IMÁGENES: ARRIBA, UN RELIEVE DEL SANTUARIO DE JONSU CON RAMESES III EN ACTITUD DE OFRENDAR, KARNAK; ABAJO, UN FRAGMENTO DE UNA ESTATUA DE AMÓN EN KARNAK.
La religión
egipcia de este momento histórico se caracteriza por un cisma entre las esferas
religiosas oficiales y las populares. La religión oficial se encierra
cada
vez más en un formalismo ritualista con un marcado énfasis en el secretismo, en
tanto que la religiosidad popular se desentiende de los dioses oficiales y del
clero para buscar refugio, individual e íntimo, en diversas fórmulas religiosas
que les pudieran consolar ante las penalidades de la vida diaria. Esta actitud
condujo al crecimiento de las actividades propias de la magia. Es en esta época
cuando se generalizan semidioses y genios como Bes o Tueris, protectores de la
maternidad y la infancia, así como las técnicas de momificación. En Alejandría,
por su parte, se empezó a favorecer el culto de una divinidad mixta muy famosa,
Serapis, una forma de Osiris-Apis bajo apariencia griega.
Los
Tolomeos de la dinastía macedónica lágida controlaron el clero egipcio que, no
obstante, mantenía algunos de sus privilegios, a través de sínodos anuales. En
ellos manipulaban la religión y a sus representantes. Lo que ocurría en cada
sínodo se ponía por escrito en forma de decretos en estelas pétreas que se
colocaban en los principales templos. Se trata de los decretos trilingües
tolemaicos, que se escribían en jeroglífico, demótico y griego.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas
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