Imágenes, de
arriba hacia abajo: un casco coolus romano, hecho en bronce, de fines de la
República; otro casco romano, esta vez montefortino, de origen celta. Hecho en
bronce, fue el casco más usado por el ejército desde el siglo III a.e.c.; y un fragmento de cota de malla romana, hallada
en Northeim, distrito norte de Göttingen.
El
ejército fue un real instrumento de expansión que Roma empleó para llevar a cabo
sus conquistas y para posteriormente mantener el ordenamiento imperial. Fue un
evidente vehículo de romanización, que aprovechó el trazado de las vías, así
como un medio de trasmisión entre
culturas dispares y los valores de la romanidad.
El
más arcaico ejército romano, el de la etapa monárquica, se estructuraba a
partir de levas, de ahí el concepto de legión, como reunión de reclutas. Dicha
organización arcaica se fundamentaba en la división social romana (patricios y
plebeyos) así como en los vínculos clientelares. La organización militar
comenzaba en la Curia, cada una de las cuales estaba formada por una decena de
caballeros y cien infantes. La leva legionaria estaba compuesta de una
treintena de curias, arrojando como resultado un total de tres mil soldados de
caballería y un centenar de caballería por cada legión,
Fue
el rey Servio Tulio el que estableció una serie de fundamentos, en forma de
reformas, que sirvieron de base para ejecutar el reclutamiento y organizar el
ejército romano.
La
edad para la recluta oscilaba entre los diecisiete y los sesenta años. Los más
jóvenes, hasta los cuarenta y seis de edad se denominaban iunores, mientras que los más viejos recibían la denominación de seniores. Los soldados, según sus
posibilidades pecuniarias, se encargaban de sufragar sus propias panoplias
militares. En esta época el ejército aparecía dividió en clases y centurias. La
infantería estaba formada por cinco clases. Tres de esas clases tenían que
aportar las tropas de la infantería pesada, mientras que las dos restantes las
de la infantería ligera. Además, había que sumar dieciocho centurias ecuestres.
Aquellas centurias de componentes menos pudientes configuraban los cuerpos de
músicos militares, ingenieros y otra serie de funciones auxiliares.
Servio
Tulio organizó la legión con un contingente de cuatro mil quinientos soldados.
En la misma, los infantes con armadura
pesada sumaban tres mil, los infantes ligeros unos mil doscientos y los jinetes
(celeres) eran trescientos. La
organización táctica por excelencia fue la falange (seis filas en línea de
combate).
Aunque
con la República el ejército mantuvo una organización semejante, sin embargo se
produjeron dos novedades relevantes. La primera de ellas es que el mando del
ejército pasó del rex a los dos cónsules
(cada uno de ellos a cargo de un par de legiones); la segunda, la formalización
de un servicio de indemnización (el stipendium)
dirigido a los campesinos que debían abandonar sus labores en el campo para
participar en el ejército.
Camilo[1]
lleva a cabo una nueva reforma, por la cual crea una nueva unidad táctica de
infantería pesada, denominada manípulo (ciento veinte hombres divididos en dos
centurias de sesenta soldados cada una). Se organizaron veintiún manípulos en
cuatro líneas. En la primera de estas líneas había seis manípulos (1200
soldados), llamados hastati, una
infantería ligera conformada por jóvenes de pocos recursos económicos. La
segunda y tercera líneas eran las de la infantería pesada, conformada por otros
seis manípulos (cada una) de Principes.
La cuarta y última línea la formaban los Triarii,
tres manípulos, con seiscientos legionarios veteranos de infantería, tanto
ligera como pesada. Estos últimos solamente entraban en combate en caso de
extrema necesidad. La formación se completaba como los velites; esto es, tropas auxiliares con armas ligeras (venablos) y
con escasa armadura. Al margen, también había algunos cuerpos más, de
exploración y de apoyo logístico. La caballería legionaria estaba compuesta por
tres centenas de jinetes, repartidos en una decena de escuadrones, las turmas[2]
(turmae).
Cayo
Mario, cónsul varias veces entre 105 y 85 a.e.c., llevó a cabo una duradera
reforma militar. En esencia, los aspectos destacados de la reforma fueron los
siguientes. En primer término, el reclutamiento del legionario se lleva a cabo
por dieciséis años de servicio; en
segundo lugar, las legiones ahora no se diferencian entre sí por el origen de
las levas o su procedencia, sino por su nombre; en tercer lugar, el legionario
obtiene un sueldo y recibe de parte del Estado romano el equipo militar
reglamentario: casco, cota de mallas, la espada corta o gladius, scutum, pilum o jabalina, calzado, la túnica, los
calzones, las caligae o sandalias
hechas en cuero y una manta; en cuarto lugar, el ejército modifica su
composición, pues la unidad táctica ahora será la cohorte (seiscientos
soldados). Cada cohorte estará conformada por un manípulo de hastati,
otro de principes y otro más de triarii. Cada legión se formará,
en consecuencia, de diez cohortes a las que se adicionarán mil soldados de
caballería mercenaria. En tal sentido, cada legión estará formada por unos
siete mil hombres.
En
resumidas cuentas, lo principal es que desde Mario el ejército se
profesionaliza y depende del Estado. Se pasa de un ejército con participación
campesina a otro profesionalizado.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP, Granada. Mayo, 2017
[1] Marco
Furio Camilo (hacia 445-365 a.e.c.), quien fue considerado por la tradición
como el segundo fundador de Roma.
[2] En la época
republicana las unidades de caballería romana recibieron el nombre de Alas, las
cuales, a su vez, se dividieron en turmas de treinta y dos hombres cada una. Un
ala quingenaria estaba formada por dieciséis turmas (quinientos doce
legionarios), mientras que un ala miliaria constaba de veinticuatro turmas con
un total de setecientos sesenta y ocho soldados. Cada turma era comandada por
un decurión.
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