2 de abril de 2017

El extranjero en la iconografía del Egipto antiguo (II)



  
Imágenes: arriba, un relieve con cautivos nubios, en Abu Simbel; abajo, otro relieve, en esta ocasión, con un grupo de prisioneros libios. Templo de Medinet-Habu

Las antiguas representaciones de extranjeros son notables por su ausencia de distinciones físicas entre ellos y los egipcios en cuanto a los rasgos faciales. Ello se ve con claridad en los relieves. Los enemigos representados sobre la Paleta de Narmer tienen rostros muy similares, en forma y proporción, al del rey, si bien sus barbas son más profusas. En las representaciones tridimensionales de cautivos, como en las esculturas de prisioneros atados del complejo de Pepi II, los rasgos han sido descritos como propios de foráneos. Aunque las características notadas, como las largas narices y los ojos angulados, difieren de los rasgos de oficiales y faraones durante esos períodos, solamente se trata de rasgos menos idealizados. 
Las caras esculpidas de los cautivos no aparecen idealizadas. No existió, por tanto, la exageración de rasgos no egipcios, cercana  a la caricatura racial, que sí fue propia del Reino Nuevo.
Otra característica distintiva física principal de los no egipcios, su color de piel, no se atestigua antes de la Dinastía XI. Un fragmento de relieve, que se cree perteneció al templo mortuorio de Mentuhotep II, muestra como una hilera de cabezas de prisioneros, marcados como foráneos, presentan colores que alternan entre el amarillo (asiáticos) y negros (nubios). El color negro para los nubios también está atestiguado en los modelos de una tropa en madera de arqueros nubios de la tumba de Meskhti en Asyut, de comienzos del Reino Medio.
Las vestimentas, la forma de la barba y el estilo de los peinados de los extranjeros son distintivos, pero no dejan de ser más similares a los de los egipcios de lo que lo serán en períodos posteriores. Una sección de un registro en relieve del templo mortuorio de Sahure (Dinastía V), en Abu Sir, que muestra cautivos atados, ejemplifica el modo en el que los tres grupos étnicos más típicos (libios, nubios y asiáticos) son representados en este período.
En general, diversos elementos de la vestimenta libia eran paralelos a los más especializados, y a menudo reales, elementos de los ropajes egipcios. Por ejemplo, la vaina para el pene se conocía ya desde la iconografía del Predinástico Tardío, y continuó apareciendo en los dioses en el período arcaico; las bandas de cuentas que cruzan sobre el pecho eran, a menudo, llevadas por danzantes masculinos y femeninos durante el Reino Antiguo, así como por bailarines de los jubileos en períodos posteriores.
Los nubios eran distinguidos de los egipcios por su mayor variación en la altura y un color de la piel marrón oscuro, mientras que los egipcios se mostraban uniformes en su altura (tal vez una alusión al orden dentro de Egipto), y con un típico color de la piel marrón rojizo. Los faldellines nubios, por su parte, eran más cortos que los de los egipcios, y en ocasiones, rojos más que blancos.
Las representaciones de los asiáticos también parecen adquirir diferentes marcadores entre el Reino Antiguo y el Medio. En la tumba de Khnumhotep II, en Beni Hasan, de finales del Reino Medio, se puede ver una procesión de comerciantes que visitan Egipto. Los hombres llevan barbas más pobladas pero recortadas.
El principal identificador de enemigos foráneos durante los períodos más antiguos corresponde al contexto en el cual aparecen. Como los egipcios tuvieron menos contactos con foráneos que lo que acontecería posteriormente, y dado que muchos extranjeros lo eran de tierras cercanas a Egipto, o incluso de Egipto mismo, sus diferencias étnicas y fisiognómicas respecto a los egipcios fueron menos remarcables y, por tanto, menos enfatizables por los artistas locales. Los contextos en los cuales los extranjeros fueron representados durante los Reinos Antiguo y Medio, fueron menos estereotipados. Podrían ser mostrados arrodillados, con las manos levantadas en súplica, siendo tomados por el pelo cuando eran ejecutados en las escenas estándar de golpeo violento, aplastados por el faraón en sus forma humana o de esfinge, cruelmente atados, con sus manos detrás del cuerpo o sobre la cabeza, o conducidos tirando de ellos por sus ropajes para ser presentados ante el soberano o las deidades.
Las escenas que parecen mostrar un encuentro histórico preciso y específico, pueden representar extranjeros de etnicidades más concretas, probablemente traídos como bienes mercantiles.
Con la conquista de los Hicsos durante el comienzo del Segundo Período Intermedio (1759-1540 a.e.c.) y la consecuente expansión del poder egipcio por el occidente de Asia y Nubia, los egipcios se encontraron con extranjeros en un número y variedad mayor que en épocas previas.  Mientras los egipcios de períodos anteriores conocieron a los nubios de la Baja Nubia, a las gentes del Punt, o a los asiáticos de la región del Sinaí o del Levante, durante el Segundo Período Intermedio y el Reino Nuevo (1540-1077 a.e.c.) los ejércitos y los diplomáticos se encontraron de cara con poblaciones más exóticas, tanto más al sur de la Cuarta Catarata del Nilo, como en las grandes ciudades del Medio Oriente, caso de Babilonia, Washukkanni, Asur o Hattusas e, incluso, probablemente, también en las ciudades del Egeo como Cnosos y Micenas.
Los extranjeros viajaban a Egipto y se asentaban allí, de modo que los naturales sin duda tomaron nota de sus lenguajes, costumbres y vestimentas características. Como nuevos residentes en Egipto, en el momento en que eran representados en los monumentos solían distinguirse únicamente por sus nombres foráneos, aunque, ocasionalmente, se mostraban con relevantes marcadores étnicos. Si bien los extranjeros fueron claramente mejor conocidos y más distinguidos con seguridad en este período, las representaciones genéricas fueron creciendo de modo formular y estereotipado, representándose nubios, libios y asiáticos casi como caricaturas.
Como en los períodos más antiguos, los contextos reales genéricos en los que se incluían extranjeros eran las escenas de golpeo y aplastamiento, escenas de cautivos foráneos atados y conducidos tirando de sus ropajes, sobre todo sobre las bases de las estatuas regias. Tales representaciones de extranjeros prisioneros se constatan también sobre reposapiés de los faraones, suelas de las sandalias y suelos de los palacios.
En uno de los carros de la tumba de Tutankamón las imágenes de extranjeros sometidos y atados se encuentran sobre las superficies internas del carruaje, de tal modo que el cuerpo del soberano se inclinaba contra ellos cuando rodaba. El mensaje no era que los extranjeros fuesen pisoteados, subyugados y humillados, sino que se trataba de que fuese el faraón en persona quien los pisotease, sometiese y humillase. De un modo semejante, los brazos del trono de la tumba de Tutmosis IV mostraban una esfinge pisoteando sobre una cara y al faraón con el dios Thot y una diosa con cabeza de leona, Weret-Heka sobre la otra.
Hubo también ahora una mayor cantidad de posibles escenas históricas que representasen extranjeros. Además de las escenas de expediciones de comercio (como aquellas al Punt, que son visibles en los relieves en el templo de Hatshepsut de Deir el-Bahari, o las escenas que muestran la presentación de tributos foráneos a Ajenatón), los artesanos ahora representaron batallas con presencia de extranjeros, un nuevo género escenográfico que aparentemente comenzó en época de Amosis, a juzgar por los fragmentos de relieves descubiertos no hace mucho en Abidos. Las múltiples representaciones de Ramsés II en la batalla de Qadesh y aquellas de las batallas contra los libios y los Pueblos del Mar modeladas sobre el templo de Ramsés III en Medinet Habu, representan grupos específicos, bien etiquetados, de extranjeros con vestimentas y apariencias distintivas. 
Al igual que las escenas semejantes del Reino Antiguo, esas escenas históricas no suponen, necesariamente, seguras representaciones de batallas reales o acerca de la apariencia verdadera de los combatientes extranjeros. Las formas más especializadas de extranjeros se ubicaban, ocasionalmente, en los contextos cosmológicos, como por ejemplo los variados Pueblos del Mar en las escenas más genéricas de Medinet Habu.
Una innovación del Reino Nuevo que comparte características con las escenas históricas y las representaciones más genéricas de foráneos es la presencia de listas geográficas de ciudades conquistadas, con sus nombres cercados por óvalos mostrando bordes almenados, y encimados con la cabeza y los brazos atados de un habitante extranjero. Algunas veces se les llama “óvalos de los cautivos”. Los nombres jeroglíficos escritos en esos óvalos dan la apariencia, muy probablemente falsa, de un hecho histórico, si bien los extranjeros atados tienden a ser fuertemente genéricos.
Otro significativo cambio en las representaciones del Reino Nuevo es la aparición de extranjeros en los contextos no reales, probablemente debido a la aparición del faraón en la decoración de tumbas no regias. A menudo el rey era mostrado entronizado en un kiosco canópico; tanto el trono como el kiosco estuvieron a menudo decorados con imágenes de extranjeros subyugados. Aparte de la representación del faraón, las tumbas no regias podían también contener imágenes adicionales de foráneos, mostrados, a menudo, caminando libremente, trayendo los productos de sus tierras hasta Egipto, bajo la supervisión del faraón y del propietario de la tumba, en escenas análogas a las históricas regias. Los egipcios podían ser mostrados controlando tales procesiones de foráneos, mientras que los extranjeros podían, algunas veces, ser representados atados o llevando esposas de madera. El propietario de la tumba nunca aparecía sometiéndoles, un rol que continuaba siendo una prerrogativa real.
La representación de las vestimentas de los extranjeros, así como de sus peinados, son bastante diferentes de aquellos que se podían ver en períodos anteriores. En las muestras del Reino Nuevo los extranjeros son distinguibles de los egipcios no sólo por sus rótulos y distintos ropajes étnicos y peinados, sino también por sus característicos rasgos faciales. Los libios siguen distinguiéndose por la mayor complejidad de sus vestimentas y peinados. A veces, no obstante, se les muestra llevando faldellines, vainas para el pene y bandas en la cintura. Pueden aparecer con largas fajas cruzadas y grandes collares en forma de Y. A menudo llevan túnicas de colores brillantes, modeladas en losanges y abiertas en el frente. Su piel es amarillo pálido y suele estar marcada con múltiples tatuajes en negro en las piernas y brazos. Los ojos suelen ser angulados y las narices largas y, a veces, ganchudas.
La representación estereotípica de los nubios ilustra la adopción por parte de este grupo de vestimentas egipcias del Reino Nuevo. Tales ropajes indican un estatus de elite cuando son llevados por egipcios. Usados por cautivos atados sugiere que esos prisioneros en las escenas genéricas representan la contrapartida de la elite del faraón en esa cultura extranjera, y no una soldadesca ordinaria.
Un elemento relevante en la vestimenta de los nubios es el cinturón y la faja, ambos conocidos ya desde las representaciones del Reino Medio, y que pueden aparecer pintados en rojo y con patrones de losanges negros. Son mostrados con piel muy oscura. En términos genéricos no llevan barba y suelen lucir pendientes de lazos de oro. Su cabello, a menudo tintado en rojo, puede ser más corto que en períodos anteriores y aparecer adornado con plumas. Se les representa con grandes y redondeados ojos, además de narices cortas.
Los asiáticos pueden ser mostrados llevando faldellines cortos, a menudo coloreados, modelados y ornamentados con franjas o borlas. En algunos casos (tumbas de Rekhmire y de Sobekhotep, de la Dinastía XVIII), se les puede ver con una larga túnica blanca. Son mostrados también a menudo con cabello largo y ondulado. Aunque ocasionalmente se les puede representar calvos, de modo habitual llevan barba, a veces larga y poblada. La nariz, larga o corta, es, a menudo, ganchuda.
Las mujeres son raramente representadas. En algunos casos excepcionales, sin embargo, como en la mencionada tumba de Rekhmire, las mujeres asiáticas llevan faldas ondulantes sobre el mismo tipo de túnica que usan los varones, y cargan niños en cestas sobre sus espaldas. Las mujeres de la elite Nubia en la tumba de Huy, por su parte, se muestran vestidas a la moda de las mujeres egipcias de alto rango de este período. Un particular e interesante desarrollo de fines de la Dinastía XVIII es la presencia de la escena femenina del golpeo violento. En ella, la reina es mostrada pisoteando mujeres extranjeras o aplastándolas, en la forma de esfinge[1]. Las mujeres nubias suelen llevar una falda larga, hasta los tobillos, y el pelo corto, mientras que las asiáticas, llevan el cabello largo, hasta la cintura.
Las representaciones del “otro” no egipcio en el arte son tanto regias como no reales, esquemáticas como realistas, históricas y genéricamente propagandísticas. Sin embargo, las alusiones textuales a los extranjeros tienden a ser casi uniformemente realistas, tanto si el propósito de los textos es para registrar eventos históricos como si se trata de literatura. Únicamente en las inscripciones reales, a menudo acompañadas de escenas de batalla propagandísticas, como en las lamentaciones, donde representan el desorden y la inversión de lo real, los extranjeros adquieren los estereotípicos y esquemáticos roles que se corresponden a las formas de las representaciones artísticas.
Las representaciones de los no egipcios en los contextos no reales tienden a ser positivos, focalizándose, en la literatura, sobre su papel de asistentes de los egipcios en el extranjero, y en el arte, en su capacidad de traer cosas maravillosas y exóticas hasta Egipto. En contraste, tanto en los textos reales como en las representaciones estéticas plásticas de esta naturaleza, son considerados como viles y desdichados oponentes cosmológicos, cuyo apaleamiento y subyugación es necesaria por parte del soberano para garantizar la estabilidad y resistencia de Egipto.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR. Abril, 2017




[1] En el trono de la Reina Tiye, en la cámara funeraria de Kheruef, la reina se muestra como una esfinge pisoteando mujeres sobre el reposabrazos de su trono, mientras que una mujer nubia y otra asiática son llevadas atadas en los soportes del trono. 

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