Amigos todos: una nueva entrega de la serie en vídeo sobre la etimología de algunas localizaciones y núcleos de población del noroeste peninsular. Espero pueda ser de interés, ayuda, utilidad para alguien o, si se quiere, un simple divertimento o distracción. Cualquier comentario, crítica, duda, análisis, será bienvenido por quien lo desee, tanto para este, como para los anterior vídeos (y los que vengan). Saludo cordial. J.L.S.
Textos e imágenes para la comprensión de procesos histórico-ideológicos, religiosos, artísticos y culturales de la antigüedad asiática, y para un acercamiento a los períodos arcaicos en África, América y Europa. Se presentan artículos de opinión, investigaciones, imágenes y diversos ensayos. Los vínculos (Museos, Institutos, Universidades, Centros de Investigación) complementan las indagaciones que se muestran.
29 de mayo de 2020
Mitos acadios III: el dragón Labbu, los siete Utukku, los Gidim, Lamashtu y Pazuzu
Imágenes, de arriba,
hacia abajo: placa en versión neoasiria de protección contra el temible
Lamashtu. Museo del Louvre, París, y figurilla del demonio Pazuzu en su versión
asiria, hoy también en el Museo del Louvre.
En
tablillas de Nínive (encontrada en la biblioteca de Assurbanipal) y Assur se
narra la lucha de Tishpak, una deidad que se veneraba en la ciudad de Eshnunna
contra un dragón que aterrorizaba a la humanidad e, incluso, a los dioses. Este
dragón se imaginó como un ser monstruoso, mitad león y mitad sierpe. Fue
diseñado por Enlil y nació de Tiamat en el abismo de los mares. Este mito de
Labbu representa una catástrofe cósmica en forma de una lucha entre poderes y
fuerzas en oposición. Este gigantesco dragón era un enorme mushgallu. Por iniciativa del dios Sin, Tishpak le lanza las nubes
de lluvia a Labbu y provoca sobre él una poderosa tormenta. Al mismo tiempo,
tiene un cilindro-sello colgado al cuello que coloca delante del rostro del
dragón; se lo acaba lanzando y lo mata.
En
una tablilla bilingüe sumero-acadia del período babilonio, que era una de
varias que configuraban una serie mágica cuya finalidad sería ritual, aparece
la leyenda de siete demonios perversos que son conocidos como los utukku. Serían unas criaturas, espíritus
impíos nacidos de la bóveda celeste y agentes del mal y de desgracias varias,
responsables de los eclipses de luna pero también de enfermedades. A la par,
también propician confusión, intranquilidad y desorden. Se dice que habitaban
en el desierto o en los infiernos, así como en sepulturas o cavernas e,
incluso, en casas en ruinas. A pesar de tan funestos propósitos, se les
consideraba hijos de deidades y sus mensajeros. Cada uno de ellos tenían su
propia función específica. Así, por ejemplo, el alu limnu atacaba el tórax de las personas, mientras que el namtaru la garganta y el etemmu el vientre. El asakku era propenso a perjudicar la
cabeza humana, en tanto que el utukku
el cuello y el ilu limnu y el gallu, el pie y la mano,
respectivamente.
Son
los causantes de las nubes densas que provocan la oscuridad celestial así como
los responsables de los impetuosos vientos que causan las tinieblas. Son, se
dice, la inundación de Adad, deidad del tiempo. Se encomienda, por
mediación de Ea y Enlil, a Shamash, Ishtar y Sin, tres divinidades astrales, la
labor de garantizar el orden de la bóveda celestial frente a los ataques de los
utukku, sobre todo después de que Sin
(Nannar), fuese eclipsado, si bien finalmente sería Marduk el encargado de
liberarle.
Los
tres gidim, o etemmu en acadio, configuraban un trío de fantasmas (Lilu, su
esposa Lilitu y su sirviente, de nombre Ardat-lili). Se trata de espectros o
esqueletos fantasmagóricos del viento y de la noche que moraban en las ruinas
de las antiguas ciudades o en los desiertos. Ardat-lili se consideraba una
suerte de novia frustrada, por que era incapaz de llevar a cabo una actividad
sexual normal y porque su conducta frente a los hombres jóvenes era muy violenta.
Se creía que causaba esterilidad e impotencia. Para el imaginario popular ni
era madre ni esposa; no poseía leche en sus senos y era malvada porque había
carecido de tumba, de libaciones y de comidas funerarias. También se pensaba
que su maldad provenía del hecho de que había cometido determinadas injurias en
contra de alguna deidad o había muerto sin familia. En los textos de tenor
mágico se le mostraba como el estereotipo de las personas desgraciadas.
Un
muy conocido, y temido, demonio femenino, fue una hija de Anu, de nombre
Lamashtu, quien conformaba una tríada con Ahhazu, responsable de la ictericia y
Labasu, causante de las fiebres. A veces participaba al lado de los siete utukku. Era la que producía escalofríos
y calenturas a las mujeres embarazadas o a las madres jóvenes y sus bebés
recién paridos, aunque también podía atacar sin problemas a los adolescentes e,
incluso, a los adultos. Su padre la
había expulsado del cielo a causa de sus fechorías, motivo por lo cual tuvo que
vivir en las estepas o zonas de montaña.
Denominada
hasta con siete nombres, fue imaginada como un monstruo compuesto: patas de
águila, cuerpo femenino, dientes de perro, cabeza de león y con una sierpe en cada
una de sus manos. Se decía que un cerdo y un lobo (o perro negro), mamaban de
sus pechos. En tal sentido, nunca se saciaba de carne humana, huesos y sangre.
El exorcista, en su oficio, la mandaba al infierno a lomos de su asno o en su
barca, pero proveyéndola de sandalias para el viaje, un peine para acicalarse,
pan para comer y un odre con agua para beber.
Pazuzu,
vástago de Hanpa, era el rey de los vientos y de los fantasmas Lilu, Lilitu y
Ardat-lili. Se trata de un dios demoníaco cuya personalidad poseía un aspecto
doble, ambiguo, tanto maléfico como benéfico. Se pensaba que era el causante de
provocar la malaria y propagar epidemias, aunque del mismo modo se le
propiciaba para que ayudase en contra de las enfermedades. Podía aparecer
asociado con Lamashtu. Las mujeres embarazadas llevaban amuletos con su imagen
para protegerse de Lamashtu. Se presenta como una figura híbrida, formada por
un cuerpo humano sin ropa, con cuatro alas, pene en forma de serpiente, cabeza
de perro con cuernos, cola de escorpión, patas de ave rapaz y manos humanas.
Era una figura muy comúnmente conjurada.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, mayo, 2020
23 de mayo de 2020
Vídeos (I y II): Toponimia básica de Ciudades, villas y pueblos del Noroeste
Amigos, amigas, respetados lectores todos. Se presentan los dos primeros (bastante cortos) vídeos sobre etimología relativa a la toponimia básica de algunas localidades, de distinto tamaño y población. Lleva por título Toponimia básica de Ciudades, villas y pueblos del Noroeste. Algo sencillo y asequible, fruto de un proyecto a medio plazo. Naturalmente, es una selección, teniendo en cuenta que solamente en Galicia hay más de treinta mil núcleos de población. Cada sábado habrá uno nuevo circulando por Youtube, hasta un total, aproximado, de unos veinte. Espero puedan ser del interés, agrado o de utilidad para alguien. Si no fuese el caso, pues pues tal vez sirvan de divertimento. Se agradecen comentarios, críticas, suscripciones, y demás, sin temor a decir lo que se piensa. Saludo cordial.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, mayo, 2020.
20 de mayo de 2020
Nuevo libro: Hablar, decir y contar. Historia y mitos para aprender. Enseñanzas desde la Antigüedad (2020)
Amigos y amigas: la presente obra recoge pequeños escritos
centrados principal, pero no únicamente, en el complejo y simbólico mundo de
los mitos. Estos escritos, hechos con la necesaria minuciosidad profesional,
son breves historias contadas y ceñidas a realidades históricas. Los vericuetos
de la mitología o las peripecias fácticas de la historia antigua, así como
algunos cuentos y relatos, se entretejen y configuran una trama con héroes o
superhéroes, personalidades míticas o antiguas divinidades. Las religiosidades,
la muerte, la historia y los historiadores, cuentos que enseñan y moralizan, el
mundo de las ideologías, además de la antigua literatura, la arqueología y la
geografía de la historia antigua se reúnen en armonía en noventa y cuatro
comprimidos en forma de reflexión, comentario o crítica, íntimamente asociados
a la formación académica del autor. Reflexiones vertidas en contextos
académicos o en encuentros algo menos formales.
A la venta ya en las principales librerías online para todo el mundo y dentro de poco en otras librerías. Si alguien desea la versión digital (la habrá en pdf y epub y será mucho más económica), tendrá que esperar algo más. Puede hacer llegar algún ejemplar gratuito al que lo desee, por privado.
Saludo cordial,
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, mayo, 2020
17 de mayo de 2020
Mitos acadios II: mito de los nombres de Nabu y el mito de Girra y Elamatum
Imagen: escultura de
Nabu (el Calah bíblico), dios patrón de Borsippa, en el templo de Nimrud hecha
durante el reinado de Tiglatpileser III. Museo Británico, Londres.
El
mito de los nombres de Nabu es un himno acadio de bastante breve extensión que
fue escrito por un personaje tildado de exorcista, que portaba el nombre de
Nabu-ushebshi (teónimo en honor del propio dios). Se data en el siglo VII
a.e.c. En el himno se canta y elogia la grandeza y poderío del dios, hijo de
Marduk y de su consorte Zarpanitu.
Nabu
fue un dios titular de la escritura, el escriba divino del destino de las
deidades. En tal sentido, su contacto con el dios Ea en el Apsu lo convertiría
también en una divinidad de la sabiduría (estrechamente ligada a la escritura).
Se configuró como el dios titular de la ciudad de Borsippa, localidad desde
donde se desplazaba anualmente hasta Babilonia con motivo de la celebración de
las fiestas Akitu (Fiestas del Año Nuevo). Ya en la época del reino asirio
medio le fueron dedicados varios himnos, en los cuales aparecía nombrado de
diferentes maneras, con distintos nombres, alusivos a su poder, valentía
guerrera o a su equitativa manera de entender la justicia.
El
mito de Girra y Elamatum aparece contenido en una tabilla que fue hallada en
Sippar, y que es de época del rey babilonio Ammisaduqa, quien reinó en la
segunda mitad del siglo XVII a.e.c. este mito, en lengua acadia, está
focalizado en el dios del fuego, Girra, y una divinidad desconocida de nombre
Elamatum, tal vez la denominación de la diosa Ishtar en Elam o una estrella
separada de la constelación a la que pertenece. La tablilla apenas era una de
un conjunto formado por siete (que hoy están perdidas), que fue redactada por
un escriba babilonio del cual se conoce su nombre: Ilshu-Iqisha.
Resulta
interesante constatar en este mito la presencia de una resurrección milagrosa
llevada a cabo por Girra (quien previamente había sido el autor de su muerte,
pues esta Mujer de Elam había propagado una terrible hambruna que enfadó a los
dioses, sobre todo a Ea), a instancias de Enlil. Finalmente, entonces, Elamatum
es alzada a los cielos, debe ser honrada en las festividades y debe ser,
asimismo, una divinidad beneficiosa para su pueblo.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, mayo, 2020.
4 de mayo de 2020
Mitos acadios I: mito de Harab de la teogonía de Dumnu y la Balada de los héroes de antaño
Disco de Enheduanna, hija del rey Sargón I de Acad y de la princesa Thaslultum. Fue sacerdotisa en el templo de Nanna. Museo de la Universidad de Pensilvania.
El
mito de Harab, acadio, que ya se conocía en el segundo milenio a.e.c., aunque
se recuperó en una tablilla copiada en época neobabilonia, se refiere a la
teogonía de la ciudad de Dumnu, localidad desconocida, si bien se piensa que
pudo ser un enclave próximo a Isin. El relato de esta teogonía local de
organiza alrededor de las siete primeras generaciones conocidas, estructuradas
en parejas. Es una teogonía que recurre, como otros casos conocidos, al incesto
y también a los crueles asesinatos que permiten obtener el poder.
Se
cuenta que al principio de los tiempos, pero cuando ya existía el poder, había
un dios de nombre Harab, cuyo significado es arado. Este dios se casa con Ki,
la tierra, y ambos tienen la pretensión de transformar las tierras áridas en
otras de cultivo. Gracias al arado crean Aaba, la Mar, y posteriormente
engendran a Amakandu, deidad de los animales salvajes. Solamente después
edifican la ciudad de Dumnu. Naturalmente, sería Harab el dueño del poder
señorial sobre la ciudad.
Ki
se unió a su hijo Amakandu. Este tomó a su madre por esposa y asesinó a su
padre, apoderándose de su poder señorial. Posteriormente tomaría a Mar, su
hermana primogénita, también como esposa, pero Lahar, el hijo de Amakandu y
deidad del ganado, mató a Amakandu y lo enterró en Dumnu. Tomó a Mar, su madre,
como mujer que, a su vez, había degollado a Ki (Tierra), la madre de ésta.
Después de todas estas muertes violentas, que suponen la lucha por el poder,
Lahar se haría con el señorío y la realeza.
Posteriormente,
siguiendo los procedimientos anteriores, el hijo de Lahar tomaría a Idda, su
hermana, como esposa, matando a Lahar su padre y también a su madre para
depositar ambos cadáveres juntos en la misma tumba, arrogándose de tal manera
con ello la soberanía y el señorío. Otro hijo de Lahar había tomado también por
esposa a otra de sus hermanas, de nombre Uaildak, que era la deidad de la
vegetación que crece espontáneamente.
El
mito nos sigue contando, manteniendo esta tónica de emparejamientos y muertes,
que otra deidad tomaría como esposa a Ningeshtinna, por supuesto su hermana y,
a la par, diosa de la viña, formando así la sexta pareja. El dios mató a su padre y a Uaildak, su
madre, inhumándolos a ambos en el mausoleo familiar o dinástico. De esta
manera, el señorío y el poder regio quedarían en sus manos. Finalmente, el hijo
de Haharnum se casó con su propia hermana y configuraron así la séptima pareja.
Como no podía ser menos, asesina a sus padres y toma los poderes.
De
este modo, incesto, relaciones familiares, genealógicas y muerte se entrelazan
como medios adecuados para obtener el poder regio y consolidar así un proceso
dinástico divino, luego reflejado en la sociedad humana.
La
Balada de los héroes de antaño es, en realidad, una balada sumeria que era
objeto de estudio en las escuelas y que llegó a la época babilónica al
traducirse al acadio. Se conoce gracias a varias copias halladas en Sippar,
Ugarit y Emar (o Meskene). Pretende ser un recordatorio de tiempos pretéritos
que ya nunca más podrán ser experimentados. Es un texto de carácter sapiencial pero que fue organizado y
estructurado como una canción de taberna. Por ese motivo, en el texto se
considera que es mejor estar ebrio que desesperarse por las cosas que ocurren y
vivir angustiado, alabando así una suerte de carpe diem mesopotámico.
En
su desarrollo se señala que de los días del pasado solamente el viento
permanece y que toda la vida no deja de ser más que un instante efímero y
pasajero, el guiño de un ojo, un ligero y rápido pestañeo.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, mayo, 2020.