A
diferencia de las concepciones románticas de los sentimientos internos, muchos
poemas chinos tienden a presentar los sentimientos como algo vivo,
manifestados a través de los
intercambios interpersonales en situaciones específicas. Un tema frecuente será
el de los placeres de la buena compañía, sobre todo entre los grupúsculos
sociales, como el muy conocido de los Siete Sabios del Bosque (Huerto) de
Bambú. Este grupo de excéntricos literati
se reunía para beber, disfrutar del paisaje, escribir poesía y, naturalmente,
engranarse en aquello que se llamó la conversación pura. Con un evidente deseo
de escapar de los engorrosos enredos políticos, celebraban sin pudor la simple
vida rústica y los placeres más hedonistas.
El
poeta más significativo del grupo fue Ruan Ji (primera mitad del siglo III), cuya
obra (Cantando mis Sentimientos),
privilegiaba la emoción emparejándola con la reflexión filosófica. En unos
pocos de estos ochenta y dos poemas, Ruan celebra la decisión de un antiguo
conde de época Qin, quien dedicó el resto de su vida a plantar y recolectar
melones. Esta poesía bucólica y contemplativa sirvió, también, como mecanismo
de protesta política. La tradición confuciana llegó a aplaudir la crítica
contra los gobernantes como un esfuerzo real para mejorar el Estado, si bien,
en la realidad, los oficiales que osaban vociferar sus críticas solían ser
exiliados a lugares distantes e inhóspitos. Si la persuasión o la protesta no
obtenían apoyos, el virtuoso podía “retirarse” a la naturaleza.
De
este modo, un buen oficial confuciano podría llegar a ser una suerte de
“recluso” (erudito escondido), retirándose de la persecución de la fama, el
poder y la riqueza del ambiente mundano. Estos deseos conflictivos, entre
participar en la sociedad y recluirse en la naturaleza, marcan numerosos poemas
de Tao Qian (siglos IV-V, poeta más conocido por el nombre Tao Yuanming). Fue el
más célebre de estos caballeros escondidos, y el que inventó eso que se
denominó “poesía de los jardines y los campos” (esto es, la poesía bucólica).
La
serie de tres poemas de Tao, Sustancia,
Sombra, Espíritu, presenta el conflicto entre la ambición mundana y los
simples placeres. Lo presenta como un debate entre las diferentes partes del
yo. En primer término, (la Sustancia se dirige hacia la Sombra), la sustancia
lamenta la inevitabilidad de la muerte, ante la cual propone una respuesta
hedonística: nunca rechazar un vino; en segundo lugar (la Sombra respondiendo a
la Sustancia), la sombra concede que el vino destila confort, pero que no debe
ponerse a la altura de la realización de buenas obras (artífices, al final, de
que el nombre perdure tras la muerte en la posteridad); finalmente, en la
Exposición del Espíritu, éste intenta resolver el conflicto. ¿Cómo?. Argumentando
del siguiente modo. El vino puede acortar la vida humana, cierto (si se consume
en exceso, claro), pero al preguntarse quién recordará la muerte de uno mismo
señala que no queda más que aceptar el destino sin preocupaciones, degustando
un buen vino en condiciones. Diría que se destila aquí sabiduría pura.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, octubre, 2019
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