1 de octubre de 2010

Historia dinástica china del siglo III al XIV (4)

Capítulo 4: el imperio mongol de la dinastía Yuan (1279-1367)
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
En el año 1260 Kublai Jan se proclama Gran Jan y en 1271 se adopta el título dinástico Yuan, estableciendo en Dadu (Beijing), la capital. Los mongoles, que vieron en la conquista de China una reserva de hombres y riquezas, se adaptaron a las instituciones chinas, aunque los puestos de mando quedaron en manos de mongoles, si bien la administración de las finanzas es confiada a grupos islamizados del Asia central. Los mercaderes musulmanes son los encargados de cobrar, asistidos por los destacamentos militares mongoles, los impuestos. El gobierno Yuan establece un Secretariado, órgano que ejerce el control sobre seis departamentos y que se encargaba de todos los asuntos de orden administrativo. Del mismo modo, conforma un Consejo Militar, un Censurado y un Consejo de Cuestiones Budistas, que supervisaban el poder y las acciones de los funcionarios y de los religiosos. El régimen Yuan dividió la población en grupos o categorías: los mongoles, los semuren o poblaciones de índole diversa, ni mongola ni sinizada, los hanren, chinos y poblaciones con influencia china, y los sureños, grupos tribales diversos. Sólo mongoles y semuren podían ser encargados, a escala local y central, de las organizaciones de gobierno y designados como oficiales de guarniciones. El exterminio total de la dinastía Song es el fundamento del establecimiento del vasto territorio chino posterior. Aunque Kublai Jan llevó a cabo expediciones de conquista a Japón, Myanmar, el norte de Vietnam e, incluso, Indonesia, nunca tuvo el éxito esperado. La dominación mongola acentúa el desarrollo comercial, favoreciendo a los mercaderes (muchos de ellos iranios islamizados), de Asia central y el Medio Oriente, y difunde la economía monetaria, aunque se abre mucho más la brecha social entre ricos y pobres.
La muerte de Kublai en 1294 abre un período de luchas intestinas, usurpaciones y querellas sucesorias que debilita el poder central y beneficia a la nobleza mongola, los poderes locales y a los altos dignatarios, cada vez más autónomos e irreverentes. A esto se suman, como elementos de oposición, otros inconvenientes: las sociedades secretas de perfil religioso-político, como la del Loto Blanco y la de los Turbantes Rojos (Hongjin), y la hostilidad, nunca disimulada de las poblaciones chinas. La ruina Yuan se precipita por el desorden administrativo, la corrupción de los altos funcionarios, la inflación del papel moneda, la corruptela de los monjes tibetanos lamaístas, metidos a políticos, la pobreza del campesinado, mal endémico en China, y la opresión de las poblaciones étnicamente chinas.
Entre los aspectos culturales relevantes de esta época se destaca la proliferación de la ópera, la popularización de la pintura de paisaje, la multiplicación de los frescos de temática religiosa, una insigne política de tolerancia de las diversas confesiones, entre ellas el budismo, el cristianismo y el Islam, los logros en el campo de la astronomía y la presencia de misioneros cristianos, por motivos religiosos (conversión de los mongoles) y diplomáticos, desde la cristiandad europea, como los casos de Guillermo de Rubruck, el monje franciscano Odorico di Pordenone, y los inolvidables mercaderes venecianos de la familia Polo. Además, Dadu, es decir, Beijing, se convierte en una metrópoli cosmopolita, con una disposición cartesiana y un magnífico sistema de drenaje, con una rica presencia multiétnica, mongoles, hui, uigures, yudian y tibetanos, repartidos entre burócratas, militares, artesanos y mercaderes.

Referencias bibliográficas básicas

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