22 de noviembre de 2019

Mitógrafos griegos (IV): Mitógrafo Homérico


Casi nada se sabe sobre a quién iban destinados los tratados escritos sobre los poemas homéricos. Si bien algunos textos fueron pensados para otros eruditos y para que los estudiantes aprendieran a leer a Homero, muchos otros fragmentos no parecen haber sido diseñados para una determinada audiencia. En cualquier caso, los mitógrafos debieron encontrar, sin duda, aspectos interesantes en la poesía homérica. Hoy se conservan escritos en escolios (escolio D y los Scholia Minora), así como en un texto independiente, que debió circular los primeros siglos de nuestra era, denominado Mitógrafo Homérico. Estos manuscritos se complementan con fragmentos en ostraka y en papiros.
Se podría apuntar que la estructura y el propósito de la colección residían en elucidar la épica homérica a través de breves versiones de los mitos más significativos que contenía. Cada historia (en torno a doscientas) inicia con una frase o una palabra, a la que sigue un breve comentario o una historia mítica. Las entradas finalizan, normalmente, con la cita de una autoridad. Abundan aquellas referidas a la Ilíada, en tanto que las que se relacionan con la Odisea son mucho más escasas.
Hemos visto que los mitógrafos fueron escritores empeñados en recopilar historias de dioses y héroes de una extensa variedad de fuentes.  Presentaron los materiales en una prosa narrativa sin ningún ornamento accesorio. Casi ninguna obra ha sobrevivido intacta, de manera que para conocer a la mayoría hay que recurrir a fragmentos citados en autores posteriores, sobre todo en escolios, o conformarse, a regañadientes, con un título y el nombre de alguno de ellos.
Muchos parecen haber sido los propósitos de las mitografías. Pudieron tener una función de erudición, proveyendo explicaciones a lectores de la poesía arcaica y clásica a través de la narración de rituales y mitos, o proporcionando lecturas sobre antiguos nombres de lugares, convirtiéndose, en cierto modo, en una alternativa erudita a los ensayos sobre las lenguas o las gramáticas; asimismo, también sirvieron para extraer y reelaborar materiales dedicados a los estudiantes para que aprendiesen a leer a poetas como Homero. A los estudiantes les resultaban provechosas esas historias de dioses y héroes, las detalladas explicaciones de formas verbales o los glosarios que les aclarasen vocablos difíciles y oscuros. Pero, sin duda, también las mitografías proporcionaron materiales simplemente interesantes, atractivos, para despertar el placer del lector, de un modo semejante a las peculiaridades pintorescas de la paradoxografía.


Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP. Noviembre, 2019.

13 de noviembre de 2019

Mitógrafos griegos (III): Conon y Antonino Liberal


Existen algunas colecciones mitográficas de las que no es posible señalar su foco primordial o su función esencial. Quizá el más notable ejemplo de un predominante carácter misceláneo sea la Diegesis de Conon. Este coetáneo de Augusto, reunió unas cincuenta historias en las que está ausente cualquier vínculo temático o cualquier otro principio de organización discernible, al menos según se puede apreciar del resumen posterior de Focio. El trabajo fue dedicado al rey Arquelao de Capadocia (un rey-cliente de Augusto, que reinó entre 36 a.e.c. y 17), si bien ese detalle, en apariencia importante, no desvela ni su propósito ni la esencia de su estructura.
En Conon se encuentran mitos e historias míticas que explican los nombres de algunos lugares o el trasfondo de ciertos proverbios, y que hacen comprensible la fundación de ciudades o el establecimiento de cultos. También abundan las historias amorosas y se constatan unos pocos ejemplos paradoxográficos. Su mayor interés radica, sin duda, en las tres historias que no se preservan en ninguna otra fuente más que en su obra. Se trata del establecimiento en Éfeso del culto de Apolo Gypeo, de la fundación de Olinto y del modo en que el oráculo apolíneo en Dídima fue transferido del control de los Bránquidas (sacerdotes del Apolo Didimeo) a los Evangélidas.
Conon, por desgracia para nosotros, parece que no tuvo interés en identificar sus fuentes, un rasgo que, como se ha visto en otros ejemplos anteriormente, no fue único. Un elemento que si está totalmente ausente de su obra es la no presencia, en cualquiera de sus historias, de un dios como una personalidad mayor. 
Todas las cuarenta y un historias míticas de la colección de Antonino Liberal culminan en metamorfosis, llevadas a cabo por dioses sobre seres humanos, bien como castigo por un comportamiento indecoroso o extraño, o como una liberación ante alguna especie de desastre. Algunas de tales historias explican, en un lenguaje en ocasiones bastante repetitivo, el establecimiento de un culto. Uno de los mitos más típicos, que se configuró en su narración como una referencia que proveyó un vínculo a sus lectores de una historia familiar, fue la que contaba, en el capítulo XVI, la guerra entre los pigmeos y las garzas. Antonino Liberal parece haberse inspirado esencial y exclusivamente en dos fuentes. Una de ellas es la Ornithogonia de Boio (FGrH 328 F 214), de la que toma historias mitológicas que incluyen pájaros; la otra es la Metamorfosis de Nicandro, de la cual extrae historias de mitógrafos helenísticos sobre aves pero también acerca de otros animales, piedras o árboles.
Al igual que Partenio, sus fuentes, en el sentido de autores que cuentan las mismas historias, eran identificadas en notaciones al margen, en forma de una especie de glosas eruditas.



Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, noviembre, 2019.

8 de noviembre de 2019

Mitógrafos griegos (II): Partenio de Nicea


Algunos mitógrafos se dedicaron a reunir historias centradas en un tema en específico. En este sentido concreto debe citarse la obra Catasterismos de Eratóstenes (III-II a.e.c.)[1] en donde el autor recoge y cuenta mitos sobre las estrellas; a Partenio de Nicea, que escribió en el siglo I a.e.c., recopilando mitos que tratan sobre el amor, y también a Antonino Liberal, escritor, probablemente del siglo II, que compiló aquellos mitos que culminaban en metamorfosis En las siguientes líneas analizaremos la obra de Partenio.
Partenio de Nicea, trasladado a Roma tras ser capturado durante la tercera guerra mitridática, compuso un trabajo mitográfico que se conoce con el nombre de Erotica Pathemata. Además de notable ejemplo mitográfico, la obra es también un referente destacado de la prosa de mediado el siglo I a.e.c. En ella se compilan treinta y seis historias tomadas de diferentes obras griegas que, probablemente, pudieron ser empleadas por los romanos como fuente para su propia poesía. El estilo representado es el análogo al de un pequeño libro de notas. Partenio no se recata en enfatizar que recolectó esas historias de autores diferentes y que desea presentarlas (lo que concretamente hace en una epístola a Cornelio Galo) como fuentes materiales que posteriormente deberían ser versificadas. La prosa carece de elegancia y estilo, pero a Partenio no le preocupa porque piensa que las historias deben ser reelaboradas, aunque incluyan temas como la homosexualidad, el incesto u otros desastres relacionados con amoríos malhadados.
Una de las tradiciones que se observan en Partenio se retrotrae a los trabajos hechos en la biblioteca alejandrina y, tal vez, a las monografías peripatéticas, en los que se extraían notas de lecturas y libros que luego se organizaban por tópicos. Tales comentarios y extractos tendrían utilidad en diferentes géneros, que incluían la mitografía y la paradoxografía, pero también la poesía o la etnografía. Por otra parte, otra tradición visible en este autor implicaba que ciertos romanos prominentes podían presentar a un cliente, especialmente si tenía una reputación por alguna obra literaria o histórica, determinadas notas para que trabajase en algún texto que mejorase su común reputación. Este fue el caso de Cicerón, quien envió notas cuando se desempeñó como cónsul a un historiador de nombre Lucio, con la esperanza de verlas transformadas en una historia que glorificase sus propias obras.
Las historias de Partenio, como aquellas de Flegón de Tralles, están repletas de motivos folclóricos, como la que relata lo que le acontece a Odiseo después de su regreso a Ítaca y tras dar muerte a los pretendientes. Aunque descargadas de pretensiones morales, estas historias podrían revestirse de intenciones de esta índole cuando otros poetas usaran ese material.
En términos generales, las fuentes de sus historias no son identificadas. Sin embargo, en unos pocos casos las nombra brevemente. Así, en la historia de Anteo cita a Alejandro el Etolio; en la de Córito menciona, en el prefacio, el nombre de Nicandro, en tanto que en la de Biblis señala a Niceto.
Para finalizar, se debe destacar que un detalle significativo de Erotica Pathemata es la presencia de notas marginales en las que se nombran aquellos autores y trabajos que también han tratado una determinada historia en cuestión. Algunas de tales anotaciones, que han podido ser revisadas, muestran ser seguras, aunque tal verificación, creemos, no garantiza que Partenio hubiese empleado esa obra en particular para realizar su extracto o para resumirla.

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, noviembre, 2019.


[1] La colección de Eratóstenes no sobrevive en su forma original. Lo ha hecho por haber sido considerada de utilidad en la comprensión del poema astronómico Phaenomena de Arato, de manera que aparece mencionado en  un escolio a este último, así como en un epítome sobre los mitos de estrellas y en un par de textos latinos. En un manuscrito del siglo IX se preservan varios textos entre los que se incluyen las únicas versiones que sobreviven de Partenio de Nicea así como de Antonino Liberal.

4 de noviembre de 2019

Mitógrafos griegos (I): Apolodoro


Tal vez uno de los compendios mitológicos más reconocidos e influyentes haya sido la Biblioteca de Apolodoro, cuya datación, probablemente, hay que situar en el siglo I. Focio, un conocedor de la obra y de la Diégesis de Conón, comenta el rango cronológico de esta obra así como su particular temática. La Biblioteca, dice Conón, útil para quien desea entender un pasado distante, abarca eso que podrían denominarse “las antigüedades de los griegos”, que incluyen sus creencias acerca de héroes y deidades.
Apolodoro nombra los orígenes de ríos, pueblos y ciudades así como las historias que los rodean. Enfocándose mayormente en la guerra de Troya, finaliza con el viaje final de Odiseo y su posterior muerte. Ofrece, además, ciertas explicaciones, frecuentemente fundamentadas en una especie de etimología popular, en los nombres de regiones o ríos e, incluso, en algún evento de la vida de un héroe de renombre. La obra no ha sobrevivido en toda su extensión. El texto completo corresponde a los primeros tres libros, que finalizan con la historia de Teseo. Después, únicamente se cuenta con epítomes de los otros siete.
El autor organiza su texto en generaciones familiares, un elemento cronográfico cuyo antecedente puede encontrarse en las Genealogías de Hecateo o de Acusilao, así como en la Teogonía o el Catálogo de las Mujeres de Hesíodo. La estructura cronológica de un pasado ordenado se convierte, así, en una premisa innegociable. En consecuencia directa, en la Biblioteca abundan las listas de nombres, como las de héroes en las expediciones, de ríos, o de los hijos e hijas de algún personaje relevante.
A diferencia de otros mitógrafos, dedica cierto espacio a citar sus fuentes, aunque sus referencias sean bastante poco específicas y ciertamente muy breves. Así, por ejemplo, en II, 1, 3-4, acerca de la familia de Io apunta las discrepancias existentes mencionando a varios autores, entre ellos Acusilao, Hesíodo, Asclepíades y Ferécides. Apolodoro cita un número de fuentes aceptable, que incluye poetas líricos como Simónides o Píndaro; trágicos, caso de Eurípides; poetas en versos hexámetros, como Paniasis, Apolonio de Rodas, Eumelo, Homero y Hesíodo; o autores que escribieron en prosa, especialmente Ferécides y Acusilao de Argos, además de escritores como Asclepíades (FGrH12), quien había reunido diversas historias mitológicas de los trágicos.
En numerosas ocasiones, el uso de tales referencias provee versiones en conflicto de alguna historia o adiciones a la misma, en particular en lo tocante a la identificación de algún pariente. Se esfuerza el autor, por consiguiente, en incluir las distintas fuentes pero sin tomar partido o argumentar por alguna en concreto.

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, noviembre, 2019