TUMBA EN PIEDRA DEL RAJA DE ANAKALANG, EN SUMBA OCCIDENTAL, CON FIGURAS FEMENINA Y MASCULINA EN LA PARTE SUPERIOR Y DISEÑOS GEOMÉTRICOS EN EL NICHO.
En las sociedades tradicionales
sudasiáticas el rol desempeñado por los ancestros es capital, porque se pueden
trazar los orígenes genealógicos a los fundadores. Los antepasados fundadores
descienden del mundo superior. Algunos grupos refieren la unión de las figura
masculina y la femenina, la una vinculada al cielo y la otra a la tierra; otros
mencionan la llegada en barco de sus antepasados desde una lejana tierra. Así
pues, el descenso de los orígenes se convierte en clave para reivindicar tierras ancestrales y
determinados privilegios. La memoria de los ancestros se mantiene viva a través
de las esculturas, que pueden ser tanto conmemorativas como receptáculos
depositarios de los espíritus que las mismas invocan.
Las efigies tau-tau de los Mamasa representan a los fallecidos, si bien son
simbólicamente revividos por los escultores de las figuras. Se visten con ropas
de nobles de alto rango. Los Sa’dan Toraja localizan a sus muertos de alto
rango en cámaras de roca abovedadas en acantilados, y colocan las efigies tau-tau en frente como guardianes.
Algunas estatuas colocadas alrededor de las tumbas en Jorai (Vietnam),
probablemente representan esclavos o seguidores afectos del fallecido, quienes
debían, en todo caso, acompañarle en su viaje al Más Allá. Algunas podrían
representar también a fundadores de villas o ciudades.
El mencionado balance armonioso y
equilibrado entre los mundos femenino y masculino se encuentra en el núcleo de
las representaciones en las culturas indonesias. Un aspecto de esto se puede
ver en la división de las labores (los hombres responsables del trabajo del
metal y la madera, mientras que las mujeres, dedicadas a la cestería y los
textiles). También se puede vislumbrar en los recíprocos intercambios entre las
familias de la novia y el novio: la familia de la novia aporta tejidos, y el
novio ganado, armas o marfil. En el arte Sumba las estelas funerarias pueden
decorarse con una serie de imágenes que incluyen referencias icónicas al
linaje, al grado de precedencia ritual del fallecido, o a su nivel de riqueza.
Sobre la estela de la tumba hay una imaginería “masculina”, a menudo criaturas
como gallos o machos cabríos.
Los diseños de los ropajes hinggi de Sumba oriental y de otras
regiones de Indonesia, presentan tres bandas horizontales que se cruzan con
otras tres verticales, cada grupo de ellas referidas como femeninas o
masculinas. El encuentro de las bandas en el centro, así como de los motivos,
pudiera corresponderse a la estructura de una aldea tradicional, en la que las
casas de los clanes guerreros se ven divididas por aquellas viviendas que
pertenecen a la clase sacerdotal. En cualquier caso, la simetría se puede
asociar con la relación percibida entre los mundos humano y sobrehumano.
A través de las máscaras,
finalmente, se penetra en el espíritu del mundo. La máscara permite a su
portador tomar otra identidad o verse imbuido del espíritu de otro ser, sea un
ancestro espiritual, un animal o un demonio, en los festivales se usan para
repeler las fuerzas malévolas. Los danzantes en Borneo, por ejemplo, se visten
como demonios guardianes o como seres sobrenaturales benevolentes que traen
bendiciones desde el mundo superior. Naturalmente, las máscaras sirven para
reactualizar mitos, por ejemplo aquellos que recrean la introducción de las
semillas de arroz por gentes foráneas. Algunas máscaras monstruosas (hudo) muestran ojos prominentes y
colmillos, además de cuernos y grandes y protuberantes lenguas.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
No hay comentarios:
Publicar un comentario