6 de mayo de 2013

Principios básicos de la cosmología budista (I)


THANKA DE BUTÁN CON EL MONTE SUMERU EN EL CENTRO. TAPIZ DE SEDA PINTADA, SIGLO XIX.


La cosmografía budista concibe numerosos Universos, todos ellos con una misma estructura, que se organiza verticalmente en tres niveles, ámbitos cósmicos, denominados dhâtu, cada uno de los cuales comprende diversos planos de existencia. Los incalculables universos no tienen límites espaciales ni temporales. Los diferentes ámbitos cósmicos corresponden a los distintos estados mentales (citta), planos que no implican localizaciones concretas sino temperamentos o estados de ánimo. De tal modo, cada uno de ellos se configura cuando un ser renace en él; por tanto, no se considera su existencia al margen de la percepción de los que lo habitan. La separación física de los seres solo está presente en función de diferencias entre sus estados mentales. Así, aunque humanos y animales comparten un mismo mundo físico, sus voluntades e intenciones corresponden a distintos planos.
Jerárquicamente, existen, en un sentido ascendente, tres ámbitos. El más bajo es el del deseo (kâmadhâtu), el sensual[1], en el que hay seis paraísos sensibles, con sus seis clases de dioses: los Deleitados con la creación ajena, Los Deleitados con su propia creación o Nirmanaratî, los Dichosos (Tusita), el Ámbito de Yama, Los Treinta y Tres, y los Cuatro Grandes Reyes de las Cuatro Regiones. Es el propio de la condición humana, y en el que se encuentran las cuatro condiciones nefastas, esto es, resentimiento, insatisfacción, condición instintiva y tormentosa[2]. Los estados mentales son, inicialmente, en el fondo, doce, siendo dominados por el odio, el ciego deseo y la confusión y, más arriba, ocho, controlados por el desapego, la virtud y la generosidad. Incluye cinco ámbitos de renacimiento: el abismal, el fantasmagórico, el animal, el humano y el divino. El intermedio es el ámbito de la materia sutil o rûpadhâthu, que incluye el ámbito de Brahma, el Âbhâsvara (Esplendor), el de la Belleza, los seres inconscientes y las cinco moradas puras (Suddhâvâsa): permanente, serena, apacible, clarividente y suprema. Respecto a los estados mentales, abarca del primer dhyâna al más bajo del cuarto. El superior es el ámbito inmaterial, ârûpyadhâtu, que no ocupa lugar en el espacio, aunque si es temporal. Los seres que aquí moran carecen de forma y de localización, aunque no son eternos, pues comparten la impermanencia. Acoge el ámbito del espacio infinito, el de la infinita conciencia, el de la nada, y el de ni ideación ni no ideación, correspondiéndose al nivel superior del cuarto dhyâna.
Cada uno de los tres ámbitos o niveles, subdivididos en distintos planos, suman un total de treinta y uno, siendo el treinta y dos Nirvana, número que corresponde con las marcas de un Buda y con las partes del cuerpo.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas



[1] El de los apetitos de los placeres, el deseo (de alimentos o sexual).
[2]El ámbito humano se subdivide en cuatro continentes o islas-continentes, orientados a los puntos cardinales principales, y situados en torno al centro (el monte Sumeru), entre los cuales se encuentra Jambudvîpa (territorio del árbol Jambu), el territorio meridional, habitualmente asociado a India.

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