IMÁGENES, DE ARRIBA HACIA ABAJO. PLANO
DE MEGUIDO. A KA IZQUIERDA, EL ESTRATO IVB, ENTRE 1000 Y 800 A.E.C., Y A LA
DERECHA, EL ESTRATO III (780-650 A.E.C.); IMAGEN DE LA CALLE PORTICADA, EN
DONDE HABÍA TIENDAS, DE BETSÁN; MOSAICO DE SUELO DE LA SINAGOGA DE BEIT ALFA*,
DE FINES DEL SIGLO V A.E.C.; PLANO
DE QUMRAM. ENTRADA AL ACUEDUCTO (A); CISTERNAS (B); DESPENSA (C); SALA DE
REUNIONES Y REFECTORIO (D), SALA DE BANCOS (E); ESCRITORIO (F); TORRE (G);
COCINA (H); HORNO Y LAVADERO (I, J); TINAJAS EN DONDE SE ALMACENARON
MANUSCRITOS EN QUMRAM; DOCUMENTO EN PERGAMINO HALLADO EN LAS CUEVAS DE QUMRAN,
EN EL DESIERTO DE JUDEA; SHIBTA (SOBATA), CIUDAD NABATEA; Y MAMPSIS (KURNUB),
EN NÉGUEV, CENTRO COMERCIAL NABATEO.
Meguido, ubicada en el Camino del
Mar (Via Maris) fue un enclave
comercial[1]
y estratégico[2]
principal. Los restos arqueológicos datan de, al menos, mediado el IV milenio
a.e.c. Los mismos revelan que Meguido fue también, un relevante centro
religioso. El núcleo religioso en la ciudad ha sacado a la luz un gran altar
circular (bamah), con varios escalones
y tres templos de planta rectangular. No debe pasarse por alto que la tradición
señala que al final de los tiempos los ejércitos de Satán se enfrentarían en el
Harmaguedón (de Har Meggido, Monte Meguido). La ciudad estuvo amurallada
durante unos dos milenios.
Meguido fue, así mismo, una de las
ciudades imperiales del rey Salomón (reinado ca.965-928 a.e.c.). En la época
del soberano se construyeron varios palacios suntuosos, que tenían columnas con
capiteles protojónicos[3].
Las fortificaciones estaban conformadas, en algunos sectores, por los muros
posteriores de los mayores edificios que, unidos, formaban una muralla
continua. Lo que se conoce como Establos de Salomón (1Reyes, 9) puede referirse
a una serie de estructuras con salas alargadas divididas por dos hileras de
pilares. Entre ellos, grandes bloques parecen pesebres. En el centro, una
estructura cuadrada pudo haber servido de abrevadero para caballos. No
obstante, edificios semejantes en Beerseba parecen indicar que más que establos
serían almacenes, cuarteles militares o mercados. Otros restos importantes son
el pozo de abastecimiento de agua, con una sala-depósito, quizá parte del
sistema de conducción de aguas que data de la época del rey Omri o Acab, y un
gran silo, datado en el siglo VIII a.e.c., para el grano cubierto por un techo
abovedado.
El yacimiento de Meguido presenta
varios estratos que suponen la presencia de unas catorce ciudades o épocas de
ocupación
La decadencia de la ciudad pudo
coincidir con la época en la que el faraón Necao mató al rey Josías. A fines
del período persa (desde fines del siglo VI a 332 a.e.c.), la ciudad quedó en
ruinas.
Betsán, uno de los lugares
habitados más antiguos de Israel, fue en la antigüedad un centro administrativo
y un lugar de paso, en donde el valle del río Jordán se encuentra con el sur
del valle de Izreel y con la salida al mar Mediterráneo. Los primeros restos
arqueológicos hallados en Betsán corresponden al siglo V Milenio a.e.c. La
ciudad estuvo en manos egipcias en época de la Edad del Bronce tardío (entre
1550 y 1200 a.e.c.). A esta etapa corresponden varios sarcófagos antropoides
con tapas decoradas con rostros grotescos, y varias estelas de factura egipcia.
Durante la primera Edad del Hierro fue una ciudad filistea, y luego israelita.
En el libro de los Reyes se señala a Betsán como un distrito administrativo
fundado por Salomón.
Posteriormente, la ciudad fue
rebautizada como Scitópolis[4],
conformando una de las diez ciudades-estado de la Decápolis, fundada por Pompeyo
en 63 a.e.c. En la cima de la ciudad había una acrópolis con un templo
probablemente dedicado a Zeus, mientras que a los pies de la colina se
construyeron una basílica, un templo y una fuente. Al este del templo apareció
un ninfeo, un gran edificio con un ábside semicircular en el centro que parece
que tuvo en tiempos bizantinos una fuente decorativa. Dentro de la basílica se
destaca un altar decorado con escenas dionisíacas. Con el paso del tiempo, se
construyó un gran edificio al lado de la explanada de la basílica, cuyos muros
contenían hornacinas. Del centro de esta explanada salía una calle con
pórticos, probablemente una stoa o un
paseo cubierto, con la presencia de un estanque y una estatua de mármol del
dios Dionisos. Otra calle conducía al teatro romano.
Ya dentro de la ciudad se edificó
un anfiteatro y, con posterioridad (de época bizantina), unas termas, cerca de
las cuales se descubrió un pequeño odeón. Parte de esta casa de baños se
convirtió en el período bizantino en un edificio público con otras funciones en
el que se halló un pavimento de mosaico con el retrato de Tyche, la diosa de la fortuna. La ciudad bizantina estuvo
amurallada. A mediados del siglo VIII muchas edificaciones acabaron destruidas
por un fuerte seísmo.
El sitio de Qumran, en el desierto
de Judea, aparece relacionado, tradicionalmente,
con la secta judía de los Esenios[5].
Sin embargo, se ha apuntado también que el lugar fue una parada de caravanas
que abastecía a los viajeros que se desplazaban por la “ruta de la sal”, que
discurría entre Jerusalén, Arabia y la región de lo que hoy es Somalia, así
como una villa de invierno de ciertos acaudalados jerosolimitanos. Incluso se
ha dicho que fue una fortaleza militar. Es muy probable que Qumran sea la
Ciudad de la Sal, una de las seis ciudades del desierto de Judea que menciona
Josué. Habitada por primera vez en época israelita, como una fortaleza en el
desierto, quedó abandonada al caer el reino de Judá. A partir del siglo II
a.e.c. el lugar estuvo siempre habitado.
Entre los edificios comunales
destacan la cocina, con cinco hogares. Cerca de ella se ubica un salón,
denominado “refectorio”, y una habitación pequeña en la que se encontraron
distintos tipos de recipientes de arcilla, platos, jarras, bandejas, vasos,
tinajas, que pudieron usarse en el servicio de las comidas comunitarias.
También hay un taller de alfarería, y una gran dependencia (quizá un scriptorium), en la que apareció una
mesa y algunos tinteros.
La ciudad contaba con un magnífico
sistema de suministro de agua, con varios canales que distribuían el líquido en
varias cisternas. Al lado del asentamiento, se halló un cementerio con más de
un millar de tumbas dispuestas en hileras. Los difuntos, la mayoría de los
cuales están tendidos de espalda, orientan su cabeza hacia el sur. En las
tumbas excavadas solamente se han hallado restos de hombres, mientras que
algunas mujeres y niños han aparecido en las afueras del cementerio.
Los nabateos, caravaneros del
desierto, se dedicaban a comerciar, sobre todo con especias. Monopolizaron este
comercio desde el siglo VI a.e.c. y hasta mediado la primera centuria de
nuestra era. Las especias, que procedían de India y Arabia, eran transportadas
por los comerciantes nabateos hasta los puertos del sureste del Mediterráneo,
como Tiro. Desde el siglo I a.e.c. desarrollaron un sistema de paradas o
posadas de caravanas que contaban con termas y templos, así como medios
defensivos para evitar asaltos. Algunas de las ciudades del Néguev estaban en
el centro de las rutas mercantiles nabateas.
Una de estos asentamientos para el
descanso caravanero fue la población de Oboda (Avdat en hebreo). En ella se han
descubierto las ruinas un templo, un campamento militar, los recintos para
resguardar los camellos y los restos de iglesias bizantinas que reusaron parte
de las piedras empleadas en la construcción del templo. Durante la ocupación
nabatea los habitantes debieron habitar en tiendas, pues no se ha hallado
restos arqueológicos de viviendas.
Los romanos acabaron por usurpar
las rutas y los negocios nabateos, de modo que los nabateos, mediado el siglo I
de nuestra era abandonaron sui modo de vida nómada y se asentaron en ciudades,
con lo que empezaron a depender de la agricultura para subsistir y se dedicaron
a la cría de caballos. Mamshit (Mampsis) fue una ciudad nabatea construida
sobre el solar de una antigua parada caravanera. Las casas en este
asentamiento, separadas por calles y amplios espacios abiertos, recuerdan un
asentamiento de tiendas de campaña. En la ciudad de Sobata (Shibta) permanece
visible una iglesia bizantina y un monasterio, un indicio de que esta ciudad
pudo haber sido un lugar de peregrinación.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV
[1] La importancia comercial se
evidencia en la aparición de un escondrijo de marfiles cananeos en el palacio,
datado entre 1500 y 1150 a.e.c. Los casi cuatrocientos marfiles hallados
(peines, cajas, juegos de mesa), egipcios, cananeos, asirios y de Anatolia,
pudieron ser propiedad de un príncipe.
[2] Su situación estratégica se
ilustra en el relato de una batalla que aparece en el Templo de Amón en Karnak,
en el que se explica cómo el faraón, a la sazón Tutmosis III, conquistó Meguido
en 1479 a.e.c. Desde el sur, el soberano y sus generales, discuten sobre el
camino que deben tomar en las montañas que separaban la ciudad de la llanura
costera. Las tutas más fáciles eran por el sur o el norte, pero el rey pensó
que los cananeos podían esperarle por esas vías, y por ello escoge un camino
complicado por un desfiladero. Aunque gana la batalla contra los cananeos, no
pudo evitar que éstos se replegasen en la fortaleza de Meguido. No obstante,
meses después, tras un asedio, conquistaría la ciudad.
[3] Uno de los conjuntos palaciales
se remonta a la Edad del Hierro.
[4] Nombrada también Nisa, en época
árabe se convirtió en Beisán.
[5] La datación arqueológica apoya
la idea de que la ciudad era el centro de una sociedad comunal, aunque no hay
ninguna evidencia directa entre los esenios y el lugar, y muy escasa entre los
esenios y el grupo que se describe en los manuscritos del Mar Muerto. Flavio
Josefo, Filón de Alejandría y Plinio el Viejo comentan que los esenios
conformaban unos cuatro mil individuos en toda el área de Palestina. Dicen que
vivían en casas comunales y su afiliación se restringía solamente a los
varones. Los nuevos miembros, tras un noviciado, entregaban a la secta sus
propiedades. Los famosos manuscritos fueron escondidos en diversas cuevas de
Qumran entre 68 y 70 por los habitantes del sitio. Lo remoto del Qumran
proporcionaba un sitio adecuado para refugiarse y un lugar ideal para la
custodia de los manuscritos.
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