4 de julio de 2016

La presencia griega en Chipre, Siria y el Levante en la antigüedad



Imágenes: (arriba) bandeja de plata chipro-fenicia de Amathus. Se observan divinidades egiptizantes, esfinges y el asedio de una ciudad. La pieza se data entre 750 y 600 a.e.c. Museo Británico; (abajo) enocoe ateniense para el mercado chipriota con escena mitológica. Datado hacia mediado el siglo VI a.e.c. También ubicado en el British Museum.


La actividad griega en Chipre comenzó durante la Edad el Hierro, si bien no se ha descartado un plausible contacto desde la Edad del Bronce. Se ha sugerido que un asador en bronce, inscrito con un nombre personal griego, Opheltas, y datado en el siglo XI a.e.c., encontrado en la necrópolis de Skales en Palepafos, es una evidencia de la presencia de hablantes griegos en la isla desde el comienzo de la Edad de Hierro. Se ha discutido si durante el desarrollo de la isla entre los siglos XI y VIII a.e.c. los colonos del Egeo permanecieron allí culturalmente diferenciados o si se desarrolló una identidad híbrida. De lo que no hay duda es que para el siglo VIII a.e.c. Chipre era una isla de habla, primordialmente, griega. No obstante, el lenguaje usado continuó siendo fenicio y eteochipriota hasta que Chipre estuvo bajo la influencia helenística de Alejandro Mano y Ptolomeo I a fines del siglo IV a.e.c., momento en el que ya el griego era la única lengua en la isla.
Durante el período arcaico, Chipre estuvo dividida en una serie de reinos. Textos neoasirios de época del reinado de Sargón II, a fines del siglo VIII a.e.c., atestiguan la presencia de siete reinos independientes que ofrecieron su sumisión al rey de Asiria hacia 707 a.e.c. En tiempo de Asarhadón (681–669 a.e.c.), se nombran diez reinos y un determinado número de reyes con nombres griegos.
Los griegos consideraron Chipre como un lugar foráneo, en la periferia del mundo oriental, o como parte integrante de éste, que mantenía sus propios y peculiares rasgos y costumbres. Pero a pesar de que nunca fue una parte formal del mundo heleno, Chipre mantuvo cercanos vínculos culturales con Grecia, tanto a través del lenguaje como de las creencias religiosas.
Tales vínculos fueron, incluso extrapolados por mediación de la fundación tardía de mitos que reivindicaban cercanas asociaciones a Grecia. Es así que se mantuvo que Afrodita hubiese nacido del mar cerca de Pafos (Hes., Teog., 190-210), si bien la diosa tuvo su propia prehistoria chipriota.
Durante la segunda mitad del siglo VI a.e.c., Chipre fue conquistada, según narra Heródoto, por el faraón egipcio, a la sazón Amasis, aunque poco tiempo después cae en manos de los persas. De acuerdo al mismo historiador de Halicarnaso (V, 105-115), los chipriotas participaron en la Revuelta Jonia contra la soberanía persa a comienzos del siglo V a.e.c., pero permanecieron bajo el control persa. Se sabe muy poco de la subsiguiente historia de la isla hasta que cayó en manos de Alejandro y sus generales a gines del siglo IV, con la excepción del período de Evágoras I de Salamis (411-374 a.e.c.), cuyo liderazgo fue pregonado, e idealizado, por Isócrates.
Durante el primer milenio a.e.c. Chipre mantuvo cercanos contactos culturales y comerciales con Grecia  y con otras regiones del Mediterráneo. La cerámica griega fue importada a Chipre desde la Edad del Bronce y durante la del Hierro, en especial desde Eubea. Jarras globulares y platos, otras piezas con decoración negra sobre rojo y vasijas con forma de ave, fueron producidas en Chipre. El denominado aríbalo espagueti, un pequeño frasco de perfume de los siglos VIII y VII a.e.c. estuvo muy distribuido en el occidente y se ha encontrado en abundancia en Rodas (probablemente producido por fenicios chipriotas). La forma se origina del repertorio fenicio de pequeños frascos, en tanto que la decoración es específicamente chipriota en su estilo. 
Los ceramistas eubeos produjeron platos semicirculares, una forma nada popular en Grecia, pero muy apreciada en Chipre y en el Próximo Oriente. Probablemente fueron elaboradas pensando en el mercado chipriota. Desde el siglo VII a.e.c. numerosas importaciones desde varios centros de producción en la costa de Anatolia aparecen en centros mayores de Chipre. Los estilos de cerámica griega comienzan a dominar el ámbito pictórico chipriota.
Desde el final del siglo VI a.e.c. Chipre estuvo importando regularmente vasijas de figuras negras y rojas desde Atenas. Varios enocoes globulares de cuello largo, modelados siguiendo las formas chipriotas fueron encontrados en lugares como Marion y Amathus. En este período pueden identificarse rutas comerciales. Un conjunto de cerámica ática de Sición tiene notables similitudes con otras piezas contemporáneas de Al Mina, un centro mercantil mayor de la época, lo cual implicaría una posible ruta desde Atenas a Sición vía Al Mina.
Durante este tiempo comienzan a verse en Chipre otros materiales de influencia cultural griega, especialmente de la Grecia oriental. Es el caso de los capiteles jónicos y de estatuas de korai, sobre todo las de Salamina, que son cercanas en su estilo a los tipos greco-orientales. Los propios escultores chipriotas produjeron, a su vez, trabajos para la clientela de la Grecia oriental, quien dedicaba esos objetos fabricados por los chipriotas en sus santuarios marítimos. Artesanos foráneos estuvieron, asimismo, trabajando en Chipre, como el caso de los escultores eginetas.
En la glíptica, los chipriotas complementaron su propia producción con importaciones provenientes de la Grecia oriental. Incluso expandieron sus repertorios con tipos que imitaban los estilos greco-orientales. Los vínculos con las ciudades-estado de la Grecia oriental se vieron facilitados por la incorporación de la isla al imperio persa. A pesar de la conquista militar persa hubo intercambios, sobre todo de terracotas o estatuaria en metal, de manufactura chipriota que era transportada a Asia Menor, Fenicia y Egipto. 
Por su parte, la moneda fue introducida en Chipre por Evelton de Salamina (560-525 a.e.c.) durante la segunda mitad del siglo VI a.e.c. De tal modo, rápidamente otros reinos comenzaron a acuñar sus propias monedas. En el corpus numismático chipriota se observa el uso del silabario griego en las leyendas monetales.
La actividad griega en Siria y el Levante pudiera trazarse, de modo tentativo, desde el siglo XI a.e.c. En las siguientes dos centurias se observa un incremento en la cantidad de cerámica griega, mayormente de Eubea, aunque también de las Cícladas, Ática y, tal vez, Argos, en tanto que figurillas de terracota, trabajos en metal y marfiles tallados próximo-orientales empiezan a circular en Grecia. Además de este ámbito comercial, de las fuentes literarias se deduce que durante este tiempo algunos griegos se emplearon como mercenarios en los ejércitos orientales, así como artesanos y consejeros letrados patrocinados por algunos reyes orientales. Por medio de todas esas interacciones los griegos adoptarían estilos y motivos artísticos próximo-orientales y egipcios en sus repertorios. 
Los pintores de vasos atenienses del siglo VIII a.e.c. empezaron a representar animales próximo-orientales, el motivo del árbol de la vida y escenas de banquetes con tañedores de lira sobre vasijas de uso funerario. No se debe olvidar que los griegos aprendieron el alfabeto de los fenicios durante esta época, e integraron ideas y prácticas orientales en sus propias observancias y creencias religiosas. Los artesanos corintios, inspirados por el trabajo sobre metal y las artesanías minuciosamente modeladas, en especial marfiles y estelas de piedra, popularizaron en Grecia unas formas cerámicas en miniatura y una decoración cerámica incisa durante el siglo VII a.e.c.
Aunque los griegos no establecieron colonias en las costas del Mediterráneo oriental, la arqueología indica que desde el siglo VIII a.e.c. Grecia estuvo inmiscuida directamente en el Próximo Oriente a través de un comercio regular, una actividad focalizada sobre la línea costera nororiental del Mediterráneo. Restos del Geométrico Tardío han sido hallados en sitios costeros como Kinet Höyuk, Tarso y, sobre todo, Al Mina, un lugar que sirvió como puente para que las piezas llegasen a asentamientos a lo largo del Orontes y a poblaciones al norte de Siria[1]. Tipos similares se han encontrado, aunque más esporádicamente, a lo largo de la costa levantina, en sitios como Ras el Bassit, Ras Ibn Hani, Tabbat al Hamman, los puertos fenicios de Tiro y Sidón, y en asentamientos del interior como Samaria y Megiddo, además de las capitales de los filisteos, Tel Miqne-Ekron y Asquelón. 
Siguiendo la costa desde Al Mina se encuentra Ras el Bassit, un asentamiento que, en origen, se identificó como una colonia griega de Posidonia, a pesar de que la evidencia arqueológica para sustanciar que el sitio fue una colonia griega es mínima. Allí aparecieron un par de vasos inscritos con nombres jonios, lo cual puede evidenciar no más que la presencia de comerciantes jonios en el lugar. No obstante, las inscripciones pudieran presagiar el influjo de un sustancial corpus de cerámica griega durante el siglo VI a.e.c., el cual reflejaría una abundancia de importaciones griegas desde un cúmulo de localidades no atestiguadas localmente, como pudieran ser Clazómene, Atenas, Quíos y Mileto. Una construcción de este período se identificó como una vivienda de un mercader. Este hecho ha permitido sugerir que Ras el Bassit contó con un enoikismos griego, o asentamiento de griegos, entre otros grupos, durante la sexta centuria antes de la era.
También se ha sugerido la presencia de residentes griegos en Tell Sukas. Una habitación rectangular de un templo con un altar y un receptáculo para ubicar una estatua cultual en madera, construido dentro de un temenos vallado, se ha datado en el siglo VII a.e.c. La versión del siglo VI de la edificación, en forma tripartita, contenía unos restos inscritos con la expresión halios emi, lo que sugirió que el templo había sido dedicado por esta época a Helios.  Durante esa misma centuria, algunos azulejos de techo en terracota, descubiertos en cementerios y quizá usados para cubrir tumbas, no desentona con ciertas prácticas asociadas con costumbres funerarias griegas. Sin embargo, ni el templo ni los enterramientos pueden considerarse, con firmeza, una evidencia de presencia de griegos. Lo más probable es que el templo fuese un santuario fenicio a Rashaph, a quien los griegos asociaron con Helios-Apolo, y al que hacían dedicaciones ocasionales.
La variedad y la naturaleza de los bienes griegos, así como las inscripciones en los asentamientos sirios y en el Levante, sugieren que hacia el siglo VII a.e.c. estas comunidades eran asentamientos culturalmente mixtos que daban la bienvenida a comerciantes y artesanos de todas partes del Mediterráneo. En este tiempo, el comercio cerámico se desarrolló particularmente con la Grecia oriental, en concreto a través de la circulación de ciertos tipos de copas jonias, enocoes del Estilo del Macho Cabrío Salvaje, ánforas para el transporte y vasijas para cocinar. El intercambio comercial entre el Mediterráneo oriental y Corinto fu secundario. Los artesanos del Próximo Oriente fueron bien recibidos, muy especialmente, en los asentamientos griegos de Asia Menor, en los que existe evidencia de artesanos joyeros del norte de Siria así como ceramistas fenicios y chipriotas.
Ya se dijo anteriormente que algunos griegos trabajaron como mercenarios en el Mediterráneo oriental, pagados por dinastas próximo-orientales y egipcios. Entre los siglos X y VII a.e.c. la costa oriental del Mediterráneo fue cayendo, de modo gradual, bajo el control de los neoasirios y neobabilonios. Las referencias literarias indican que los griegos participaron en la revuelta cilicia contra el rey asirio Senaquerib entre 705 y 696 a.e.c., y que los griegos sirvieron, así mismo, en el ejército de Babilonia. La evidencia arqueológica, sin embargo, es escasa. Se pueden mencionar, la greba y un escudo de finales del siglo VII hallados en Carkemish, y una representación pictórica sobre una vasija de plata hallada en Amathus, en Chipre.
En cualquier caso, el descubrimiento de cerámicas griegas de cocina en diversos asentamientos próximo-orientales ha sido interpretado como la evidencia de la presencia de mercenarios griegos en la región (es el caso, por ejemplo, de Tel Kabri and Meşad Hashavyahu).  Del mismo modo, también se ha postulado Al Mina como un lugar en el que hubo una comunidad de mercenarios griegos.
El declive del Reino Neoasirio permitió el dominio neobabilonio de la costa del Mediterráneo Oriental, aunque por un corto período de tiempo, entre los siglos VII y VI a.e.c. Ahora se observa una completa ausencia de material griego en la región meridional del Levante, y no será hasta finales de la sexta centuria, con el comienzo de la dominación persa del litoral oriental, cuando se reasuman los contactos greco-levantinos. Inicialmente, el influjo de objetos griegos viene condicionado por la presencia de cerámicas de Quíos y Samos, en particular, ánforas, aunque muy rápidamente se ven sustituidas, ya en el siglo V a.e.c. por vasos atenienses, que dominarán el mercado de vasijas suntuosas. También se aprecian objetos coroplásticos en terracota, ejemplos de estatuaria e, incluso, moneda ática.
En ese mismo siglo, el papel de Al Mina como el lugar de transferencia entre la costa y el interior, concretamente hacia el sector nororiental del Mediterráneo, se consolida. Ahora, se constata la presencia de grandes construcciones que pudieron servir de almacenes, en tanto que es la cerámica ática la que mayormente pasa a través del puerto, si bien las piezas de la Grecia oriental, específicamente de Mileto y áreas adyacentes, continúan vendiéndose en los mercados.
Durante la mitad del siglo V a.e.c. la cerámica de figuras rojas sustituye la de figuras negras. El repentino cese de las importaciones de vasijas áticas en el siglo IV a.e.c. se debe, sin duda alguna, a las dificultades económicas que en este momento sufre Atenas, aunque también refleja los cambios de gusto locales motivados, tal vez, por la política económica ptolemaica. La distribución en otros sitios del litoral levantino sugiere que los mercaderes empezaron a  usar una ruta comercial que se desplazaba de norte a sur.
En el siglo IV a.e.c., sin embargo, existen algunas evidencias de griegos trabajando en el Mediterráneo oriental. Los reyes de Sidón emplearon griegos en la elaboración de sarcófagos figurados, mientras que muchas narraciones literarias señalan el empleo de mercenarios griegos durante el período de predominio persa en la región.



[1] El sitio de Al Mina, fue para algunos autores (J. Boardman) un emporion fundado por griegos de Eubea durante el siglo VIII a.e.c. Su interpretación se fundamentó en la observación de que la cerámica griega parece haber sido usada casi de modo exclusivo durante el estrato de ocupación más antiguo del sitio (datado por el conjunto cerámico a mediados del siglo VIII a.e.c.). No obstante, un factor complejo en Al Mina resulta de la constatación de que en los estratos subsiguientes de ocupación aparece cerámica chipriota y fenicia, que suele datarse en la segunda mitad del siglo IX a.e.c.

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