1 de julio de 2013

Sentido del Wajang de Java (teatro de sombras)


Imágenes: arriba, Wayang kulit, estilo wayang purwa (siluetas), mostrando los cinco hermanos Pandava del Mahabharata. Museo de Yakarta; abajo, detalle de Wayang kulit, marioneta confeccionada de piel de búfalo.

El wajang es un tradicional teatro de sombras javanés realizado con títeres o muñecos hechos en cuero y pintados de diversos colores (azul, negro, rojo y dorado), con los que se proyectan sombras en una pantalla de color blanco[1]. El titiritero o dalang se sienta sobre una esterilla detrás de la pantalla o cortina, con una lámpara de petróleo encima de su cabeza. Más atrás, se ubica una pequeña orquesta con instrumentos de percusión. Delante del dalang se coloca un tronco, en posición horizontal, en el que se fijan los títeres. Cerca del dalang se ubica, además, un incensario que se enciende al inicio de la función, así como un recipiente con diversas ofrendas a los espíritus (flores, alimentos). Durante el desarrollo de la acción, esencialmente nocturna[2], el titiritero va tomando los diversos muñecos-personaje del tronco, sosteniéndolos con sus manos sobre su cabeza para que sus figuras se interpongan entre la fuente de luz y la pantalla. Frente a la pantalla se dispone el público, fundamentalmente niños y mujeres. Las marionetas caracterizan diferentes personajes, que suelen clasificarse en siete tipos: refinados, vigorosos, toscos, mujeres, ogros, simios y payasos. Las que representan a los personajes heroicos se ubican a la derecha, mientras que los malvados a la izquierda.
El primer registro de una representación data del año 930. Las historias que se dramatizan en este teatro son episodios del Mahabharata o del Ramayana, más o menos adaptados al ambiente de la isla indonesia. Los personajes son, por un lado, divinidades, que actúan como humanos, pasionalmente, y por el otro, reyes y nobles, considerados antepasados de los javaneses de hoy. Entre los nobles se destacan los Pendawas y los Korawas. Los primeros son los cinco héroes hermanos (Yudisthira, Bima, Arjuna, Nakula y Sadewa), habitualmente aconsejados y protegidos por Krishna. Se entiende que estos hermanos son los representantes de los cinco sentidos que el individuo debe reunir para conformar una fuerza psicológica sólida y alcanzar la gnosis. Los Korawas, por su parte, son cien individuos, los primos de los anteriores, a los que usurpan el reino de Ngastina. La pugna por el territorio es el tema básico del wajang, conflicto que culmina en una guerra abierta entre la parentela. Además de estos personajes de tradición hindú, más o menos estandarizados, se emplean los propiamente javaneses, básicamente payasos y bufones (Semar Petruk, Gareng), que se figuran como compañeros y sirvientes de los Pendawas.
Las acciones de este teatro abarcan episodios hablados, en los que dos grupos de nobles contrarios se enfrentan y discuten diversos asuntos; episodios de pugna entre nobles (el titiritero hace chocar los muñecos entre sí); y escenas bufonescas de carácter cómico en las que las burlas recaen en los nobles[3]. Esta serie de escenas se distribuyen de modo bastante rígido: las declamatorias primero, las cómicas después y, finalmente, las de conflictos. El ámbito principal de las acciones es, esencialmente, el mundo interno de los deseos y los sentimientos, más que el exterior de los reinos. En tal sentido, lo que se dramatiza es una psicología metafísica, y no tanto una filosofía política. Las sombras de los muñecos simbolizan las conductas externas del ser humano, mientras que los títeres su vida interior. El total control del titiritero sobre los muñecos es una representación, por tanto, del dominio de Dios sobre los seres humanos.
Los símbolos recurrentes del wajang, los diversos personajes, la música que acompaña, y las propias acciones desplegadas, configuran la cotidiana experiencia de los habitantes de Java.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
Escuela de Historia, UCV


[1] El diseño de los muñecos, así como su colorido, poseen una explícita significación simbólica: el rojo es el coraje, el blanco la pureza y el negro la voluntad perseverante y firme.
[2] Las representaciones suelen durar horas, extendiéndose habitualmente toda la noche. La audiencia no siempre permanece silenciosa y atenta, sino que actúa como si estuviese en una reunión social.
[3] En estos casos, el dalang hace todas las voces necesarias, procurando que el público asistente y las autoridades sean objeto también de las sátiras.

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