En la imagen tenemos un medallón de cobre del
emperador, de origen ítalo-púnico, Septimio Severo Pertinax (193-211), acuñado
en Roma en 195, como se infiere de la mención en la leyenda del tercer poder
tribunicio del emperador y de su segunda tenencia del consulado. Se combina
aquí un retrato con una escena explícita de propaganda política (algo bastante
común en las monedas romanas, con la presencia de un “evento” o de una
construcción). En las monedas griegas más antiguas, y también en las
helenísticas, aunque puede haber un mensaje político, el mismo siempre aparece
en términos simbólicos. El anverso muestra un poderoso retrato de Septimio, con
su espalda desnuda hacia el espectador, con un escudo sobre su hombro izquierdo
y una corona de laurel sobre su cabello. Es una imagen que semeja aquella de
Augusto sobre el cameo Blacas. Tal vez se buscaba algo así como un eco de las
representaciones de Alejandro Magno y sus grandiosas victorias orientales. En
el reverso se muestra al propio emperador dirigiéndose a un grupo de
legionarios que mantienen sus estandartes. Su brazo derecho está levantado, en
el gesto de adlocutio, mientras que
en su izquierda mantiene una espada, lanza o un bastón de mando. Más allá de
él, se observa a su hijo mayor, Caracalla. La escena parece celebrar la
relación entre el ejército y el emperador. La leyenda reconoce la fidelidad de
los soldados (fidei milit). Tal vez
medallones de este tipo fueran usados por los oficiales.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP. Enero, 2019.
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