7 de octubre de 2024

Mitificación literaria de los mundos prehistóricos: Edgar Rice Burroughs


Imágenes: arriba, mapa original de Pellucidar, de la primera edición de Pellucidar (1915); abajo, mapa de Caspak, la tierra que el mundo ha olvidado, de 1917.

Edgar Rice Burroughs es el célebre creador del no menos famoso y mítico Tarzán de los monos. Los relatos de héroes y heroínas del novelista estadounidense, transportan a los lectores desde las selvas africanas y los fondos marinos muertos de Barsoom hasta los gigantescos bosques de Amtor y el salvaje mundo interior de Pellucidar, e incluso hasta el hogar de civilizaciones extraterrestres.

Este autor de ciencia ficción popular, de historias de fantasía ha sido también, y sobre todo, un brillante creador de literarios y míticos mundos perdidos, habitualmente localizados en islas, espacios aislados y temporalmente arcaicos o fuera del tiempo histórico. Son espacios malditos y prohibidos, propiciadores de situaciones dramáticas y, desde luego peligrosos para todos aquellos que atinan a aventurarse por ellos. En tales lugares, además, el ser humano no es la especie que domina.

Uno de ellos es Pellucidar, un espacio prehistórico ubicado, al modo jules-verniano, en el centro de la Tierra, en donde existen océanos, montañas, bosques y un sol interior; un lugar habitado por animales ya extintos (pterosaurios, mamuts, dinosaurios, arcaicos humanos, tigres dientes de sable). Aquí incluso habita un grupo de depravados piratas españoles, de seguro antiguos visitantes ahora retenidos, que son comandados por su cabecilla, de nombre El Cid. En este pintoresco mundo viven, asimismo, los mahars, grupo inteligente telepático que procede de los pterosaurios.

Otro de estos espacios es la tierra de Pal-ul-don, habitada por distintas etnias humanas arcaicas y por gryfs, dinosaurios modificados. Aquí, de hecho, los triceratops se han hecho carnívoros, de ahí que sus pezuñas se hayan convertido en garras; un tercero lleva el nombre de Caprona o Caspak, todo un continente perdido en los mares del sur, del que habría existido un inicial conocimiento gracias a un oscuro marino italiano del siglo XVIII. Este continente está habitado por una singular flora y fauna: insectos y helechos gigantes, pterosaurios y plesiosaurios, rinocerontes lanudos, homínidos, aurochs, hienas de las cavernas, y otros seres. Conforme se asciende por el río de Caprona en dirección al norte, los organismos son más evolucionados, hasta llegar, por supuesto, al Homo sapiens, la cumbre evolutiva.

Todo esto recuerda un conocido cuento de Isaac Asimov llamado Una estatua para papá, un relato en el que una conexión temporal con el Mesozoico a través de un crono tubo facilita a dos científicos la recuperación de varios huevos de dinosaurio del tamaño de los de los patos. De los huevos incubados surgen pequeños dinosaurios bípedos. Por accidente, uno de ellos se electrocuta, descubriendo los científicos que su carne es realmente sabrosa. Tanto es así, que se harán ricos criando y comercializando el dinopollo, carne de dinosaurio (de dinosaurios aviares), semejantes a los hoy existen.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, octubre, 2024.

 

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