Armadura
en bronce hallada en la Mongolia Interior, que pudo pertenecer a los Xiongnu.
Las
gentes que rodeaban la China de la antigüedad pueden dividirse en dos grupos.
Al norte y al occidente, se encontraban las sociedades nómadas que vivían en la
estepa y formaban estados radicalmente diferentes del modelo chino. Salvo las
ciudades-estado o comunidades de los oasis de Asia central (Kucha, Miran,
Kashgar, Turfan, por ejemplo), estas regiones solían permanecer fuera de la
esfera cultural china. Por el contrario, en las regiones húmedas del sur y
sureste, al igual que las mesetas y tierras altas del suroeste, se fueron
asentando, progresivamente emigrantes chinos. Tanto aquí como el noroeste, los
estados agrarios sedentarios pudieron llegar a adoptar, de modo gradual, las
formas chinas de escritura y organización del estado.
La
época imperial Qin y Han estuvo marcada por interrelaciones y oposiciones. En
vínculos y contrarios se gesta la emergencia de la noción de una permanente
zona de frontera que separaba la china
agraria y sedentaria de sus vecinos nómadas norteños, así como el ideal de un
imperio mundial que todo lo abarcaba, y en el cual las gentes foráneas podrían
aproximarse a la corte imperial para ofrecer tributo y sumisión. Los
emperadores chinos midieron, en parte su poder en función de su habilidad para
tratar o atraer a las poblaciones extranjeras a China. Estas gentes que
rodeaban el territorio imperial ayudaron, de hecho, a configurar las políticas
estatales e, incluso, rasgos de la civilización china. Una común cultura china
se definía a partir de las oposiciones sistemáticas con los grupos foráneos, en
especial con los nómadas del norte.
El
nomadismo trashumante de acuerdo al ciclo estacional se desarrolló como la base
socioeconómica de las poblaciones del norte durante el primer milenio
a.e.c. En los milenios anteriores, los
centro-asiáticos habían combinado la agricultura con el pastoreo. Quizá debido
a la sobrepoblación, o al incremento de la aridez, ciertos grupos renunciaron a
la agricultura y se dedicaron al pastoreo nómada, además de a la caza y el
comercio. Otros grupos migraron hacia el valle de los ríos y adoptaron la
agricultura basada en el arado. Muchos bronces no chinos, especialmente
cuchillos y otras armas descubiertas en las tumbas Shang, sugieren que una
extensa área conocida como la “zona norte”, entre la estepa herbácea y el valle
del río Amarillo, florecieron intercambios entre los Shang y una cultura del
bronce septentrional.
El
carro fue introducido en China desde Asia Central a través de esta denominada
“región norte” en el periodo Shang final, hacia 1200 a.e.c. La evidencia del
surgimiento del nomadismo en el norte, durante las centurias diez y nueve antes
de Cristo, incluye un gran número de arneses de caballos y armas entre los
bienes funerarios. Hacia mediado el siglo V a.e.c. la expansión hacia el norte
del estado chino conllevó un cada vez mayor contacto con las poblaciones
nómadas, a quienes los chinos llamaban Hu.
El estado de Zhao adoptó de ellos las fuerzas de caballería, así como las vestimentas
que los nómadas habían adaptado para la monta. Como la caballería llegó a ser
un componente principal de los ejércitos chinos, el comercio de caballos dominó
la actividad mercantil en los mercados fronterizos. Entre los siglos VI y IV
a.e.c. se destaca la más antigua aparición en el norte de tumbas con la
denominada “tríada escita”, un equipo compuesto de engranajes de caballos,
armas y objetos decorados con motivos animales. Esta época se caracteriza por
el prominente incremento de la metalurgia del hierro.
Las relaciones de China con el mundo exterior en el
período de los Reinos Combatientes estuvieron definidas por la construcción de
murallas a lo largo de las fronteras. Ansiosos de asegurar pastos para los
caballos de sus ejércitos, los estados norteños chinos tomaron territorios
previamente usados por los nómadas y las murallas sirvieron para asegurar el
territorio. La construcción de murallas era, de hecho, una práctica cultural muy
extendida. Los Estados Combatientes erigieron murallas y torres de vigilancia
no solamente en el norte, sino también a lo largo de muchos de los límites con
otros estados chinos. Los amurallamientos alcanzaron su etapa cumbre con la
construcción en época Qin de un sistema simple de murallas y torretas de
vigilancia para marcar su expansión en la estepa. En respuesta a ello, al menos
en cierto grado, las poblaciones nómadas se unieron en un simple imperio
nomádico bajo la tribu de los Xiongnu[1].
Tal acontecimiento ha sido explicado y analizado de dos maneras.
Por una parte, se ha dicho que el surgimiento del
estado nómada dependió de China. Viviendo únicamente de los productos de sus
rebaños y de sus artesanías, las tribus nomádicas necesitaban bienes
adicionales de las poblaciones sedentarias del sur para sobrevivir. Hábiles en
el manejo del arco y en la monta, los nómadas formaron un ejército natural en
el que cada hombre adulto podría llevar a cabo los deberes militares. El poder
político derivaba primariamente de los éxitos en batalla contra otras tribus y
en las incursiones en el territorio de los chinos sedentarios. Los éxitos
guerreros del jefe le aseguraban la lealtad de sus seguidores al distribuir el
botín conseguido. La prosperidad de una China unificada ofrecía una riqueza que
el imperio nómada podría extraer en la forma de pagos de parte del gobernante
chino. La redistribución de la riqueza hacia el norte generaba el poder
político de los gobernantes nómadas.
Otros estudiosos, por el contrario, argumentan que no
existió una clara división entre nómadas y pueblos sedentarios en la frontera,
y que las poblaciones nómadas como los Xiongnu contaron con agricultores en su
seno. En tal sentido, las ciudades-estado de Asia central proveerían bienes a
los nómadas. De tal forma, los estados nómadas no necesitaron de los grandes
reinos sedentarios de Persia al occidente y de China al este para su existencia.
Con seguridad, algunos bienes eran extraídos de China a través del comercio,
las incursiones y el tributo, pero tales productos no fueron esenciales para la
sobrevivencia de la gente o para consolidar la posición privilegiada de los
mandatarios.
La violencia en las sociedades nómadas no consistía en
enfrascarse en grandes guerras, sino en raids o venganzas en pequeña escala con
el fin de aumentar los rebaños o robar esposas. Una crisis mayor, producida por
el mal tiempo, rebeliones internas contra tribus previamente dominantes, o la
expansión de pueblos sedentarios, podría romper el balance ya marginal de la
sociedad. Forzados a migrar a nuevas áreas o amenazados por atacantes armados,
las tribus sobrevivían estableciendo organizaciones militares a gran escala.
Estaban formadas por jefes guerreros carismáticos que reunían otros guerreros,
como una suerte de guardia personal, y luego reclutaban más soldados gracias al
prestigio y el botín ganados por los jefes. Este proceso de militarización
gradual culminó en el establecimiento de un estado centralizado bajo el mando de
un líder supra tribal que gobernaría como un “kan” a través de la protección de
Cielo, tal y como sus victorias demostraban. El nuevo jefe supremo transformaba
las aristocracias tribales en una aristocracia de estado distribuyendo botín
para asegurar la lealtad de sus seguidores.
La emergencia del estado Xiongnu siguió este último
modelo. Cuando los dinastas Qin ocuparon el territorio al sur del río Amarillo,
ahuyentaron a los Xiongnu y a otros habitantes, lo cual creó una crisis
económica. De acuerdo al Shi ji,
Modun el fundador del imperio Xiongnu, reunió y entrenó a una guardia personal
que le obedecía hasta la muerte. Alcanzó un poderío que le permitió asesinar a
su padre y tomar el título de chanyu,
líder supremo. A esto siguieron una serie de victorias desde Manchuria hasta
Asia central, produciéndose el sometimiento de una tribu tras otra al poder Xiongnu
que surgía[2].
Esas campañas culminaron con la emergencia de una estructura piramidal de reyes
hereditarios inferiores o de aristócratas bajo el poder del líder supremo.
Los reyes Xiongnu fueron jefes que mantuvieron parte
del imperio como una tierra patrimonial del chanyu,
sobre la cual ejercían un gobierno semi independiente. Los jefes menores eran
miembros de un alto consejo. Los rasgos básicos de este sistema, patrimonio,
emparejamiento de altos cargos (derecha e izquierda, o este y oeste), estructura
militar decimal y unos pocos hombres del alto rango en el consejo, no dejan de
recordar a los estados centro asiáticos. En cualquier caso, los dos modelos del
estado Xiongnu, dependencia económica del imperio chino y respuesta militar al
imperio chino, no son mutuamente excluyentes. El segundo describe cómo un
estado centralizado emerge alrededor del chanyu,
mientras que el primero enfatiza las bases financieras de su poder.
El nuevo imperio de Modun invirtió el balance de poder
entre los chinos y sus vecinos nómadas., En siglos anteriores, los estados
chinos se habían expandido hacia el norte a expensas de las poblaciones
nómadas, pero hacia 200 a.e.c., el fundador de la dinastía Han sufrió una gran
derrota a manos de los Xiongnu. A consecuencia de ello, los Han adoptaron una
política de “paz y parentesco” (he qin) por la cual seda, oro y granos
eran enviados anualmente al chanyu,
además de un periódico regalo de una princesa Han para su harén. En
correspondencia, los Xiongnu se comprometían a no atacar China. Ahora bien,
esta situación podría traer consigo que los hombres tribales pudiesen
corromperse por los gustos y lujos
chinos y así, por tanto, depender de China. Además, cuando los hijos de las
princesas Han llegasen a ser gobernantes en el estado Xiongnu sus jefes podrían
llegar a ser parientes menores de la corte Han. Un aspecto clave de este argumento
es el hecho de que los Xiongnu diferían de los chinos únicamente en cultura, y
la adopción de las tradiciones chinas podría conducir a su asimilación al
imperio.
Sumado al pago de tributo y al regalo de mujeres, el
sistema he qin establecía el reconocimiento de la igualdad diplomática
entre China y los Xiongnu. El jefe de estos últimos obtenía el derecho de
referir su nombre de familia al dirigirse al emperador chino, mientras que los
chinos mismos, como esclavos del emperador, solamente podían usar sus nombres
personales. En definitiva, el título chanyu
era reconocido como igual al huangdi chino,
y los dos gobernantes eran descritos como hermanos.
Un tratado firmado en torno a 162 a.e.c. adoptó un
principio particular. El chanyu debía
gobernar sobre todos los arqueros que habitaban al norte de la Gran Muralla,
mientras que las poblaciones sedentarias del sur, que portan sobreros y fajas,
tenían que ser gobernados por el emperador chino. Este principio dividía el
mundo en dos grandes zonas culturales, el reino de los nómadas y el de los
chinos, cada uno de ellos formando su propio imperio. Con ellos se establecía
el reconocimiento mutuo de cada gobernante en relación a sus dominios sobre
estados menores dentro de sus respectivas esferas. Esta visión de un mundo
bipolar escindido entre dos esferas culturales se manifestaría en el
pensamiento chino mismo.
Bajo el emperador Jing, Chao Cuo comparó de modo sistemático
a los Xiongnu con los chinos, retratando a los primeros como la inversión o
negación de los segundos. Los nómadas comían carne y bebían leche, mientras que
los chinos comían grano; los Xiongnu llevaban pieles en tanto que los chinos
vestían sedas; los chinos tenían ciudades amuralladas, campos y casas, mientras
que los nómadas no tenían (lo cual no era estrictamente cierto). Los Xiongnu
eran vistos como pájaros voladores o bestias corriendo que se movilizaban
continuamente hasta encontrar hierba y agua fresca, en tanto que los chinos
estaban enraizados en sus campos y ciudades. Chao Cuo extendió tales
oposiciones culturales para explicar el balance estratégico y táctico de
fuerzas entre ambos polos[3].
El propio Sima Qian establece un contraste moral entre los chinos, vinculados
entre sí por su sentido del deber, y los nómadas, quienes solamente reconocían
su auto interés.
Los relatos referidos a las costumbres nómadas llegan
a ser un método para criticar algunas prácticas chinas. Así, Zhonghang Yue, un
chino entre los nómadas, hizo notar la existencia de relaciones relajadas entre
el gobernante Xiongnu y sus súbditos, en contraste con la rígida jerarquía de
la corte china. Algo similar ocurría al comparar la ley Xiongnu con las
brutalidades de la práctica legal Han.
A pesar del incremento en los pagos, las incursiones
Xiongnu no cesaron. Cada acuerdo permanecía unos años para ser roto por una
nueva invasión, seguido por demandas para reasumir las relaciones pacíficas
basadas en un incremento de los pagos. Los chinos atribuían estos vaivenes a la
perfidia bárbara, pero en realidad reflejaba la naturaleza del estado Xiongnu.
Mientras el emperador chino no podía ser desafiado como legislador principal,
juez y administrador, el poder en el seno del estado Xiongnu estaba
constreñido, y a la par dividido, por los vínculos de parentesco, la práctica de
la costumbre y la segmentación horizontal entre clanes o tribus. El chanyu mantenía el control sobre sus jefes
subordinados solamente gracias a las constantes negociaciones en las cuales él
era el primero entre iguales más que una autoridad absoluta. El consenso sobre
su poder dependía de sus éxitos en batalla y de la distribución del botín. En
ocasiones las invasiones se debían a las tensiones con los oficiales locales
chinos, pero algunas veces también por resentimiento del chanyu.
La política he qin fracasaba habitualmente por que descansaba sobre una
estructura de autoridad inexistente entre los Xiongnu.
Varias décadas de paz habían otorgado a los chinos el
tiempo necesario para desarrollar un nuevo estilo de ejército fundamentado en
la caballería y las ballestas que podría, exitosamente, enfrentar airosamente a
los Xiognnu en el campo de batalla. En 134 a.e.c., el emperador Wu decidió
destruir a los nómadas a través de una acción militar. Si bien el intento de
emboscada al chanyu fracasó, en las
siguientes décadas los ejércitos chinos lograron empujar a los Xiongnu hacia
las profundidades de Asia central, infligiéndoles sustanciales pérdidas en
hombres y rebaños. Pero las pérdidas Han también fueron cuantiosas. Además, las
repetidas campañas mermaron el tesoro sin que se lograsen resultados decisivos.
Los sucesores del emperador Wu abandonaron la política
de las expediciones, retirándose a sus líneas defensivas mientras, a la par, se
rehusaban a pagar tributo. Esta actitud fue exitosa, pues privaba al chanyu del tributo Han. La posición del
líder supremo nómada se fue deteriorando, y en 120 a.e.c. un rey Xiongnu
disidente se rindió a los Han acompañado de cuarenta mil hombres. En los años
siguientes otros jefes rehusaron atender la corte del chanyu. Entre 115 y 60 a.e.c. los Han aseguraron el control de la
antigua esfera de influencia Xiongnu en el Asia central oriental (hoy Xinjiang).
Un conflicto por la sucesión cambió el panorama del
imperio Xiongnu en 57 a.e.c., con no menos de cinco reyes reivindicando el
título de chanyu. Unos años después un rey reconoció la soberanía Han,
visitó su corte y se reasentó en el interior de China[4].
Esta acción probó ser muy ventajosa, pues a cambio de obediencia recibiría
generosos dones de los Han. Con el tiempo envió a su hijo como huésped para
aprender la cultura Han. Su bienestar dependería de la buena conducta de su
padre. En esto había un velado interés. La riqueza que esta jefatura vasalla
iba adquiriendo le permitiría recuperar a sus seguidores y derrotar a sus
rivales. Eventualmente, su fuerza creció lo suficiente para retornar al norte y
reasumir el antiguo modelo de demandar tributo, hasta que una segunda pugna por
la sucesión renovó la guerra civil entre los Xiongnu en 48. Esto se traduciría
en un permanente cambio entre los Xiongnu del sur, que habitaban en China y se
sometían al emperador, y los del norte, quienes moraban más allá de los límites
del imperio Han. Los del sur llegaron a ser dependientes de la asistencia Han.
Aunque los Xiongnu Septentrionales continuaron
desafiando a los Han, fueron varias veces derrotados en determinadas ocasiones
por ejércitos aliados de los Han y de los Xiongnu Meridionales. Grupos tribales
como los Xianbei y los Wuhuan se escindieron de los Xiongnu y recibieron
grandes botines de la corte Han a cambio de asesinar a los Xiongnu. En el año 87 un ejército Xianbei derrotó a los
Xiongnu y asesinó al chanyu del
norte. Apenas dos años después, una gran victoria Han completaría la total
destrucción del estado Xiongnu.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. Feiap-Granada.
[1] Se trata de los
conocidos como hunos asiáticos, una rama siberiana desgajada de la etnia de los
mongoles. Se piensa que pueden haber sido los descendientes de varios pueblos
turcos denominados Xunyu, Xianyun y Hongyu.
[2] Los
Xiongnu desplazan a los Yuezhi, los nómadas que habían dominado previamente el
norte. Hasta veintiséis estados vecinos,
incluyendo Loulan, Hujie y Wusun, formarían parte del estado Xiongnu.
[3] De acuerdo
a Chao Cuo, el territorio de los Xiongnu era un lugar de yin acumulado, sombrío y frío. Esta idea formaba parte de una
tríada que implicaba el sur como el extremo yang
y China como el centro en balance. La división bipolar del mundo sobre la base
de la cultura y la política, reaparecerá en la estructura de los Cielos, con la
línea divisoria de la Ruta Celestial encajando con la frontera entre chinos y
nómadas.
[4] La política de asentamiento de nómadas todavía agrupados en sus tribus en
el interior de China trajo consigo posteriores consecuencias de largo alcance,
pues propiciarían la ruptura del orden civil en el noroeste y fomentarían la
huida hacia el sur de grandes cantidades de chinos Han.
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