TEXTOS
Julio López Saco
“1. El principio de los seres es indefinido... y las cosas perecen en lo mismo que les dio el ser, según la necesidad. Y es que se dan mutuamente justa retribución por su injusticia, según la disposición del tiempo.
2. Es eterno y nunca envejece
3. Es inmortal e indestructible
(...)
5. Semejante a una columna de piedra (es la tierra).
6. Que lo abarca todo y todo lo gobierna.”
Bernabé, A. (trad. , introd. y notas), Filósofos Presocráticos, Altaya, Barcelona, 1995, p. 54 y ss.
TEXTOS
B. “ El curso es vacío que mana,
más su uso no alcanza plenitud.
Abismal,
diríase el antepasado de todos los seres.
Mella lo agudo, deslía lo enredado, templa lo luminoso,
se confunde con el polvo.
Profundo,
diríase perpetuo.
No sé de quien es hijo,
parece anterior al emperador.
El espíritu del valle no muere,
se dice de la hembra oscura.
La puerta de la hembra oscura
se dice de la raíz del cielo y de la tierra.
Infinitamente sutil, parece perpetua.
Se usa sin que se consuma”.
Lao zi ( Daodejing ), IV y VI, edic. Anne-Héléne Suárez, edit. Siruela, Madrid, 1998, pp. 37 y 41.
TEXTOS
“...El universo era una nebulosa caótica y embrionaria que tenía la forma de un gran huevo. Allí dormía apacible y tranquilo, un gigante llamado Pan Gu. Al cabo de dieciocho mil años, el gigante se despertó. Encolerizado porque en derredor suyo reinaban las tinieblas, sacudió sus brazos, vigorosos como el hierro, para separarlas (...). Las tinieblas y el caos se disiparon para siempre, pero Pan Gu agotó todas sus energías y murió extenuado poco más tarde (...). sin embargo, como hecho muy extraño, en el momento de su muerte, su cuerpo sufrió una metamorfosis repentina, dando origen a todo lo que nos rodea... su ojo izquierdo se transformó en un sol brillante, y, el derecho, en una hermosa luna; sus cabellos y la barba dieron origen a incontables estrellas. Sus cuatro extremidades y el tronco dieron principio a los cuatro puntos cardinales y a las cinco grandes montañas sagradas. De su sangre brotaron enormes y tumultuosos ríos y sus tendones se transmutaron en amplios caminos dispuestos en todas las direcciones...”.
Binjie, Ch., Relatos Mitológicos de la Antigua China, Miraguano edic., Madrid, 1992, pp. 7-9.
TEXTOS
“... Como en aquella época no existían barcos ni carros, los pueblos que estaban separados por las aguas, incapaces de salvarlas, no tenían la posibilidad de tener relaciones. Huang Di les enseñó a construir canoas con los troncos de los árboles y carruajes de dos ruedas (...). Huang Di también les ordenó a sus subalternos Cang Jie y Zi Ling que crearan la escritura y redactaran un tratado de música, respectivamente. (...). No se sabe en que época apareció de repente, en el Sur, un demonio llamado Chi You, quien luego se apoderó de esta región. Su fisonomía era horrenda: tenía rostro humano y cuerpo de animal, cuatro ojos, seis brazos y los pies eran parecidos a los cascos de un buey... al mando de sus cómplices ocupó el sur y estableció un gobierno despótico. Insaciable en su ambición, invadió al Norte. (...) Naturalmente, Huang Di no podía tolerar que continuase esta situación, de modo que se produjo un gran combate entre ambos (...). Con la muerte de Chi You, la gente volvió a vivir y trabajar en paz. Para celebrar la victoria, Huang Di realizó dos cosas: primero fundió un gran trípode de bronce... y en él grabó las diversas escenas de la batalla y, en particular, la cabeza decapitada de Chi You para advertir a las futuras generaciones que los hombres de una codicia insaciable y capaces de hacer cualquier fechoría, no tendrían un buen fin. Luego compuso la obra musical Melodía del gran tambor...”
Binjie, Ch., Relatos Mitológicos de la Antigua China, Miraguano edic., Madrid, 1992, pp. 7-9.
TEXTOS
“ 89 (96). También es singular esto, del espinazo de algunos cadáveres, una vez podrida la médula, nacen serpientes, si antes de morir se quita el hedor de la serpiente muerta. Lo encontramos por azar en un epigrama de Arquéalo, del que hicimos mención antes, el cual entre sus Maravillas también describe ésta, y afirma:
El largo tiempo a todo, unas cosas con otras, le pone su sello pues de la médula del cóncavo espinazo de un hombre nació una terrible serpiente, una vez podrido el vil cadáver, el cual de este prodigio toma un nuevo espíritu, arrastrando la naturaleza viva del muerto; y si esto es así, no es objeto de admiración el que naciera Cécrope, de doble naturaleza...”
Antígono de Caristo, en Gómez Espelosín, F.J., (trad. y notas), Paradoxógrafos Griegos. Rarezas y Maravillas, edit. Gredos, Madrid, 1996, p. 88.
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