Textos e imágenes para la comprensión de procesos histórico-ideológicos, religiosos, artísticos y culturales de la antigüedad asiática, y para un acercamiento a los períodos arcaicos en África, América y Europa. Se presentan artículos de opinión, investigaciones, imágenes y diversos ensayos. Los vínculos (Museos, Institutos, Universidades, Centros de Investigación) complementan las indagaciones que se muestran.
17 de febrero de 2022
Vídeos: Mitógrafos de la antigüedad griega y romana
8 de febrero de 2022
Cuentos, mitos y leyendas: imaginario mágico de la cultura popular
El
imaginario mágico, expresado en leyendas, mitos y cuentos, sobre todo de hadas,
es un elemento crucial de la cultura popular. Esos cuentos y leyendas, lejos de
ser solamente entretenimientos, se configuran como historias que hacen llegar a
nuestro tiempo una concepción del mundo tradicional, abriendo la puerta a una
espiritualidad que concebía el mundo y la naturaleza como un lugar de
significado y de sentido plenos. En ese mundo de la tradición, la naturaleza y
sus fuerzas estaban dotadas de alma; estaban vivas, un hecho que implicaba que
el universo no era únicamente algo, sino también alguien. Un universo que no
sería visto como un mecanismo, más o menos complejo, de engranajes y materiales
fuerzas ciegas, sino como un organismo con vida.
Las
fuerzas elementales, asociadas a la tierra, el agua, el viento o el fuego, no
refieren la existencia de un plano superior trascendente, sino uno intermedio,
contemplado como una dimensión espiritual, sutil, poblado de seres mágicos
(feéricos) en espacios y lugares naturales, como bosques, manantiales, grutas o
montañas. Sería un plano espiritual intermedio vinculado al mundo; es decir, al
más acá. La existencia de tales seres o entidades se relaciona con la
naturaleza, desarrollando el papel de alma del mundo. Su ocultamiento, o final
desaparición, sería una inequívoca señal de la materialización y
desencantamiento del mundo, que poco a poco quedaría a merced de un tiempo
humano, mientras los seres feéricos harían las veces de antiguas deidades
propias de un tiempo ya desaparecido, fenecido.
Los
pobladores de esta suerte de reino intermedio no son buenos ni malos. Su
conducta es bondadosa o malvada según las circunstancias. En cualquier caso, de
este plano intermedio no se deriva la condenación o salvación de almas, sino
una armónica relación con la naturaleza, de estrecho vínculo con una realidad
natural de la que son parte sutil y, por consiguiente, invisible.
Por
otra parte, este reino escondido parecerá asociado a determinados lugares,
naturales (manantiales, colinas, lagos, grutas, claros del bosque, cumbres o troncos
huecos), y artificiales, construidos por el ser humano, particularmente
vestigios arqueológicos de la prehistoria y la protohistoria (menhires,
dólmenes, castros, tumbas neolíticas). Los mitos y las leyendas abundan en
significar que la naturaleza posee alma y que en ciertos, específicos lugares,
dicha alma tiene la capacidad de poder materializarse, si bien siempre de un
modo especial. Estos espacios, auténticas bisagras entre el plano humano y el
reino oculto, asociados a restos arqueológicos, serán ideales para la creencia
en la manifestación de la caterva de seres que pueblan el plano intermedio. De
esta forma, la relación entre los vestigios arqueológicos y los cuentos de
hadas, por ejemplo, será habitual y notoria. De ahí su valor espiritual y simbólico.
El
hecho religioso, generalmente cristiano, ha negado la dimensión espiritual del
mundo de la naturaleza, y aunque el mundo es creación, no deja de ser un lugar
desencantado. Además, cuando la religión pone su atención no tanto en la
trascendencia como en la inmanencia, acaba por orientarse hacia un panteísmo
inmanentista, que sugiere un pacto con las fuerzas naturales para propiciar
salud o bienes de la existencia material. La religión debe, por supuesto,
reconocer la trascendencia como fuente y destino de la manifestación, pero al
tiempo reconocer también el anima mundi
como una dimensión espiritual de tal manifestación.
Como
es bien sabido, la modernidad no se detiene en considerar un atisbo de
trascendencia, negando, asimismo, la dimensión espiritual del plano natural. No
obstante su concepción materialista de la realidad, no impedirá el surgimiento
(o resurgimiento “encantado”) de cuentos, mitos y leyendas en el sensible
entorno del romanticismo, configurándose reelaboraciones realizadas desde las
narraciones populares de tradición oral.
Un
aspecto destacable es, por demás, la fascinación que semejante reino escondido,
y sus habitantes, ha venido despertando, sirviendo de nutriente e inspiración
de corrientes estilísticas, tanto de las artes plásticas, como de la música o
la literatura. Por mencionar unos pocos casos, la pintura prerrafaelita, la
poesía de William B. Yeats, las obras de J.R.R. Tolkien, o la música de
Waterboys o de la muy célebre Enya. Dicho
de un modo abierto y claro: los mitos y las leyendas del intermedio mundo
escondido animan parte de la producción cultural de un mundo contemporáneo que,
a la postre, quiere observar algún resquicio para alejarse de las poderosas
seducciones de la modernidad.
Un
reencuentro con el mundo natural no ha de ser únicamente en clave ecologista,
sino aquel de la mirada, digamos tradicional y pagana, en el que se vuelva a otear
un mundo nuevamente encantado, entendido como un lugar a la par maravilloso y
peligroso, pero dotado de misterio y de sentido.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-AEEAO-UFM, febrero, 2022.
1 de febrero de 2022
Qijia: una cultura china de la Edad del Bronce
Esta
cultura de la Edad del bronce, fechable entre 2200 y 1650 a.e.c. se desarrolló
en la región de Gansu y del Qinhai oriental, teniendo como epicentro la
localidad de Lanzhou. El nombre, otorgado en 1923, procede de las tuinas de los
sitios Qi Jia Ping[1].
La cultura que la precedió en la zona fue la cultura Majiayao, caracterizada
asimismo por el trabajo metalúrgico. En consecuencia, Qijia es la sucesora de
Majiayao en el Gansu oriental y central, así como en el Qinhai oriental.
Si
bien en un principio se creyó que Qijia fue la primera cultura neolítica del
Gansu, lo cierto es que posteriores excavaciones han demostrado que parte de la
cultura Qijia no fue más que una sucesora de la occidental cultura de Yangshao,
al mismo tiempo que ciertas fases posteriores de la cultura de Longshan del
área en la que se distribuyó la cultura Qijia existieron con la influyente
presencia de la cultura Andronovo.
La
cultura Machang, floreciente entre 2500 y 2000 a.e.c. a lo largo del río
Amarillo, y que fue una consecuencia de la cultura Banshan era, en parte,
contemporánea de la cultura Qijia. Aunque eran bastante diferentes, hubo un
intercambio cultural entre ambas. Se puede añadir, además, que determinados
estudiosos consideran la cultura Machang como una fase de la cultura Majiayao,
más extensa y que, en consecuencia, también Qijia deriva de la cultura Machang.
Se
trata de una cultura sedentaria, fundamentada en la agricultura y la cría de
cerdos, empleados en los sacrificios. Los habitantes pertenecientes a esta
cultura domesticaron caballos y fueron capaces de practicar la adivinación
oracular. Sus hachas y cuchillos metálicos parecen apuntar a una cierta
interacción con poblaciones centro-asiáticas y siberianas, en especial con el
complejo cultural Seima-Turbino. Algunos de los más arcaicos espejos en cobre y
bronce hallados en contextos arqueológicos en China fueron confeccionados por
esta cultura.
Son
más de trescientos cincuenta los sitios relacionados con Qijia (unos pocos en
la Mongolia Interior y en la provincia de Ningxia), sobreimpuestos a los de
Majiayao, destacando Qinweijia, Lajia, Dahezhuang y Huangniangniangtai, en los
que han salido a la luz objetos de cobre, estaño y bronce, además de cerámica.
La cerámica, en buena parte pizas rojizas, fue hecha a mano. Aunque con sus
rasgos estilísticos propios, la cerámica muestra elementos comunes de la
cultura Majiayao y de la cultura Longshan de la región de Shaanxi.
Típico
de la cerámica Qijia son las jarras con cuello estrecho y dos asas verticales
curvas con un pico ensanchado. Algunas piezas aparecen pintadas con rombos o
modelos reticulados, en ocasiones con presencia de ranas estilizadas.
Las
gentes Qijia se asentaban en pequeños poblados de casas rectangulares
construidas a nivel del suelo, con presencia de cementerios adyacentes. Los
hogares, redondos o cuadrados, podían estar en el interior o el exterior de las
viviendas. Los techos estaban soportados por pilares. Los fallecidos se
inhumaban en tumbas individuales, acompañados de bienes funerarios en la forma
de herramientas hechas en hueso o de piedra, mandíbulas de cerdos, vasijas
cerámicas y huesos oraculares. En estos cementerios se hallaron evidencias
de rocas y sacrificios de animales
dispuestos en círculo.
Las
herramientas propias de la cultura Qijia fueron realizadas básicamente de
piedra y hueso. Es el caso de utensilios de comer en forma de cuchara o
cuchillos. Parece posible, aunque no es seguro, que la cultura Qijia haya sido
el origen del procesamiento del cobre en la zona de Gansu. Alrededor de cincuenta
artefactos de cobre fueron encontrados en cuatro sitios, incluyendo punzones, cuchillos,
hachas y cinceles, así como joyas (anillos y pendientes). Los objetos eran
forjados o fundidos en moldes, y el cobre era ocasionalmente aleado con plomo o
estaño. Las excavaciones realizadas en el sitio de Huoshaogou, perteneciente a una
cultura sucesora de Qijia, sacaron a la luz gran cantidad de objetos de cobre. Incluso
la cultura Erlitou pudo haber adoptado la técnica de procesamiento de cobre de
la cultura Qijia, desarrollándola más.
El
cementerio cultural en Mogou (condado de Lintan, Gansu) y perteneciente a la
cultura Qijia, fue excavado desde 2008. Se han encontrado allí más de mil
tumbas. El área fue habitada durante la primera mitad del segundo milenio a.e.c.,
encontrándose gran cantidad de objetos funerarios, del tipo adornos
y utensilios de hueso, conchas, objetos metálicos y vasijas de cerámica.
Hasta
la fecha actual, este lugar representa el mayor hallazgo acumulado de objetos
de cobre y bronce atribuibles a la cultura Qijia. Los hallazgos son
principalmente cuchillos y adornos como pendientes, cuentas y botones. Algunos
tipos específicos de objetos, caso de torques y brazaletes, no se habían
encontraron anteriormente. Unos pocos artículos fueron fabricados por fundición
y por forja en caliente. También fueron excavados recientemente en el
cementerio de Mogou un par de fragmentos de hierro. Se han
fechado en el siglo XIV a.e.c.
Las
ofrendas funerarias de la cultura Qijia incluyen magníficos ejemplos de
cerámica y ornamentos personales. Los arreglos de los ajuares de los entierros
y sus características asociadas dicen mucho acerca de las creencias religiosas,
aunque los mismos todavía no se han estudiado a fondo. Los enterramientos deben
proporcionar información fiable sobre la vida social y política de esta cultura.
En
las últimas fases de la cultura, Qijia se desplazó desde el oeste y vio reducida
su población. Es probable, a decir de algunos estudiosos que la cultura Siwa sea
la descendiente directa de la cultura Qijia. Incluso, también se piensa que la
cultura Kayue se desarrollaría a partir de la sección occidental de la cultura
Qijia.
En
agosto del 2015, los arqueólogos descubrieron en Lajia evidencias de un
desastre que se remonta a la Edad de Bronce en la provincia de Qinghai. Los
investigadores opinan que un terremoto y las subsiguientes inundaciones del río
Amarillo asolaron la ciudad. Hay restos petrificados de personas (una mujer y tal
vez su hijo abrazándose[2]),
así como de otras acurrucadas para intentar sobrevivir al desastre.
Factores
sociales y ambientales pudieron haber contribuido al desarrollo de un conflicto
durante la Edad de Bronce temprana en el noroeste de China. Esta conclusión
deriva del análisis de ciertos traumas violentos en restos esqueléticos humanos
del cementerio Qijia. La cultura Qijia tuvo su desarrollo durante un dramático
período de cambio social, tecnológico, ambiental y social. La evaluación
osteológica de más de trescientos individuos, adultos y no adultos, del sitio de
Mogou, ha demostrado la presencia de lesiones que indican violencia, incluido
traumatismos por objetos contundentes o punzantes.
Se
encontraron lesiones violentas en varios individuos, sobre todo hombres
adultos. No obstante, no se halló evidencia de trauma en niños. Se encontró
traumatismo craneal en ciertos individuos adultos. Esta letalidad, además del
hecho de que los individuos con trauma eran predominantemente hombres, sugiere una
violencia intergrupal, del tipo peleas, asaltos o guerras. Tanto factores
sociales como ambientales pudieron haber contribuido a este conflicto, aunque
se necesitan datos arqueológicos y paleoambientales sistemáticos para
desenmarañar los numerosos factores causales potenciales.
Bibliografía esencial
An,
Zhimin, "The Bronze Age in eastern parts of Central Asia", en Dani,
A.H. & Masson, V.M. (Eds.). History
of Civilizations of Central Asia, Vol.1. The Dawn of Civilization: Earliest Times to 700 B.C., UNESCO, 1992,
pp. 308-325.
Chen,
Honghai, "The Qijia culture in the upper Yellow River valley", en
Underhill, A.P. (Ed.). A Companion to
Chinese Archaeology, Blackwell ed., 2013, pp. 105-124.
Kunlong
Chen & Xu Jianwei & Chen Kunlong, “Recent Research on Early Bronze
Metallurgy in Northwest China”, en Paul J. (Ed.), Scientific Research on Ancient Asian Metallurgy, Freer Gallery of
Arts, Washington,
2012, pp. 37-46.
Chen,
Jianli & Mao, Ruilin & Wang, Hui & Chen, Honghai & Xie, Yan
& Qian, Yaopeng, “The iron objects unearthed from tombs of the Siwa culture
in Mogou, Gansu, and the origin of iron-making technology in China”, Wenwu, nº 8, 2012, pp. 45-53 (en chino).
Loewe,
M. & Shaughnessy, E.L. (Edts.), The
Cambridge History of Ancient China: From the Origins of Civilization to 221 BC.,
Cambridge University Press, Cambridge, 1999.
Chang,
Kwang-chih, The Archaeology of Ancient
China, Yale University Press, 1987.
Liu,
Li, The Chinese Neolithic: Trajectories
to Early States, Cambridge University Press, Cambridge, 2004.
[1] En 2008, el Instituto Provincial de Reliquias Culturales y Arqueología de Gansu
encargó a Shaanxi Longteng Exploration
que perforara sistemáticamente el sitio Qijiaping. Se encontraron reliquias culturales (casas, estufas, hornos
cerámicos, tumbas), unos restos que se
consideraron ruinas pertenecientes a la cultura Qijia. Además de las tumbas
encontradas, había sitios de casas relativamente concentrados, hornos y fosas
de ceniza, además de acequias esporádicas. Unos años después, en 2013, Chen Yue
escribió su tesis doctoral centrada en el sitio. En ella discutió las etapas y
los orígenes de la cultura Qijia. La tesis se basa en el análisis de la
cerámica. Divide el sitio Qijiaping en tres períodos, mientras que la cultura
Qijia se parcela en cuatro etapas. Los períodos Qijiaping del uno al tres
pertenecen a la segunda, tercera y cuarta etapas de la cultura Qijia,
respectivamente. El cementerio Qijiaping debe pertenecer al último período Qijia.
La tesis de Chen Xiao también señaló que, a partir de la segunda fase de la
cultura Qijia, el centro de distribución de la cultura comenzó a cambiar hacia
la cuenca del río Tao. Chen
Xiao analizó en detalle, finalmente, más de cien tumbas Qijiaping excavadas.
Dividió la cerámica de Qijiaping en tres grupos, A, B y C, coexistiendo los
tres. El grupo A es el cuerpo principal, y los grupos B y C apenas se ven, o
rara vez, en otros sitios culturales Qijia. La tumba individual Qijiaping (M20)
coexiste con la cerámica de la cultura Siwa, similar al descubrimiento del
sitio Mogou, lo que demuestra que la cultura Qijia tardía y la cultura Siwa
temprana de la cuenca Taohe se superponen, al menos, parcialmente
[2] Los resultados de ADN han
indicado, no obstante, que los restos esqueléticos de un adulto y un niño
encontrados encerrados en una suerte de abrazo a fines del Neolítico o
principios de la Edad del Bronce en Lajia no son, de hecho, madre e hijo.