8 de diciembre de 2021

Hibridismo zoomorfo en la mitología: las Nereidas y sus monturas



Referencia de las imágenes en el texto

Las Nereidas[1], habitantes de la geografía liminal marina, cabalgan sobre diferentes criaturas marinas de las profundidades, sobre calamares, hipocampos, tritones, peces, delfines y monstruos marinos, todas ellas asociadas a Escila o a los ketoi, no a personajes híbridos masculinos.

Dos de sus monturas principales son los hipocampos y ketea, ambas estrechamente relacionadas. El hipocampo, monstruo híbrido, mezcla la parte posterior de una sierpe marina y la anterior de un équido, en tanto que el ketos, monstruo criado por Anfítrite es, sobre todo en las representaciones de los siglos V y IV a.e.c., una serpiente marina de cuerpo ondulado que finaliza en una cresta, con cabeza de dragón que muestra un hocico prominente y unas orejas puntiagudas. En ocasiones, no obstante, puede tener la forma de un gran pez de dientes afilados, o poseer alas.

Son seres fantásticos oponentes de héroes como Perseo, sobre todo el ketos, criatura que es enviada desde el temible abismo marino para llevar a sus víctimas al Hades. Las Nereidas son las únicas capaces de guiar estas criaturas y de ser transportadas por ellas, pues las controlan con su simple presencia y su voluntad.

La montura más frecuente de las Nereidas es el delfín, que simboliza la alegre serenidad marina. El delfín es un  miembro del cortejo de Afrodita y suele ser la montura principal, asimismo, del Eros epidelphinios. Muchas otras veces, se ven a las diosas cabalgar sepias, calamares o gigantescos peces.

La presencia del cortejo de las Nereidas posee un destacado valor simbólico. Son personajes divinos que expresan la capacidad fecundadora de los mares, garantizando una existencia nueva y diferente más allá de la muerte por medio de ciertos rituales. En consecuencia, ofrecen un tránsito por un espacio sacro: el mar, símbolo de devenir, movimiento, paso, transformación, travesía, propiciando ruptura y disolución en la totalidad.

Las Nereidas fueron vehículo funerario de Aquiles, así como las asistentes en el tránsito del héroe hacia otra gloriosa existencia. Fueron, además, las primeras, a lomos de delfines, en entonar el lamento fúnebre en honor a Patroclo en Troya en el momento en que Tetis les pidió su plañido. A la muerte de Aquiles regresaron difundiendo un sonoro y sobrenatural llanto por el mar. No sólo cantaron el treno fúnebre, sino que fueron las encargadas de conducirle, al igual que a otros héroes, por medio del proceloso mar hasta Leuke, la isla blanca, definible como la Isla de los Bienaventurados.

En la pintura vascular suritálica se introdujeron gran variedad de criaturas marinas en el cortejo de las Nereidas que portaban las armas para el héroe. El motivo, de contexto funerario, se representó como ajuar fúnebre, como es patente en un naiskos de Tarento o en varios apliques de terracota tarentinos hallados en sarcófagos. En cualquier caso, el cortejo de las Nereidas adquirió un contenido iniciático, evidenciado en la Italia meridional.

Las Nereidas también acompañan un peculiar tránsito estrechamente ligado a la muerte. Se trata de los esponsales. En tales ocasiones, actúan como ayudantes y sirven como cortejo en el paso la novia de doncella a mujer. Incluso se las pueden observar como cortejo de Andrómeda, quien, expuesta al terrible monstruo, se enfrenta a su matrimonio con el mismísimo Hades. La liberación de Andrómeda implica su paso de doncella a mujer, el renacer a un nuevo estado y, por consiguiente, el metafórico paso de la vida a la muerte.

Un notable ejemplo iconográfico con presencia de Nereidas lo conforma un dinos apulio que actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico de Madrid. En esta pieza las Nereidas asisten al rapto de Tetis. En el centro, Eros porta unas cintas y un xilófono, mientras Peleo toma a la deidad por su cintura, quien solicita ayuda a sus hermanas. Un ketos (en realidad Tetis en una metamorfosis agonal) se enrosca en las piernas del héroe, y una Nereida se encuentra al lado se su montura, un hipocampo. En el resto de la escena se observan nadando delfines, peces y otros monstruos. Otra Nereida esté en pie sobre un par de delfines, a los que mediante unas riendas va guiando, mientras que otra, sosteniendo una bola de lana y un tímpano, es transportada sobre un gran calamar. El cortejo nupcial, la boda misma, se anuncia con los regalos que lleva Eros, la Nereida del calamar y hasta una paloma.

Tetis es en este contexto el símbolo de la mujer de naturaleza indómita y agreste, sometida por Peleo tras el rapto por mediación del matrimonio. Así pues, tránsito y metamorfosis en un paisaje metafórico de ricas valencias.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP-UFM, diciembre, 2021.



[1] En número de cincuenta, estas ninfas son las hijas de Nereo, un dios marino hijo de Ponto y Gea. Se les adoraba en santuarios ubicados en las regiones costeras. La Ilíada y Hesíodo, además de Apolodoro o Higino, son algunas de las obras y autores que han transmitido sus denominaciones, unas pocas coincidentes con las Oceánides.

 

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