xiang[2]). El conjunto de textos más relevante fue, sin duda, el Sutra Prajnaparamita (Sutra de la Perfección de la Sabiduría), textos de tenor mahayánico.
Los conceptos budistas, vertidos en términos chinos, propiciaron que estos últimos se “cargasen” con elementos adicionales asociados a sus significados conceptuales, disminuyéndolos o ampliándolos hasta hacerlos casi irreconocibles. La clara tendencia de la filosofía de época Han hacia lo concreto fue contrarrestada por una tendencia a la abstracción, fomentada por el budismo y empleada por este para acceder a ciertos aspectos del pensar chino. En función de la identificación del obrar del ser humano y de los hechos naturales, se llegó, como una suerte de reacción, a una división del mundo en una esfera de seres incontables por un lado, y a otra esfera de lo absoluto, por el otro, algo inexistente, hasta la presencia del budismo, en el pensamiento chino.
A través de un texto budista de principios del siglo VII, cuya obvia intención fue presentar una jerarquía de la doctrina budista en China, se menciona la idea de las primeras siete escuelas budistas chinas, lo que no invalida la posibilidad de que hubiese muchas más o, incluso, dependiendo de procesos sincréticos que los maestros propiciaban en ocasiones, algunas menos.
Serían, la primera, ben wu (escuela del No-Ser Originario), del maestro Dao’an, quien vivió en el siglo IV, y que entiende que la vacuidad y el No-Ser son superiores al mundo fenoménico; la segunda, otra escuela, con el mismo nombre, en la tradición del monje Fashen (Zhu Daoqian), quien entiende tal superioridad en sentido temporal; la tercera, ji se (escuela de la Materia como Tal), que presenta dos opiniones doctrinales, una “la del profesor en el interior del paso”, que entiende que las partes materiales que conforman el ser humano están vacías en su forma respectiva, pero no lo están “en sí” en su naturaleza peculiar, y la otra, la del maestro Zhi Daolin (Zhidun, que vivió en el siglo IV), según el cual la materia está vacía en toda forma; la cuarta, la escuela del No-Ser del sentido (wu xin), o del pensamiento orientado hacia una intención, representada en maestros como Zhi Mindu (siglo IV) y Daoheng (que vivió hasta 417). En esta escuela, el vacío, más que una cualidad ontológica del mundo fenoménico, es el vacío del santo en la actitud que tiene frente al mundo; la quinta, shi han (escuela de la Conservación de las Representaciones Mentales), representada por el maestro Yu Fakai (siglo IV), según el cual, el mundo fenoménico es únicamente el producto de un receptáculo de representaciones mentales (suerte de sueño único); la sexta, la escuela de la Configuración Elusiva (huan hua), del maestro Daoyi quien vivió a fines del siglo III, según el cual las manifestaciones del dharma, pero también el dharma mismo, son ilusiones; la séptima, la escuela de las Conexiones Causales (yuan hui), del maestro Yu Daosui, quien dice que el mundo fenoménico y sus verdades mundanas se origina a través de relaciones causales, pero al desaparecer dichas conexiones solamente el No-Ser permanece como única verdad[3].
Las tres primeras escuelas muestran paralelos con las doctrinas autóctonas de Wang Bi y Guo Xiang, egregios representantes de la “Escuela de la Oscuridad”.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia y Doctorado en Ciencias Sociales, UCV



[1] Esta división en “ramas” noroeste y sudeste no responde a razones filosóficas o religiosas, sino a motivos políticos, concretamente, la división en 317 del territorio, por la cual todo la región septentrional cae en manos de mandatarios extranjeros, no chinos. En ambos espacios la duración de las dinastías fue bastante efímera, salvo la dinastía Wei Septentrional.
[2] Escuela mística (Xuanxue). Aunque a veces denominada neo taoísta, sin embargo sus representantes (Wang Bi y Guo Xiang, que vivieron en el siglo III y comienzos del IV), consideraban a Confucio un santo y un sabio de mayor relevancia que Laozi y Zhuangzi. Reinterpretan textos taoístas, elaborando comentarios a los mismos, y reflexionan sobre la naturaleza del No-Ser.
[3] Algunos eruditos han subdividido la evolución histórica del budismo, desde 500 a.e.c. hasta fines del primer milenio, en diversas etapas, que llevaron al budismo desde el pluralismo (negando la individualidad), pasando por el monismo (negando los elementos individuales), y hasta el idealismo (que niega todo el mundo fenoménico). También se han elaborado “etapas” en una secuencia histórica que sería así: realismo-nihilismo-idealismo-negativismo. En la primera, se rechaza la realidad de la individualidad; en la segunda, la realidad de todo, material y sensible; en la tercera, la realidad de todo lo externo, y en la cuarta, se rechaza la realidad de todo y la afirmación de esto (una doble negación por la que debe alcanzarse un plano de existencia elevado, no aprehensible por el lenguaje).

1 de julio de 2015

Referentes de la antigua religión egipcia: la organización genealógica divina

RELIEVE DEL DIOS SOBEK (COCODRILO) EN EL TEMPLO DE KOM OMBO, INICIALMENTE CONSTRUIDO POR TUTMOSIS III Y MÁS TARDE RECONSTRUIDO POR PTOLOMEO VI.

La presencia en el mundo de los dioses egipcios es constante, impregnando, o encarnando, la realidad, de ahí que no sea fácil pensar en ellos como fuerzas trascendentes. Son los dioses (en realidad entidades extrahumanas, solamente diferentes al universo humano por sus poderes sobrehumanos), elementos de la naturaleza y fuerzas cósmicas. Con la unificación de Egipto se organizan sistemáticamente, en esquemas genealógicos, gracias a un denodado esfuerzo teológico (las Enneadas). Se trata de conformar un escenario cósmico que supere el sistema fragmentario de las deidades locales, justificando y legitimando la unificación.
Las divinidades de carácter local se organizan también en grupos familiares. Muchas de ellas se destacan por su zoomorfismo: Horus-halcón; Hathor-vaca; Apis-toro; Bastet (que los griegos interpretaban como Afrodita)-gata/leona; Sobek-cocodrilo; Thot-ibis, entre otros. Se les asocian animales que se convierten en objetos de culto, originando una zoolatría. El animal podría expresar una cualidad concreta del dios con el que se asociaba, por analogía en relación a las costumbres del animal. Ello implicaría disociar la cualidad trascendente del ser divino de su propia representación. Pero ese es un fenómeno solo documentado en épocas más recientes que, además, contradice la distribución en un nivel regional del culto que se tributaba a ciertos animales. Esta distribución regional del culto a los animales y las deidades con ellos asimiladas (probablemente una tradición muy arcaica, como pudiera deducirse del “rey-escorpión” predinástico) podría implicar la persistencia de figuras de seres extrahumanos cercanas al modelo del antepasado mítico, que suelen poseer connotaciones animales y un papel generador en ciertos lugares o ciudades (Khnum-carnero; Nekhbet-buitre blanco[1]).
Al unificarse el país bajo la conducción de un único soberano, la necesaria unificación religiosa implicó el predominio de la teología de Heliópolis, que trazó una visión universal del mundo divino organizado jerárquicamente. Este proceso de unificación y ordenamiento organizado del panteón, deja a cada ciudad sus divinidades tutelares propias pero propicia una suerte de teocracia, asimilación entre las divinidades, que adoptan así formas, funciones o características de otras deidades. Este fenómenose aprecia en los nombres compuestos (Ra-Atón; Amón-Ra). Las tradiciones locales se reelaboran desde una perspectiva universal, hecho que no supone ni suprimirlas, ni siquiera debilitarlas. Se trata de una integración en un panteón “orgánico” sistemático del conjunto de divinidades, respetando las funciones singulares. En tal sentido, no fue problemático que la teología de Heliópolis conviviera sin mayor problema con la escuela de Hermópolis (que organizó una Ogdóada, de ocho dioses distribuidos en parejas; un macho-sierpe y una hembra-rana). Ambas teologías, en realidad, se integraron[2].
El sistema organizado es una manera, en consecuencia,  de representar el mundo, cuyas formas son las deidades. Al establecer relaciones estables entre las divinidades, y al organizarlas según un canon dinástico clásico, se vislumbra una proyección de la estructura y jerarquía de la sociedad egipcia. En un mundo paralelo, pero superior al humano, el rey, en su condición de Horus (dios de la monarquía en muchas localidades), se convertirá en un mediador y en el garante del orden cósmico.
A pesar de la armonía que destiló el proceso unificador, hubo contradicciones y cada ciudad conservó su propia mitología, en las que no hay figuras heroicas al modo de los héroes griegos. Únicamente algunos elementos de Osiris se asemejan a los propios de los héroes culturales, pues impone el orden en el mundo, libera a los seres humanos de su condición salvaje y brutal y les enseña la agricultura. No obstante, como señor del Más Allá no puede ser clasificado de héroe. El proceso de ordenación del panteón divino y de la mitología, en su finalidad primordial, que era legitimar la función divina del soberano, tuvo que, por necesidad, reducir o simplificar, aquellos rasgos heroicos que pudieran estar presentes en algunas figuras míticas. Además, en Egipto, el papel de mediadores entre el mundo humano y el divino, cultura y naturaleza, o entre la alteridad y humanidad, le correspondió a una pareja divina, de un lado, Horus y Osiris, y a la encarnación humana de ambos, del otro, el monarca vivo y luego el rey muerto.

Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Doctorado en Historia, UCV


[1] Una función específica de los dioses,así como de los difuntos, fue la capacidad de cambiar y adoptar diversas formas. En tal sentido, un dios posee muchos ba porque puede aparecer con muchos aspectos. El ba es un principio inmaterial, vehículo del poder de quien lo posee, independiente del individuo pero, a la vez, un doble con el que se puede “dialogar”. Se representa como un ave con rostro humano.
[2] La Ogdóada expresa los elementos constitutivos del desorden del cosmos, en tanto que la Enneada, las etapas posteriores al caos, de ordenamiento. En una fase ulterior, Amón, última figura de la Ogdóada, adopta rasgos antropomórficos y personales, convirtiéndose en una deidad dinástica, en torno a la cual la teología tebana configurará una “familia”.