Algunas referencias clásicas señalan que esta magistratura ya existía en tiempos de la monarquía, lo cual plantearía el serio problema de su surgimiento, quizá coexistente con los cónsules primigenios. En principio hubo dos quaestores urbani, que como representantes y auxiliares de los cónsules, tenían, en principio, poderes judiciales, sobre todo en crímenes de derecho común. Posteriormente, para cumplir esta finalidad específica surgirían los quaestores parricidi. En plena época republicana, su cometido casi único es el de la administración del tesoro público y la protección del archivo del estado, por lo que adoptan el nombre de quaestores aerarii. Los dos quaestores urbani se atribuirían, según la tradición, a los legendarios reyes Rómulo y Numa Pompilio. Al aumentar los negocios administrativos y producirse continuados conflictos bélicos, se crean, hacia 421 a.n.E, cuatro más, dos de los cuales se quedarían en la ciudad, y los otros dos en el seno del ejército. Dos de ellos se ponían al servicio de un cónsul (los cuestores consulares). Hacia 267 a.n.E. se nombran cuatro quaestores italici, llamados classici, con la misión de ayudar a los cónsules en la atención de las flotas de los puertos.
En principio, la cuestura fue una magistratura patricia, pero ante la amenaza de que un cónsul fuera plebeyo, se despojó a estos de la potestad de poder designar a los cuestores urbanos, que serían nombrados por los comicios centuriados. Los patricios buscaban que la administración del tesoro público estuviese siempre en sus manos, pero desde 421 a.n.E. (según Livio desde 409 a.n.E.), los plebeyos logran acceder a la cuestura urbana, lo que les abriría el camino hacia el Senado. La cuestura urbana es anual, y el titular, una vez finalizado el cargo, debe entregar las cuentas y el dinero a su sucesor. Con frecuencia, un año después de haber desempeñado el cargo, se enviaba al ex cuestor a una determinada provincia (quaestores provinciales), que acompañarían a los procónsules y propraetores. En condiciones extraordinarias se le prorrogaba el cargo a un cuestor urbano (proquaestor), si bien esta fue una medida pocas veces aplicada. Los cuestores se encargaban de recaudar los impuestos, administrar la hacienda y llevar la contabilidad, recibiendo los precios de los arrendamientos y el importe de las multas. Pagaban las soldadas militares y los diversos gastos de administración. Desde la cuestura se iniciaba el cursus honorum o carrera política.
En principio, la cuestura fue una magistratura patricia, pero ante la amenaza de que un cónsul fuera plebeyo, se despojó a estos de la potestad de poder designar a los cuestores urbanos, que serían nombrados por los comicios centuriados. Los patricios buscaban que la administración del tesoro público estuviese siempre en sus manos, pero desde 421 a.n.E. (según Livio desde 409 a.n.E.), los plebeyos logran acceder a la cuestura urbana, lo que les abriría el camino hacia el Senado. La cuestura urbana es anual, y el titular, una vez finalizado el cargo, debe entregar las cuentas y el dinero a su sucesor. Con frecuencia, un año después de haber desempeñado el cargo, se enviaba al ex cuestor a una determinada provincia (quaestores provinciales), que acompañarían a los procónsules y propraetores. En condiciones extraordinarias se le prorrogaba el cargo a un cuestor urbano (proquaestor), si bien esta fue una medida pocas veces aplicada. Los cuestores se encargaban de recaudar los impuestos, administrar la hacienda y llevar la contabilidad, recibiendo los precios de los arrendamientos y el importe de las multas. Pagaban las soldadas militares y los diversos gastos de administración. Desde la cuestura se iniciaba el cursus honorum o carrera política.
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Escuela de Letras, UCAB
Centro de Investigaciones Filosóficas y Humanísticas, UCAB
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