8 de julio de 2020

Influencias e inspiraciones de los mitos de Ulises-Odiseo (II)





Imágenes, de arriba hacia abajo: stamnos de figuras rojas ateniense mostrando a Odiseo, atado al mástil de su barco, ante la presencia de las sirenas (con cuerpo de ave). Datado entre 480-470 a.e.c. Museo Británico, Londres; pintura Odiseo y Calipso en un fantástico paisaje cavernoso, de Jan Bruegel el Viejo, 1616 y; cartel de la película Ulises, de Mario Camerini. Italia, 1954, Regia films.

Es Ulises más un ser humano que una deidad, un semidiós o héroe al modo habitual en la antigüedad, hasta el punto que su denominación Odiseo, debida a Homero, pudiera significar enfadado, odioso, frente a su más habitual, y latina, Ulises, una voz formada a partir de las palabras muslo (ischion) y herida (oulé), lo cual alude directamente a la herida causada por un enojado jabalí.
En la Odisea, epopeya que habla de la condición humana, y de que cada quien intente adueñarse de su destino, Ulises es una suerte de humano “héroe”, con virtudes y defectos. Es escurridizo, valiente además de embaucador, precavido pero poco escrupuloso en virtud de que cree firmemente que el fin justifica los medios. Emplea, ya habíamos señalado previamente, aquello que nos distingue como humanos, las capacidades de razonar y pensar, pero normalmente asociadas a una artera astucia, a un deshonroso engaño. Es el que piensa, el que con astucia e inteligencia logra sobrevivir y, sobre todo, obtener aquello que busca, lo que se propone como objetivo.
Es el viajero eterno por antonomasia, el humano curioso, atrevido e insatisfecho, que desea vivir todo tipo de experiencias y aventuras que posteriormente pueda narrar a otros, explicar con satisfacción nada contenida. En su encuentro con el terrible cíclope Polifemo y la hechicera Circe reconocemos el ogro fiero, pero torpe, y la malvada bruja de los cuentos populares, que como prototipos encontramos en obras posteriores, como el gigante de un solo ojo de Simbad el Marino en la fascinante Las mil y una noches o la maga Alcina protagonista del poema Orlando Furioso de Ludovico Ariosto.
Ha sido desde siempre Ulises un personaje literario. Sus aventuras han sido muy influyentes. Recuérdese al respecto al quejica Polifemo de los Diálogos Marinos de Luciano de Samosata, su parodia de las historias de viajes en las que el protagonista principal relata su llegada a la luna o su encuentro con Ulises y hasta con Homero en una isla llamada de los Dichosos (en Relatos verídicos), o la obra El cíclope de Eurípides. También Ovidio en las Metamorfosis recuerda el episodio de Polifemo o el de Circe. Hay que esperar varios siglos, concretamente hasta el XVI, para volver a encontrar la idea homérica del viaje y el descubrimiento de nuevos lugares otra vez desplegada con maestría, en este caso en las manos de Luís de Camoes en su famoso poema épico Os Lusiadas, o del ingenio de un Lope de Vega en La Circe.
Ya en el siglo XX una de las más renombradas adaptaciones modernas del mito es la que encontramos en el Ulises de James Joyce, en la que el soberano de Ítaca, convertido por arte de magia en un publicista, recorre durante un día la ciudad de Dublín, viviendo y experimentando una serie de acontecimientos. Otro buen ejemplo, aunque menos conocido, es el poema de K. Kavafis acerca de la relevancia del viaje no como punto de llegada sino como movimiento y aprendizaje durante la realización del trayecto.
En las artes plásticas ciertos episodios odiseicos (Circe, Polifemo, las sirenas y sus dulces cantos), ya desde antiguo también, sirvieron de inspiración como temas para la decoración vascular, si bien serían los humanistas renacentistas y barrocos los que convertirían a Ulises en un personaje predilecto, en el representante del ser humano luchador, hasta el punto de ser capaz de decidir por sí mismo su destino. Se pueden destacar en este aspecto los frescos de Pellegrino Tibaldi para el Palazzo Poggi boloñés, influenciadas en las historias y aventuras de Ulises comprendidas como emblemas de las virtudes políticas, morales y hasta eclesiásticas; El cíclope Polifemo de A. Carracci; el grandioso Penélope y sus pretendientes de Pinturicchio; el espléndido Ulises y Calipso de J. Brueghel el Viejo; el Ulises en la cueva de Polifemo, de J. Jordaens, o el muy famoso Ulises en el país de los feacios, de P. Rubens.
El Romanticismo, por su parte, atraído por el misterio, orienta su atención en los aspectos más novelescos y fantásticos de las historias de Ulises. Encontramos en este caso, obras memorables, como es el caso de Ulises y Calipso o Ulises y Polifemo de A. Böcklin, o el Ulises burlando a Polifemo del, a veces, difícilmente clasificable W. Turner. Las versiones simbolistas del episodio de las sirenas (siglos XIX y XX), se han hecho un lugar destacado en la historia del arte: H. J. Draper; J. William Waterhouse o el maravilloso Gustave Moreau.
En la música y en el cine Ulises y sus peripecias de toda índole han sido también motivos habituales de inspiración. C. Monteverdi, en El regreso de Ulises a la patria, centra la acción en el regreso del héroe, el asombroso reencuentro con sus familiares y amigos así como la violenta venganza sobre los pretendientes de Penélope. En el Barroco y el Clasicismo sobresalen obras como Telémaco o la isla de Circe (Ch. Willibald Gluck), pero es sobre todo en el Romanticismo y la modernidad cuando se hacen eco de un Ulises protagonista predilecto. L. Dallapiccola convierte en su Ulises al protagonista en el representante del eterno insatisfecho que requiere conocerse a sí mismo como imperativo. Otro ejemplo destacado es el poema lírico Penélope de G. Fauré. Poemas sinfónicos y ballets, como el cuarteto de poemas, de épicas sonoridades, del ciclo De los viajes de Ulises de Ernst Boehe, o el Ulises de J. Harbison, respectivamente, son referentes pragmáticos dignos de mención.
En el cine el pionero se remonta a 1905. Se trata de Georges Méliès, con su cortometraje La Isla de Calipso: Ulises y el gigante Polifemo. Más tarde sobresalen el Ulises de Mario Camerini, filmado a mediados de los años cincuenta, con Silvana Mangano y Kirk Douglas; y la pintoresca reinterpretación del mito odiseico de los hermanos Cohen en O Brother, una comedia ubicada en la Norteamérica profunda.
En definitiva, Ulises simboliza al ser humano y su imperioso deseo y necesidad de conocer y conocerse, de asombrarse ante lo novedoso, lo distinto, de buscar aquello que colme sus inquietudes.

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, julio, 2020.

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