19 de enero de 2015

Elementos divinos y humanos en la arquitectura de la India antigua (I)

DIBUJO DE UNA PARRILLA TEMPLARIA. CADA SECCIÓN (PADA) ESTÁ ANIMADA POR UNA PRESENCIA DIVINA. EL SANTUARIO INTERNO ESTÁ DEDICADO A BRAHMA.

Una serie de textos contienen las reglas que inspiran la arquitectura hindú. Entre ellos, los más relevantes son El Compendio de Medidas, del Manasara, textos anónimos de los siglos VI y VII; El Arquitecto del Universo, del Samaraganasutradhara de Bhojadeva, del siglo XI; La Ley Suprema de Visnú, del Vishnudharmottara, un apéndice del Garudapurana, que data de los siglos V al VII; el Mayamata, La Joya de la Arquitectura, del Shilparatna, así como varios Shilpashastras y Vastushastras o Tratados de Arquitectura.
Los precedentes prototípicos de las estructuras de los templos hindúes fueron básicamente dos. En primer lugar, los tabernáculos móviles hechos en madera, que contenían un simulacro de la divinidad, la cual se trasladaba con las comunidades nómadas. Los rathas corrientes, carruajes procesionales sobre los que se colocaban los ídolos durante los festivales religiosos, fueron así mismo, modelos en madera de los templos a los que pertenecían esos ídolos. Una vez asentadas las tribus nómadas, la construcción de la casa del dios pudo haberse inspirado en los hogares de los sedentarios. En segundo lugar, los santuarios excavados en roca[1]. La caverna es el útero de la madre tierra. Se trata del lugar de aparición de lo divino al ser humano; es el vientre de la naturaleza como proveedora, donde el Cielo localiza el embrión divino, que puede ser así cuidado y nutrido. La oscuridad de la cueva es una reminiscencia del vacío primordial del que procede la luz y la totalidad de los seres manifiestos. La manifestación formal (murti) de la divinidad se localizará en el garbha-griha (futuro santuario interior, útero o cámara del embrión), de forma análoga a como la imagen de la divinidad reside en el corazón del devoto. Además, la cueva se incluye en las entrañas de la montaña, símbolo cosmogónico y lugar de iniciación, de ascenso y de peregrinaje, que en el futuro templo será representado por la estructura que cubre el sancta santorum interior. En cualquier caso, la construcción del Altar del Fuego, accesorio del ritual prescrito por los Vedas, es el más antiguo elementos de la arquitectura sacra hindú. Su simbolismo inspiró, sin duda, la construcción de los templos. Los más antiguos templos se erigieron en ladrillo y fueron decorados con terracotas.
La arquitectura se entiende como una forma sacra de expresión, alusión a la actividad divina que, libremente, se delimita ella misma en el tiempo y el espacio para revelar el Universo[2]. A través de tal delimitación la existencia viene a ser. Es por ello que la actividad artística implicará sacrificio y disciplina, únicas virtudes capaces de liberar al arte de la voluntad del ego. La preparación espiritual será, en tal sentido, esencial antes de la creación. Aquella incluye el estudio de textos sacros, prácticas ascéticas, meditación, interiorización y visualización de las verdades que van a ser transmitidas. Por todo ello, el arquitecto es siempre un brahmán. El artista, imbuido de cierta sacralidad, invita a la divinidad a que se encarne en la piedra, de modo que el templo se convierta en un avatar (un descenso a la tierra), así como en una aparición tangible de lo sacro, evocado por la fe de los patrocinantes y por el conocimiento esotérico de los ejecutores de la obra. El templo construido, llega a ser, así, el cuerpo cósmico místico de lo divino. La arquitectura expresa, esencialmente, la expresión de los contenidos metafísicos de la cultura hindú: el templo indio es un darshana, una visión sagrada.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB


[1] La evidencia más antigua de santuarios esculpidos en la roca  se encuentra en las cavernas de Udayagiri, en Orissa, datados entre los siglos II y I a.e.
[2] La construcción evoca la imposición del orden divino sobre la masa caótica y amorfa de la materia primordial.

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