IMÁGENES: ARRIBA, LAS MOIRAS Y LOS GIGANTES, ALTAR DE PÉRGAMO, BERLÍN; ABAJO, UN LÉCITO DE FONDO BLANCO CON UNA MUSA EN EL MONTE HELICÓN. QUIZÁ ES CALÍOPE. SE ATRIBUYE AL PINTOR DE AQUILES, 445 A.N.E.
Las Horas, hijas de Zeus y de la titánide Temis, son
las tres deidades que se encargaban de regular los procesos recurrentes del
nacimiento, el crecimiento y la muerte, vinculados con el ciclo agrario y las
estaciones. Por ese motivo se consideraban las representantes del espíritu
divino de la vegetación. Llamadas en Atenas Thallo o florecimiento, Auxo o
crecimiento y Karpo o cosecha, solían aparecer asociadas al cortejo de Dioniso,
dios vinculado con la tierra y la producción agrícola, aunque también como
hijas de Temis se las denominaba Eunomía, Eirene y Dike, Norma o Disciplina
adecuada, Paz y Justicia, respectivamente, aludiendo, de tal modo, a valores
socio-políticos inherentes al orden de la polis. Las Horas pueden también
acompañar las canciones de las Musas y el tañido de la lira de Apolo. Las
Moiras (porción y, por ende, las que reparten), también llamadas Parcas (tria
Fata en latín) y, del mismo modo, hijas de Zeus y Temis, son tres
personificaciones del destino individual, de la suerte vital de los seres
humanos. Sus nombres son Cloto, es decir, hilandera, porque hilaba la hebra de vida desde su
rueca hasta su huso. Su equivalente romana era Nona, originalmente una diosa
invocada en el noveno mes de gestación; Átropos, lo que no gira , figurativamente algo
inevitable; es quien cortaba el hilo de la vida. Elegía la forma en la que
moría cada persona y equivalía a la propia morta romana y;
Láquesis, la que echa
a suertes, es la encargada de medir el hilo de la vida de cada persona con su
vara de medir. Su equivalente romana era décima. Todas ellas, asociadas a una rueca con
hilos, se encargaban de regular la duración de la vida desde
el momento del nacimiento hasta el fallecimiento. Las Musas, cantoras divinas, son
las nueve hijas de Zeus y Mnemósine. Son las nueve mujeres que presidían las
artes y el pensamiento y sus manifestaciones en cualquiera de sus formas: desde
la elocuencia, la sabiduría y la historia, hasta la persuasión la astronomía y
las matemáticas. Dependían del dios Apolo, pero como acompañantes de los
gobernantes propiciaban que éstos hablasen adecuadamente y buscasen restablecer
la paz tras los conflictos. Según el historiador
griego Pausanias las musas fueron, al principio, únicamente tres: Aedea, el
canto, la voz, Meletea, la meditación y Mnemea, es decir, la memoria. Juntas
representaban las precondiciones del arte poético en la práctica del culto
religioso. Con posterioridad, las musas
clásicas son las siguientes: Calíope, la musa de la poesía heroica, mostrada
meditativa y con una corona de laurel, un estilete y una tablilla; Erato, la
musa de la poesía lírica, que portaba una corona de mirto y rosas, y sostenía
un laúd o una flecha; Melpómene, musa de la tragedia, representada con máscara;
Talía, la de la comedia, también representada con máscara, pero cómica; Clío,
la musa de la historia, que solía llevar un libro y una trompeta; Polimnia, la
de la retórica, mostrada con un cetro; Terpsícore, la musa de la danza,
ataviada con guirnaldas de flores y con una lira en sus manos; Euterpe, la musa
de la música, que llevaba una flauta; y Urania, musa de la astronomía,
representada con una vara y un globo terráqueo. Para los neo pitagóricos, las
musas eran también las garantes de la inmortalidad.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Ciencias Sociales, UCV. Escuela de Historia
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