1 de febrero de 2015

Los reinos arameos: de Siria a Mesopotamia

Estatua de tradición siria y mesopotámica de un rey del reino arameo de Sam’al.

Los arameos, cuya historia es nómada por excelencia, conformaban un conjunto de tribus semíticas que desde la región de Aram (un término de origen hurrita), una zona ubicada en la orilla oeste del Éufrates, se expandieron por Siria, Mesopotamia, Elam e, incluso, Asia menor, siguiendo las corrientes migratorias de fines del siglo XII a.e.c. El término Aram aparece citado por vez primera en un texto acadio de Naram-Sin (2260-2224 a.e.c.), en el que el rey acadio anuncia su victoria sobre un señor de Aram y de Am. Sin embargo, parece que este Aram no tiene relación con los arameos. En cierta documentación de Mari y Ugarit, del II milenio a.e.c., aparece el vocablo Aramu como nombre propio y como gentilicio. En una lista geográfica de tiempos del faraón egipcio Amenofis III se menciona un país de Aram.
El origen de los arameos pudiera hallarse en el desierto sirio y arábigo. Las primeras referencias claras a ellos se observan en la época del, rey asirio Tiglatpileser I (entre 1115 y 1077 a.e.c.). Los arameos, finalmente asentados lograron, en parte gracias a las actividades comerciales de las gentes de Palestina y el interior de Siria, establecer unidades geopolíticas independientes, pequeños estados autónomos medianamente centralizados.
El principal reino arameo en Siria fue Aram Soba, fundado a finales del siglo XI a.e.c., que estuvo articulado por la presencia de diversas ciudades, como Betah o Damasco, que tenían sus propios reyezuelos, pero que reconocían formalmente, la supremacía de un tal Hadad Ezer. Damasco, por ejemplo, estableció su propia dinastía de la mano de Rezón (965-926 a.e.c.), el hijo de un general de Hadad, en una época coetánea a la del reinado de Salomón. En este sentido, Damasco era un reino arameo independiente (llamado en los textos cuneiformes Sha-imeru-shu), que entró en contacto militar con los israelitas en diversas ocasiones. El reino, con Ben-Hadad I (880-865 a.e.c.) se convirtió en la potencia primordial de toda Siria. De hecho, aliado con doce reyes de Siria y Palestina, este soberano logró vencer a los poderosos asirios de Salmanasar III en el país de Hamat. Tuvo que ser el asirio Tiglatpileser III quien, en 732 a.e.c., tomase el reino y deportase a su población.
Otro de los reinos arameos en la zona fue Hamat, en las márgenes del río Orontes, en el centro de Siria. La realeza de este reino, no obstante, padeció una ocupación hitita. Entre sus reyes, destacó Urhilinas (Irkhuleni, entre 860 y 830 a.e.c.), uno de los participantes de la coalición contra los asirios de Salmanasar III, su hijo Uratamis, y el rey Eni-i-lu, quien reinó entre 750 y 730 a.e.c. Sería el asirio Sargón II quien, finalmente, conquistaría este reino, instalando colonos asirios en la región y poniendo a un militar como gobernador de la nueva provincia asiria.
En la zona del alto Jordán se formaron los pequeños reinos de Ma’akah, Gheshur y Bet-Rekhob. El primero de ellos, ubicado en el sur del Líbano, se sabe que se sometió al poder de Damasco y luego pasó a formar parte de Asiria a fines del siglo VIII a.e.c. Los Ammon (los Bit-Ammani de las fuentes de los asirios), establecieron su capital, en torno al curso superior del río Yabbok, en Rabbah, la actual Amman, capital de Jordania. Tas fieras luchas contra Israel, cayeron en manos del rey David. Sus reyes, desde Ba’sa hasta Amni-nadbi, fueron tributarios de los asirios. En Aleppo (Khalpu), antiguo centro amorreo del norte de Siria, se formó, en el siglo IX a.e.c., un reino arameo denominado Bit-Agusi, comandado por un soberano de nombre Gusi. Hacia finales del siglo IX a.e.c., con el rey Atashumki, el reino dirigió una coalición anatólico-aramea contra el asirio Adad-nirari III, a quien no pudo vencer, pero salió ganando algunos territorios. En 754 a.e.c. Asiria pacta un tratado de alianza con Bit-Agusi para afrontar el inconveniente con el reino de Urartu. No obstante, Tiglatpileser III acabaría conquistando el reino, provocando su desaparición en 740. Otro pequeño reino arameo en la región fue Katak.
Desde el siglo X a.e.c., los arameos llegaron al sureste de Asia menor, en torno a los montes Tauro, instalándose en territorio luvita. Allí fundan un reino denominado Sam’al o Bit-Gabbar, primeramente mencionado en los anales del rey asirio Salmanasar III. El asirio derrota al rey Khayanu de este reino en 858 a.e.c., y le somete al pago de tributo anual. De los diez reyes del reino de Sam’al el más renombrado fue Kilamuwa (fines del siglo IX a.e.c.), quien vence a los danuna con apoyo asirio. Al morir Bar-rakib, a fines del siglo VIII a.e.c., el reino fue incorporado a Asiria como una provincia más, de la mano de Salmanasar V.
Las fuentes avisan que hacia 1100 a.e.c. había gentes arameas en el norte de Mesopotamia y en el Éufrates medio, en donde se constata la presencia de los reinos Bit-Adini, Bit-Zamani, Bit-Bakhiani, Tilabri y Sarugi. De ellos, quizá Bit-Adini haya sido el más famoso. Con capital en Tell Barsip desde 970 a.e.c., estuvo enfrascado siempre en luchas contra los asirios. Estos destruyeron algunas de sus ciudades y deportaron a sus habitantes. La conquista definitiva le corresponde a Salmanasar III, quien conquista la capital en 856. El reino de Bit-Bakhiani aparece mencionado por primera vez en un texto de Adad-nirari II (911-891 a.e.c.). Assurnasirpal II, en expedición contra Karkemish, atraviesa su territorio y recibe del reino tributo y tropas. La capital, Guzana, fue destruida por Tiglatpileser III en 730, en un momento en que reinaba un tal Kapara. En el alto Tigris había otros principados arameos, como Nasibina, Mamblu, Bit- Zamani y Gidara, de la tribu temanaia. En el Éufrates medio, por su parte, destacó Bit-Khalupe y Sukhi, asociado a otro principado, el de Khindanu. Todos ellos eran tributarios asiduos de los asirios, hasta el sometimiento total durante el reinado de Tiglatpileser III.
La base social aramea fue la familia patriarcal. El conjunto de familias y clanes conformaban la tribu, asociadas entre sí a través de leyes comunales. El control lo tendría un Consejo de Ancianos, uno de los cuales era un jefe (nasiku) temporal. La comunidad de sangre o descendencia eran los criterios de legitimidad[1]. La estructuración de la población se haría, genéricamente hablando, entre nobles y campesinos (señores y pueblo). Sobre ellas gobernaba un jefe (antiguo jefe tribal), y sobre los jefes un rey (mlk), que se haría con el tiempo hereditario, poseedor del poder militar, judicial y económico.
La economía se fundamentaba en la ganadería ovina, vacuna y caprina, en una suerte de pastoreo semi nómada. Sedentarizados, también practicaron la agricultura y la actividad mercantil, comerciando en caravanas con metales, como hierro, cobre o estaño, y con madera, granos y textiles. Coincidieron entre los arameos la propiedad comunal, en los pastos, la privada de armas u objetos suntuosos, y la familiar, en algunas tierras, animales y sus propias tiendas.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. Febrero 2015.


[1] En conjunción con la independencia y autonomía propia de cada reino arameo, se mantuvo siempre una relación estrecha, sobre todo en los conflictos contra el enemigo común, Asiria. Este vínculo se oficiaba en coaliciones basadas en tratados de asistencia militar, como las que dirigió, por ejemplo, Damasco.

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