Imágenes: arriba,
un esqueleto profusamente adornado en un entierro en el yacimiento de Sungir,
Rusia; abajo, un conjunto de herramientas en hueso del mencionado sitio de
Sungir, Paleolítico Superior, de hace unos 30000 años.
El
corredor del Nilo debió haber provisto un hábitat natural muy atractivo, y
perenne. En este ambiente debieron converger diferentes grupos humanos. El
registro arqueológico, por desgracia, no es particularmente abundante, pues
muchos de los asentamientos estuvieron en sitios de superficie más que en
cavernas.
Se
han destacado una serie de rasgos culturales complejos (denominados “cultura
Nubia”) en la región hace más de 40000 años. Estarían asociados a nuevos grupos
que provendrían del sur, en tanto que muchas de sus características se observan
en la cultura del sur de África.
Los
fundamentos de esta “cultura” se encuentran en sitios clave, como Nazlet Safaha
y Taramsa I. En ellos se ha encontrado evidencia que confirma la actividad
estratégica de la caza de subsistencia, puesto que han aparecido un gran número
de puntas de proyectil. Tal abundancia, aunado a los conflictos para adquirir
la piedra, sugieren también una considerable densidad de población y un
contexto apropiado para la interacción social, rasgo característico de la
complejidad cultural sapiens.
Una
cultura moderna desarrollada es sugerida por la complejidad lítica del conjunto
de herramientas y por el modo en que los artesanos planean adquirir la materia
prima en determinados lugares y trasladarla para propósitos particulares.
Únicamente
un esqueleto ha sido hallado en Taramsa I, y ha sido datado, de modo tentativo,
en 55000-50000 años. Además de probar que sapiens fue el responsable de esta
cultura Nubia, su hallazgo representa el ejemplo más antiguo de enterramiento
de un hombre moderno. Se trata de un ejemplar de chica joven, de unos diez años
de edad, encontrada en posición sentada y orientada hacia el este. Si se
tratase de un enterramiento deliberado, podría ser un indicio de una cultura
que posee alguna idea sobre la vida de ultratumba y de algo cercano a lo que
podríamos denominar “religión”, un auténtico marcador cultural.
La
presencia de lo que los antropólogos denominan bienes funerarios, como objetos
de arte, herramientas, ornamentos diversos, acompañando a los huesos es lo que
es tomado como una marca de una verdadera tumba. La ausencia de en el
yacimiento de Taramsa I de tales bienes y de cualquier otro artefacto que
evidencia un ritual religiosos, y el hecho de que es el único ejemplo anterior
en unos 25000 años a enterramientos ciertos aparecidos en el registro
arqueológico, pudiera indicar que la disposición de los restos de Taramsa I no
fueron una verdadera inhumación.
No
se puede, en consecuencia, asegurar que hayan sido esas gentes nubias quienes
gradualmente se expandieran y se desplazaran hacia el Levante, si bien el
“viaje” no sería largo (de unos pocos cientos de kilómetros) desde los sitios
con fósiles de la cuenca del Nilo. Además, la migración podría encajar con el modelo
de las migraciones de homínidos africanos previas, incluyendo una que condujo a
los sapiens a asentarse aquí en el período comprendido entre 110000 y 70000
años antes del presente, cuando África era especialmente seca y cálida y gran
número de mamíferos fueron atraídos por un más húmedo Levante.
Nuevas
poblaciones se movilizaron no mucho después de hace unos 50000 años. A juzgar
por la clase de herramientas encontradas, marcadas por puntas de lanza (algunas
con forma de V), y la sofisticación de las mismas, esas gentes procedían de
África. Un soporte de esta perspectiva se encuentra en la clase de esqueletos
hallados, que son aquellos típicamente ambientados o criados en zonas
tropicales, con largas extremidades y un alto torso que provee grandes áreas de
superficie de piel que permitan perder calor, a diferencia de los ambientados a
un clima frío, como los Neandertales, de menor estatura.
Además,
la reciente evidencia genética, que compara marcadores de cromosomas Y, muestra
que uno de ellos, propio de las poblaciones africanas nororientales, es
idéntico al de la mayoría de la gente levantina, y que la mutación podría
datarse en algún momento entre 50000 y 45000 años, lo cual implicaría una migración en dirección septentrional
sobre esas fechas.
La
primera evidencia segura de cultura moderna en Levante se data en 49000 años,
concretamente a partir de las herramientas halladas en el sitio llamado Boker Tachtit, en el desierto del Neguev, al sur del
Israel actual. Los objetos aquí hallados incluyen muchas puntas triangulares de
lanza y diversos útiles de pedernal que marcarán la cultura moderna tal y como
se desarrolla en Levante y en Europa. Se trata de cuchillas u hojuelas de
piedra, raspadores y buriles usados como perforadores.
Este conjunto de herramientas expandidas y
notablemente estandarizadas, con la predominante punta de lanza de diferentes
tipos, además de hojas, buriles, medias lunas dentadas, leznas, punzones,
morteros, espátulas y piedras de amolar, es un signo de la intensidad con la
que las gentes de Boker Tachtit fueron capaces de explotar los alrededores.
Sin duda fueron cazadores de una gran variedad de
animales, a los que habrían aprovechado de un modo intensivo. Estaríamos ante
un ejemplo de sociedad sapiens que llegaría a ser dependiente, pero también muy
competente, de la tecnología.
A partir de los útiles de Boker Tachtit se ha
argumentado que sapiens habría desarrollado un nuevo patrón de conocimiento,
clave en su subsiguiente éxito y expansión territorial. Se habría desplegado,
entonces, una especial forma de razonar y pensar, particularmente en lo
relacionado a los modos de transformar los núcleos en una gran variedad de
usos. Se ha sugerido un razonamiento analógico por el cual una cosa podría ser
hecha para servir multifuncionalmente, y que ello sería parte de las
estructuras lingüísticas del sapiens y de su manera de ordenar el mundo a su
alrededor y establecer su compleja organización social.
No está claro, en cualquier caso, quien pudo fabricar
tales herramientas puesto que los primeros fósiles de sapiens en el área se
fechan sobre 46000 años (los restos de un niño en el abrigo rocoso de Ksar
'Akil, cerca de la costa libanesa. Sin embargo, los útiles hallados en el sitio
de Ksar 'Akil son semejantes a aquellos de Boker Tachtit, y, por lo tanto, la
lógica sugiere que fue sapiens quien hizo estas iniciales herramientas unos
tres milenios antes. Los fabricados por los neandertales, que habían estado en
la región 50000 años antes, no son como los de los modernos sapiens.
El esqueleto de Ksar 'Akil es considerado por muchos
como el ejemplo más antiguo de consciente enterramiento sapiens en el Levante.
Se ha llegado a esa conclusión porque a los restos le fueron colocados encima
un conjunto de guijarros traídos deliberadamente hasta el abrigo rocoso,
sugiriéndose con ello algún tipo de tumba. Sin embargo, también podría tratarse
de un simple medio de proteger el cadáver ante los carnívoros carroñeros, sin
que exista, por tanto, ninguna connotación ritual. Por otra parte, aquí se carece también de
bienes funerarios rituales.
Ciertos indicios de alguna suerte de “arte” parecen
emerger hace unos 45000 años. Es el caso de una losa de piedra con ocre rojo
hallada en la cueva de Qafzeh, cerca de la costa mediterránea de Israel, que ha
sido datada entre 44000 y 42000 años; también pudiera ser el caso de pequeñas
piezas pétreas con pintura roja y negra encontradas en el Nivel D de la Cueva
Hayonim, fechada en 32000 años, así como de dos pequeñas losas grabadas (del
mismo nivel). Una de ellas es la primera (y muy rara) representación de un
animal en el registro arqueológico levantino, en una época en la que algunos
animales aparecen en el arte de Europa. Se trata de un caballo inciso con una
pequeña mella en un ojo. En función de que la representación fue cubierta de
ocre rojo en el medio se ha pensado que pudiera simbolizar la sangre. Algún
significado que va más allá de la simple decoración, es muy probable.
En el abrigo rocoso de Ksar 'Akil se ha encontrado un
abundante tesoro de cuentas de concha. Las conchas marinas para la
ornamentación personal estuvieron muy extendidas en el Levante. Cuentas de
otros materiales, como dientes de oso, ciervo y caballo, también han aparecido
en sitios tardíos como la mencionada Caverna Hayonim, en El Wad, al norte de
Israel y en erq el-Ahmar, en Jordania.
Hace 27000 años en Ksar 'Akil también se encontraron
incisiones regulares sobre una punta de hueso, quizá de una lechuza. La
presencia de estas cuentas implica un sistema de comunicación, que señala a las
gentes de otras bandas o tribus algo especial sobre el estatus del portador
(grupo de identidad, riqueza, posición, relaciones con otros, los éxitos en la
caza), que los demás pueden asumir o entender.
Podría esperarse que la tecnología para los ornamentos
surgiese primero en lugares en donde hubiese oportunidades de encontrarse con
extranjeros y fuese beneficioso advertir la identidad y el estatus propio desde
lejos. También podría tratarse de un medio de distinguir una banda o tribu de
otras, quizá proclamando la territorialidad sobre un espacio de caza, o un
mecanismo para proclamar quien es el individuo, a dónde pertenece y quien le
protege.
Algunas bandas de sapiens migraron fuera del área,
encarándose hacia el norte, si bien el registro fósil muestra que muchos
escogieron quedarse y sobrevivir a partir de la caza de animales de rápida
reproducción, como conejos, perdices u
otras aves, aunque ello implicase emplear más tiempo y esfuerzo. Este modo de
caza supone, asimismo, la invención de trampas. Se ha sugerido (Ofer Bar Yosef)
que algunos sapiens habría cazado en círculos más extensos utilizando unas
armas más intrincadas (arcos y flechas, lanzas arrojadizas), aunque ningún
ejemplar de este tipo ha sido hallado. Ciertas posibles competencias, pudieron
haber propiciado contactos regulares, y quizá amigables, entre bandas o tribus.
Por tal razón no resulta tan sorprendente que algunos medios de identidad
ornamental pudieran haber sido creados para tal fin.
Los adornos probablemente también indicaban un significativo
auto reconocimiento individual, además de identidad grupal, tal y como
actualmente ocurre. Incluso se podría pensar en un cierto mecanismo de
atractivo personal.
Una sofisticada cultura sapiens del Levante, que
enfatizaba la caza, la pesca y la captura de aves, poseía “arte” y ornamentos,
quizá practicase magia y contase con un sentido de los sobrenatural y, además,
fuese consciente de su individuación, comenzó a desplazarse hacia el norte,
hacia Europa y las llanuras de Asia central en algún momento hace 46000 años.
En un tiempo relativamente breve, de unos cinco milenios, los grupos tuvieron
un gran éxito en la ocupación del territorio. No parece que los cambios
climáticos hubiesen provocado directamente esas migraciones, ya que la Europa
de esas épocas continuaba a ser fría y seca, con escasos períodos cálidos y,
por consiguiente, no debió haber sido especialmente más deseable que el
Levante, de temperatura más templada.
Sin embargo, una fractura en el período frío se
produjo hace unos 45000 años, cuando las capas de hielo polar retrocedieron
hacia el norte y las planicies herbáceas de la tundra gélida también lo
hicieron hasta la Europa septentrional y nórdica, de manera que se abrieron
espacios de coníferas en una zona templada, con bosques de árboles de hoja
caduca, alrededor del Mediterráneo, que pudieron haber sido áreas atractivas de
asentamiento, en especial para especies que sabían cómo adaptarse al frío
usando el fuego y la vestimenta. Parece más probable, incluso que hubiese sido
un repetido fenómeno de uso excesivo del medio ambiente circundante y un exceso
de caza, lo que haya forzado el éxodo de sapiens.
No se constatan yacimientos que registren los posibles
corredores de la migración. No obstante, en Georgia, en la región oriental del
Mar Negro y del norte de Turquía, pudieron existir accesibles fuentes de
vegetación y suministros, incluso en períodos más fríos. Además en la región
hay un gran número de abrigos naturales y de cuevas, aparte de abundancia de
pedernal. Esto sugiere que la zona de Georgia fue un sendero de salida del
Levante, siguiendo, tal vez, el río Éufrates, las montañas del Tauro y
continuando alrededor del Mar Negro, internándose en Europa, y en las
proximidades del Caspio en la llanura occidental siberiana.
No obstante, los sitios más antiguos en Europa con
conjuntos de útiles análogos s los hallados en el Levante, solamente aparecen
en lo que hoy es Bulgaria. En consecuencia, parece probable que la ruta de
salida del Levante haya sido por esta región. Con ello se evitaría el problema
de cruzar las montañas turcas y por tanto, se habría seguido la costa
mediterránea. En cualquier caso, ningún yacimiento ha sido hallado que suporte
esta conjetura, si bien en la actualidad pueden encontrarse bajo las aguas.
Un reciente estudio del ADN de las poblaciones
europeas actuales sugiere que la migración más antigua hacia Europa tuvo lugar
desde el Cercano Oriente hace 45000 años por dos rutas principales, una a lo
largo de la costa turca hasta el interior de Grecia y al sur de Francia, y la
otra cruzando los Balcanes y, siguiendo el Danubio, hasta entrar en lo que en
la actualidad es Alemania.
La
pobreza de fósiles humanos para el conjunto del período que abarca desde los
45000 a 36000 años es un tanto decepcionante. Algunos ejemplos son muy dudosos.
En Alemania los investigadores encontraron tres huesos de un esqueleto en un
sitio originalmente de Neandertales. Creyeron en su momento que se trataba de
una hembra de sapiens de hace 44000 años. En uno de los más antiguos sitios en
los que existen conjuntos de útiles de sapiens (Caverna de Bacho Kiro, en la Bulgaria central), que se data en
46000 años, se hallaron restos fósiles de un homínido, en concreto fragmentos
de una mandíbula superior e inferior de un joven, además de un diente. Sin
embargo no se puede concluir que sean restos incontestables de sapiens y sean,
probablemente de neandertales.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB- FEIAP-UGR. Enero, 2017.
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