Imágenes (de arriba
hacia abajo): mosaico de la Casa del Rapto de Helena, en Pella, con una escena
de caza del ciervo. Siglo IV a.e.c.; mosaico de suelo con figuración (esfinges,
grifos, leones y una nereida sobre una criatura marina) y decoración geométrica.
Casa de los Mosaicos, Eretria. Siglo IV a.e.c.; y mosaico de suelo de
Belerofonte, Olinto. También de la cuarta centuria a.e.c.
Los
mosaicos decorados son algo tardíos en el repertorio artístico de la Grecia de
la antigüedad, pues su datación no puede ser anterior al siglo V a.e.c. En un
principio se usaron pequeñas piedras naturales, en lugar de los cubos cortados
artificialmente (tesserae). El
mosaico teselario corresponde al período helenístico.
Aunque
se ha señalado que los orígenes del mosaico pudieron estar en las
incrustaciones en muros mesopotámicos del IV milenio a.e.c., en los suelos de
piedras de la Edad del Bronce anatólicos y sirios, o en los pavimentos
decorados con pequeñas piedras del Egeo del Bronce, es muy probable que los
mosaicos decorados se hubiesen desarrollado de modo independiente en la Gracia
antigua.
La
mayoría de los mosaicos pétreos griegos se encuentran ubicados en las casas.
Concretamente, son comunes en los comedores, identificados con el andron o habitáculo de los hombres. En
tal sentido, se ha sugerido que la introducción de una elaborada decoración en
las casas del clásico tardío pudo ser un intento de parte de la elite de crear
un medio ambiente exclusivo para sus symposia,
y también un medio de mantener su superioridad en una época en la que las
prácticas de los banquetes estaban siendo adoptadas por un más extenso sector
de la sociedad. No obstante, no se puede descartar que los mosaicos en estos
comedores debieron desempañar una función práctica, la de proveer una
superficie sólida y a prueba de agua.
Los
mosaicos de pequeñas piedras también fueron ocasionalmente empleados en los
baños públicos y en los templos.
En
los comedores, la decoración aparece habitualmente conformada en bandas
concéntricas alrededor de un campo central que contiene, a veces, una escena
figurada, aunque más a menudo un motivo circular simétrico como una estrella,
una roseta o una rueda. Las figuras animales o humanas se localizan en frisos
que tienden hacia los bordes del suelo, encarando los reclinatorios.
La
entrada estaba usualmente marcada por un pequeño mosaico, a modo de alfombra, en
el borde enfrente de la puerta. La elección de los motivos decorativos se
relaciona, asimismo, como la función del espacio. Es por eso que muchos se
asocian con la bebida y con Dionisos. El dios puede aparecer, ocasionalmente,
montado en una pantera, un leopardo (Pella, Eretria) o conduciendo un carro
tirado por panteras (Olinto), y rodeado por frisos con sátiros y ménades
danzando. Entendido como una deidad de la naturaleza y la fertilidad, su alusión
ha sido considerada a través de la presencia de plantas espiriliformes, con
profusión de hojas y flores, así como por mediación de muchos diseños que
representan animales salvajes y fabulosos, como las mencionadas panteras,
leones o grifos. Las criaturas marinas, especialmente delfines, fueron motivos
populares. También pueden ser asociadas a la esfera dionisíaca por medio de la
vinculación poética y artística del vino y el mar.
Es
probable que los diseños se deban leer como expresiones de poder y de estatus,
así como reflexiones de las cualidades ideales masculinas. En tal sentido, las
esfinges, leones o grifos, préstamos de la iconografía real del Próximo Oriente
y que las elites griegas se apropiaron a pesar de la desaprobación de la
lujuria y despotismo persas, fuesen contemplados como medios óptimos de
expresar su propio estatus. Los animales salvajes, caso de los leones, se
utilizaron como metáforas de la fuerza, el coraje y la agresión masculinas.
Este factor puede verse reflejado en muchas imágenes de predadores que están
matando a su presa.
Pocos
mosaicos representan episodios míticos. Los que lo hacen se focalizan en las
hazañas de los héroes. Es el caso de Aquiles recibiendo su nueva armadura en
Olinto y Eretria, Teseo raptando a Helena (Pella), Heracles o los lapitas,
luchando contra centauros en Atenas, Eretria y Olinto, o Belerofonte alanceando
a la Quimera. Las escasas escenas de la vida cotidiana representan la caza, una
actividad de los varones de elevado estatus.
La
mayoría de la decoración sobre mosaicos de pequeñas piedras es, sin embargo, no
figurativa. Consiste en patrones geométricos en blanco y negro, como olas,
triángulos y meandros. La popularidad de los diseños bícromos y de los motivos
con aroma próximo-oriental ha llevado a sugerir que los mosaicos arcaicos fueron
imitaciones de los textiles orientales (una suerte de alfombras traducidas en
piedra). Algunos ejemplos de piezas textiles halladas en tumbas en Macedonia y
el Mar Negro asemejan mosaicos, con bandas de decoración bícroma geométrica,
vegetal y figurada. Además, existe un claro parecido con la vestimenta decorada
representada sobre la cerámica de figuras rojas del clasicismo tardío que, a
menudo, es asociada con personajes “orientales” como Medea o Dionisos.
Por
otra parte, el mismo repertorio de motivos orientales aparece en otras artes
decorativas helenas, como los muebles, el trabajo sobre metal o la joyería, que
son menos fácilmente interpretables como imitaciones de alfombras. Parece más
probable que en todos estos soportes, los motivos de aspecto oriental se
empleasen para evocar el lujo oriental y, así, crear un apropiado ambiente de
placer, hospitalidad y refinamiento.
Otra
fuente de inspiración para los diseños de los mosaicos se encuentra en la
decoración arquitectónica, como los meandros y esvásticas o el kymation lésbico. Los motivos florales
sobre los mosaicos de piedras pudieron verse influenciados por la pintura
vascular. Sin embargo, la pintura monumental pudo haber sido, en realidad, la
influencia tanto para la pintura vascular como para los mosaicos. De hecho, la
influencia de la pintura es particularmente aparente en los mosaicos pétreos de
Pella, en los que la representación central es un elemento más dominante en la
composición, así como mayor el uso de la perspectiva y las sombras.
Casi
todos los mosaicos en piedra conocidos en Grecia se encuentran en la Grecia
continental y en el Egeo. Solamente unos pocos se hallan en la Magna Grecia y
Sicilia así como en las costas del Mar Negro. Un buen número de ellos se
concentran en Eretria, Atenas y Ambracia, además del entorno del golfo de
Corinto (Corinto, Sición). Una agrupación sustancial de mosaicos se ha hallado
en Macedonia. El conjunto más abundante apareció en Olinto, en tanto que los
ejemplos más espectaculares se ubicaron en grandes casas y palacios en las
capitales macedónicas; esto es, Vergina y Pella.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. FEIAP-UGR
No hay comentarios:
Publicar un comentario