La estatuilla de la imagen fue encontrada en 1764 formando
parte de un tesoro descubierto en Macon, al sureste de Francia. En el depósito
se hallaron otras siete figuras que representaban deidades, platos de plata,
diversas joyas de oro y casi treinta mil monedas de plata y oro. Probablemente
el tesoro, escondido a mediados del siglo III, proceda de un santuario
domestico; esto es, un lararium, de
una gran villa. Las estatuillas pudieron servir como ornamento de mesa en
festines suntuosos (recuérdese la descripción del festín de Trimalción, en
Petronio, por ejemplo). La estatuilla de la foto, en plata dorada, hecha en la
Galia mediado el siglo II, muestra a Fortuna (en la zona donde fue hallada pudo
identificarse esta deidad con Tutela, diosa protectora local), que mantiene una
patera (un plato de libación) en su mano derecha, mientras que en su mano
izquierda porta una doble cornucopia, ambas coronadas con las cabezas de Diana
y Apolo, respectivamente. A sus pies se puede observar la presencia de un
pequeño altar. Sobre su cabeza, Fortuna lleva una corona amurallada (símbolo de
protección de una ciudad, tal vez Massilia en este caso). A lo largo de sus
alas se encuentran los bustos de Cástor y Pólux, hijos gemelos de Júpiter, cada
uno de ellos con una estrella en su cabello. Más arriba, una suerte de yugo con
siete bustos que representan las deidades de los días de la semana (Saturno,
Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter y Venus). Fortuna, la versión romanizada de
Tyche, fue, en el período
helenístico, una deidad guardiana de muchas nuevas fundaciones urbanas. Los
dioses de los días de la semana son también una innovación helenística, traída,
eso sí, desde Babilonia. Tanto ellos, como los Dióscuros pueden conectarse, en
fin, con el incremento de un interés en la astrología en la Galia durante el
siglo II. Conviene recordar, finalmente,
que Fortuna gozaba, desde muy antiguo, de gran predicamento en algunas ciudades
del Lacio, como Praeneste y Antium, donde se convirtió en diosa poliada, como
garante de la existencia de la ciudad. Fue una diosa primigenia, madre y a la
vez hija de Júpiter, según la teología desarrollada en su santuario prenestíno.
Fortuna era, de cualquier modo, multifacética, en tanto que a la vertiente
política se añadían otras perspectivas que la presentaban como divinidad
guerrera, curotrófica y del destino.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UM, septiembre 2018.
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