Imágenes, de arriba hacia abajo: vista
general del Caldero de plata de Gundestrup, hallado en Dinamarca, datado en la
Edad del Hierro, hacia el siglo II a.e.c. En él hay diversos motivos ornamentales
relacionados con la mitología celta, con presencia de diferentes deidades (Cernunnos,
Dagda, Taranis); deidad sobre carro y; procesión de guerreros frente a un
caldero.
Este célebre
caldero, descubierto a fines del siglo XIX en el pantano de Raevemosen, en
Dinamarca se configura como el paradigma de los calderos metálicos típicos de
las sociedades célticas continentales y de las islas Británicas desde el
período del Bronce Final. Empleados con fines ceremoniales y rituales, o como
recipientes para almacenar alimentos o incluso para cocinar, simbolizaban la
abundancia, siendo además un signo de estatus ya que su posesión recaía
únicamente en aquellos grupos socialmente privilegiados. Hoy en día la pieza se
encuentra en el Museo Nacional de
Dinamarca (antiguo Oldnordisk Museum).
El caldero,
elaborado muy probablemente entre 150 a.e.c. y el primer siglo de la Era,
presenta características estilísticas y también técnicas, tanto tracias como
célticas (entre estas últimas los cascos y la presencia de carnyx o
trompetas guerreras). En tal sentido, es factible que haya sido obra de
artesanos tracios, concretamente de la tribu de los tribalios, con la intención
de ser ofrecido a sus vecinos, la población celta de los escordiscos.
La llegada de la
pieza a Dinamarca pudo deberse a los cimbros, una población germánica que
habitó en el norte de Alemania y Dinamarca actuales. Ciertas fuentes romanas
mencionan la emigración de cimbros, además de otros pueblos germánicos, entre
125 y 100 a.e.c. Escordiscos y cimbros mantuvieron una alianza, fechada en 114
a.e.c., según la cual los cimbros habitaron un breve espacio de tiempo en
territorio de la población céltica. Así, los cimbros habrían llevado consigo el
caldero al regresar a su territorio originario, donde lo depositaron como
ofrenda en el aludido pantano danés.
Muchas son las
imágenes que porta el caldero, con presencia de personajes principales que han
sido interpretados como deidades, en especial si la interpretación se hace
buscando paralelos en la mitología gala o céltica, aunque también se han
buscado referencias en los relatos de los celtas irlandeses medievales. De ahí
que se haya hablado de la presencia del dios Cernunnos, deidad con cornamenta
de cérvido, o de un famoso personaje de la mitología irlandesa si se sigue el
modelo galo: Cúchulainn.
Entre el conjunto
del repertorio iconográfico se toman como referencia un par de sobresalientes
ejemplos. En el primero, una deidad sobre un carro aparece flanqueada por un
par de elefantes que parecen enfrentarse entre sí. Debajo de los paquidermos
dos grifos en la misma actitud, mientras un perro se observa en la parte
inferior del carro. La presencia de los grandes proboscídeos pudo ser una
influencia de monedas romanas, en tanto que la figura principal se ha
interpretado como la diosa celta Medb, deidad del poder y la guerra. La
naturaleza guerrera y el dominio sobre un territorio estarían simbolizados por
los diversos animales presentes.
En el segundo,
estamos ante el desfile o procesión de guerreros frente a un caldero en donde
uno de ellos es arrojado. Tal vez convenga recordar que la cocción de un hombre
en un caldero (aunque en escenas de banquete), se relaciona con el ritual
griego referente a la huida o regreso de la muerte (apothanatismós), A la izquierda, una deidad con gorro o coleta que sujeta a un hombre boca abajo al
que parece querer introducir en un gran caldero. Al lado un can saltando.
Inmediatamente a continuación, dos filas de guerreros separados por la
disposición de un árbol en posición horizontal. Los de la fila inferior son
soldados de infantería con escudos oblongos
y lanzas característicos de la Europa centro-occidental, mientras que
aquellos de la fila superior son jinetes que llevan cascos celtas con
ornamentos. Al final, a la derecha, tres hombres tocan el carnyx, el cuerno de guerra. Sobre los tres instrumentos se aprecia
una serpiente.
Algunos de los
detalles presentes no son celtas (discos de los atalajes de los caballos o las
vestimentas, semejantes estas últimas a los trajes de los jinetes del sureste
europeo). Incluso los caballos parecen estar enjaezados a la moda de los
auxiliares romanos. Dilucidar el sentido de la escena no resulta sencillo. Se
ha dicho que la imagen representa una inmersión ritual en una suerte de caldero
de resurrección, de forma que los guerreros muertos marchan con la lanza al
hombro hacia el caldero, para luego alejarse resucitados o renacidos, ya a
caballo, y habitar eternamente en el mundo celestial. En este orden
hermenéutico, el perro y la sierpe cornuda simbolizarían el otro mundo. El
árbol como axis vertebrador
separaría, diferenciándolas, la esferas infra mundana (arriba), de la
paradisíaca (abajo).
Ciertos especialistas señalan, no obstante, que más bien se estaría representando aquí una muerte por ahogamiento, análoga al de muchos cuentos irlandeses, del tipo del Aided Diarmada, por ejemplo.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP-UFM, noviembre, 2021.
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