Jizo sama (también Ojizō-sama), es un buda japonés, correspondiente al bodhisattva indio Ksitigarbha, muchas veces representado como un monje con su nimbo de santidad. Es un instructor y un protector de los infantes, además de patrón de los niños fallecidos prematuramente. Sus estatuas pueden estar en los márgenes de las calles y caminos, además de en los santuarios y cementerios. Las almas de los niños muertos antes que sus padres no podían cruzar el río Sanzu, (Sai no Kawara o río de las almas) río mítico del inframundo japonés, debido a que no habían podido acumular suficientes buenos actos y sus padres sufrían por su fallecimiento. La creencia popular japonesa señala que Jizo sama salva las almas de estos niños impidiendo que tengan que acumular durante toda la eternidad piedras en las orillas del río (las ánimas de los infantes las amontonan para solicitar la compasión del Buda). Para ello, las esconde de los demonios bajo sus ropajes y les recita varios mantras. Es por eso que muchas de las estatuas de este buda se ven acompañadas por montículos de piedras, depositadas por los devotos para acortar el tiempo que los infantes muertos deben sufrir en el mundo subterráneo. También en las cercanías de los camposantos se ven sus estatuas, generalmente con gorros y baberos de un color rojo intenso, como una ofrenda de gratificación por la curación de algún niño con una determinada dolencia. Las dos formas de Jizo más populares asociadas con los niños son Mizuko Jizo, protector de los fetos abortados, y Koyasu Jizo, o dador de vida a los infantes.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, 6 de diciembre del 2011
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