El Reino-Estado negro de Mali toma el relevo de Ghana. Se trata de un estado islamizado de lengua mandinga, cuyo apogeo se produjo en el siglo XIV, en un territorio comprendido entre la costa atlántica y Mauritania, teniendo como centro neurálgico el alto Níger. Su historia comienza en el siglo XI, según registra Ibn Haldun, cuando un ketra o señor principal, llamado Baramendano, presionado por sus vasallos debido a una fuerte sequía, acude a los almorávides en busca de ayuda, propiciando su conversión al Islam. Las desavenencias sucesoras, a fines del siglo XIII, propiciarán que un ex esclavo, de nombre Sakurna se haga con el poder, pero de modo efímero, antes de la implantación de una dinastía en la que sobresale el rey Abú Bakary II y su hijo Kankan Musa (luego conocido como Mansa Musa 1312-1337), este último el más relevante soberano negro de esta época, caracterizado por un gran prestigio y por la fastuosidad de su corte. Con él se creará un verdadero puente cultural entre el mundo negro y el árabe, pues muchos sabios y letrados blancos acudieron a su corte, y varios mercaderes venecianos debieron haberlo conocido en El Cairo, llevando su fama hasta Europa. Sin ir más lejos, a su corte llegó el arquitecto y poeta Es-Saheli, reconstructor de Tombuctú, con edificaciones que semejan las creaciones mudéjares. También con este rey se oficializó un comercio transahariano, monopolizado por su reino. A la muerte de sus sucesores, en especial su hermano Solimán, en 1360, comienza la decadencia del Reino de Mali, enfrentado a los ataques de los tuaregs, quienes logran irse apoderando, paulatinamente, de ciertos enclaves, hasta que en 1435 toman Tombuctú, y sufriendo las penetraciones de poblaciones Fulbé. A pesar de todo, el reino mantiene su prestigio hasta avanzado el siglo XV, momento en que inician su hegemonía los reinos Bambara.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
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