Referencia de las imágenes en el texto
Las Nereidas[1], habitantes de la
geografía liminal marina, cabalgan sobre diferentes criaturas marinas de las
profundidades, sobre calamares, hipocampos, tritones, peces, delfines y
monstruos marinos, todas ellas asociadas a Escila o a los ketoi, no a
personajes híbridos masculinos.
Dos de sus
monturas principales son los hipocampos y ketea, ambas estrechamente
relacionadas. El hipocampo, monstruo híbrido, mezcla la parte posterior de una
sierpe marina y la anterior de un équido, en tanto que el ketos,
monstruo criado por Anfítrite es, sobre todo en las representaciones de los
siglos V y IV a.e.c., una serpiente marina de cuerpo ondulado que finaliza en
una cresta, con cabeza de dragón que muestra un hocico prominente y unas orejas
puntiagudas. En ocasiones, no obstante, puede tener la forma de un gran pez de
dientes afilados, o poseer alas.
Son seres
fantásticos oponentes de héroes como Perseo, sobre todo el ketos,
criatura que es enviada desde el temible abismo marino para llevar a sus
víctimas al Hades. Las Nereidas son las únicas capaces de guiar estas criaturas
y de ser transportadas por ellas, pues las controlan con su simple presencia y
su voluntad.
La montura más
frecuente de las Nereidas es el delfín, que simboliza la alegre serenidad
marina. El delfín es un miembro del
cortejo de Afrodita y suele ser la montura principal, asimismo, del Eros epidelphinios.
Muchas otras veces, se ven a las diosas cabalgar sepias, calamares o
gigantescos peces.
La presencia del
cortejo de las Nereidas posee un destacado valor simbólico. Son personajes
divinos que expresan la capacidad fecundadora de los mares, garantizando una
existencia nueva y diferente más allá de la muerte por medio de ciertos
rituales. En consecuencia, ofrecen un tránsito por un espacio sacro: el mar,
símbolo de devenir, movimiento, paso, transformación, travesía, propiciando
ruptura y disolución en la totalidad.
Las Nereidas
fueron vehículo funerario de Aquiles, así como las asistentes en el tránsito
del héroe hacia otra gloriosa existencia. Fueron, además, las primeras, a lomos
de delfines, en entonar el lamento fúnebre en honor a Patroclo en Troya en el
momento en que Tetis les pidió su plañido. A la muerte de Aquiles regresaron
difundiendo un sonoro y sobrenatural llanto por el mar. No sólo cantaron el
treno fúnebre, sino que fueron las encargadas de conducirle, al igual que a
otros héroes, por medio del proceloso mar hasta Leuke, la isla blanca,
definible como la Isla de los Bienaventurados.
En la pintura
vascular suritálica se introdujeron gran variedad de criaturas marinas en el
cortejo de las Nereidas que portaban las armas para el héroe. El motivo, de
contexto funerario, se representó como ajuar fúnebre, como es patente en un naiskos
de Tarento o en varios apliques de terracota tarentinos hallados en sarcófagos.
En cualquier caso, el cortejo de las Nereidas adquirió un contenido iniciático,
evidenciado en la Italia meridional.
Las Nereidas
también acompañan un peculiar tránsito estrechamente ligado a la muerte. Se
trata de los esponsales. En tales ocasiones, actúan como ayudantes y sirven
como cortejo en el paso la novia de doncella a mujer. Incluso se las pueden
observar como cortejo de Andrómeda, quien, expuesta al terrible monstruo, se
enfrenta a su matrimonio con el mismísimo Hades. La liberación de Andrómeda
implica su paso de doncella a mujer, el renacer a un nuevo estado y, por
consiguiente, el metafórico paso de la vida a la muerte.
Un notable ejemplo
iconográfico con presencia de Nereidas lo conforma un dinos apulio que
actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico de Madrid. En esta pieza las
Nereidas asisten al rapto de Tetis. En el centro, Eros porta unas cintas y un
xilófono, mientras Peleo toma a la deidad por su cintura, quien solicita ayuda
a sus hermanas. Un ketos (en realidad Tetis en una metamorfosis agonal)
se enrosca en las piernas del héroe, y una Nereida se encuentra al lado se su
montura, un hipocampo. En el resto de la escena se observan nadando delfines,
peces y otros monstruos. Otra Nereida esté en pie sobre un par de delfines, a
los que mediante unas riendas va guiando, mientras que otra, sosteniendo una
bola de lana y un tímpano, es transportada sobre un gran calamar. El cortejo
nupcial, la boda misma, se anuncia con los regalos que lleva Eros, la Nereida
del calamar y hasta una paloma.
Tetis es en este
contexto el símbolo de la mujer de naturaleza indómita y agreste, sometida por
Peleo tras el rapto por mediación del matrimonio. Así pues, tránsito y
metamorfosis en un paisaje metafórico de ricas valencias.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP-UFM, diciembre, 2021.
[1] En número de cincuenta, estas
ninfas son las hijas de Nereo, un dios marino hijo de Ponto y Gea. Se les
adoraba en santuarios ubicados en las regiones costeras. La Ilíada y Hesíodo, además de Apolodoro o
Higino, son algunas de las obras y autores que han transmitido sus
denominaciones, unas pocas coincidentes con las Oceánides.
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