Imágenes: un askos, de la tumba Q 115 del Cementerio
Norte; y una gema en amatista, de la tumba 18 del Cementerio Norte, Cnoso.
Mientras
en la Grecia continental,
en
el paso de la Edad del Bronce a la del Hierro, los asentamientos mayores
micénicos acabaron fragmentados en pequeños núcleos separados y disgregados,
cada uno de ellos con su propio lugar de enterramiento cercano, en Cnosos hubo
continuidad con la anterior Edad del Bronce, a pesar de ciertas novedades, como
la presencia de recintos absidales, lo que sugiere ciertas intrusiones desde el
continente entre la población local, la aparición de cerámica en forma de
cuencos profundos de tipo continental o vasijas globulares de cocina, además de
la presencia de niños inhumados bajo el suelo de las casas, un hecho este
último que contrasta con la invariable costumbre minoica del enterramiento
extramuros.
En
relación a los fallecidos, hubo una continuidad en cuanto a la preferencia por
las tumbas colectivas excavadas en la roca, sobre todo tumbas de cámara. Sin embargo, una novedad de tiempos
subminoicos fue el establecimiento de un gran cementerio principal a un
kilómetro al norte de los asentamientos, sugiriendo con ello un nuevo comienzo
en una nueva área. En este llamado Cementerio Norte, los enterramientos
iniciales submicénicos se localizaron en cuevas y en tumbas de eje, sin arrojar
ningún signo de alguna ocupación minoica previa. Aquí se destacan las
cremaciones de dos guerreros bien apertrechados, cuyos equipos indican ciertas
conexiones con Chipre.
La
continuidad cultual se puede inferir de las secuencias de ofrendas votivas en
los santuarios de montaña de Kato Symi y la cueva Dictea. Hay trazas, no
obstante, de un aparente nuevo culto del período submicénico, pues una fuente
natural fue cercada, bajo el palacio en la Cámara de la Fuente, con la
construcción de un pequeño santuario que muestra señales de un anterior culto a
la vegetación que se retrotrae al período de los segundos palacios. Sus
depósitos submicénicos permiten visionar la deidad dentro de un modelo de casa
redonda, una diosa que levanta sus brazos siguiendo
el antiguo gesto minoico de epifanía aunque, a diferencia de cualquier otra
deidad minoica, presidiendo, aparentemente, el mundo subterráneo. Este culto
fue con seguridad revivido unos pocos metros más allá en la denominada colina
Gypsades, en donde al menos en el siglo VIII a.e.c. el culto había sido
dedicado a Damater (Deméter), principal diosa de la vegetación de la polis
doria.
El
incremento de enterramientos en el Cementerio Norte sugiere un aumento demográfico,
un hecho que coincide y que tal vez explica el aumento de las cremaciones para
los adultos Tal fenómeno permitiría conservar espacio de inhumación en las
tumbas familiares colectivas. Las primeras urnas cinerarias datan del Minoico
Tardío IIIC, y son semejantes en su forma a las encontradas para las
cremaciones en el este de Creta. Su introducción coincide con el uso de tumbas
de cámara individuales, en la mitad del siglo IX a.e.c.
Con
este cambio hacia la cremación, podría esperarse la presencia de tumbas con
cámaras más pequeñas. Sin embargo, algunas de esas nuevas tumbas (la nº 75, la
nº 107), del Cementerio Norte, poseen cámaras enormes para el depósito de
urnas, lo cual parece una especie de reclamo de los espaciosos sepulcros
diseñados para las inhumaciones del Monoico Tardío III. Puede haber habido aquí
una suerte de reverencia a los precedentes minoicos, una emulación de un
ilustre pasado. Otro síntoma de tal nostalgia minoica fue el re-empleo de larnakes pictóricos del Minoico Tardío
III. Se han encontrado varios en el Cementerio Norte y en el Grupo Fortetsa.
Este descubrimiento de larnakes puede
significar que habrían sido un estímulo para ocasionales escenas figuradas de
parte de los pintores de vasos del siglo IX a.e.c.
Todas
estas piezas fueron halladas en los dromoi
o fuera de las tumbas, todas juntas, nunca en su interior. Tal exclusión de las
tumbas, así como la ausencia de otros hallazgos que las acompañaran, sugiere
que pudieron haber sido las “casas” de inhumaciones de pequeños niños,
sirviendo como cunas y tumbas propias. Varios larnakes fueron desenterrados en asociación con cerámicas y
figurillas en miniatura así como ofrendas dedicadas a niños muy jóvenes. El
caso más notable es el askos en forma
mixta de caballo y pájaro (un hippalektryon),
con un diminuto jinete. Este es el más claro y antiguo ejemplo de re-uso de larnax en el Cementerio Norte como
ofrenda para inhumaciones de pequeños niños.
Al
contexto de un niño inhumado en un pithos
(tumba nº 18), pertenece una gema en amatista (Minoico Tardío I), que muestra a
un león que se abalanza sobre una cabra (agrimi). Se trata de un objeto que
simboliza el espíritu griego antiguo en Cnoso, una herencia minoica encapsulada
dentro de nuevas influencias próximo-orientales.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, mayo, 2019
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