20 de octubre de 2017

La prehistoria de la historiografía griega: génesis y desarrollo

Los testimonios de la gran poesía épica griega (Ilíada, Odisea), así como de la obra de Hesíodo, reflejaban la historia de los griegos en un contexto concreto de diversos valores e ideales que seguramente satisfacía, en un momento determinado, los elementos referenciales que el griego necesitaba para comprender las relaciones del ser humano con su entorno, con el mundo circundante. La interpretación racionalista del mito fue un modo de actuación primario de la historiografía (como lo fue también para la filosofía). No obstante, la historiografía griega recuperaría el carácter vívido de la poesía.
En el contexto socio-político del comienzo de la historiografía destaca la presencia de Mileto en la tradición, como también había ocurrido con la filosofía. En este puerto comercial, punto final de algunas rutas próximo-orientales, confluyeron varias circunstancias que propiciaron la historiografía.
Una de ellas es la profundización del espacio geográfico (en el contexto de la expansión colonial griega), cuyas primeras manifestaciones acontecen en las primeras observaciones y manifestaciones del mundo llevadas a cabo por los filósofos. Esto trae consigo el despertar de la conciencia sentida por los griegos de su propia identidad y de las diferencias culturales existentes entre los diversos pueblos. Por otra parte, se desarrolla la concepción de la noción de progreso. La adquisición por parte del ser humano de la conciencia de su efectividad y responsabilidad, proceso que se asocia con el nacimiento y desarrollo de la actividad política del ciudadano en la polis, desempeñó también un rol relevante en los orígenes de la historiografía. La toma de conciencia del carácter “temporal” de la existencia humana se lleva a cabo por mediación de la activa vida política.
Las perspectivas en cuanto a la concepción del espacio, el tiempo y el propio hombre se amplían en el contexto de un  notable cambio intelectual, cuyo exponente principal (desde la perspectiva de la historiografía) fue Anaximandro, autor de teorías que explicaban la formación física del Universo y el nacimiento y despliegue de la vida sobre la tierra[1]. La ambición intelectual de la historiografía griega está fuera de toda duda. Se manifiesta en una decidida voluntad de que narrar los hechos sirve para observar las leyes, más o menos fijas, que los rigen. El espíritu crítico, implícito desde el principio en la historiografía, pudo haber estado condicionado por la dificultad de los griegos de Asia Menor para mantener fija su cultura, en virtud de la confrontación a una multiplicidad de otras notablemente desarrolladas, o de optar por alguna otra.
Se suelen distinguir cinco tipos fundamentales de literatura histórica griega, ya conformados a fines del siglo V a.e.c. Se trata de la genealogía, la etnografía, la historia, la horografía y la cronología. La primera refiere e intenta sistematizar las tradiciones mítico-legendarias. La etnográfica afronta la descripción de territorios y poblaciones extranjeras. La histórica, por su parte, presenta los acontecimientos de los seres humanos. La horográfica ofrece una relación anual (al modo de la crónica) de la historia de una ciudad desde el momento de su fundación. La cronográfica muestra un sistema que permite ubicar acontecimientos que transcurrirían en distintas regiones del mundo.
No parece plausible pensar que la especulación genealógica y etiológica hayan originado la historiografía griega, si bien la literatura genealógica fue una forma de prosa literaria cultivada desde muy antiguo, como es el caso de la genealogía heroica de la Odisea, o la sistematización de Hesíodo de las distintas tradiciones genealógicas.
Los primeros ejemplos etnográficos cuentan con la particularidad de que presentan sin prejuicios las costumbres de otros pueblos. Tal interés estaba presente ya en la épica homérica y en la de viajes (Arimaspeas de Aristeas, por ejemplo). La Periegesis (luego Periplo), que supone una pormenorizada descripción, desempeñó un destacado papel en la génesis de la etnografía griega. En su forma literaria se enfocaba en la descripción de territorios y poblaciones a partir de las impresiones de un navegante (de cabotaje) que recorría las diferentes regiones costeras. Hacía una presentación de las costumbres más pintorescas y señalaba sus observaciones referidas al origen de cierto asentamiento o acerca de lo que éste significaba en el mito. En determinados casos registraba la distancia entre varios asentamientos. Es muy probable que no fuese infrecuente, por otro lado, que estos escritos contasen con un resumen de historia política en forma de una más o menos detallada relación de reyes o de dinastías. En este contexto se destaca el griego Escilax de Carianda, quien trabajó para el rey persa Darío, y que fue autor, también, de una biografía de Heraclides, autócrata de Milasa de Caria.
Los escritos en los que se refería año tras año la historia de una ciudad recibían el nombre de Horoi (Anales). La cronología de las historias locales, localizadas ya pleno el siglo V a.e.c., fue simultánea del desarrollo de la historia local gracias a una imperante mentalidad erudita.
El uso del vocablo logógrafos se debe a Tucídides. Con el mismo se refiere a predecesores suyos, sin nombrarlos, que anteponen el favor del auditorio a la verdad. Tal vez usaba el término pensando en los autores de discursos, quienes no tenían reparos en sacrificar la veracidad en beneficio del éxito de sus alocuciones. La expresión referida a “historiadores” siempre fue peyorativa en la antigüedad. El término, que no debería usarse, al igual que el de jonios, implicaría la presencia de un grupo de historiadores que han empleado un mismo método o se han referido a una temática análoga. En tal sentido, es preferible rehuir la expresión, si bien puedan ser reconocidas ciertas características comunes, sobre todo la ordenación genealógica del conjunto, la mayor parte de las veces confuso y hasta contradictorio, de las tradiciones que les llegaban, así como la interpretación racionalista del mito.
La ordenación genealógica revela el innegable influjo de las obras cosmológicas y teogónicas precedentes, a pesar del rechazo que se les profesaba. Es bastante posible que estos historiadores, muchos de los cuales eran exiliados, hubieran viajado de una ciudad a otra para impartir conferencias y leer discursos. Si tal fuese el caso, no se podría pasar por alto el paralelo con los sofistas, con muchos de los cuales varios de estos historiadores comparten un cierto agnosticismo en relación a lo divino.
Los orígenes específicos de la actividad histórica griega se ubican en Mileto. El primero en ser mencionado es Cadmo, el autor de una Fundación de Mileto y de toda Jonia. Entre las primerísimas obras históricas helenas se cuentan las historias de Persia. En tal sentido, el primer autor conocido de un texto de tal temática y consideración sería Dionisio de Mileto. Dionisio pudo haber sido casi contemporáneo de Hecateo, y habría escrito sobre Persia en un par de obras, Pérsicas o Relatos de Persia y Sucesos posteriores a Darío.
Hecateo, por su parte, pertenecía a una antigua y bastante influyente familia de Mileto. Se sabe muy poco de su vida. Agatemero comenta de él que realizó muchos viajes. De hecho, parece que puede aseverarse que tuvo una estancia en Egipto y que, quizá, visitó también Fenicia y ciertos territorios del Mar Negro. No sería inapropiado suponer que el objetivo primordial de sus viajes hubiese sido el de documentarse para la composición de sus trabajos. Se le atribuyen dos, tituladas Genealogías y Contorno de la Tierra. Como no podría ser de otra manera, manifiesta una evidente voluntad de homogeneizar las tradiciones genealógicas contradictorias, y en llevar a cabo una racionalista interpretación del mito.
Hecateo racionalizó las leyendas. Al producirse la desmitologización de las leyendas griegas se desvaneció la diferenciación cualitativa entre las hazañas del pasado, antiguas, y aquellas recientes. Plasmar por escrito las más cercanas en  el tiempo facilitó el impulso clave para la conformación de la historiografía griega. Se sustituyeron los antiguos héroes por seres humanos históricos. Los logoi sobre personalidades relevantes, como  Creso o Giges, obtuvieron una significación análoga a los relativos a los personajes heroicos. Así, la historiografía, centrada en el deseo de conmemorar propio de la épica, ensalzó grandes hombres del mismo modo que la épica había hecho con las figuras de los héroes legendarios. Decisiva para la historiografía fue también la confrontación que este autor llevó a cabo de las tradiciones griegas con aquellas de otras culturas, con lo cual se superaba el límite del propio ámbito griego.
Janto fue un lidio helenizado originario de la localidad de Sardes, tal vez súbdito del imperio persa. Fue contemporáneo de Heródoto y autor de una obra acerca del origen y la historia de los lidios, Lydiaka (Relatos de Lidia), en la cual se centraba especialmente en la etapa legendaria y mucho menos en el período histórico de los Mermnadas[2]. Janto llegó a extenderse hasta asuntos de carácter geológico. Probablemente muy leído, escribió sobre la religión persa, aunque es complicado determinar si sus Magika o Relatos sobre los magos, eran una obra independiente o formaban parte de una mayor.
Caronte, natural de Lámpsaco, fue también contemporáneo de Heródoto. El léxico Suda le hace autor de una serie de escritos, que incluyen unos Relatos de Persia, si bien hay serias dudas al respecto. Con mayor seguridad, es el autor de los Horoi (Anales) de Lámpsaco, en principio una historia local, aunque es probable que su ámbito fuese mucho más amplio. Tal vez pudo haber sido una obra analística, ordenada a partir de los magistrados anuales de la ciudad, pero que, además de los acontecimientos locales, recogiese otros de interés histórico genérico.
Acusilao, por su parte, natural de la localidad de Argos, fue un historiador de mediado el siglo V a.e.c. que escribió en jonio. Se le atribuye un escrito que llevaría por nombre Genealogías, en la expondría, siguiendo la obra de Hesíodo (la obra empezaría con una cosmogonía y una teogonía), la tradiciones legendarias en prosa. Ferécides de Atenas comparte con su contemporáneo Acusilao el interés por el difícil mundo de las genealogías, pero sin las implicaciones filosóficas de aquel. A diferencia de otros, algo específico de su obra fue la ausencia de interpretación racionalista del mito, pues su principal motivación radicó en presentar la tradición de un modo amplio, sin mostrar preocupación alguna por la convencionalidad de la misma.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR, octubre de 2017.



[1] En lugar de sistematizar las tradiciones, la filosofía jonia ha sido relevante, precisamente, por lo contrario. La especulación filosófica prescindía en esencia de tales tradiciones y buscaba por otros derroteros la solución de los problemas que se planteaban. A pesar de ello, su influencia en la génesis de la historiografía es determinante.
[2] En la antigüedad, el empleo de temáticas orientales, desde la perspectiva griega, suele incluir de modo generalizado, aspectos extraordinarios. Desde este punto de vista Janto sería un antecesor de Ctesias. Es bastante probable que se haya documentado gracias a más que factibles viajes por Frigia o Armenia, y a partir de la investigación de tradiciones orales. Una característica propia de Janto es que abandona el jonio por el ático en sus escritos.

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