Kylix ático de figuras rojas en la que Príamo se
encuentra frente a Helena. Museo Nacional Etrusco de Tarquinia.
Troya, el enclave estratégico en el estrecho de los
Dardanelos, en la actual Turquía, fue fundada en torno a 2900 a.e.c.. Acabó
convirtiéndose en una próspera gran ciudad[1]
que estuvo íntimamente vinculada al entorno hitita.
El yacimiento de Troya está compuesto por nueve
ciudades de épocas diferentes que, en total, abarcan unos tres milenios de
continuada presencia y actividad humana. La Troya I apenas pervivió dos siglos,
hasta que en 2700 a.e.c. fue destruida por un incendio. Lo que hoy se conoce
como Troya II, la nueva ciudad, fue la que Heinrich Schliemann excavó y
consideró como la ciudad homérica. La Troya VI (1700-1180 a.e.c.) es el ejemplo
palpable de una localidad de la Edad del Bronce Anatolio, con dos sectores: uno
en la parte alta, la ciudadela, centro religioso y administrativo protegido por
una gran muralla; y otro, al sur de la colina, que se denomina ciudad baja,
guarecida por un foso tras el cual se encontraba otra muralla, hecha de adobe,
en la que se abrían varias voluminosas puertas defendidas por torres de
vigilancia. La ciudad baja, de una extensión de unas veinte hectáreas, y que
contaba con canales de drenaje y calles pavimentadas, pudo albergar en torno a
diez mil habitantes.
La posición estratégica de la ciudad era clave en el
sistema comercial del II milenio a.e.c., en tanto que dicha ubicación convirtió
a Troya en una destacado centro de redistribución de bienes. Además, por
intermediación del puerto Troya comerció con el ámbar del Báltico, el cobre de
los Balcanes, la cornalina del norte del mar Negro y con los caballos de las
estepas. Su rol de enclave mercantil pudo resultar crucial en el trasfondo
histórico de la famosa guerra de Troya, en virtud de que una agrupación de ciudades
griegas buscó el modo de garantizarse el control del paso de los Dardanelos y
del comercio entre el mar Negro y el Egeo.
Las viviendas de la Troya VI en la ciudad baja poseían
techos planos y un área pavimentada en el patio que pudo servir para trillar. Había
también santuarios, hornos comunales y jardines. La producción solía
almacenarse en vasijas ubicadas bajo tierra. Algunas de las casas más lujosas,
que estaban hechas de piedra, madera y adobe, tenían dos plantas y poseían
estas vasijas semienterradas para guardar alimentos. La mayoría de la población
debió de emplearse en la fabricación del tinte púrpura, en la confección de
textiles, particularmente de lino y lana, en los talleres metalúrgicos, en los
que se manufacturaban objetos de oro, hierro, plata y bronce, y en la
fabricación de la cerámica hecha en el torno. La cerámica parda, que se empleaba
habitualmente en la cocina, del tipo tazas, platos y jarras, era de tipo
anatólico, si bien también existió en Troya cerámica griega e, incluso, algunos
objetos micénicos, lo que prueba la presencia de comerciantes micénicos en la
ciudad. Pero también un sector de la población se encargaba de la agricultura y
el pastoreo de ganado, además de la pesca (sobre todo la recolección de
moluscos). En el yacimiento han aparecido grandes cantidades de huesos de
equino[2],
lo que pudiera ser un indicio de especialización en la doma de caballos para su
empleo militar, probablemente por parte del ejército hitita.
En Troya VI han aparecido también tumbas en forma de casa,
en las que se veneraba a deidades diversas, como el caso de Appaulinas (probable nombre hitita de
Apolo). En las puertas de la ciudadela se hallaron varias estelas pétreas que
pudieran ser semejantes a las típicas de los cultos anatólicos a las rocas, en
las que se pensaba que habitaban deidades. En la ciudadela (la Pérgamo de la
Ilíada), varias construcciones combinaban las funciones de palacio, tesorería,
archivo y templo, e imitaban los modelos del palacio-megaron de la zona hitita en Anatolia, la Grecia micénica y la
Creta minoica, con edificaciones y estancias dispuestas alrededor de una sala
central. Vivía aquí la elite, que incluía la familia real y aquellos linajes
nobles, además de las agrupaciones familiares de los grandes comerciantes, cuyas
funciones eran diplomáticas y también militares, pues ocupaban los principales
mandos del ejército.
Troya estuvo evidentemente muy vinculada con Asia
Menor y, en especial, con los hititas, como demuestra el Tratado de Alaksandu. Lo estuvo mucho más que con
el ámbito griego. Este tratado, hallado entre la documentación del archivo
imperial de la capital hitita, Hattusa, muestra un pacto de vasallaje que fue
suscrito entre un rey de Wilusa (Alaksandu)
y el soberano hitita Muwatalli II en 1290 a.e.c.[3]
Wilusa, que pudo ser el nombre hitita de Troya, explicaría la denominación
griega Ilión. La guerra troyana, así sería un conflicto entre una fortaleza
hitita en Asia Menor y varias ciudades griegas continentales.
El fin de Troya VI se produjo en torno a 1250 a.e.c.,
fruto de un desastre natural, probablemente algún terremoto. Se reconstruye la ciudad y se vuelve a
habitar (la Troya VI 1). Hacia 1180 a.e.c., es la fecha en la que se constata
la presencia de una gran devastación, con ruinas de edificaciones destruidas
por el fuego, innumerables proyectiles de catapulta y huesos humanos calcinados.
Todo ello puede ser un indicador de que la población sufrió algún tipo de
ataque externo, una presumible guerra. Algunos creen que este sería,
precisamente, el conflicto narrado por Homero.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR.
[1] Únicamente
un poco más de un cinco por ciento de la extensión total del yacimiento ha
salido a la luz tras siglo y medio de excavaciones, las últimas llevadas a cabo
por un equipo alemán de la Universidad de Tubinga.
[2] Se puede
recordar que en la Ilíada se señala que el rey Príamo era dueño de extensas
caballerizas reales y que Andrómaca, la esposa de Héctor, alimentaba con
esmero, con vino y granos, a los caballos de su marido.
[3] Los
términos del tratado indican la antigüedad de la alianza. Troya estaría
subordinada al imperio hitita aunque no habría perdido su autonomía real. Los
hititas se referían a toda la región de la Tróade como Wilusa, denominando a la
ciudad de Troya como Taruwisa (de donde la Troya en la nomenclatura griega).
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