DIBUJO DE UNA PARRILLA TEMPLARIA. CADA SECCIÓN (PADA) ESTÁ ANIMADA POR UNA PRESENCIA DIVINA. EL SANTUARIO INTERNO ESTÁ DEDICADO A BRAHMA.
Una serie de textos contienen las
reglas que inspiran la arquitectura hindú. Entre ellos, los más relevantes son El Compendio de Medidas, del Manasara, textos anónimos de los siglos VI
y VII; El Arquitecto del Universo,
del Samaraganasutradhara de
Bhojadeva, del siglo XI; La Ley Suprema
de Visnú, del Vishnudharmottara,
un apéndice del Garudapurana, que
data de los siglos V al VII; el Mayamata,
La Joya de la Arquitectura, del Shilparatna, así como varios Shilpashastras y Vastushastras o Tratados de
Arquitectura.
Los precedentes prototípicos de las
estructuras de los templos hindúes fueron básicamente dos. En primer lugar, los
tabernáculos móviles hechos en madera, que contenían un simulacro de la
divinidad, la cual se trasladaba con las comunidades nómadas. Los rathas corrientes, carruajes
procesionales sobre los que se colocaban los ídolos durante los festivales
religiosos, fueron así mismo, modelos en madera de los templos a los que
pertenecían esos ídolos. Una vez asentadas las tribus nómadas, la construcción
de la casa del dios pudo haberse inspirado en los hogares de los sedentarios.
En segundo lugar, los santuarios excavados en roca[1].
La caverna es el útero de la madre tierra. Se trata del lugar de aparición de
lo divino al ser humano; es el vientre de la naturaleza como proveedora, donde
el Cielo localiza el embrión divino, que puede ser así cuidado y nutrido. La
oscuridad de la cueva es una reminiscencia del vacío primordial del que procede
la luz y la totalidad de los seres manifiestos. La manifestación formal (murti) de la divinidad se localizará en
el garbha-griha (futuro santuario
interior, útero o cámara del embrión), de forma análoga a como la imagen de la
divinidad reside en el corazón del devoto. Además, la cueva se incluye en las
entrañas de la montaña, símbolo cosmogónico y lugar de iniciación, de ascenso y
de peregrinaje, que en el futuro templo será representado por la estructura que
cubre el sancta santorum interior. En cualquier caso, la construcción del Altar del
Fuego, accesorio del ritual prescrito por los Vedas, es el más antiguo
elementos de la arquitectura sacra hindú. Su simbolismo inspiró, sin duda, la
construcción de los templos. Los más antiguos templos se erigieron en ladrillo
y fueron decorados con terracotas.
La arquitectura se entiende como
una forma sacra de expresión, alusión a la actividad divina que, libremente, se
delimita ella misma en el tiempo y el espacio para revelar el Universo[2].
A través de tal delimitación la existencia viene a ser. Es por ello que la
actividad artística implicará sacrificio y disciplina, únicas virtudes capaces
de liberar al arte de la voluntad del ego. La preparación espiritual será, en
tal sentido, esencial antes de la creación. Aquella incluye el estudio de
textos sacros, prácticas ascéticas, meditación, interiorización y visualización
de las verdades que van a ser transmitidas. Por todo ello, el arquitecto es
siempre un brahmán. El artista, imbuido de cierta sacralidad, invita a la
divinidad a que se encarne en la piedra, de modo que el templo se convierta en
un avatar (un descenso a la tierra), así como en una aparición tangible de lo
sacro, evocado por la fe de los patrocinantes y por el conocimiento esotérico
de los ejecutores de la obra. El templo construido, llega a ser, así, el cuerpo
cósmico místico de lo divino. La arquitectura expresa, esencialmente, la
expresión de los contenidos metafísicos de la cultura hindú: el templo indio es
un darshana, una visión sagrada.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB
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