12 de julio de 2021

Arte antiguo budista en China hasta el siglo VII





Imágenes, de arriba hacia abajo: jarra cerámica con efigie del Buda; bronce dorado de un Buda meditando; cueva nº 285 en Mogao; grupo escultórico en bronce dorado de época Sui y; nicho pintado de Changzhi.

Las imágenes de Buda aparecieron en China como elementos aislados en la decoración de las tumbas de los miembros de las clases superiores, tanto en forma de pinturas murales como de relieves. La figura del Buda fue absorbida en la práctica funeraria y religiosa ya previamente existente en China. Fue una absorción específicamente fructífera en la zona sureste, en donde registros textuales sugieren la presencia de imágenes independientes de Buda realizadas ya a fines del siglo II. Se trata de figuras con presumible función de guía y protectoras de almas, aunque en un contexto ritual que incluye sacrificios a los ancestros.

Uno de los más antiguos motivos artísticos budistas de los que se tiene constancia arqueológica en China corresponde a una serie de jarras cerámicas fabricadas entre 250 y 280 en la región costera sureste de China, en el territorio del Estado de Wu, uno de los renombrados Tres Reinos constituidos tras la desmembración del imperio Han. Tales vasijas se debieron emplear en enterramientos en los que el cuerpo físico del difunto estaba ausente.

Otro de los varios sobresalientes ejemplos que se deben mencionar lo constituye una figura en bronce dorado de un Buda sentado en meditación, fechado hacia 338, que fue elaborado en el territorio del reno de Zhao Septentrional, una entidad política realmente efímera cuya capital estuvo en la célebre Luoyang. Esta pequeña imagen ilustra la relevancia de las cortes permitiendo la entrada en China del budismo como una religión de extranjeros, pero  que acabaría estableciéndose como una próspera institución de mecenazgo artístico y cultural. Los maestros budistas, operando en una época de constantes disputas y guerras, serían muy apreciados por los gobernantes de la tercera centuria.

Aunque no hay constancia arqueológica de esculturas indias en China, debieron existir, no obstante, imágenes importadas que estarían disponibles como modelos para los artesanos, tal vez dirigidos por monjes. Los textos budistas chinos más antiguos describen al Buda como una figura dorada, radiante, lo cual explicaría la prominencia de esculturas doradas. Serían imágenes no para ser ubicadas en los templos, sino dispuestas para formar parte de depósitos votivos con la finalidad de servir de protección a los donantes individuales de las mismas, al Estado o al mismísimo gobernante.

Las cuevas Tanyao, grupo de cinco cavernas esculpidas en unos acantilados en Yungang, cercanos a la ciudad de Datong, que datan del último tercio del siglo V (460-490), constituyen un complejo de arte budista templario cuyas raíces son indudablemente indias. Fueron construidas fuera de la capital de la dinastía Wei Septentrional, un Estado de conquistadores turcos servidos por aristócratas chinos, que dominó el norte de China entre los siglos V y VI. Los líderes de la comunidad budista, en respuesta al patrocinio regio, desarrollaron doctrinas que igualaban al mandatario con el propio Buda. En Tanyao destacan los cinco colosales Budas, erigidos en una época en la que se produjo una breve persecución del budismo (entre 444 y 450). Tal vez fueron construidos como un acto de expiación.

Estos cinco Budas probablemente representen los cinco emperadores Wei, aunque es también posible que el entero conjunto haya servido como un elaborado talismán para la protección de estado Wei, al construirse los enormes Budas siguiendo un programa iconográfico que incluía Budas del pasado, el futuro y el presente, a partir de influencias de origen cachemir. No se concibieron las esculturas, en cualquier caso, para que fuesen vistas por una gran congregación de fieles. Los donantes de las mismas, según se obtiene de las inscripciones, fueron monjas y devotas mujeres, nobles y asociaciones religiosas. Estas inscripciones reclaman bendiciones para las familias de los donantes y no, curiosamente, para la familia imperial. Los trabajadores responsables de las esculturas y programas iconográficos serían escultores de talleres imperiales, aunque las cuevas más pequeñas pudieron ser gestionadas por clientes privados.

En las cuevas de Mogao, en Dunhuang, provincia de Gansu, existió un monasterio mayor budista así como una serie de cuevas-templo que fueron objeto de peregrinaje, siendo visitadas por viajeros que transitaban las tutas terrestres entre China y el Asia occidental además de los que viajaban con la intención de adorar imágenes consideradas de especial eficacia. La peregrinación a sitios cultuales especiales fue una práctica cultural que el budismo adoptó en China. Encontramos en Mogao pinturas polícromas y escultura en terracota modelada sobre núcleos de madera. Uno de los ejemplos más notables es la cueva número 285, con presencia de escenas de cielos lunares y solares, narraciones alusivas a la vida del Buda histórico (Sakyamuni), así como una escenografía relativa al Paraíso Occidental (la Tierra Pura). Los murales de esta cueva conforman la evidencia más significativa del budismo esotérico en China. Tanto la cueva principal como los nichos y capillas adyacentes se usaron como técnicas de meditación por parte de monjes, de forma que tal vez no fueran accesibles a los peregrinos. Los pintores eran asistidos por los monjes del templo, bien como artistas propiamente dichos o bien como consejeros de la específica iconografía budista allí presente.

Los cambios doctrinales en el seno del budismo se reflejaron en novedosos arreglos iconográficos. En el siglo VII, las figuras individuales de gran formato que poblaban Yungang fueron sustituidas por típicos grupos de cinco figuras en los que los Budas aparecen flanqueados por bodhisattvas o discípulos (luohan), simbolizando en conjunto la doctrina del Mahayana o Gran Vehículo.

En tal sentido, una obra destacable al respecto es el grupo escultórico en bronce dorado, datado en el cuarto año del reinado de Kaihuang de la dinastía Sui (año 584), que fue encontrado en los suburbios de Chang’an, a la sazón la capital Sui. Este lugar se caracterizaba por la concentración de riquezas, el patronazgo político y una cultura aristocrática, aspectos todos ellos con los que se interrelacionaba la religiosidad budista. El grupo lo forma una figura central sedente del Buda Amitabha, mostrando el típico y elaborado repertorio ritual de gestos manuales (mudras), en este caso aquel que refiere la ausencia de temor. Aparece flanqueado por un par de bodhisattvas y, en frente, se encuentran dos Reyes Celestiales, guardianes del budismo, a su vez precedidos por dos leones gruñendo.

El donante de la imagen es un alto oficial de nombre Dong Qin, que ruega se bendiga al emperador de la nueva dinastía así como a su familia. Sigue a continuación un poema que enfatiza que las buenas acciones y la compasión con todos los seres vivos son parte esencial del proceso de renacimiento en el paraíso de la Tierra Pura. Los donantes atestiguan, de esta forma y al tiempo, tanto la piedad religiosa como la lealtad política.

El culto de Amitabha, el Buda de la Tierra Pura Occidental comenzó en China en un medio ambiente monástico alrededor del siglo V, expandiéndose al contexto doméstico hasta convertirse en la devoción budista por excelencia. En consecuencia, muchos santuarios caseros, característicos de la piedad popular, fueron realizados en diversos materiales, muchos perecederos.

La escultura en piedra, probablemente, no se empleó en contextos domésticos, sino que estuvo confinada en los templos, si bien vinculaba ambos espacios, casa y templo, a través del hecho de que las mismas solían ser sufragadas por donantes laicos. Un caso paradigmático al respecto es el grupo de un nicho pétreo pintado de Changzhi, en Shanxi, datado en el siglo VII, en el que se observa una figura sedente del Buda, en esta ocasión Maitreya, el Buda del futuro, flanqueado por una pareja de bodhisattvas vestidos con ropajes y adornados con joyas propios de los príncipes indios. Los Reyes Celestiales son remplazados ahora por discípulos vestidos con túnicas de monjes, en tanto que unos leones defienden el grupo. Este nicho pintado[1] fue, sin duda, un objeto de devoción.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP-UFM, julio, 2021.



[1] Conviene recordar, en tal sentido, que al igual que en la antigua Grecia, en China la escultura estuvo originalmente decorada con una policromía naturalista.

 

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