5 de septiembre de 2022

Los mitos egipcios como aspectos de la dinámica de la sociedad






Imágenes: la sierpe Apofis; el terrible Ammyt; bajorrelieve de la triada egipcia Horus, Isis y Osiris; Ramessesnakht, estatua de la tríada tebana y; pinturas con temáticas míticas que decoran la tumba de Ramses VI.

Los dioses llegaron a convertirse en seres sociales Egipto por mediación del lenguaje del mito. Esos mitos hablan de interacciones divinas que se ubican en un pasado muy lejano o en el presente más actual. Las relaciones entre deidades, así como sus agrupaciones tuvieron un significado profundo, pues las acciones y los eventos en el marco del mundo divino tuvieron implicaciones en el Estado del mundo terrenal.

Los mitos explicaban, hacían comprensible y otorgaban un significado a las actuales o presentes situaciones en el medio cósmico, humano y social, en tanto que contenían medios de circunscribir la naturaleza de la deidad por mediación del conocimiento de sus hazañas y a través de sus concretos rasgos de personalidad.

De modo diferente a lo que ocurre en otras culturas de la antigüedad, los mitos egipcios muy raramente se transmitieron en un corpus coherente de textos narrativos, un hecho tan particular que ha dado lugar a una dilatada discusión acerca de la misma existencia, la naturaleza y el papel desempeñado por los mismos en el antiguo Egipto. En el siglo XIX, la crítica especializada centró su interés en el origen de los mitos y en la relación existente entre el ritual y el mito.

Las primeras reflexiones sugirieron la vinculación de la presencia de los  mitos con lo que se cuenta en los textos narrativos de carácter mitológico, enfatizándose con ello una relativamente tardía aparición de los mismos en la historia egipcia. Partiendo de estas premisas cobró fuerza y se estableció la opinión de que los mitos constituyeron una estructura cultural; es decir, un conocimiento común y culturalmente relevante al que podría referirse en distintas formas discursivas.

La iconografía, por su parte, con sus específicos soportes y  medios expresivos, expresaría rasgos míticos, en tanto que los distintos tipos de texto, himnos, historias, cuentos, rituales y ceremonias, encantamientos, podrían elaborarse a partir de mitos y transmutar sus significados. Dicho de otro modo, un mito egipcio no se asociaba a una forma fija de expresión, de forma que sus componentes individuales o mitologemas podrían ser enunciados y combinados de múltiples maneras, adquiriendo, en consecuencia, sentido en numerosos contextos.

Las diferentes deidades egipcias no estuvieron únicamente conectadas por medio de los mitos, lo cual implica acción, sino que también fueron asociados en distintos grupos que acabaron estructurando el panteón. Algunos de tales conjuntos o constelaciones divinas, alcanzaron una relevancia general para todo Egipto, mientras que otras agrupaciones tuvieron un alcance más limitado, la mayoría de las veces de carácter local. Una de las estructuras básicas fue la conformada por un grupo de tres deidades, una femenina, otra masculina y una tercera deidad infante. El tipo ideal, amén de ser tal vez la más antigua, de esas tríadas, fue la establecida con Isis, Osiris y Horus.

El dios creador Atum, acompañado de sus dos hijos, Tefnut y Shu, constituyeron una tríada específica que fue extendida, en modo de secuencia generatriz genealógica a nueve divinidades (la Ennéada). Semejante estructura de nueve deidades, con el creador Atum o con el solar Ra como su referencia jerárquica principal, se constituyeron como el emblema del mundo creado. Los ocho descendientes juntos recreaban el universo entero. Shu simbolizaba el espacio y la vida; Geb representó la tierra y Nut hizo lo propio con el cielo, mientras que Tefnut se asoció con Maat. Los otros cuatro restantes dioses se convirtieron en los representantes propios de la sociedad: Neftis, Set, Osiris e Isis. 

El número nueve expresaba pluralidad y multiplicidad. En tal sentido, la Ennéada encarnaba el mundo por completo de los dioses, es decir, el panteón divino. No obstante, las agrupaciones locales o regionales solían comprender más de nueve dioses.

La variabilidad y movilidad de los mitos egipcios permitieron el desarrollo de gran cantidad de conceptos e ideas referidas a las acciones llevadas a cabo en el mundo o esfera divina, que explicaba comprensivamente los acontecimientos y situaciones concretas principales, así como aquellos secundarios.

Las menciones menos explícitas o frecuentes de rasgos míticos todavía resisten un entendimiento completo y requieren un estudio más profundo así como nuevos descubrimientos. Se podrían señalar tres conceptos como los que se consideran mayores o principales. Se trata del complejo de mitos osirianos, los mitos referentes a la creación del universo, y el llamado complejo mítico del ojo solar, en realidad una diosa hija de la deidad solar Ra.

Un rasgo que es necesario contemplar a la hora de estudiar los mitos egipcios es la presencia en el antiguo Egipto de deidades foráneas. A lo largo de segundo milenio a.e.c., Egipto adoptó progresivamente divinidades como Astarté o Baal  de las regiones vecinas próximo orientales. Ocasionalmente, por consiguiente, se adoptaron e integraron mitos extranjeros. 

Por otra parte, la realeza estuvo cercanamente asociada al mundo divino por mediación de los mitos. La extendida idea de que el soberano gobernante fuese contemplado como un privilegiado vástago de los dioses o una especial deidad, se difundió en un amplio abanico de textos y de imágenes, muy frecuentemente representadas en los muros de los templos, especialmente del Reino Nuevo. Tal composición fue retomada en los templos grecorromanos y modificada con la intención de describir el nacimiento del niño-dios como una señal  de permanente renovación de las fuerzas divinas.

El enorme número de versiones divergentes y, en ocasiones contradictorias, de conceptos míticos ha sido considerado desde siempre como uno de los principales inconvenientes al analizar en profundidad la mitología y la religiosidad egipcias. Hasta no hace demasiadas décadas este singular aspecto fue tomado como una señal de un estado mental pre lógico o, en el mejor de los casos, como la presencia de un marco tradicional residual que hunde sus raíces en épocas prehistóricas. Una teoría lanzada en su momento por Henri Frankfort, y seguida también por Erik Hornung, acerca de la multiplicidad de aproximaciones  tuvo cierta aceptación y concedió una mayor positividad a los egipcios en este aspecto, señalando su capacidad para acercarse a las cuestiones esenciales de una manera global. Esta lógica multievaluativa se refiere a la lógica de la complementariedad.

La más actual aproximación a los mitos egipcios se centra en contemplarlos como un relevante fenómeno de dinámica cultural y como un poderoso medio de expresión de los valores culturales y de las reflexiones especulativas. Las realizaciones mitológicas individuales tomaron asiento en contextos específicos, desempeñaron funciones concretas o desarrollaron rasgos que fueron localmente prominentes. En tal sentido, las variantes divergieron esencialmente en detalles más o menos amplios, no en sus estructuras ni, por supuesto, en significación. Así, los mitos fueron, sin duda, modelos explicativo-comprensivos muy pertinentes en la sociedad, sin que eso supusiese su conversión en dogmas religiosos indiscutibles.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, septiembre, 2022.

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