La tradición literaria señala que la ciudad portuaria de Ostia fue fundada por el rey Anco Marcio a finales del siglo VII a.e.c., en un lugar que ya contaba con un asentamiento del siglo anterior, denominado Ficana. No obstante, la arqueología ha demostrado que las estructuras más arcaicas son de principios del siglo IV, en una época ligeramente posterior a la conquista de Veio. Pero también hay que destacar que las excavaciones arqueológicas han mostrado elementos de fases más antiguas, en particular fragmentos de decoración arquitectónica en cerámica que datan del siglo V a.e.c., así como vestigios de cabañas. No en vano, el sitio de Ostia se documenta mencionado un par de veces en estrecha relación con acontecimientos acaecidos en esa centuria. Todo esto posibilita la presencia de una primera fundación, quizá en un lugar desconocido o todavía no explorado.
Lo cierto es que la zona era muy frecuentada, en relación al papel que desempeñaba la margen izquierda del río Tiber en el comercio de la sal. El tramo final de la llamada Vía Salaria (Vía Ostiense) transcurría por esta región, siendo de capital importancia para las poblaciones sabinas. La relevancia estratégica, por tanto, pudo desempeñar un significativo rol en el empeño romano por controlar la zona, para lo cual éstos tuvieron que enzarzarse en conflictos con poblaciones latinas y etruscas.
La primera colonia de Roma fue el centro erigido en el siglo IV a.e.c., con trescientos ciudadanos con la premisa de controlar la vía fluvial. El asentamiento, de forma rectangular y rodeado de una muralla defensiva al modo de un castrum, refiere una inicial función militar. Desde poco antes de mediado el siglo III a.e.c. el puerto se convirtió en un mando de la flota romana, aunque ya desde 212 a.e.c. se constata que en el puerto fluvial se depositaba el trigo para el reparto militar. Paulatinamente, empezaría a prevalecer la función mercantil sobre la militar. Desde fines del siglo II a.e.c., el cuestor de Ostia se encargaba de importar el trigo que después se redistribuía a Roma.
Tras ser atacada por piratas y ser asaltada por Sexto Pompeyo, a mediados del siglo I a.e.c., Ostia adquirió una autonomía de grado respecto a Roma. A través de una nueva legislación se creó un colegio de cien decuriones con poder legislativo, un par de duoviri, de funciones judiciales, y dos ediles, que se encargarían de los servicios públicos y los mercados. Ya en la etapa imperial aparecerían los quaestores, responsables del erario o tesoro de los ciudadanos. En el aspecto religioso el principal cargo lo desempeñaba el Pontifex Volcani, encargado del culto a Vulcano, que era el dios que protegía la colonia.
Durante los dos primeros siglos de nuestra Era la relevancia comercial del puerto trajo consigo la necesidad de una nueva cuenca portuaria, a lo que se abocó primero un proyecto de Claudio y después otro posterior de Trajano. A comienzos del siglo II se instituyó en Ostia el cargo de encargado de los edificios públicos, que tenía la misión de supervisar la renovación urbana de la ciudad. Ya muy posteriormente, Constantino dotó a la ciudad de una nueva muralla y de su primera basílica cristiana. La decadencia definitiva de Ostia comenzaría en el siglo V.
Son muy numerosos los restos hoy todavía visibles de Ostia. Destacaremos y detallaremos una buena cantidad de los mismos. La necrópolis de Puerta Romana se empleó desde el siglo II a.e.c. hasta el III-IV. Fue utilizada por los funcionarios de la colonia así como por miembros de clase acomodada. En ella sobresale la Tumba de Hermógenes, un escriba de los ediles curules, y la tumba de los Arquillos, que presenta decoración arquitectónica policromada. Luego destaca la Puerta Romana, parte de la muralla que ordenó construir Sila entre el 80 y el 63 a.e.c., conformándose como la entrada monumental a la ciudad. Tras la puerta, se encuentra la Plaza de la Victoria, con vestigios de un templete dedicado a las ninfas, así como los almacenes republicanos.
Otro lugar destacable son las Termas de los Cisiarii, tal vez baños privados del gremio de los carreteros. Más relevante todavía son las Termas de Neptuno, con algunos mosaicos de suelo en blanco y negro, que formaron parte del proyecto de renovación urbanística iniciada por Adriano y completada por Antonino Pío hacia mediado el siglo II. La caupona de Fortunato es una taberna vinaria, mientras que la insula del Hércules y la del Techo Pintado representan construcciones privadas de la clase media de la época de Adriano.
Sin duda el teatro es una de las construcciones más sobresalientes de Ostia. Erigido a finales del siglo I a.e.c., es un palpable ejemplo de la propaganda de Augusto. Lugar de entretenimiento y de encuentro social, fue ampliado por Cómodo y después restaurado por Septimio Severo, Detrás del teatro se halla la Plaza de las Corporaciones, un lugar de paseo y resguardo hecho por Augusto. Acabó siendo, entre los siglos II y III, el centro de la vida comercial de la ciudad.
La Sede de los Augustales, corporación político-religiosa de los libertos, que se encargaba del culto de la casa imperial, y la casa señorial llamada Domus de la Fortuna Annonaria, ejemplo de casa señorial de época tardoimperial, con esculturas de deidades y de personificaciones asociadas al comercio y a la ferilidad de la tierra, son otros dos ejemplos destacados en las ruinas de la ciudad. A ello deben sumarse los Grandes Horrea, edificio comercial construido por el emperador Claudio, con dos pisos, tras una ampliación de Cómodo, así como los molinos, que destacaban por la producción de harina tanto para el mercado local como el de la ciudad de Roma.
En la zona central de Ostia Antica se encuentra un barrio alrededor del Foro en donde se encontraban las calles más concurridas, destacando la Via Diana así como varias tabernae y talleres. En este sector, la Casa de Diana pudo ser un albergue para huéspedes que estaban en tránsito, de ahí la presencia de una letrina en común. Casi enfrente de la insula de Diana, la Plazoleta de los Lares estaba dedicada a los Lares Compitales, protectores del barrio. Además del Caserío de las Pinturas con varias insulae de alquiler, el Caserío de los Dolia, muestra un buen número de estas grandes tinajas de terracota semienterradas en el suelo destinadas al almacenamiento de vino y aceite.
Un sector especialmente relevante es el del Caserío del Thermopolium, con numerosas hosterías (popina) necesarias para las labores de artesanos, comerciantes, obreros y hasta trabajadores portuarios, que llegaban en las naves de carga.
La plaza principal de Ostia es el Foro, el centro socio-político de la urbe. Sobre todo en época imperial, desde los tiempos de Tiberio a los de Adriano, el Foro adquirió un carácter monumental, con presencia de pórticos columnados en los que se erigieron los monumentos simbólicos de la cultura tradicional de Roma. Aquí encontramos el Capitolium, templo dedicado a la Tríada Capitolina, datado a comienzos del siglo II, y alzado como una réplica del templo de Júpiter Óptimo Máximo del Capitolio romano. También aquí se halla el Templo de Roma y Augusto, empleado en el culto imperial, en donde quedan vestigios de una estatua de culto que simboliza a Roma vestida como una Amazona. En uno de los extremos del Foro se levantaron las Termas del Foro (mediados del siglo II, por iniciativa del prefecto del pretorio M. Gavio Máximo). Entre estas termas y el decumano se puede ver el Caserío de los Triclinios, la sede del colegio de los Fabri Tignuarii, corporación de constructorres de notable fama en la época del emperador Adriano. En el sector oeste del Capitolium, por su parte, se halla la presumible Curia (el Senado local, sede del colegio de los decuriones), un edificio de planta cuadrangular con un pórtico de seis columnas. La Basílica judicial de época de Trajano completa este espacio urbano.
Próximo a la Basílica está el Templo Redondo, tal vez un Pantheon o un Augusteum, construido en el siglo III. En frente de este templo se levanta la Casa del Larario, con un patio con nichos para las estatuas sacras de los Lares.
Un gran edificio de almacenes, llamado Horrea Epagathiana y Epaphroditiana por los nombres de sus propietarios, dos libertos enriquecidos gracias a las actividades mercantiles, cumplía la función de depósito comercial privado. Este gran almacén de dos pisos se levanta alrededor de un patio porticado con presencia de nichos para las estatuas de Afrodita y Agathé Tyche (Buena Fortuna). Unos edificios muy significativos son asimismo, las Tabernas de los Pescaderos, con una piscina vivero y un destacable mosaico de suelo en el que se observa a un delfíin mordiendo a un pulpo. Por detrás se encuentra el Macellum o mercado de carne, activo desde el siglo I al V.
El área sacra republicana es una suerte de plaza con varios edificios de culto. El principal es el Templo de Hércules (fines del siglo II a.e.c.) En el pronaos se encuentra la estatua de un atleta en reposo, probablemente un retrato heroico idealizado de Cartilio Poplícola, quien fue magistrado de la colonia. Era un lugar de veneración de Hércules como protector del comercio y como divinidad oracular, cuyos auspicios consultaban los comandantes de la flota antes de zarpar. Otros templos destacados son el Templo Tetrástilo, tal vez dedicado a Esculapio y asociado al Tíber, pues en Roma este dios poseía su templo principal en la isla Tiberina, y el llamado Templo del Ara Redonda.
La Casa de Amor y Psique, vivienda de personas pudientes, se halla, en una de sus habitaciones, decorada con mármoles policromados, el grupo escultórico de Amor y Psique. No obstante, parte del templo está dedicado a las ninfas. La presencia de las ninfas es una adaptación al uso privado de un monumento particularmente específico de las construcciones públicas, un indicador del estatus social de los propietarios. Hacia el oeste se alzan las Termas de Mitra, una deidad irania del sol y del bien vencedor del mal, cuyo culto estuvo asociado a la simbología astrológica oriental, difundiéndose en la península Itálica a finales del siglo I a través de los mercaderes y militares. En Ostia alcanzó se mayor difusión entre los siglos II y III.
Un poco más adelante se puede ver el Colegio de los Mensores, pesadores de trigo, Su actividad se ve reflejada en un mosaico ubicado en la sala de reuniones, en el que se observa al mensor con el modius y el rutellum (bastón para nivelar), a cuyo alrededor aparecen varios mozos de carga y un asistente. Está contando los sacos de trigo ensartando cuentas.
En eje con el Caserío de Serapis se encuentran las Termas de los Siete Sabios, de época de Adriano, que muestra una pintura que representa a los siete famosos sabios griegos en el apodyterium o vestuario de estos baños. Algunos retratos, con sus nombres en griego, aparecen con máximas sobre las funciones fisiológicas. En la sala circular del frigidarium se conserva un mosaico de suelo en blanco y negro con escenas de caza, mientras que en una sala adyacente se representa la Venus Anadiomene (surgida de las aguas), con amorcillos. Muy cerca, en la insula de los Aurigas, se observan pinturas de aurigas en carros. Formaba parte de un gran complejo residencial de tres pisos que data de mediado el siglo II. En algunas de las salas se pueden ver escenas mitológicas, de la vida cotidiana y de caza, acompañadas de ornamentos geométricos.
En la sección opuesta al decumano se levantaba la Basílica Cristiana, de dos naves, construida sobre unas antiguas termas. En uno de los arquitrabes de la entrada de una de las salas se señalan los cuatro ríos del Paraíso terrenal, Fison, Geon, Éufrates y Tigris. Tal vez la sala fue un lugar de culto de un mártir o una escuela de catecúmenos. El Mitreo de las Paredes Pintadas (siglo II), se halla detrás de esta basílica. Fue erigido en el interior de una casa republicana. En su decoración pictórica se puede ver, por ejemplo, al Heliodromus con una antorcha o al Nymphus disfrazado de fémina.
Delante de un pequeño templo de los Fabri Navales se erige la Schola de Trajano, del siglo II. Quizá haya sido la sede de la corporación de los Fabri Navales. Su monumental entrada presenta cuatro columnas corintias, que abre paso a una exedra de mármol. Hacia el interior, una sala con ábside y columnas espiriliformes se empleaba para los banquetes sociales en homenaje a la llegada de un notable huésped o en honor de la botadura de una nave.
Otros dos espacios singulares son la Insula de las Musas y la Insula de las Bóvedas Pintadas. La Insula de las Musas era una residencia señorial, una domus de doble piso que acogía a una rica familia de clase alta. En la decoración, se conservan pinturas que representan a Apolo y a las nueve Musas, además de escenas dionisíacas. En la Insula de las Bóvedas Pintadas la decoración consiste en escenas dionisíacas y de la vida cotidiana. La Domus de los Dióscuros, con mosaicos del siglo IV, así como la Domus del Ninfeo se hallan en las proximidades. Un elemento destacable de este sector residencial lo configuran las casas-jardín.
Al sur del decumano se encuentra la Puerta Marina (otra de las puertas de la muralla silana), englobada por una serie de tabernae de la etapa de Adriano. En el sector externo a la puerta hubo una necrópolis, aunque en siglo I se erigieron allí edificaciones públicas. La Via Severiana, que conectaba Ostia, Porto y Terracina pasaba por esta zona. Muy cerca se encuentra el sepulcro de Cartilius Polícola (siglo I a.e.c.), así como las Termas de Puerta Marina o de Marciana (por el nombre de la hermana de Trajano), funcionales hasta la época de Teodorico (siglos V-VI), que conserva mosaicos de suelo representando atletas recibiendo premios en un entorno con peces y escenas marinas.
Finalmente, en la parte oriental de las termas está la Sinagoga, indicio de una activa, y antigua, comunidad judía en Ostia. En uno de sus espacios laterales se puede apreciar el horno para cocer el pan ácimo, y en la entrada el pozo para las abluciones rituales.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-AEEAO-UFM, enero, 2023.
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