19 de junio de 2023

Gladiadores: ritual y espectáculo




Imágenes, de arriba hacia abajo: mosaico de los gladiadores, hallado en Cruciniacum, Renania, Alemania, en donde se observan trece escenas de combate entre gladiadores, animales y gladiadores con animales. Ha sido datado en el siglo III; mosaico romano, también del siglo III, con dos escenas. En la escena inferior se representa el inicio del combate entre el secutor Astyanax y el reciario Kalendio. El lanista o maestro de los gladiadores les exhorta a combatir. En la escena de la parte superior se muestra al vencedor Astyanax en actitud de asestar el golpe mortal con la espada al vencido que está en el suelo. Hoy en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid; y el llamado mosaico de los gladiadores de Villa Borghese, en Roma, compuesto por cinco grandes mosaicos con gladiadores y venatores además de otro par más pequeños. Datan de la primera mitad del siglo IV. El mosaico representa una narración única de munera (lucha entre gladiadores) y venationes (combate entre un gladiador y animales). En el de la imagen se observa a un reciario atacando a su oponente, un secutor, con una daga.

La acción de los gladiadores inició su periplo en el marco de las honras fúnebres debidas a una personalidad prestigiosa. Los combates de gladiadores fueron introducidos en Roma, según Tito Livio, en 264 a.e.c., de la mano de dos hermanos, ambos cónsules, Décimo Junio Pera y Marco Junio Pera, encargados de conceder en el Foro Boario el primer munus gladiatorium en los funerales de su padre, de nombre Junio Bruto Pera, quien había desempeñado también la magistratura consular a principios del siglo III a.e.c. En consecuencia, los envites improvisados de gladiadores solamente se llevaban a cabo, en principio, en juegos fúnebres públicos.

En el siglo I a.e.c. tales combates se convirtieron en espectáculos organizados y reglamentados que se celebraban en edificaciones específicas para ellos, los anfiteatros. El gladiador, cuyo nombre procede de la espada, gladius, era un profesional que se dedicaba a luchar contra otra persona o con algún animal en juegos públicos. Se escogían entre los asesinos condenados a morir, los esclavos y los prisioneros de guerra, si bien hubo algunos hombres libres (los auctorati) que se desempeñaron en tal menester. El desempeño de esta labor podía ser un medio de libertad para el esclavo, un modo de redención de la honorabilidad perdida en la derrota para aquellos prisioneros de guerra y una forma de aplazar la ejecución para los condenados a muerte.

Los gladiadores eran profesionales que daban espectáculo a partir de un adiestramiento técnico, físico, psicológico y moral, sin dejar espacio a la improvisación, en tanto que debían aprender variadas estrategias. Estaban agrupados en equipos, la familia gladiatoria, y se encontraban al servicio del lanista, viviendo todos en el ludus, la escuela en la que aprendían técnicas de combate practicando con espadas de madera. Los lances de cada enfrentamiento así como los sistemas de combate eran muy variados. Estos gladiadores se alquilaban o se vendían, de forma que los lanistas eran a la vez maestros y empresarios.

Muchas fueron las armas empleadas por los gladiadores, que diferían de las de los legionarios romanos. Se destacan, como armas defensivas, el casco, de diversos modelos en función de los diferentes tipos de combate y por la necesidad de provocar un efecto teatral, el escudo, oval, circular o cuadrado, y los brazaletes, hechos en bronce. Entre las armas ofensivas la fundamental era el gladius o espada corta. El pecho quedaba al descubierto.

Había distintos tipos, categorías o clases de gladiadores, dependiendo de sus armas y del modo en que combatían. Algunos textos epigráficos y literarios mencionan tipos minoritarios, y antiguos, de gladiadores. Es el caso de los Provocatores, que acostumbraban abrir los espectáculos, combatiendo con escudo rectangular, protector del brazo derecho, espada, casco con doble visera y un protector pectoral llamado cardiophylax; de Essedari, combatientes subidos en un carro, en imitación de las maniobras que realizaban los guerreros bretones; de los Equites o caballeros, que hacían lo propio montados a caballo, llevando los brazos envueltos en correas, grebas, espada larga, escudo circular y casco con visera cerrada; de Dymachaeri, que peleaban con dos espadas a la vez, género de combate que fue característicos de fines del imperio; y de los Hoplómacos, provistos de una armadura completa: grebas metálicas, coraza, manica (un protector para hombro y brazo diestro), escudo circular semejante al de los hoplitas de la infantería griega, y casco con visera.

Los gladiadores más populares fueron sin embargo, los Samnitas, Tracios, Secutores, Reciarios y Mirmillones. Los samnitas, primer tipo de gladiador que aparece, portaban un escudo oblongo, una greba en la pierna izquierda, brazal de metal o de cuero que cubría parte del hombro y brazo derecho, espada corta y casco con visera, cresta y cimera con plumas. Los tracios (a partir de los guerreros griegos de esa región), peleaban con una espada corta con hoja algo curva, y llevaban grebas en las dos piernas, manica, faldilla corta con cinturón bastante ancho, escudo circular (parmula) y casco con creta alta, visor y una pluma lateral. Los secutores, esto es, los que persiguen, luchaban con espada corta, escudo rectangular, protecciones en el brazo y pierna derecha, además de un casco liso. Por su parte, los reciarios combatían casi desnudos contra mirmillones y secutores. Llevaban únicamente una corta y ajustada túnica con un cinturón, con la cabeza al descubierto. Tenían el brazo izquierdo cubierto por un largo brazalete de metal, llamado galerus y, armados con un puñal y un tridente, utilizaban una red atada a una cuerda. Finalmente, los mirmillones solían luchar contra los reciarios, con cuya red querían pescar el pez que los mirmillones llevaban en la cimera de sus cascos como adorno (mirmillo). Se mostraban con faldilla corta y cinturón ancho, una armadura en la pierna izquierda y en el brazo derecho y un escudo rectangular curvo, como el de los legionarios.

En los juegos y espectáculos de gladiadores todo estaba pensado y planificado de un modo semejante a un ritual, ya que se hacían las cosas siguiendo un protocolo. Armados y engalanados con ornadas clámides salían a la arena rodeados de una comitiva, la pompa, encabezados por el editor. Daban la vuelta al anfiteatro y delante de la tribuna imperial saludaban. Posteriormente se hacía el sorteo de las parejas que iban a pelear para impedir amaños de luchas y se revisaban minuciosamente las armas. Aunque el combate gladiatorio se llevaba a cabo con espadas con filo, algunos de ellos eran incruentos, usándose armas sin filo ni punta (arma lusoria).

El fin del combate se producía cuando uno de los luchadores caía al suelo. El caído se dirigía al público asistente levantando un dedo de la mano izquierda solicitando clemencia. Si los espectadores pensaban que merecía ser perdonado bajaban el pulgar, en señal de que el vencedor debía arrojar a tierra su arma. Es posible también que se ocultase el pulgar, una indicación de que el vencedor del combate debía guardar la espada. Muy pocos gladiadores morían. La mayoría de las veces ocurría debido a las heridas en el combate, pues se mataba al herido para ahorrarle sufrimientos.

Si el perdedor debía morir, el pulgar se orientaba en una posición horizontal haciendo una serie de movimientos continuados hacia el cuerpo, que se ha interpretado que señalarían el cuello, la garganta, lugar en donde habría de clavarse la espada. En ese momento, el editor se dirigía hacia el vencedor y le ordenaba iugula. El oponente vencido, sin oponer resistencia, afrontaba su muerte con dignidad, pues saber morir con dignidad era tan esencial como combatir con agresividad y usando las técnicas adecuadas. El cadáver se arrastraba por la puerta libitina hasta el spoliarium, una dependencia del anfiteatro en donde se le quitaban las ropas y las armas. Únicamente durante el Bajo Imperio el emperador tenía el derecho de perdonar la vida o condenar a muerte al gladiador vencido.

El combatiente vencedor recibía una palma de la victoria (de donde surgió el vocablo palmarés), además de coronas con cintas. Ya en época imperial recibía dinero. Cuando se le entregaba como recompensa una espada de madera con punta roma, rudis, se le estaba autorizando a retirarse de la profesión gladiatoria.

Al principio, los combates de los gladiadores, aquellos en el marco de juegos fúnebres privados en honor a algún renombrado personaje, se celebraban en el foro de Roma. Posteriormente, a partir del siglo I a.e.c., surgieron los anfiteatros como edificaciones particulares para las luchas gladiatorias. El primero conocido es el de Pompeya, construido en 70 a.e.c. En ellos había un espacio llamado Nemeseion, lugar de culto especialmente dedicado a la diosa Némesis.

Los gladiadores, como profesionales, llegaron a cobrar grandes sumas de dinero. La oratio gladiatoria de Marco Aurelio y Cómodo, que data de 177, estableció tres categorías de gladiadores y cuatro tipos de anfiteatros. En los juegos más económicos el mejor de los gladiadores cobraba en torno a cinco mil sestercios, mientras que en los más grandes y caros, podían llegar a quince mil sestercios. Un hecho que no debe pasar desapercibido es que los gladiadores irradiaban cierto glamour, pues solían ser piezas codiciadas por las damas más pudientes.

Estos populares espectáculos gladiatorios fueron también criticados por su crueldad y violencia, como hicieron Séneca (Cartas a Lucilio) y Marcial (Epigramas) o incluso Tertuliano (De Spectaculis), en el siglo II, aunque este último ya desde un punto de vista específicamente cristiano.

Bibliografía básica

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Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, junio, 2023.

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