11 de junio de 2009

Arqueología e Historia en Mesopotamia IV

ARQUEOLOGÍA E HISTORIA DE MESOPOTAMIA IV. BRONCE RECIENTE: MITANNI, HITITAS, ASIRIOS Y CASITAS
Prof. Dr. Julio López Saco



Es en esta época (1500-1200 a.n.e.), cuando diversas culturas y territorios distantes convergen en el Mediterráneo oriental, en una especie de koiné político-cultural. En la Baja Mesopotamia, en la ciudad de Babilonia, se implanta y despliega la dinastía Casita, reaparece con fuerza Asiria (Reino Medio), y surgen reinos en el área sirio-palestina, como Ugarit[1], Biblos o Amurru. Serán la diplomacia, los pactos de vasallaje y los conflictos y guerras, los aspectos predominantes en las relaciones interestatales, ampliadas cada vez más lejos, al mundo egeo minoico y micénico, o al anatólico de los reinos luvitas como Arzawa o Ahhiyawa (quizá los aqueos). La diplomacia y la guerra generan una nueva clase social aristocrático-guerrera, caracterizada por el uso del carro de guerra[2] como nuevo símbolo de realeza, que permite a los reyes proclamarse grandes conquistadores heroicos.
Esta época de grandes reinos que, en ocasiones, deben enfrentar sublevaciones, recurriendo para frenarlas a la deportación de poblaciones, y que construyen nuevas y grandes capitales (Dur-Kurigalzu los casitas; la nueva residencia real del rey asirio Tukulti-Ninurta I, o Dur-Untash), sufrirán un colapso general, como el resto de los poderes de la región, hacia 1200 a.n.e., debido a lo que las fuentes egipcias de tiempos de Ramsés III, denomina Pueblos del Mar.
El reino de Mitanni[3] se organiza cuando logra amalgamar diversas poblaciones hurritas que ya en el III Milenio a.n.e. aparecían organizadas y con una cultura material propia. Este reino, cuyo primer rey pudo ser Suttarna, fundador de la capital Washshukkanni, será el gran adversario de los soberanos Tutmés (o Tutmosis), en especial Tutmosis III, de la XVIII dinastía egipcia, por el control de la región de Siria. No obstante, desde Amenofis II (Amenhotep II, 1427-1400 a.n.e.), y con Tutmosis IV y Amenofis III (Amenhotep III, 1390-1352 a.n.e.), existieron tratados, incluyendo matrimonios diplomáticos, que especificaban las respectivas áreas de influencia. La sociedad Mitanni era de carácter aristocrático-militar, una nobleza que hizo del carro de guerra su seña de identidad y prestigio, y que les permitió mantener a raya a una serie de reinos vasallos que se unirían a Mitanni por juramentos de fidelidad. En las ciudades, el alcalde (hazannu en acadio), era la autoridad primordial. Aunque poco conocemos de la religiosidad de Mitanni, sabemos, no obstante, que las principales divinidades fueron Tessub, dios de las tormentas, cuyo animal sacro era el toro, y Kumarbi. El final del reino se produce al conjugarse intrigas dinásticas con el ascenso al trono en el reino hitita de Suppiluliuma I (1344-1322 a.n.e.), y de Ashur-Uballit (1365-1330 a.n.e.) en el de Asiria.
En un marco geográfico nada homogéneo, con la presencia de diferentes reinos y una fuerte hetrerogeneidad étinco-lingüística, Suppiluliuma I establece las bases de un imperio Hitita que utilizará como mecanismos de control la diplomacia y la guerra. Tras controlar a los nómadas gasca, firmar un acuerdo con el reino de Hayasa, en Armenia, asegurar el domino de Kizzuwatna e Isuwa, además de mantener a raya el reino de Arzawa, y establecidos así los cimientos del control en Anatolia, el rey se concentró en derrotar a Mitanni y configurar una hegemonía en el norte de Siria, para lo cual firmó tratados con los dos principales reinos de la región, Ugarit y Amurru, de ahora en adelante, cómplices aliados, conquistó Karchemish y Aleppo, donde establecerá dos delegaciones de su gobierno, y desplegó una actividad diplomática hacia Babilonia, buscando un aliado, más o menos consistente, frente a los asirios. Esta nueva redistribución de fuerzas en Siria chocará de frente con los intereses de Egipto, hecho que culminará en la famosa batalla de Kadesh (1274 a.n.e.), entre Muwatali II de parte hitita (1295-1272 a.n.e.), y Ramsés II por parte de Egipto. Esta situación fue aprovechada por los asirios, pues sus reyes Adad-Nirari I (1307-1275 a.n.e.) y Salmanasar I (1274-1245 a.n.e.), acabaron controlando los restos de Mitanni y convirtiendo a Karchemish en la frontera natural. Las acciones de los pueblos del Mar y las nuevas incursiones de los gasca aprovechan, finalmente, el agotamiento del heterogéneo imperio Hitita, cuyo territorio será ulteriormente ocupado por las poblaciones frigias.
El imperio Hitita, cuya base era el ejército, estaba organizado en una región central, la capital, Hattusa, territorios periféricos, administrados directamente por el rey, y estados vasallos, controlados por gobernantes locales estrechamente vinculados al soberano de los hititas por tratados, pactos y alianzas de diverso tenor. Entre sus aspectos religiosos destaca la costumbre de invitar a los dioses foráneos que se trasladaran, en forma de estatua o a través de su culto, a la capital hitita, a semejanza de lo que será la evocatio romana, y la construcción de santuarios rupestres, como el de Yazilikaya, donde se pueden observar relieves en los que una procesión de divinidades van encabezadas por la pareja Tessub y Herat.
La recuperación de Asiria como estado territorial se produce con Ashur-Uballit I (1365-1330 a.n.e.). Desde ese instante las relaciones con Babilonia se hicieron tensas, estableciéndose una larga rivalidad en la que Babilonia pareciera ejercer una superioridad cultural sobre Asiria, a pesar del poderío militar de esta última. Después de Adad-Nirari I (1307-1275 a.n.e.), que conquista finalmente Hanigalbat (Mitanni para los asirtios), es el gran rey Tukulti-Ninurta I (1244-1208 a.n.e.) el que derrota al rey casita Kashtiliash IV conquistando Babilonia, en donde deja reyes títeres y complacientes. Este éxito militar le permitiría adoptar multitud de títulos: rey de Asiria y de Karduniash, rey de Sippar y Babilonia, de Súmer y Akkad, de Tilmun o Dilmun y Meluhha (el Indo), y rey del mar Superior e Inferior, erigiendo la nueva capital llamada Kar-Tukulti-Ninurta.
Los casitas en Babilonia, denominados a sí mismos Galzu, inician una larga dinastía (1595-1155 a.n.e.), en especial cuando vencen al reino de Hana y derrotan a la dinastía del País del Mar con Agum II (1592-1549 a.n.e.), reunificando en un único poder toda la Baja Mesopotamia. Establecen su centro de poder en la ciudad de Dur-Kurigalzu, que funda Kurigalzu I hacia 1380 a.n.e. En ella hubo un gran zigurat que, durante varias décadas, fue identificado con la Torre de Babel de la Biblia. Conquistado el reino por Tukulti-Ninurta I, recupera su independencia cuando el rey asirio muere, aunque esta circunstancia dura poco: nuevos ataques provenientes de Asiria y, sobre todo, del rey Shutruk-Nakhunte I (1185-1155 a.n.e.) de Elam, acabarán con el reino, trasladándose numerosos objetos a la corte de Susa.
La sociedad babilónica casita era aristocrática. La propiedad de los campos estaba en poder de los nobles[4]. El reino se dividía en provincias regidas por gobernadores. Además de la redacción del famoso Poema del Justo Sufriente, es ahora cuando la tradición literaria de Gilgamesh es fijada en una epopeya sobre su vida y hazañas, entre los siglos XIII y XII a.n.e., en once tablillas que se conservaron en la biblioteca de Asurbanipal en Nínive. En términos generales los casitas adoptaron las tradiciones babilónicas; conformaron una población con señas propias de identidad, aunque perdieron su lengua propia autóctona. Asumen la cultura babilónica existente, identificando a sus dioses con aquellos previos: Maratta con Ninurta o Kamulla con Ea.
[1] Los orígenes de Ugarit se hallan en el neolítico acerámico. Su primera mención acontece en textos del archivo de Ebla, del III Milenio a.n.e. El reino se destacó por su reconocido alfabeto y por el comercio, pues su territorio era el paso de salida al mar más adecuado para las caravanas que procedían de Mesopotamia.
[2] En el carro se desplazan los monarcas para sus cacerías de leones y para llevar a cabo sus guerras de conquista, ofreciendo la impresión de soberanos capaces de hazañas extraordinarias, como el arte refleja con asiduidad. En cualquier caso, los dioses son los que guían y protegen al rey y a sus ejércitos en sus batallas.
[3] Formado mayoritariamente por población de origen hurrita, es conocido también como Naharina en las fuentes egipcias, Hanigalbat en las asirias y País de los Hurritas en las fuentes hititas.
[4] A través de estelas llamadas kudurrus conocemos las tierras entregadas por el rey en pago por los servicios prestados.
Lecturas recomendadas (en español):

-Ascalone, E., Mesopotamia. Asirios, sumerios y babilonios. Edit. Mondadori Electa, Barcelona, 2006
-Aurenche, O. & Kozlowski, S., El origen del neolítico en el Próximo Oriente, edit. Ariel, Barcelona, 2003
-Bottéro, J., Mesopotamia. La escritura, la razón y los dioses, edit. Akal, Madrid, 2004
-Klima, J., Sociedad y Cultura en la Antigua Mesopotamia, edit. Akal, Madrid, 1983
-Lara Peinado, F., Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos, edit. Temas de Hoy, Madrid, 2002
-Margueron, J.C., Los Mesopotámicos, edit. Cátedra, Madrid, 2006
-Oppenheim. A.L., La antigua Mesopotamia. Retrato de una civilización extinguida, Alianza edit., Madrid, 2003
-Pérez Largacha, A., Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente, edit. Akal, Madrid, 2007
-Roux, G., Mesopotamia. Historia política, económica y cultural, edit. Akal, Madrid, 2002

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