29 de noviembre de 2016

La Guerra del Peloponeso (431-404 a.e.c.): ¿una “guerra civil” en la antigüedad? (II)


Combate de hoplitas en una hidria ática de figuras negras, datada entre 560 y 550 a.e.c. Hoy se encuentra en el Louvre.

En la denominada guerra arquidámica, el rey espartano Arquídamo II llevó a cabo una primera invasión del Ática. Se distinguen en ella dos períodos, el del mandato de Pericles (431-429) y el de la peste y los sucesores de Pericles (429-421). Aunque se esperaría el comienzo de las hostilidades por ambas partes, lo cierto es que surgió de forma inesperada por parte de los beocios, quienes no pertenecían, en apariencia, a ningún bando, si bien estaban del lado de los espartanos y, en especial, apoyaban a los corintios.
En 431 los tebanos atacaron Platea, aliada de Atenas desde el siglo VI a.e.c., momento desde el cual se resistía a pertenecen al koinon beocio. A pesar de la amenaza, los platenses masacraron a sus invasores. Todo ello provocó los preparativos de guerra.
El ejército lacedemonio al mando del rey Arquídamo invadió un Ática despoblada. Arrasaron los campos cultivados y destruyeron vides y olivos, pero no consiguieron provocar la salida de los hoplitas atenienses a campo abierto para una batalla campal. Por el contrario, la respuesta de Atenas, decidida por Pericles, fue la sorpresiva invasión de las costas  de Acarnania, Élide y Mesenia con la escuadra naval al mando de Demóstenes. Con esta acción, Atenas integra la isla de Cefalonia en la alianza ateniense y alcanzar la costa de Argólida (Epidauro, Trezen), así como la costa Laconia.
Una causa inesperada fue la que obligó, en 430 a.e.c. a los peloponesios a abandonar el Ática, la peste. En los siguientes años, la enfermedad acabó con un tercio de la población ateniense. La pérdida del propio Pericles a causa de la peste (con el consabido vacío de gobierno y la lucha por el mismo entre los demagogos Nicias y Cleón), así como el debilitamiento de Atenas, fueron causas decisivas que cambiarían la suerte de Atenas en la guerra. Nicias, de familia acomodada, buscaba alcanzar la paz con Esparta lo más pronto posible, de modo que su política iba dirigida no a continuar las disensiones sino a pactar y negociar con los adversarios; Cleón, por su parte, no era un aristócrata, pero sí más enérgico y tenaz que Nicias. Creía en el triunfo de Atenas y, por tanto, en mantener el conflicto, esperando la victoria final. La asamblea ateniense acabaría confiando el poder a Nicias, que firmaría una frágil paz con Esparta.
La serie de acontecimientos que siguieron no han dejado de ser difíciles de explicar en varios casos. Los espartanos, incitados por los tebanos atacaron Platea. Tras un año de asedio Platea fue arrasada y su territorio se convirtió en propiedad de Esparta, para ser  cedido en arriendo a Tebas. La crueldad mostrada por Esparta es, generalmente, achacada a las exigencias tebanas. Mientras, se produce el abandono de Atenas, quizá motivado por la peste, o también, como consecuencia de la sublevación de Mitilene, en la isla de Lesbos, propiciada por los oligarcas.
La sublevación de Mitilene fue seguida por otras polis, con la excepción de Metimna, que fue la encargada de avisar a Atenas de la secesión. El contingente militar ateniense asedió la isla y obligaron a la capitulación, en 427 a.e.c. a las autoridades mitilenias. Se decretó la muerte de todos los mitilenios adultos así como la esclavitud para las mujeres y los infantes. Sin embargo, se revocaría el terrible decreto. Únicamente las tierras acabaron siendo repartidas a los clerucos atenienses.
Otro hecho relevante ocurrió en 427 a.e.c., cuando estalló la guerra civil en Córcira, entre los oligarcas, vinculados a Corinto y partidarios de la Liga del Peloponeso, y el Demos, partidario de la alianza ateniense, un conflicto local que se tornó contienda entre espartanos y atenienses. La fuerza naval ateniense, al mando de Eurimedonte, logró imponerse, si bien se cruzaron de brazos y no impidieron las matanzas que siguieron tras la derrota de los oligarcas corcirenses.
Por otra parte, ese mismo año la ciudad de Siracusa intentó aumentar su expansionismo en la costa este de la isla, en perjuicio de las ciudades calcídicas, y chocando sus intereses con localidades como Camarina, Locros o Regio. Siracusa tuvo el apoyo de las ciudades de origen dorio, caso de Gela, Hímera y Selinunte, que simpatizaban con la confederación espartana. Ante esta situación, Leontinos solicitó ayuda a Atenas, que envió un pequeño contingente militar a la isla. Sin embargo, la verdadera misión ateniense fue de carácter propagandístico, pues su presencia allí permitiría que Atenas se autoproclamase defensora de la libertad de las poleis griegas de occidente frente a la propaganda espartana, que deseaba ejercer de paladín de las ciudades del Mediterráneo oriental. Además, dificultaría el envío de suministros, en forma de cereal, hacia el Peloponeso. No obstante se produjeron victorias militares atenienses, pues Demóstenes triunfaría en Olpas y Ambracia.
Un nuevo episodio fue el que protagonizaron los estrategas Eurimedonte, Sófocles y Demóstenes cuando fueron enviados a Córcira, Demóstenes desembarcó en la bahía de Pilo, en Mesenia, donde estableció un puesto fortificado. Tal vez esto respondiese a un plan preconcebido, pues desde esta estratégica posición podía contactar con los hilotas de Mesenia, apoyar una sublevación, siempre temida por el estado espartano, y hasta amenazar con una invasión. Los espartanos enviaron un destacamento a la isla de Esfactería, ubicada al sur de Pilo, pero la flota ateniense bloqueó la bahía, cercando así el destacadamente lacedemonio. La inquietud espartana propició el envío de una embajada a Atenas para negociar la paz. La propuesta espartana consistía en el desbloqueo a cambio de una paz entre Esparta y Atenas. No fue aceptada y, por tanto, los atenienses se aprestaron  a reducir a los lacedemonios sitiados en Pilo. La victoria ateniense conllevó, incluso, la toma de prisioneros de guerra, entre los cuales había espartiatas de las principales familias lacedemonias, La victoria fue aprovechada también para aumentar el tributo de los aliados (llamado ahora la tasación de Cleón).
Con todos estos éxitos, los atenienses olvidaron el acertado programa de Pericles de mantener una línea defensiva frente a Esparta. Si bien Nicias triunfó en Cinunia y Citera, el ejército ateniense fue derrotado en Delión, una derrota cuyos efectos psicológicos serían relevantes. El general espartana Brásidas se convirtió ahora en un rival de cuidado. El general y su ejército logran conquistar las ciudades de Acanto, Estagira y Anfípolis, en la Calcídica. Otras ciudades se aliaron al bando espartano. En su empeño por recuperar las posiciones perdidas, el propio Cleón fue derrotado por Brásidas en Anfípolis, batalla en la que ambos perdieron la vida.
Los sucesores de ambos generales muertos en Anfípolis, Pleistoanacte, rey de Esparta e hijo de Pausanias, por una parte, y Nicias, por la otra, decidieron firmar un tratado de paz, aprovechando las circunstancias de ambos bandos. Atenas se encontraba bastante agotada por la peste y el propio esfuerzo bélico; además contaba con un debilitamiento económico sustancial que incluía la pérdida de cosechas y una agricultura ruinosa. Los espartanos, por su parte, además del desgaste, sufrían una crisis demográfica que implicaba la disminución de hoplitas, y la siempre latente posibilidad de una rebelión hilota.
El tratado se centraba en tres aspectos cruciales. El primero decidía la certeza de poder acceder y sacrificar libremente en los santuarios panhelénicos. En particular Delfos obtuvo un trato de privilegio, pues tendría autonomía judicial, legislativa. El segundo regulaba la devolución de ciudades, territorios y prisioneros de uno y otro bando[1]; en tanto que el tercero establecía que el tratado de paz tendría una duración de cincuenta años.
Algunos aliados de Esparta no estuvieron conformes con el pacto, caso de los corintios, eleos, megarenses y beocios, que entendían que sus intereses no eran contemplados al negociar la paz. En tal sentido, se negaron a prestar el solemne juramento al tratado. Entendiéndose perjudicados, conformaron por sí mismos un tercer bloque, en el seno del cual los corintios acordaron con Argos una coalición que se presentaba como tercera fuerza frente a las dos potencias. Ello motivaría qué Esparta y Atenas concertaran una alianza defensiva entre sí por una duración de cincuenta años.
En el fondo, la paz no parecía satisfacer a nadie. Existía un panorama de incertidumbre y confusión en el ámbito político griego. Ante la compleja situación, cada potencia concertaba alianzas por su cuenta. Así, por ejemplo, Corinto, Argos, Mantinea, Elide, así como algunas ciudades calcídicas que no deseaban volver a la Liga ateniense, firmaron una coalición propia. Tal compleja situación sería aprovechada por un político ateniense de nombre Alcibíades.
Sobrino de Pericles por línea materna, Alcibíades ha sido caracterizado por su ambición sin límites y una completa carencia de ética y escrúpulos. Elegido estratega en 420 consiguió, gracias a sus persuasivas artes, que Atenas firmase un pacto defensivo con Argos, Mantinea y Élide, denominado Cuádruple alianza. Su actitud anti-espartana, así como su enemistad con Nicias, pudieron ser factores cruciales que le llevaron a arrastrar a Atenas hacia una política abusiva en contra de Esparta, de fatales consecuencias.
En 419 a.e.c. Argos atacó a Epidauro, una aliada de Esparta, que se apresuró a enviar refuerzos e invadir Argólida. En cumplimiento de su alianza defensiva, Elide, Mantinea y Atenas, como respuesta, se introdujeron en la llanura de Arcadia, aliada de Esparta. El rey espartano Agis, les salió al paso en Mantinea y les propició una severa derrota a los miembros de la cuádruple alianza. En consecuencia de la victoria de Mantinea, Esparta recuperó su hegemonía sobre la Liga del Peloponeso, y firmó un tratado con Argos, el rey  II de Macedonia y las ciudades calcídicas. Los efectos en Atenas los pagó Hipérbolo con su ostracismo en 417 a.e.c.
Melos, gracias a la paz de Nicias era neutral y no pagaba tributo a Atenas. Melos y Thera se negaban, como antiguas colonias espartanas, a entrar bajo la influencia ateniense, manteniendo su neutralidad ante la liga marítima. Pero después del fracaso de Mantinea, Alcibíades estableció como nuevo objetivo imponer el imperialismo ateniense en el Egeo. Para ello, y como excusa perfecta, se acusó a los melios de traición y se les obligó a entrar abiertamente en conflicto. Finalmente, Melos fue asediada y conquistada en 415. Los melios fueron obligados a capitular ante los atenienses  Los hombres fueron ejecutados mientras que las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR.



[1] Atenas restituía Pilo y la isla de Citera a Esparta, además de Corifasion, Metana y Pteleon, entre otros lugares. A su vez, los espartanos entregaban a los atenienses Panactón, en Beocia y Anfípolis en Tracia.

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