Imágenes, de arriba
hacia abajo: el temible lobo Fenrir ilustrando un manuscrito islandés del siglo
XVIII; una placa de casco, datado en la era Vendel (siglos VI-VIII), que
presenta una figura armada que enfrenta a una sierpe. Pudiera ser Odín con sus
cuervos.
Algunos
animales, como el oso, el águila, el lobo o el cuervo, entre otros,
desempeñaban un papel significativo en la concepción del mundo de varios
pueblos germánicos. Su singularidad operaba en el marco simbólico y
sobrenatural. Algunos de tales animales, realmente bestias, como el lobo o el
cuervo, estaban íntimamente vinculados con dioses como Odín. El célebre furor
guerrero de los berserker corría
paralelo a la ferocidad que algunos de tales animales poseían en la concepción
germánica. Se dice de estos guerreros que combatían como si fuesen rabiosos
lobos, poseyendo la fuerza de osos o, incluso, de toros. De esta manera, se
asociaba el ideal del guerrero con algunos de estos animales.
El
guerrero aparece identificado con dos animales totémicos muy conocidos, el oso
y el lobo, que encarnaban para estos guerreros la fylgja, espíritu que acompañaba y tutelaba a cada persona desde que
nacía hasta su fallecimiento. Se trataba de una suerte de doble espiritual, que
era capaz de transmitir las peculiaridades de estos animales a los
combatientes. Tal simbiosis entre animal y guerrero pudo deberse a las
creencias chamánicas.
Los
osos y los lobos se caracterizan esencialmente por su fiereza, agresividad,
resistencia y fuerza bruta, todas ellas consideradas cualidades vitales de un
buen guerrero. A la par, eran animales totémicos. La veneración por el oso se
constata en el hecho de que gran número de héroes portan nombres que refieren a
este animal. Por su parte, el lobo posee algunas connotaciones negativas, como
ocurre con los lobos hermanos Sköll y Hati, implacables perseguidores de la
luna y el sol, con el famoso Fenrir, vástago de Loki y responsable directo del
Ragnarök o con Garm (en sentido estricto un perro), que guarda las puertas de
Hel, el infierno.
El
lobo es sanguinario, resistente y pertinaz, a la par de astuto y paciente, que
actúa en manada para maximizar su caza. Se le venera por su capacidad de hacer
largos recorridos sin agotamiento aparente. Los lobos estuvieron muy
relacionados con Odín, quien se acompañaba de un par (Freki y Geri). La
simbología de este fiero cánido como animal guerrero fue muy empleada en el
ámbito anglosajón, pues algunos soberanos se representaron entronizaron flanqueados
por un par de lobos como encarnación simbólica de la realeza.
En
la concepción cosmológica en la que destacan los ideales heroicos de la elite
guerrera, la imagen de estos animales en las armas de los combatientes funcionaría
como un poderoso amuleto que le facilitaría la protección y el favor de la
deidad asociada al animal. Además, le permitiría a los guerreros mimetizarse
con el animal en cuestión, adquiriendo así sus cualidades fundamentales, como
la agilidad, la resistencia o la fuerza.
Al
margen de lobos y osos, otros animales de batalla serían ciertas aves,
concretamente el águila y el cuervo. La primera, es un símbolo de realeza y
poderío, que los germanos habrían adoptado simbólicamente del mundo romano,
donde su imagen era usada en los estandartes legionarios como una
representación del dios Júpiter; la segunda, simboliza por el contrario la
inteligencia y la astucia para sobrevivir ante las adversidades. Odín, como
ocurría con los lobos, está asociado con los cuervos, hasta el punto de que
siempre aparece acompañado de dos de ellos, Hugin (pensamiento) y Munin
(memoria), los cuales le comentan al dios todas las cosas que son capaces de
oír y ver. El nombre de ambos córvidos pudiera remitir a las prácticas
chamánicas, pues el chamán entra en trance lanzando su pensamiento y su memoria
hasta una esfera distinta de conocimiento.
Las
siluetas de varios cuervos eran usados en los estandartes de los vikingos con
la intención de infundir pavor a los enemigos. Además de con la guerra, los
cuervos se vinculaban con la sangre ya derramada y la carroña. Su presencia
atemorizaba en función de que podía tener un papel oracular, sirviendo para
maldecir si era necesario.
Así
pues, en consecuencia, animales como el lobo, el oso, las águilas y los
cuervos, se consideraban bestias de Odín. Todos ellos podían glorificar al
guerrero, el cual al matar a sus oponentes con sus armas, especialmente la
espada y la lanza, les proporcionaba alimento. Animalizando a los guerreros
también se les deshumanizaba, confiriéndoles un talante devastador y provocando
en los demás un auténtico pavor.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, febrero, 2020.