IMÁGENES, DE ARRIBA HACIA ABAJO: EL
DIOS VISNÚ DURMIENDO SOBRE LA SIERPE SESHA. TEMPLO DE DASAVATARA, DEOGARH,
SIGLO VII; ESTATUA DE VISNÚ EN BRONCE, DE KERALA. SIGLO VIII; VISHNU CON TRIPLE
ASPECTO, ANTROPOMORFO, COMO UN LEÓN Y COMO UN JABALÍ. GUJARAT SIGLO XI, Y LA
DIOSA GANGA SOBRE UN MAKARA. TEMPLO DE BESHNAGAR, ÉPOCA GUPTA HACIA 500. MUSEUM
OF FINE ARTS, BOSTON.
El dios Visnú, el medidor y
protector del universo, establece el mundo como casa de los dioses y de la
humanidad. Esta benevolente deidad, cuyo consorte es Shri o Lakshmi, hermosa
diosa de la buena fortuna, se involucra con el género humano y por ello
desciende a la tierra para encarnarse en los momentos en que el mundo de los
mortales se encuentra amenazado por el mal. Sus avatares (encarnaciones,
descensos), siguieron un modelo evolutivo: peces y reptiles; luego otras formas
animales; después el enano Vamana hasta los seres humanos, y de ahí al futuro
creador, Kalki. Tradicionalmente se fijó en diez el número de sus avatares. Las
encarnaciones siete y ocho, Rama y Krishna, son héroes de la mitología hindú,
en tanto que la novena, Buda, se asimiló más tarde, en torno a los siglos III o
IV.
Matsya, el pez, fue la primera
encarnación. Fue rescatado por Manu de ser devorado por un pez de mayor tamaño.
Una vez crecido, y como compensación a la acción de Manu, el pez le advirtió de
una inminente inundación catastrófica. Ayudó a Manu a construir un bote en el
cual pondría a salvo semillas y animales con los que repoblar el mundo[1].
Kurma, la tortuga, su segundo avatar, soportó sobre su dorso el Monte Mandara
durante el batido del océano cósmico. En su tercera encarnación, Varaha, en
forma de jabalí, rescató la tierra. El demonio Hiranyaksha agitó la tierra en
el océano cósmico, pero el dios se sumergió en el océano y mató al demonio.
Encontró a la tierra en forma de una hermosa mujer y la condujo hasta la superficie
sobre sus colmillos. Narasimha el león fue su cuarta encarnación.
Hiranyakashipu (demonio hermano gemelo de Hiranyaksha), había destronado al
dios Indra y se había proclamado soberano del universo[2].
Como su propio hijo veneraba a Visnú le condena a muerte, pero no es capaz de
matarlo. Airado, el demonio golpea un pilar demandando saber por qué Visnú no
se muestra él mismo. En ese momento, el pilar se abre, y la deidad encarnada en
el hombre-león, lo desmembra.
Vamana, el enano, rescata al
universo del demonio Bali. Para liberarse del poder de Bali asume la forma de
un enano. Una vez que escapa, se convierte en gigante (Trivikrama), y cubre el mundo subterráneo, la tierra y los cielos
en tres zancadas. En su sexta encarnación, Parashurama, había nacido como un
brahmán, pero su destino indicaba que su vida debía de ser la de un guerrero.
Armado con un hacha proporcionada por Siva, y en venganza por los insultos que
se habían proferido contra su padre, eliminó a todos los miembros
masculinos de la casta guerrera y ordenó
a sus viudas que cohabitasen con brahmanes para producir una nueva y más pura
casta de guerreros. Como Rama (rey de Ayodhya), su séptimo descenso, asumió la
propuesta de los dioses de destruir a Ravana, el malvado gobernante de Lanka,
tal y como se narra en el Ramayana, Por su parte, como Krishna, octavo avatar,
su nacimiento se ocultó a causa de una profecía que señalaba que el octavo niño
de su madre mataría al malévolo rey Kamsa. Por ese motivo, Krishna fue traído
al mundo en una comunidad de pastores. Tras matar a una serie de demonios,
incluyendo a Vatsasura, asesinó a Kamsa. Fue el asistente del héroe Arjuna en
la gran batalla de Kurukshetra, tal y como se relata en la gran epopeya
Mahabharata.
Se decía que Visnú asumió el avatar
de Buda (el noveno), para convertir a los demonios al budismo, o con la
intención de debilitarles en sus luchas contra los dioses. También es factible
que esta encarnación tenga que ver con la intención de Visnú de abolir los
sacrificios de animales. El décimo y último avatar será Kalki, aun por venir.
Se aparecerá al final de la presente era, el Kali Yuga, que comenzó en 3102
a.C. y finalizará más de cuatrocientos mil años después. En sus últimos períodos,
la humanidad encarará la ruptura de la civilización y perderá los valores
morales y espirituales. Esta divina encarnación, cabalgando un caballo blanco,
será imprescindible para establecer una nueva era.
El río Ganges, que nace en el
Himalaya y fluye des de el norte hacia el este de India, es sagrado para los
hindúes, quienes creen que bañarse en sus aguas les posibilita alcanzar el
cielo de Indra, Svarga (Monte Meru).
Sacralizado como Ganga, hija del dios de la montaña Himavat[3],
es su aspecto de gran diosa madre, Devi, se dice que emergió de un dedo de
Visnú, descendiendo desde el cielo, sobre el cabello de Siva, sentado en el
monte Kailasa (permitiendo con ello separar el río en diversas corrientes que
impidiesen la inundación de la tierra), con la intención de limpiar la tierra
de las cenizas acumuladas de los muertos. Todavía hoy las cenizas de los fieles
se encomiendan a su cuidado[4].
Se cree que Ganga fluye también a través del mundo subterráneo, vinculando así
los tres mundos o esferas. Se la percibe como un símbolo de pureza y se la
retrata como una bella mujer joven, consorte de Visnú y Siva, y asimismo como
un rey mortal, Shantanu.
Los hindúes reverencian además la
ciudad de Prayaga (actual Allahabad), porque es el lugar en donde confluyen con
el Ganges dos tributarios, el Yamuna y el subterráneo Sarasvati[5].
Este lugar de peregrinaje se considera tan sagrado que se cree que un pequeño
pedazo de su suelo es capaz de borrar el pecado. La diosa Yamuna era la hija
del dios Surya y su esposa Sanjna, aunque algunas veces se consideraba hermana
de Yama, deidad védica de la muerte. Se piensa que propicia la fertilidad y las
buenas cosechas; por ello se la identifica con la prosperidad. Algunas
versiones míticas señalan como el río Yamuna se partió en dos milagrosamente
para permitir a Vasudeva, el padre de Krishna, salvarle cuando era un bebé[6].
Sarasvati es una deidad de las
fuerzas naturales. Tiene el poder de quebrar las montañas y de conversar con el
bramido de las cascadas. Más tarde fue convertida en la creación, y consorte,
de Brahma. Diosa de la música, la fertilidad de la tierra y la sabiduría, se la
asoció con la invención del sánscrito y por tal motivo es conocida como la
Madre de los Vedas. En tal sentido, fue identificada con Vak, diosa de la elocuencia,
y por ello es concebida como una deidad del lenguaje, el arte y el aprendizaje.
En muchas ocasiones, los escolares antes de sus clases le hacen ofrendas.
Hermosa y temperamental a un tiempo era, en ocasiones, representada con cuatro
brazos y cabalgando un cisne o un pavo real, o bien sentada sobre un loto. En
ciertas ramas del budismo hace las veces de diosa de la instrucción y es la
compañera del bodhisattva Manjushri.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. UGR, España
[1] Como Matsya, Visnú tuvo que
matar a Hayagriva, uno de los daityas (asuras gigantes hijos de Diti, hermana
de Aditi, una de las esposas del sabio Kasyapa, padre de Garuda), que se oponen
a los dioses. Hayagriva había atacado a Brahma y robado los cuatro libros de
los Vedas. Matsya lo mata y recupera los sagrados textos.
[2] Hiranyakashipu era una
encarnación de Ravana. El demonio había persuadido a Brahma de otorgarle el
poder de destronar al dios de las tormentas, Indra, y así enviar al exilio a
los dioses del cielo. De este modo, se proclama rey del universo.
[3] Himavat, rey de los Himalayas, y
personificación deificada de las montañas, fue también el padre de la diosa
Parvati, cuyo nombre significa, precisamente, “hija de la montaña”.
[4] Los hindúes creen que morir en
Varanasi, o brindar sus cenizas al río, liberarán sus almas del ciclo de
renacimiento y muerte.
[5] La confluencia de los tres ríos
se conoce como Tirtha, cruce ce
lugares que capacita a los creyentes a transitar hacia la liberación de un
círculo de renacimientos sin fin. Los siete grandes ríos de India
particularmente reverenciados son, además del Ganges, el Yamuna y el Sarasvati,
el Godavari, Narmada, Kaveri y el Sindhu.
[6] Sobre la bancada del Yamuna se
erige la ciudad de Mathura, mítico lugar de nacimiento de Krishna. La ciudad es
también un lugar de peregrinaje para jainas y budistas.
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