IMÁGENES: ARRIBA, UN DENARIO DE ÉPOCA DEL EMPERADOR GALBA; ABAJO, UN SESTERCIO EN BRONCE DE ÉPOCA DE TITO, CON EL COLISEO EN SU REVERSO. (LA PRIMERA ES UNA CORTESÍA DE www.tesorillo.com).
Fue Julio César quien primero usó
la imaginaría en las monedas en su beneficio como recurso propagandístico. Sin
embargo, fue Augusto quien reformó las denominaciones de las más pequeñas
monedas y creó un nuevo sistema que sería el fundamento de la acuñación monería
romana durante tres siglos. Las monedas de plata inferiores al denario fueron
reemplazadas en 23 a.n.E. por el sestercio y el dupondio de latón (aleación de
cobre y zinc) y oricalco, mientras que el as era acuñado en cobre o bronce. El
denario argénteo siguió como hasta entonces, mientras que los aureii de oro correspondían a 25
denarios cada uno. Algunos núcleos, como Lugdunum y Lyon en la Galia, o
Antioquía, Cesarea y Alejandría, en el Cercano Oriente y Egipto, además de
otros, emitían moneda de modo autónomo, aunque de forma esporádica. La
proliferación de acuñaciones monetarias se agudizó con los Severos; gran número
de ciudades emitían sus propias monedas, si bien eran todas ellas convertibles
a los valores romanos.
Diversos problemas financieros de
los emperadores, sobre todo los Severos, así como la falta de metales con los
que acuñar moneda, dieron como resultado una serie de medidas por medio de las
cuales se redujo el contenido de metal precioso en la amonedación, sobre todo
de la plata. El Antoniniano, sin ir más lejos, producido por Septimio Severo y
Caracalla equivalía a dos denarios, cuando en realidad no llegaba ni a la mitad
de uno. Las monedas de plata vieron reducido el porcentaje de ese metal de
cincuenta a solo dos por ciento. La moneda falsa fue muy común. Ciertos
profesionales, llamados nummularii,
eran los encargados de analizar las monedas bajo sospecha. Con las invasiones
bárbaras la proliferación de monedas falsas fue mucho mayor y su control mucho
más difícil. Desde la época de Aurealiano en adelante, las monedas fueron
estampadas señalando el contenido de metal. Diocleciano hizo una reforma para
garantizar el contenido de oro del áureo (luego el sólido, que sobrevivió al
fin del imperio), y acuñó una nueva moneda de plata con algo de bronce,
conocida como nummus. Además, los
diseños y leyendas se homogeneizaron.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
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