Imágenes:
la sierpe Apofis; el terrible Ammyt; bajorrelieve de la triada egipcia Horus,
Isis y Osiris; Ramessesnakht, estatua de la tríada tebana y; pinturas con
temáticas míticas que decoran la tumba de Ramses VI.
Los
dioses llegaron a convertirse en seres sociales Egipto por mediación del
lenguaje del mito. Esos mitos hablan de interacciones divinas que se ubican en
un pasado muy lejano o en el presente más actual. Las relaciones entre
deidades, así como sus agrupaciones tuvieron un significado profundo, pues las
acciones y los eventos en el marco del mundo divino tuvieron implicaciones en
el Estado del mundo terrenal.
Los
mitos explicaban, hacían comprensible y otorgaban un significado a las actuales
o presentes situaciones en el medio cósmico, humano y social, en tanto que
contenían medios de circunscribir la naturaleza de la deidad por mediación del
conocimiento de sus hazañas y a través de sus concretos rasgos de personalidad.
De
modo diferente a lo que ocurre en otras culturas de la antigüedad, los mitos
egipcios muy raramente se transmitieron en un corpus coherente de textos
narrativos, un hecho tan particular que ha dado lugar a una dilatada discusión
acerca de la misma existencia, la naturaleza y el papel desempeñado por los
mismos en el antiguo Egipto. En el siglo XIX, la crítica especializada centró
su interés en el origen de los mitos y en la relación existente entre el ritual
y el mito.
Las
primeras reflexiones sugirieron la vinculación de la presencia de los mitos con lo que se cuenta en los textos
narrativos de carácter mitológico, enfatizándose con ello una relativamente
tardía aparición de los mismos en la historia egipcia. Partiendo de estas
premisas cobró fuerza y se estableció la opinión de que los mitos constituyeron
una estructura cultural; es decir, un conocimiento común y culturalmente
relevante al que podría referirse en distintas formas discursivas.
La
iconografía, por su parte, con sus específicos soportes y medios expresivos, expresaría rasgos míticos,
en tanto que los distintos tipos de texto, himnos, historias, cuentos, rituales
y ceremonias, encantamientos, podrían elaborarse a partir de mitos y transmutar
sus significados. Dicho de otro modo, un mito egipcio no se asociaba a una
forma fija de expresión, de forma que sus componentes individuales o
mitologemas podrían ser enunciados y combinados de múltiples maneras,
adquiriendo, en consecuencia, sentido en numerosos contextos.
Las
diferentes deidades egipcias no estuvieron únicamente conectadas por medio de
los mitos, lo cual implica acción, sino que también fueron asociados en
distintos grupos que acabaron estructurando el panteón. Algunos de tales
conjuntos o constelaciones divinas, alcanzaron una relevancia general para todo
Egipto, mientras que otras agrupaciones tuvieron un alcance más limitado, la
mayoría de las veces de carácter local. Una de las estructuras básicas fue la
conformada por un grupo de tres deidades, una femenina, otra masculina y una
tercera deidad infante. El tipo ideal, amén de ser tal vez la más antigua, de
esas tríadas, fue la establecida con Isis, Osiris y Horus.
El
dios creador Atum, acompañado de sus dos hijos, Tefnut y Shu, constituyeron una
tríada específica que fue extendida, en modo de secuencia generatriz
genealógica a nueve divinidades (la Ennéada). Semejante estructura de nueve
deidades, con el creador Atum o con el solar Ra como su referencia jerárquica
principal, se constituyeron como el emblema del mundo creado. Los ocho
descendientes juntos recreaban el universo entero. Shu simbolizaba el espacio y
la vida; Geb representó la tierra y Nut hizo lo propio con el cielo, mientras
que Tefnut se asoció con Maat. Los otros cuatro restantes dioses se
convirtieron en los representantes propios de la sociedad: Neftis, Set, Osiris
e Isis.
El
número nueve expresaba pluralidad y multiplicidad. En tal sentido, la Ennéada
encarnaba el mundo por completo de los dioses, es decir, el panteón divino. No
obstante, las agrupaciones locales o regionales solían comprender más de nueve
dioses.
La
variabilidad y movilidad de los mitos egipcios permitieron el desarrollo de
gran cantidad de conceptos e ideas referidas a las acciones llevadas a cabo en
el mundo o esfera divina, que explicaba comprensivamente los acontecimientos y
situaciones concretas principales, así como aquellos secundarios.
Las
menciones menos explícitas o frecuentes de rasgos míticos todavía resisten un
entendimiento completo y requieren un estudio más profundo así como nuevos
descubrimientos. Se podrían señalar tres conceptos como los que se consideran
mayores o principales. Se trata del complejo de mitos osirianos, los mitos
referentes a la creación del universo, y el llamado complejo mítico del ojo
solar, en realidad una diosa hija de la deidad solar Ra.
Un
rasgo que es necesario contemplar a la hora de estudiar los mitos egipcios es
la presencia en el antiguo Egipto de deidades foráneas. A lo largo de segundo
milenio a.e.c., Egipto adoptó progresivamente divinidades como Astarté o
Baal de las regiones vecinas próximo
orientales. Ocasionalmente, por consiguiente, se adoptaron e integraron mitos
extranjeros.
Por
otra parte, la realeza estuvo cercanamente asociada al mundo divino por
mediación de los mitos. La extendida idea de que el soberano gobernante fuese
contemplado como un privilegiado vástago de los dioses o una especial deidad,
se difundió en un amplio abanico de textos y de imágenes, muy frecuentemente
representadas en los muros de los templos, especialmente del Reino Nuevo. Tal
composición fue retomada en los templos grecorromanos y modificada con la
intención de describir el nacimiento del niño-dios como una señal de permanente renovación de las fuerzas
divinas.
El
enorme número de versiones divergentes y, en ocasiones contradictorias, de
conceptos míticos ha sido considerado desde siempre como uno de los principales
inconvenientes al analizar en profundidad la mitología y la religiosidad
egipcias. Hasta no hace demasiadas décadas este singular aspecto fue tomado
como una señal de un estado mental pre lógico o, en el mejor de los casos, como
la presencia de un marco tradicional residual que hunde sus raíces en épocas
prehistóricas. Una teoría lanzada en su momento por Henri Frankfort, y seguida
también por Erik Hornung, acerca de la multiplicidad de aproximaciones tuvo cierta aceptación y concedió una mayor
positividad a los egipcios en este aspecto, señalando su capacidad para
acercarse a las cuestiones esenciales de una manera global. Esta lógica
multievaluativa se refiere a la lógica de la complementariedad.
La
más actual aproximación a los mitos egipcios se centra en contemplarlos como un
relevante fenómeno de dinámica cultural y como un poderoso medio de expresión
de los valores culturales y de las reflexiones especulativas. Las realizaciones
mitológicas individuales tomaron asiento en contextos específicos, desempeñaron
funciones concretas o desarrollaron rasgos que fueron localmente prominentes.
En tal sentido, las variantes divergieron esencialmente en detalles más o menos
amplios, no en sus estructuras ni, por supuesto, en significación. Así, los
mitos fueron, sin duda, modelos explicativo-comprensivos muy pertinentes en la
sociedad, sin que eso supusiese su conversión en dogmas religiosos
indiscutibles.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-AEEAO-UFM, septiembre, 2022.
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