En la imagen el
dios coreano Chakdudaesin, una deidad adorada en el ritual chamánico que se
lleva a cabo cuando alguien desea convertirse en aspirante a ser un aprendiz de
chamán. Para demostrar que está preparada para ser un futuro chamán, la persona
debe danzar sobre una serie de cuchillas mientras canta el Mukyong (Libro de Encantos)
o juega con espadas sacras. Y claro, solamente los destinados a ser chamanes
pueden hacer esto. En esta ocasión, se ve al dios como ejecutante, sobre
cuchillas de cortar paja, colocadas encima de un vaporizador de pasteles de
arroz, y vestido con uniforme de un general. Obsérvese que mantiene las espadas
sagradas en sus manos, encima de su cabeza. La imagen se conserva en el Museo
Kahoe.
El origen de todos los mitos coreanos se encuentra
en el kut, un ritual chamánico, en el cual el
chamán ofrece un sacrificio y ruega a los espíritus que intervengan para
solventar problemas de la vida cotidiana de las personas. Los coreanos creían
que todos los dioses poseían diferentes tipos de autoridad divina. Ahora bien,
había que escoger bien en cada caso, pues únicamente la deidad correcta podría
ser capaz de solventar un determinado, un particular inconveniente o problema. Los mitos orales coreanos se focalizan en la
explicación de las historias de fondo de
las divinidades.
En
la península de Corea se percibían a todos los dioses como iguales, en virtud
de que estaban destinados a resolver problemas propios de las vidas de las
personas. Sin embargo, algunos mitos, en particular influenciados por el
daoísmo y el budismo, establecieron algunas clasificaciones, más o menos
jerarquizadas, entre divinidades, caso del Rey Daoísta del Cielo o el Señor Budista
de los Infiernos. En términos generales, el número total de deidades era igual
al número completo de diferentes tipos de problemas que podrían acontecer en
las situaciones cotidianas.
Los
mitos orales siempre describen, en consecuencia, problemas que los dioses
encuentran al principio y que afectan al cuerpo, más tarde los soportan y
solventan para, finalmente, ascender como dioses y desaparecer de escena. Estos
dioses siempre mantienen las distancias
hasta que escuchan los ruegos y llantos humanos solicitando ayuda.
Esperan
ser tratados adecuadamente siempre que sean llamados en ayuda de alguien. Si no
fuesen tratados bien, se vengarán enviando una serie de desgracias o tomando
las vidas de las personas. Se convertirán en buenos o malos espíritus dependiendo
de cómo sean tratados. Requieren, en fin, recompensas en función de la
misericordia que provean.
Los
mitos coreanos tienden a focalizarse en el rol jugado por un dios en cuestión,
que es el protagonista principal de la “historia”.
Los
mitos que pueden ser vistos como de la creación son Ssaengut (Un ritual Chamánico del Dios Chamán),
Ch’ogamje (El Primero de los Ritos Chamánicos), Ch’angsega (Canción
de la Creación) y Ch’onjiwangbonp’uri (Mito del Origen del Rey
Ch’o(nji)).
Al respecto de los mitos de inundación, existen dos típicos. Uno de ellos, el
más relevante, es el de la interrelación entre hermanos, que implica que la
humanidad continúa su existencia gracias al matrimonio entre dos hermanos que
sobreviven a una gran inundación
devastadora. Por otra parte, en el mito de Namu Toryong (Un Hijo del Dios Árbol), Namu
juega un papel semejante en la continuación de la historia humana después de
una gran inundación.
La
deidad de la creación certifica el orden fuera del caos en los fenómenos naturales
y en los asuntos humanos. Su principio es crear dividiendo. En ocasiones, lo
que es usado para lograr el orden de las cosas puede, eventualmente, causar un
completo caos. Este es un principio inherente al mito de la creación. Un buen
ejemplo es el de los múltiples soles destructores.
El
mito de la interrelación hermano-hermana trata de la creación a través de la
combinación, además de la creación por medio de la división. Por tanto, la
creación es división y combinación, que es el principio mayor de la naturaleza
circundante. De hecho, muchas plantas se reproducen por división, mientras que
muchos animales lo hacen por combinación.
Entre
los mitos referidos al inframundo destaca Ch’asabonp’uri (Mito del Origen del Mensajero del Inframundo), que cuenta la
historia de Kangim, un mensajero de la muerte del Más Allá. Es el encargado de
guiar las almas de la gente fallecida al Inframundo. Sin embargo, Kangim fue,
en origen, un funcionario que sirvió al magistrado Kim Ch’i. Kwayangsaengi y su esposa habían asesinado a
tres hijos del rey del reino de Tonggyong para robar su dinero. Pero esos tres vástagos renacieron y aprobaron
el examen para entrar a formar parte de los oficiales gubernamentales.
Repentinamente murieron de Nuevo, de tal modo que Kwayangsaengi solicitó una
aclaratoria al respecto de su sospechosa muerte. Kim Ch’i le preguntó a Kangim
cómo se podría resolver el inconveniente[1].
Éste amenazó al Rey del Inframundo para que le ofreciese una respuesta
satisfactoria. Mientras esto ocurría, se desveló que Kwayangsaengi había matado
a los tres hijos del rey del Reino de Tonggyong. Como consecuencia,
Kwayangsaengi fue castigado y Kangim invitado por el Rey del Inframundo como
sirviente, como mensajero de la muerte del Inframundo.
En el Samanibonp’uri (Mito del Origen de Samani), el Changjap’uri (Mito del
Origen de Changja), y en el Whangch’onhonsi (Un Dios Calavera), la gente
se encara con el manejo de la muerte para evitar sobornar a los mensajeros de
la muerte.
El estanque Haenggi ejerce de límite que separa los
espacios entre el mundo y el inframundo. Aunque no es un simple pasaje, pues si
se cae en el estanque (camino vertical), se estará en el camino a la entrada
del sendero del inframundo (el camino horizontal).
Myongjinguksaengbulhalmangbonp’uri
(El Mito de Origen de la Diosa del Nacimiento) es un mito
representativo del que se puede aprender sobre la imaginación mítica relativa
al nacimiento.
La diosa Samsinhalmang llegará a ser quien dé nacimiento a la gente en este
mundo, mientras que la Vieja Samsinhalmang será la deidad que tome los niños
fallecidos (puede propiciar enfermedades a los infantes o tomar su vida).
Otros mitos vinculados
con el nacimiento de los niños son Chesokbonp’uri (El Mito del Origen de los Tres Dioses Chesok), Tanggumaegi (Diosa Tanggumaegi) y Samt’aejap’uli (Mito
del Origen de los Tres Hermanos). Este último es recitado en el Songingut, un ritual chamánico del Dios Chamán de la
región de Kawnbuk. Songingut se
formaliza para desear longevidad, éxito, riqueza y, sobre todo, el nacimiento
de hijos.
Tanggumaegi dará
nacimiento a trillizos. Tanggum significa diosa de la villa o del valle. De tal
manera, además de diosa del nacimiento, Tanggumaegi es también una guardiana
regional o una deidad de la tierra. Su rol de extiende de modo significativo
para incluir el papel de diosa de la producción. Esto se evidencia, por
ejemplo, en el Segyongbonp’uri (El Mito de Origen de
los Dioses de la Agricultura).
La mayoría del folklore coreano se fundamenta en los
chamanes que realizan la ceremonia chamánica denominada kut. En épocas antiguas, los chamanes pertenecían a una sagrada
clase, muy respetada por la comunidad. Incluso llegarían a servir como reyes en
la etapa conocida como teocracia.
En una historia en el Karakkukki (Memorial del Reino Karak), que es
una sección del Samgukyusa (Recuerdo de los Tres Reinos) compilado por Ilyon, seis jefes se
reunieron en la cumbre del Kuji y llevaron a cabo una ceremonia de danza en
espera de la elección del rey por parte del Cielo. Esos seis jefes serían los patriarcas de su tribu. Al
tiempo, harían las veces de los maestros de las ceremonias; es decir, los
chamanes mismos.
Hay mitos acerca de los antepasados de los chamanes.
Ch’ogongbonp’uri (Mito de
Origen de Ch’ogong, el Dios Ancestro de los Chamanes), de la isla de Cheju,
es el mejor ejemplo al respecto. En el mismo se cuenta que tres hermanos, Chetpugi,
nacieron de la unión de un monje y nogadanp’ungjajimyongagassi, llegando a ser
las deidades ancestrales de los chamanes[2].
La Princesa
Pari es también un gran mito de los orígenes de los
chamanes en Corea. Nacida como una séptima princesa, fue abandonada por sus
padres. Posteriormente, llegará a ser un chamán, tras salvar a sus padres de la
enfermedad.
Los magos, quienes emplean
poderes mágicos para resolver problemas, fueron héroes en la mitología coreana.
En el Hyangga (Antiguas Canciones Populares Coreanas), podemos encontrar las
peripecias de yungch’onsa (del siglo VII) y Wormyongsa (del VIII). Así, por
ejemplo, cuando dos soles aparecen en el cielo, provocando grandes sequías, Wormyongsa
entona el Tosolga (La
Canción de Tosol) para eliminar a uno de ellos.
Los magos también participaban en las guerras en los
tiempos antiguos. La gente confiaba en ellos para alcanzar la victoria en los
conflictos armados. Este hecho está en la base de que, muy probablemente,
héroes como el épico Janggar mongol o el Gesar tibetano, hayan sido también
magos al mismo tiempo.
El héroe guerrero Koenegitto en el Koenegidangbonp’uri
(Mito del Origen del Santuario
Koenegi), de la isla de Cheju, es también, en la versión del Ch’ilildang (Santuario Ch’ilil), un
médico que es capaz de curar mágicamente las enfermedades oculares. En la
versión Songdang aparece como
un héroe que contiene un alboroto en el país de Ch’onja. Se podría decir que un
héroe guerrero es también uno cultural. En este caso, asegurar la comida para
el grupo entero es tan importante como protegerlo de ataques externos. Además,
también defienden a los indefensos ante la opresión y suelen tener muertes trágicas.
Un magnífico ejemplo al respecto es el Yangimoksabonp’uri
(Mito de Origen del Magistrado
Yang) o el KoTaejangbonp’uri (Mito del Origen de Ko Taejang) de la isla de Cheju. Aquí las
personalidades principales son descritas como héroes resurgentes que encuentran
un final trágico.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR. Junio, 2017
[1] Kangim le
preguntó a Kilnajang, un mensajero inframundano, por el camino al Inframundo,
ofreciéndole un pastel como recompensa o premio. La anécdota muestra que se
puede alcanzar la meta siendo bondadoso con los demás.
[2] El monje
debió ser, en origen, un dios celestial adorado en el chamanismo. Este mito es,
de alguna manera, equivalente al del fundador en el mito del nacimiento de la
nación.
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